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HACER ESPALDAS

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A medida que voy leyendo los textos de Santa Teresa me sorprendo cada vez mas de su actualidad y de cómo muchas de las cosas que nos cuenta y sobre las que reflexiona nos sirven hoy en día. En algunos aspectos como en la defensa de la dignidad humana y en la belleza insondable de cada ser, parece que nos sobrepasa yendo mucho mas lejos que nosotros cinco siglos después.

Y todo esto se junta en un momento en el que siento como una mala digestión producida por tantos acontecimientos del mundo que me sobrecogen. Los insultos y vejaciones de los dos candidatos a presidentes del país mas poderoso del mundo, Hilary y Donald, aconsejados por los gurús de la política internacional. Las propuestas de Trump de cerrar fronteras y de considerar a los emigrantes como virtuales delincuentes,… dejando a miles de “ espaldas mojadas” mexicanos al otro lado de un telón tan cruel como el de acero de hace sólo unas décadas. La oposición a las propuestas de la Cumbre sobre el cambio climático,…

Cuando leo y veo en la noticias las imágenes de tanto insulto y violencia verbal, no paro de pensar en aquello que de pequeña me enseñaron, la buena educación, la urbanidad, como un conjunto de normas sobre cómo debemos comportarnos en sociedad. Una manera de reaccionar ante los pequeños actos y acontecimientos de la vida que aunque tiene un marcado carácter formal es al menos la base para poder vivir entre nosotros de manera digna y respetuosa. Un principio básico de la educación que abarca no sólo el ámbito de las escuelas donde debería enseñarse, sino que se desarrolla en la calle, en un atasco de tráfico, en las gradas del Parlamento, en un ascensor, a la puerta de un supermercado.

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Teresa va mucho mas lejos que la simple manera de comportarnos, va al fondo del asunto. Si consideramos a todos los hombres en su valor, no podemos tratarlos como si fueran de otra especie. Cada uno de ellos nos aporta una visión bella y llena de colores y matices sobre lo que es la vida, haciendo de nuestro propio devenir un panorama mucho mas interesante y completo. Mirando así a los demás, no podremos cambiar de acera cuando se nos acercan, insultarlos desde una tribuna, dejar que se ahoguen en un foso al otro lado del paredón. Sobre todo porque si completan nuestra propia persona con su vida, tenemos que tender hacia ellos para poder vivir y madurar como personas. Somos en fin, seres que han nacido para vivir en relación, algo que va contra esta tendencia contemporánea al individualismo.

Al hablar de educción y cómo esta nos cambia la perspectiva de la vida, me acuerdo del famoso libro de Flaubert “ La educación sentimental”, porque su propio nombre es antagónico de lo que la novela nos cuenta. Mas que educar el espíritu, como parece indicar el termino” sentimental” el personaje principal, el joven Fréderic Moreau, se encuentra dentro de su propia historia como una piedra dentro una máquina mezcladora de cemento, una que cambia su propia persona y le hace vivir lo que nunca pensó que podría hacer, persiguiendo amores imposibles y haciendo de sus sentimientos un monte infranqueable para poder vivir con paz. Un montón de grava al lado del muro. Una obra maestra literaria en la que no deja al lector nunca al margen de la historia contada que como a trompicones avanza entre las páginas.

Y me pregunto si todo este ambiente cargado de toxicidad dialéctica no va a funcionar con nosotros como esto que nos cuenta Flaubert. Si no vamos a cambiar tanto que sintamos que nuestra vida ya no depende de nosotros, que lo que llega de los demás a nuestra atalaya personal es sólo una voz como de sirena, a la que respondemos pero de la que de ninguna manera nos sentimos cercanos. Nuestra isla es a la vez el guijarro que terminará en la trituradora.

Al lado de todo esto, en las palabras de Teresa sentimos mucha mas luz que la de la última luna nueva que a todos nos ha alucinado, ya que mas que considerar a los demás como” espaldas mojadas”, guijarros preparados para ser pulverizados sobre el cemento, a los que juzgamos a priori, para ver si están o no en un lado u otro del muro, para ver si podemos encontrar en su vida y trayectoria una falla, si podemos en ella desacreditarles, nuestra paisana considera que esas espaldas de los demás son las que todos necesitamos para vivir. Que hagamos espaldas unos con otros, para seguir adelante con toda la carga de nuestra existencia. Con ello ponemos a los demás al mismo nivel, tomamos fuerza de su contacto, vamos avanzando como personas mirando siempre al frente. Sin espaldas mojadas, sólo con espaldas amigas, rompiendo con ello el muro mas grande que amenaza nuestras vidas y las de nuestros hijos, el individualismo radical de aquel que considera que su modo de mirar la vida, su propio pensamiento y situación, es mucho mas valiosa que la de los demás. ¡Hagamos espaldas unos con otros! … me parece mentira que este pensamiento nos llegue desde el siglo XVI.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 16 de Noviembre. 2016.

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