Mensajes sanadores desde la nebulosa del tiem

 

Así comienza un poema escrito en el s.XIII por una mujer, beguina, llamada Hadewich de Amberes. Su nombre aparece en medio de una nebulosa que nos lleva a una época muy antigua pero fascinante. La lengua que utiliza para escribir sus textos es la propia del Ducado de Brabante, sus Cartas y Canciones nos muestran su elevada educación y el gran dominio de la lengua en un momento en el que estamos en los inicios de la literatura en los Países Bajos, expresando en ellos su vida interior, yendo por tanto un paso mas allá en la expresión que en el momento se centraba sobre todo en los textos sobre la vida cotidiana y caballeresca.

Lo que me hace leer una y muchas veces sus textos es la viveza de lo contado que al referirse a lo que nos acontece por dentro encuentra un puente perfecto con mi interior. Así nos entendemos profundamente, y llego a aprender muchas cosas de Hadewich, que se comporta conmigo como una mistagoga o maestra de vida espiritual al estilo de Teresa de Jesús.

Hacia finales del s. XII hubo un grupo de mujeres en distintos sitios de Europa que abandonaron sus vidas como señoras, viudas o solteras para ir a mendigar por las aldeas siguiendo el ideal radical y auténtico del Evangelio. Buscaron otra vía alternativa al matrimonio o la vida consagrada dentro de un convento. Algunas vivían errantes y otras se asentaron en casas individuales o en pequeñas comunidades de compañeras. Al principio este nombre, beguinas, tenía connotaciones heréticas como beatas dispersas pero luego poco a poco al ir conociéndolas esta apreciación cambió totalmente. Se dedicaban a enseñar, a curar enfermos, y a ayudar a todo el que estuviera a su alrededor también en el ámbito de la espiritualidad. Llevaban una vida de oración continua y debido a lo esmerado de su educación también interpretaban las Sagradas Escrituras lo que comenzó a levantar muchas sospechas sobre ellas, llevando a un gran número de estas mujeres a la hoguera.

Hadewich tiene un lugar de renombre entre las beguinas, por su propia vida y expresión de lo vivido en el alma, lo que llega acarrearle muchas incomprensiones incluso entre estas mujeres. Sus Cartas son documentos muy valiosos no sólo para sus discípulas de ese momento sino para todos y así a sido a lo largo de la historia. Su camino místico empujó a esta beguina a hablar sobre sus experiencias y a compartir todo esto con sus amigas para ayudarlas también a ellas en el camino de la vida.

En un tono apasionado nos habla del amor y de cómo cambia nuestra vida cuando nos hacemos súbditos de él. Pero lo que me engancha a su lectura son todas las apreciaciones sobre las adversidades, problemas, enfermedades que sufrimos. Sobre la falta de lealtad de los amigos, la inestabilidad interior y la búsqueda de Dios en el ritualismo que nos ata dolorosamente el espíritu cuando no va lleno de la verdad y el amor que nos habita. Sobre el abandono que sentimos, ese sentimiento de orfandad vital que nos empuja muchas veces a la tristeza y la depresión.

La literatura epistolar en la Edad Media tenía unos matices diferentes a los de hoy en día. Se escribía para ser leído en voz alta, ya que la escritura estaba sólo restringida a un grupo de privilegiados. Siempre utiliza la expresión “querida niña”, no porque sus destinatarias fueran jóvenes sino para introducir en sus palabras un gesto de cariño y cercanía que hoy llamamos empatía. Con sus consejos hallaban consuelo en la adversidad de una vida llena de riesgos y de dificultades.

Sus Canciones, a las que pertenece este verso que he utilizado para el título, expresan de manera poética la raíz experiencial de su vida. Nuevamente éste es el medio que utilizan los místicos para comunicarnos su vida interior. Para contarnos que aunque languidecen la estación y las aves, aunque la vida a veces se ponga difícil, es el amor lo que nos salva, rescatándonos como a estas mujeres del peligro, la incomprensión y la tristeza. Mujeres que desde la nebulosa del tiempo nos lanzan mensajes sanadores para seguir caminando.

