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ÁVILA, PATRIMONIO MUNDIAL.

Días después de la visita del rey Felipe, hay una palabra que sigue sucintándome muchas cosas: Patrimonio. Tal vez porque desde hace ya mucho tiempo siento que su significado me envuelve, probablemente por la suerte de ser abulense y haber tenido toda mi vida esta ciudad en la pupila y en el corazón. Patrimonio habla de posesión, englobándonos a todos, a la humanidad entera, pero sentida de manera única por cada uno, al ser propiedad del alma que la lleva en su interior.

El verbo envolver creo que expresa muy bien todo esto y está en la línea de la definición que sobre Patrimonio hace la Unesco, al hablar de ella mas que como un producto o un proceso de algo, como un caudal.

Vivir aquí, es saber desde niño qué quería decir Unamuno con unos versos que recoge Jacinto Herrero “En Ávila: sin ira”, “tú me levantas, tierra de Castilla/ en la rugosa palma de tu mano/ al cielo que te enciende y te refresca/ al cielo, tu amo”

Y al hablar de corriente, de flujo dentro del concepto Patrimonio, sumamos a los monumentos de piedra, las iglesias, palacios y casas, la muralla, el roquedo sobre el que se alza, el cielo que termina y eleva el espíritu hacia arriba, que nos hace vivir con otras miras. Los restos del Ávila romana, los verracos de los castros en parques y puertas, todo el patrimonio arqueológico que hay que cuidar.

 

Entiendes viviendo aquí, o sólo paseando un día de verano entre las calles y las almenas, la mística de Teresa y el alma sublime de Juan, su poesía, su obra y todo su predicamento de amor. La corriente envuelve el cielo y lo llena de luz y de sonido, en las partituras de Tomas Luis de Victoria, en sus motetes y misas, mientras construye catedrales también en el aire, en el cielo, hechas de sonidos, de polifonías, etéreas y místicas también.

La corriente que envolvió a Mari Díaz haciendo de ella la santa de la calle, de la tribuna de San Millán, de los pobres de solemnidad, de los sacerdotes, de San Juan de Ávila que en ella encontró apoyo y amistad. La misma fuerza y empuje de Guiomar de Ulloa, su amistad generadora de entusiasmo, de alegría, oración y determinación.

El concepto Patrimonio, engloba también todo el mundo vegetal, los negrillos que al morir van borrando con su silueta el patrimonio inmortal de Ávila, de la del alma y que sentimos que se escurre año tras año como el agua en el fondo de la pila de lavar. Los alhelíes de la muralla entre piedra y oquedad, los setos de boj y las grandes rosaledas que recordamos brillando sobre la muralla, con todo su esplendor. Los liliums conventuales, la menta y la mejorana, el roquedo de genistas silvestres de los descampados, el agreste cantueso y la descarada amapola de los sembrados, las avenidas de tierra rastrillada de los parques, los árboles que desde las misiones vinieron en barcos desde la otra parte de mundo hasta aquí.

Reconstruir todo este jardín que tenemos en el recuerdo vivo, es también objeto de atención en esta declaración de la Unesco. Porque los monumentos de piedra se levantan sobre un suelo de verdad, con su belleza de barros y de plantas y resiste con dificultad, en la mayoría de los casos con mucho dolor, las pavimentaciones artificiales que convierten calles y plazas centenarias en pasillos de centro comercial.

La cultura también engloba esto, y sólo desde el amor hacia la naturaleza, los jardines, cada planta y cada flor podremos avanzar en un mundo mas sostenible y sensible, donde todo esto tenga cabida, al menos en planteamientos políticos que enraícen con lo que los ciudadanos tenemos dentro de la mente y sobre todo en el corazón.

Viendo el acto desde la televisión llegó un momento que por dentro sentí que aquello no representaba todo esto. Quizá por este sentimiento de que el patrimonio es de todos y es algo que fluye envolviendo la ciudad. Sólo desde este sentimiento hondo y de manera personal, podremos ir viviéndolo aquí, sintiendo Ávila como nuestra casa y cuidándola, orgullosos de ella. Faltaba en la foto de la Santa el negrillo y la tierra por donde pisó Teresa, por donde jugaba con su hermano Rodrigo. La música de Victoria y los poemas de Juan.

Pero hay algo que engloba este concepto de Patrimonio que va aun mas allá proyectando su mirada hacia el futuro con la raíz en el presente: nuestra aportación a la ciudad, la historia, la cultura, el arte, la jardinería, el arte floral, la poesía.  Es Patrimonio de todos esa Ávila que vive tan bella y rotunda en nuestro interior, por la que trabajamos, por cuyas calles vamos a pasear, a trabajar, en cuyas plazas han jugado nuestros hijos, como hicimos nosotros y toda la larga cola de nuestros antepasados. Y en esto está nuestra corresponsabilidad como ciudadanos, aportar a nuestra Ávila del alma, todo lo que podamos, sepamos y tengamos la oportunidad de hacer. Así iremos poco a poco pagando esta larga deuda vital con esta ciudad, al ser tan afortunados de haber nacido aquí y vivir dentro del reflejo del cielo que sobre el suelo de cada rincón se pinta, en este fluir envolvente que vemos que es nuestro Patrimonio del alma. Tu me levantas Ávila en tu rugosa mano castellana, al cielo que te enciende. Al cielo, tu amo.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 24 de septiembre. 2018