El centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós y todo lo que imaginamos que va a mover, es para los lectores de su obra una buena noticia en medio de tanta incertidumbre política y social. Poder volver a leer sus novelas nos brinda la oportunidad de abrir unas páginas vivas de la historia de España, la de nuestros paisanos del s.XIX que tanto se parecen a nosotros.
Esta cercanía con lo relatado, al margen de determinados aspectos en los que la sociedad ha evolucionado de manera enorme sobre todo en esta revolución de internet y los medios de comunicaciones de masas, se produce por el talento singular de Don Benito, que hace a sus personajes verdaderos arquetipos humanos de españoles en los que nos podemos llegar a encontrar retratados.
Me parece mentira tener que apuntar que Galdós es un escritor de una talla similar a Cervantes, y que esto sea algo que se pueda llegar a cuestionar. La literatura del s. XIX con autores como Balzac, Dickens, Tolstoi, a los que Galdós leía y admiraba, la música de Chopin, Falla y Albeniz, los cuadros monumentales de Sorolla, requieren volver a situarse en el verdadero lugar que ocupan en los lectores, los que amamos la música y disfrutamos con las exposiciones y museos. Las vanguardias del s. XX, se impusieron sobre tanto acierto y belleza, en el culmen de lo que el hombre puede hacer artísticamente, oponiéndose y haciéndonos ver que lo superaban. Esto desde luego para mi, no es así, las novelas de estos grandes escritores decimonónicos son el culmen de la novela, por su belleza formal, el uso del léxico, los retratos de los personajes tan depurados y certeros, las tramas y todo el ambiente que reflejan, siendo cuadros vivos de la historia y sobre todo del alma de los personajes y nos regalan las llaves para abrirlos en cada lectura.
Y analizando un poco la trayectoria de las novelas de Galdós, nuevamente aparece en el comienzo de su tarea como novelista el empuje de Cervantes, curiosamente en la novela de Dickens “Los papeles póstumos del club Pickwick” que él tradujo al español desde la versión francesa de la obra, y que se publicó en el periódico “La Nación” por fascículos. Una novela inglesa que toma el argumento interno del Quijote, actualizando así nuestra literatura.
Don Benito fue un hombre inquieto, siempre atento a lo que ocurría a su alrededor con un bloc de notas en sus manos paseando por las calles de Madrid, fijándose en los personajes para luego construir en su casa a Fortunata, a Tristana, la Miau, el señorito Villamil… Trabajador infatigable, escribía desde que amanecía, y dedicaba el día junto con los paseos de exploración social, a la lectura, siendo lecturas recurrentes y habituales, Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega y Eurípides. Gran amante de la música, disfrutaba con los conciertos, interpretaba algún instrumento y llegó a ser crítico musical. Descuidado en el vestir, como quien quiere pasar desapercibido para observar, paseaba con su gabán negro, bufanda blanca y su perro alsaciano.
Galdós admiraba a Balzac, sus Episodios Nacionalesse estudian en relación a “La Comedia Humana”, aunque la descripción social de Galdós es mucho mas completa, centrándose en todas las clases sociales, frente al gusto del francés por la alta sociedad que aparece en su obra.
Pero la manera de contar las cosas de Galdós nos recuerda a los lectores mucho más a Dickens, sobre todo en los diálogos como cuando retrata un personaje, ya que utiliza en su conversación determinadas palabras que suele repetir en su hablar y que lo van describiendo. Así como esa capacidad de mostrarnos de cada personaje su pasado en pocas líneas.
Muchas cosas podemos aprender de Galdós, como escritores su método al poner su taller de trabajo en la calle y en ir recogiendo la vida que cada situación nos va relatando. El ritmo imparable de trabajo y el interés por lo que nos rodea. El análisis de las situaciones, la política del momento que tanto se parece a la actual, el modo de escribir tan afinado en forma y en fondo. Pero, sobre todo, con él vamos a disfrutar, cogiendo una novela y yendo de su mano por las calles y casas de la España que todavía se encuentra en pie.