En medio del camino de la vida errante me encontré por selva oscura

Comienzo este articulo con el inicio de libro mas hermoso de la literatura universal de la mano de Dante Alighieri. Cuando lees estas palabras te sientes ya, en solo una frase en medio de esa oscuridad que todos vivimos y sobre la que reflexionamos al sentirnos en la plenitud de nuestra existencia.

La Divina Comedia es una obra que sigue fascinando a los lectores de todo el mundo, su atractivo es tan grande que parece escrita para ti y olvidas momentáneamente que la escribió un señor florentino nada mas y nada menos que en el s. XIV. Nuevamente la época medieval sale del cajón del oscurantismo en el que la hemos encorsetado en nuestros estudios y aparece llena de belleza, magnetismo y verdad interior.

Quizá una de las características que mas me enganchan a esa obra es este carácter de peregrino en busca de si mismo, esa vida errante llena de lirismo, aventuras y poesía.

El prestigioso medievalista italiano Alessandro Barbero, en un libro de la editorial Acantilado, afronta de manera rigurosa la figura de Dante y nos introduce en la sociedad de la época mediante una documentación exhaustiva, que nos abre de manera inmediata la puerta a la Florencia del medievo. Vemos la composición social y el papel de las familias, la suya dentro del partido güelfo.

Aparece así Dante, cuyo verdadero nombre debió ser Durante, como poeta y escritor que mas que estar recluido en su estudio, se movía en las aguas de la política, en un momento de crecimiento y desarrollo de la ciudad. Un político en activo con un alma de poeta, en busca de un sentido a la existencia.

También en estos días estoy leyendo un precioso poemario de una mujer del s. XIX, Elisabeth Siddal, que también se sintió en la orbita de admiración a Dante dentro del grupo de artistas británicos en la Hermandad Prerrafaelita. La historia de esta bellísima mujer de cabellera rojiza, musa y modelo de los pintores es increible. La poeta y traductora Eva Gallud a abordado su vida y personalidad para traducir su obra poética y nos muestra aspectos increíbles de su trayectoria.  Nació en una familia de ascendencia inglesa y galesa y su padre era comerciante de cuchillos. Se trasladaron a ese Londres que tan bien nos pinta Dickens, donde la miseria vivía por las calles y los niños vagaban por ahí. Debió de aprender a leer y escribir sin mas estudios, aunque desde joven sabemos que leía la poesía de Alfred Tennyson. Cuando con veinte años comenzó a trabajar en una sombrerería, fue descubierta como modelo por Walter Deverell.

Comenzó a posar como musa de una generación de pintores, en una época en la que esto era real, pasando horas en los estudios. Fue la modelo del famosísimo cuadro de Ofelia de John Everett Millais, y estuvo dentro de una bañera llena de agua con velas colocadas debajo para calentar el agua, en pleno invierno, y cuando se apagaron posó durante hora en un agua helada y terminó con una neumonía que será el desencadenante de su muerte.

Al leer su poesía nos encontramos con una mujer delicada, exquisita con un alma muy espiritual y bello, en la búsqueda, como su adorado Dante, del sentido último de la vida, lleno de la melancolía tan en boga en esos momentos. En vida errante, en medio de una selva oscura. Poeta y también pintora que fue algo mas que una celebridad de la época, y se codeaba con los artistas para los que posaba.

Su marido fue el gran pintor Dante Gabriel Rossetti, por cuyo nombre podemos intuir la devoción que su familia tenía por el autor florentino del medievo. Un artista tan brillante como disperso vitalmente.

La Divina Comedia no es sólo una obra clásica, es un texto de culto para muchos lectores porque habla de cosas, reflexiones, que compartimos. El amor a su amada Beatriz es tan mítico como bello, atravesando la realidad y tocando lo sublime a base de versos y palabras.

