» A LO QUE SALGA»
Decidí hace ya bastantes días escribir sobre la lectura, la aventura, el placer, ese mundo que se abre cuando te sientas tranquilamente y comienzas a leer. Y poco a poco, mientras los días iban pasando tenía muchas cosas que recoger y sobre todo en mi mente como si de una biblioteca se tratara, se iban poniendo libro sobre libro una pila muy alta, como esos rincones que vamos levantando al lado del escritorio.
Libros que mas que han sido, tengo que reconocer que son lugares a los que me arrimo a veces. Los leo y vuelvo a abrir sus páginas, buscando ediciones mas bellas, traducciones mas certeras, eligiendo en qué lugar y momento quiero volver a ellos. Algunos, como “Persuasión” de Jane Austen estuvieron en mi bolso durante años, hasta que en otra Semana Santa en medio de unos jardines de arte topiario de una Quinta de Oporto, encontré su lugar, y mientras mis hijos correteaban por allí, comenzó la lectura. Así que creo que comparto con muchos de vosotros esa sensación, que el lugar, influye y mucho en la aventura de leer. Las bibliotecas antiguas como la de la Universidad de Salamanca donde pasé media carrera de historia, me dejó la afición a los libros antiguos, con sus pastas de piel, y el papel ese tan fino que tienes a veces que mojar el dedo para pasar la página.
“ A lo que salga” tituló Miguel de Unamuno un ensayo que estoy leyendo estos días. Una reflexión sobre la lectura, que recalca algo que es vital para poder ponerla en su lugar, la escritura. En definitiva, ponerse a leer, y también a intentar escribir, en un circulo que nos va empujando. Cuando queremos contar una historia, un cuento, recrear una página del pasado, nos encontramos con la dificultad de cómo escribir. Algo así creo que pasa cuando me acerco a Proust, que me deja tan impresionada por su manera de escribir, que ya no necesito que cuente nada, sólo disfruto de sus largas descripciones, y de esas maravillosas frases que no terminan jamás. Me pasa algo con él que creo que es compartido por muchos, me pongo a leer su único libro, y a pesar de ser tan extenso y ocupar una balda muy larga de la biblioteca, no quiero que se termine jamás, y voy dosificando la lectura.
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Decía Dº Miguel, que nadie debería ponerse a leer poesía sin haber intentado escribir unos versos.
La pila de libros de los que quiero comentar cosas, va creciendo. Quizá, en un intento último de elegir a un autor que me sigue impresionando a cada lectura, me quedo con Virginia Woolf. Comenta su biógrafa Nadia Fusini, en el ensayo “ Poseo mi alma” que hubo un pensamiento decisivo en la vida de Virginia y que junto con su desorden psíquico de naturaleza bipolar, la llevó al suicidio. Durante su ultimo año de vida, Virginia conoció a una nueva amiga, una medio prima llamada Octavia. La amistad se fortaleció, y Octavia cuidaba un poco de la casita de los Woolf , le llevaba leche y mantequilla para que no parecieran como viejas gallinas, de lo demacrados que los veía. Un día animó a Virginia a escribir, y esta le preguntó qué debía escribir, una novela, o un cuento, un ensayo,… “ tengo muchos fragmentos de ideas en la cabeza, pero quiero saber qué es lo que quiere el público. Me siento como “ una mosca pegada al papel mosquicida, y no quiero caer en el pesebre de la desesperación”.
Justamente este laberinto de ideas que provienen de los sentidos y que revolotean sobre la cabeza, como mostrando la vida en primera instantánea, es lo que mas me impresiona de la obra de Virginia. Recuerdo la impresión al leer “ Las olas”, y cómo vuelvo muchas veces a sus páginas para aprender a ser mas receptiva, a tener los sentidos en la vida abiertos y ser capaz de comunicarlos, creando a su vez todo el mundo increíble que describen y que dibujan.
Creo que este titulo que he elegido tan de “ a lo que salga”, va muy bien con todo. Es la lectura un placer en el que hay que dejarse caer de manera placentera, y esto último creo que es lo mas importante, disfrutar a tope. No debemos ser en esto radicales, lo mejor que puedo hacer por mi si no me gusta un libro es cerrarlo. Pero, si queremos disfrutar de ello de manera total, debemos dejar de tener una actitud pasiva. El sillón de casa, la biblioteca, el banco en el jardín nos abren con la lectura un camino, el nuestro que tenemos que transitar. Cómo hacía Virginia con los sentidos abiertos, intentando ir en la palabras un poco mas allá.
Como dice Dº Miguel para terminar “ Y basta. Basta por ahora. Hay que dejar siempre suelto el cabo de la vida, ¡ Qué no acabe este escrito, que mi vida no acabe, Dios mio”.
Articulo publicado en el Diario de Ávila. 20 de abril. 2017