«No soplaba viento más cortante que él,… no caía nieve mas implacable que sus designios». Cuento de navidad. Charles Dickens.
Las fiestas navideñas con sus compromisos, regalos y comilonas caen muchas veces sobre nuestro ánimo como una gran nevada. La magia de ver las calles todas transformadas en un escenario de belén pasa muy rápido, al sentir que el peso de todo a veces nos deja sin respiración atrapados en nuestros propia historia. No encuentro otro momento del año mas melancólico, el fantasma de las navidades pasadas como dice Dickens en “ Cuento de Navidad” pasa por nuestra vida. Queremos volver a ser un poco los niños que fuimos, a recuperar con la nieve nuestra vida de antaño, envuelta en ese mágico escenario del recuerdo. Pero esa visión con su fantasma al lado se vuelve indigesta a veces al contrastar con el presente. Hemos ido poco a poco quitando con las manos la nieve, la magia de estos días parece pisoteada, los copos se vuelven molestos, sentimos mas el frio que la ilusión. Los cuentos edulcorados de navidad parecen pertenecer al mundo del cinismo social poco solidario. Así los criticamos .
Decía Vladimir Navokov refiriéndose a Dickens que antes de empezar sus clases en las universidades norteamericanas de Wellesley y Cornell sobre literatura europea, le gustaba pasar su admiración de una mera frase o comentario escolar a un auténtico pensamiento, dejando a sus alumnos bucear durante unos minutos. Dirigía entonces esa admiración racionalizando y desmenuzando el universo de Dickens, en forma y fondo. La nevada aparecía en un momento bajo la forma de niebla cubriendo a todos y conduciendo al alumnado a otro lugar, el que el escritor ha creado. No leemos con nuestras mentes, no: el centro de nuestro deleite artístico parece estar en la espina dorsal, cuando sentimos ese escalofrío que nos estremece, una mecha real que crea en nosotros un deseo imparable de ser lectores ya para siempre
Cómo podemos sentir ese estremecimiento al leer estas historias, al comenzar la primera hoja de “Bleak House” Casa Desoldada; cómo podemos acordarnos de los fantasmas de Scrooge cada navidad si no fuera porque lo que cuenta, al margen de la época y la ambientación, es intemporal, clásico en todo el sentido de la vida. Sentir que llega la navidad y nos aplasta dejándonos con mas frío que el avaro del cuento al calentarse a la luz de una vela. Incapaces de conmovernos ante el hambre que se pega a tantas neveras vacías, ante la violencia doméstica que en huracán arrasa con el niño ese que ya nunca mas volverá a creer en navidad, ante el frío del despedido, del hambriento que rebusca en las puertas traseras de los supermercados.
Y realmente continuamos estos días empujados por la inercia de la costumbre, preocupados por la dieta demasiado rellena de colesterol, nieva; por las reuniones trufadas con gente a la que sólo vemos estos días, granizo encima; las compras , las rebajas y los regalos, con hielo sobre las calles, y así año tras año el frío parece llenar todo con su capa de muñeco de nieve, de hielo pisado.
“ El calor y el frío exteriores no influían en Scrooge. No había ardor que pudiera caldearlo, no había tiempo, por invernal que fuese, que pudiese aterirlo de frío. No soplaba viento más cortante que él, no caía nieve mas implacable que sus designios, no había lluvia mas indiferente a las súplicas” . Si lo clásico es aquello que expande su sentido y valor a lo largo de meses, años y siglos, desde luego que estas frases lo son. Intemporales como los cuentos, villancicos e historias sobre la inocencia, la bondad y los buenos sentimientos que nacen estos días asentados en el reloj del tiempo que marca el nacimiento de un nuevo año a estrenar lleno de oportunidades y esperanza. Y cuando nos abrigamos ante la nevada que se avecina, dejando abiertos nuestros sentidos para aprehender cogiendo todo aquello que flota, se resbala y vive a nuestro alrededor, nuestros vecinos y los vecinos de nuestros vecinos, sentimos ese latigazo que recorre la espalda y enciende la mecha de la navidad. Felices fiestas.
Os dejo esta preciosa música en la que el chelo parece cantar, una interpretación increíble. Mirando a la luna. Feliz navidad.
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