Buceando entre sus líneas disfrutamos, nos reencontramos y vivimos en espacios llenos de humanidad y belleza. Una lectura fantástica para comenzar este año nuevo que estamos estrenado.

 

 

Estamos preparando con gran ilusión un curso de cítara salterio en Ávila, en la Universidad de la Mística, con la profesora Catherine Weidemann, una de las pocas que hay hoy en día en Europa y que cuenta con un método de tocar muy depurado, donde el cuerpo entra a formar parte del propio instrumento. Aprendiendo a tocar de manera relajada y tranquila, un instrumento muy antiguo que nos invita a entrar de manera sosegada en nuestro propio interior.

Catherine es mi profesora de cítara salterio, y cada día cuando me pongo a tocar este instrumento tan especial me acuerdo de sus clases, de la técnica y de todo lo que me ha enseñado. Es un sueño que pueda venir a Ávila a darnos este curso, y no puede haber un lugar mas adecuado para esto que la Universidad de la Mística, algo que concuerda completamente con esta música. También en sus clases comencé a tocar ya conocer a la gran mística , santa y doctora de la iglesia, Hildegarda de Bingen y desde entonces estoy leyendo sus libros y tocando su música, impresionada por su personalidad y valía, en una mirada contemplativa del mundo, activa y llena de creación y belleza.

Además estamos preparando un curso para aprender a cantar la música de Hildegarda de Bingen con  la Profesora Margarida Barbal.

Margarida nos enseñará a cantar a los que no cantamos nada bien y podrá ayudar a perfeccionar el canto de los que ya están mas adelantados, y conoceremos también mas a Hildegarda en sus canciones y en la explicación práctica de cómo cantar.

Hildegarda y la música

Hildegarda de Bingen es la compositora más prolíficas de melodías monódicas atribuidas con certeza, de toda la Edad Media.

Según sus propias palabras, sus cantos no son fruto de su voluntad o de su conocimiento, sino que son directamente inspirados por Dios, cuya presencia designa como Luz Viviente. Por ello abren una puerta a un universo cósmico, cuyos contornos se ven reflejados en sus textos visionarios, sus miniaturas y su música. Su gran sensibilidad y su apertura a la belleza entendida como antesala del paraíso explican la gran importancia que concede a la belleza de la música en la liturgia.

La música de Hildegard rompe con los cánones de su época, se libera melódicamente en movimientos de gran dinamismo, ámbito extenso, grandes intervalos, cascadas de notas y profusión melismática. Si unimos estas características a la fuerza expresiva de sus imágenes, a las analogías y metáforas situadas en el interior del cuerpo femenino, vinculadas a la naturaleza, al conjunto de la creación, al cosmos y a su teología salvífica encarnada, sentimos que la música de Hildegard nos reconcilia y nos uni ca con el ser humano, con la creación y con el Espíritu creador.

Hildegard y los instrumentos

Para Hildegard, la alabanza, en comunión con los ángeles y los santos, se expresa tanto con la voz como con el sonido de los instrumentos: Alabadle con el instrumento de diez cuerdas y con la cítara… todo lo que respira alabe al Señor.

Los instrumentos musicales y sus muchos sonidos se inventaron con ayuda del espíritu de Dios, para que el gozo del alma pudiera cantar. El instrumento no sólo acompaña a la voz, sino que está en interac- ción con ella: sus cantos se adaptan a las exiones de sus dedos al tocar. Esta idea esencial, transmite una práctica libre del arte de la salmodia en la que el instrumento mantiene un diálogo con la voz. Según Hildegarda, los dedos del músico son creadores, como el dedo de Dios que dio forma a Adán. Más aún: en una misma dinámica que la voz humana, el instrumento también participa plenamente en la alabanza a Dios.

Os comparto la documentación de estos cursos y animo a todos los que estén interesados en ponerse en contacto conmigo, para cualquier duda o para informarles mas detalladamente de todo.

Margarida Barbal y Catherine Weidemann ofrecen un conjunto de propuestas centradas en dos universos, Hildegard de Bingen y la cítara.

