Caminando en linea recta. Secuestro de las niñas de Chibok
Hace unos días nos enterábamos de la noticia de la liberación de 21 niñas que llevaban 913 días secuestradas desde su rapto en una aldea al norte de Nigeria denominada Chibok . La foto que recorre las noticias de todos los medios de comunicación del mundo con todas esas jóvenes tapadas como momias, con sólo sus caras tristes mirando hacia el suelo con la figura de un terrorista del grupo Boko Haram delante de ellas, con su fusil en la mano, me parece tan impactante como cruel y dolorosa.
Niñas que tenían que estar jugando, disfrutando en sus familias y con sus amigos, aprendiendo para poder llevar una vida digna y productiva para la sociedad, construyendo un nuevo país. Tenían que estar con sus familias en casa, madurando como personas, tomando habilidades sociales y emocionales para vivir con entereza y dominio. Tenían que estar leyendo, estudiando, ampliando su horizonte, considerándose capaces de impulsar el desarrollo personal y comunal. Y frente a esto, aparecen amordazadas bajo la dictadura de un grupo terrorista fanático, que intenta imponer como sea la Sharia musulmana a toda la población. La traducción de su nombre, Boko Haram, viene a decir “ la educación occidental es pecado”. Y se impone de manera cruel contra grupos de población católicos. Un grupo aliado del Estado Islámico.
Cada vez que pienso en las niñas, las imagino debajo de esas capas y velos que las momifican y me recorre un escalofrío porque me tengo que pellizcar para entender que esto ocurre por motivos religiosos y también asimilar que ocurre en pleno siglo XXI, que hay grupos y pensamientos sociales que defienden todavía la esclavitud, el tráfico y comercio de seres humanos. En este caso de inocentes niñas, forzadas a ser esposas de los combatientes, y a ser ellas mismas también soldados, así como esclavas sexuales, criadas y trabajadoras en régimen de esclavitud.
Cuando Antoine de Saint_Exupèry escribió su famoso libro “ El Principito”, no podía pensar que éste se iba a destacar como uno de los libros mas vendidos del mundo. Y lo realmente impactante de este libro es que el protagonista es un niño que al explicar el mundo desde su ingenuidad , construye un pensamiento profundo. Una de las ideas que mas me impresiona por su radicalidad y agudeza, es esta que se reduce a una simple frase: “ Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos”. Lo que supone admitir que el camino, vital, de pensamiento, político, de creencias, tiene muchas veces que hacer meandros para adaptarse al terreno. Que hay curvas, y que muchas veces son los pequeños caminos y veredas los que nos llevan mas lejos, dejándonos avanzar.
Estos planteamientos no entran en las consideraciones de los fanáticos que se creen propietarios de la verdad y de la vida. Para ellos el camino es recto y no se puede nunca pensar en parar o en tomar un nuevo sendero. Un camino como creado con los mantos de estas pobres niñas puestos todos en línea recta, pisados sobre la arena y las rocas, machacando la conciencia y la dignidad. Los ojos en el suelo, y la bota sobre el corazón, pisando hasta el fondo. Las niñas en su mayoría ya no quieren volver a sus casas, están tan identificadas con sus secuestradores que algunas han llegado a cometer crímenes en nombre de Alá. Y las que han regresado no pueden tampoco estar con sus familias por el rechazo social tan fuerte que han generado, y han sido enviadas a otros países.
Fueron 276 las niñas secuestradas en Chibok, aunque según me cuentan otras fuentes muy cercanas el número se acerca mas a 700, de las que muchas murieron al ser utilizadas como escudos humanos. Y pese a la presión de muchos grupos e instituciones internacionales, poco se va consiguiendo por la vía del diálogo: esta reciente liberalización parece que se debe a un pago por la puesta en libertad de cuatro guerrilleros por parte del gobierno.
Recuerdo muchas veces esa brillante imagen del comienzo del Principito, cuando pregunta qué hay en un dibujo sencillo con forma de sombrero que en el fondo es la imagen de una boa comiéndose a un elefante. Recurro a ella para imaginar qué hay en la mente de personas de distinto tipo. Qué es lo que hay debajo de su apariencia, aquello que la boa constrictor se ha tragado y va poco a poco expulsando. Me encuentro personas con ideales que empujan su vida tras de ellos, a otros que fundamentan su existencia y esfuerzo en la investigación, en la cultura y el arte. Aquellos que buscan transformar el mundo con la educación, con un libro en la tripa de la boa. Veo quienes sólo ven su estómago, los que persiguen su propio bienestar. Y cuando estos días miro esta imagen desolada de las niñas nigerianas que están dentro de mi corazón, me aterra ver lo que estos salvajes han hecho con ellas, momificando su vidas tan tiernas. Amordazando su pensamiento y aplastando con un pisotón revestido de religiosidad fanática su dignidad. Todo dentro de la boa. Todo en forma de sombrero que sobre nuestras conciencias se coloca.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!