Desde 2014 las dos artistas están trabajando conjuntamente en la interpretación de los cantos de Hildegard en versión voz-cítara, que se concreta en el concierto Lux stellarum.

 

Catherine Weidemann

Es una artista musical que vive su arte con profundidad espiritual.

Su línea pedagógica: construir la alegría de tocar un instrumento, la con anza ante las di cultades y la paz interior. Ofrecer numerosas herramientas para ampliar las competencias técnicas y construir una manera de tocar ligera, relajada y armonizante.

La música, y en particular la cítara, permiten que emerja un camino hacia el yo profundo a través de la conciencia de las percepciones corporales y la apertura interior a la presencia del inefable.

Amplitud y diversidad de recursos, actitud benevolente, mirada orientada a la alabanza.

 

Margarida Barbal

En la adolescencia, el descubrimiento de la polifonía vocal constituye una revelación de belleza que inicia el dibujo del camino artístico de Margarida Barbal.

Tres décadas de docencia en el canto colectivo le conectan con el poder de la música para crear experiencias de gozo, conexión y felicidad que promueven la transformación del ser humano activando su potencialidad.

El estudio de la experiencia somática, la psicología y la espiritualidad: campos que contribuyen, y a la vez explican esta capacidad transformadora del arte vivido en el cuerpo.

En la actualidad: intérprete de música sacra de la edad media y profesora en la Escola
Superior de Música de Catalunya
donde imparte asignaturas que contemplan el cuerpo en la educación.

• Curso Tocar la cítara
• 5-9 de junio de 2023

• 30 horas. lunes a viernes

Asociar el propio proyecto con la cítara con las bases indispensables de la

Construir una manera de tocar solida y ligera

Mejorar la interpretación de las piezas

Acompañar la litúrgia con suavidad y adaptabilidad

Elaborar un plan de trabajo para construir las competencias instrumentales

 

Taller Cantar Hildegard de Bingen•

5-9 de junio de 2023 • tardes
• 8 horas • lunes a viernes

Descubrir a través de la práctica del canto colectivo algunas de las canciones de Hildegard.

Explorar las capacidades vocales aplicadas a este repertorioDisfrutar de la belleza melódica sentida corporalmente

Acercarse y comprender un poco más a la autora a partir de sus composiciones e impregnarse de su mensaje místico.

 

Para inscribirse en los cursos:

 

info@psalmos.com

Tel. +49 177 488 20 42

www.cithare.info

www.psalmos.com

 

 

Cursos • España 2023
Tocar la cítara • Cantar Hildegard de Bingen

Tener un amigo es tener un tesoro. Su amistad transforma nuestra vida porque sabemos que ya no estamos solos ante los problemas, las adversidades, el vértigo vital y los éxitos con su larga capa de pruebas. Sentimos su cercanía, y esto nos hace seguir con nuestro día a día de otra forma, nos entendemos, nos apoyamos, nos conocemos hasta en los detalles mas pequeños.

Teresa de Jesús era una amiga de verdad en medio de su azarosa vida llena de sobresaltos. Y hoy en día sigue siendo amiga nuestra y sobre todo maestra en estas cosas que están tan cercanas y con los mismos mimbres del amor. Maestra de amistad, de cómo estar cerca de los demás y de cómo disfrutar con ellos

Así, cuando Teresa reforma la orden del Carmelo con la fundación de San José en 1562 sabía que además de la construcción de aquel viejo caserón que habían podido conseguir con tanto esfuerzo, tenía que ir levantando otro edificio de naturaleza espiritual mucho más importante, lleno de amistad, confianza, fe y alegría para poder avanzar en la vida con determinada determinación, como un motor que impulsa todo hacia delante.

Teresa aparece en sus escritos pero sobre todo en lo que nos han contado de su vida y en sus cartas, como una maestra de vida, una amiga que pone la amistad como el cimiento de todo su pensamiento. La amistad es la que define su experiencia espiritual, y llega a definir a la oración, lo mas importante de toda su existencia, como un trato de amistad, algo que incluso hoy en día nos parece sorprendente.

Orar según nos dice Teresa, es tratar con quien sabemos nos ama. La amistad se constituye en los cimientos de su vida y de sus enseñanzas, y en esto nos enseña como una maestra.

Teresa fue una mujer muy cercana con todas las personas que estaban a su alrededor, era simpática y alegre, tenía un don de gentes, sabía tratar a todo el mundo y nos enseña cómo conseguirlo. Así podemos ir aprendiendo en sus escritos mayores, en la Vida, en el Castillo interior, en Camino de Perfeccióny en las Fundaciones, pero también en sus otros escritos más breves y sobre todo en sus cartas donde aparece su verdadero rostro humano y en lo que nos cuentan de su vida y de su manera de comportarse y de ser, recogido en los Procesos de beatificación y canonización que siguieron a su muerte.

Hay un Aviso que recogió Fray Luis de Leon  en la edición principede sus obras en 1588, que aunque hoy en día se cuestione la autoría de Teresa, recoge su enseñanza de manera tan clara que no puedo por menos que considerarlo como fruto de su puño y letra y de su propia experiencia personal, la que ha servido siempre de cimiento de todo su pensamiento: acomodarse a la complexión de aquel con quien trata en el alegre, alegre, y con el triste triste, en fin de hacerse todo a todos para ganarlos a todos.

Algo que hoy llamaríamos empatía que nuestra Santa ya ponía en funcionamiento en pleno siglo XV. Hay una expresión suya que recoge totalmente toda esta enseñanza, cuando nos dice que con un amigo, con la persona que tenemos al lado, tenemos que abajarnos, es decir que tenemos que pararnos un poco y mirar al otro y bajar hasta su propia vida, al momento que está pasando para ponernos en su piel  y así podremos entender qué le pasa, nos dolerán sus penas y nos pondrán muy alegres sus triunfos, seremos por momentos uno con él en la amistad y en el amor. Dos términos que Teresa siempre dice juntos, como unidos por las mismas fibras.

Teresa nunca habla de algo que no sea su propia experiencia, de algo que no haya vivido, y la amistad era lo que ocupaba su vida desde la infancia en la concurrida y alegre vivienda de don Alonso y doña Beatriz pegada a la muralla, donde jugaba con sus hermanos y con los niños que vivían por allí como los de la familia de Núñez de Vela. Los amigos y sus hermanos fueron lo mas importante en estos momentos infantiles de juegos y risas. Cuando siendo una niña murió su madre, se refugió tanto en sus amigos que su padre, tan preocupado por educar a sus hijos en la doctrina católica y en los valores de una familia hidalga castellana, no dudó en meter a la pequeña en un convento de agustinas. Era como una especie de internado donde la hermana María Briceño se convirtió en su maestra, en su madre y sobre todo en su primera amiga en el ámbito espiritual, mostrando a esta pequeña niña que eran estos sentimientos de amistad los que iban a formar siempre la urdimbre de toda su existencia.

Frente a su padre que aún desconfiaba de su hija que comenzaba a mostrar una inclinación hacia la vida religiosa, Teresa se apoyó en una amiga que estaba en el recién inaugurado Monasterio de la Encarnación, Juana Juárez, para ingresar en este enorme centro con cientos de monjas que vivían como en un pueblo medieval, libres  de las ligaduras familiares y dedicadas a la oración. Monjas entre las que la joven Teresa comenzó a encontrar a sus amigas, con las que hallar la fuerza para, un día después de la festividad de Todos Los Santos, entrar por las puertas del monasterio, a espaldas de su padre, que se disgustó mucho con la decisión de su hija.

La relación de Teresa con su padre, es una de las páginas más entrañables de todo su legado, cómo se fueron conociendo, y cómo Teresa fue entrando en el alma de su padre, y don Alonso en el de su hija inquieta y andariega, en un profundo amor que dio sentido a sus vidas y que  permitió a don Alonso caminar por las sendas místicas de la mano de su hija. Padre, hermanos y sobrinos que siempre estuvieron en el corazón de la Santa, intentando ayudarlos a todos soportando muchas veces las rencillas familiares y las pujas por los bienes. Entre todos sus familiares la relación de Teresa con su hermano don Lorenzo nos muestra la hondura de sus desvelos y cómo las preocupaciones englobaban también las del ámbito puramente espiritual y místico, con unas cartas bellísimas entre hermanos a las que hay que volver de vez en cuando.

Comenzó a tener amigos y amigas en Ávila, a través de las visitas que las monjas tenían que hacer a las familias que ayudaban económicamente al convento, y también en las animadas charlas en los locutorios. Teresa era muy popular y querida, su alegría y cercanía hacían a muchas personas acercarse a la reja, algo que a ella en muchas ocasiones le causaba mucha preocupación porque se alejaba de sus horas de silencio y meditación, metiendo su mundo en la vorágine de las relaciones sociales y personales. Entre ellas tenemos que recordar a su gran amiga Guiomar de Ulloa, que tanto ayudó en las licencias, en la financiación  y las obras del convento de San José y que presentó a Teresa a un fraile muy delgado y espiritual, de maneras sencillas y muy entrañable, llamado fray Pedro de Alcántara, y allí en la casa de Guiomar se hicieron muy amigos y se ayudaron profundamente a nivel espiritual conectando de inmediato y a nivel práctico también con todos los inconvenientes que tuvo Teresa que sortear toda su vida.

Amigos espirituales de la ciudad de Ávila que constituyeron, junto con sus amigas de Encarnación el germen de la reforma, en sus encuentro orantes y de amistad, donde había personalidades tan especiales y espirituales como Marí Díaz que en ese momento estaba trabajando en la casa de doña Guiomar y que es una gran mística y santa.

Así cuando se fundó San José, aquel día sofocante de agosto, con toda la ciudad de Ávila en contra de un grupito de monjas que se habían desplazado, Teresa tenía que construir lo más importante, su pensamiento recogido en papel para ayudar a sus hijas y a sus amigos a caminar por la vida: todas se han de amar, todas se han de querer.

Puso a la amistad como la piedra angular de esta nueva construcción y todo basado en su propia experiencia más íntima al encontrarse en lo hondo de su alma con el amigo, con Jesucristo, con el que trata de amistad, con el que se siente amada y con fuerzas para transmitir todo esto. La experiencia mística de Teresa es el amor, y así debemos entender a nuestra amiga y sus mensajes, yendo más allá de éxtasis y levitaciones, aterrizando en esta relación de amor y amistad que rodeaba su vida y que nos enseña a caminar.

Cuando conocía a alguien, Teresa que era una mujer muy lista y que sabía que tenía que poner en marcha este proceso de “abajamiento”, hablaba tan desde dentro  contando su propia vida sin tapujos, como hace de manera sorprendente con todos nosotros en sus escritos , que ya quedaban amigos íntimos para siempre, con personas de toda índole y situación social, desde el rey Felipe II que siempre socorrió a Teresa en sus momentos más críticos en relación con las investigaciones de la Inquisición  y en todos los vaivenes de la orden descalza y su relación con la calzada, hasta los carreteros con los que iba por los caminos embarrados de Castilla y Andalucía, sus hijas  siempre con ella pasando frío bajo las telas de la tartana, en ventas desoladas, ríos en crecida, al acecho de maleantes y de ordas de poblaciones enfurecidas por el paso de tanta monja.

La biografía de Teresa está atravesada por miles de amigos a los que ella quería de verdad, así sus cartas nos van descubriendo el trato que tenía con ellos, cómo se hablaban cuando estaban en intimidad, con su padre del alma y confesor Jerónimo Gracián, con Juan de la Cruz el otro pilar espiritual y vital de la reforma al que Teresa siempre vio en su santidad y valía humana. Con sus hijas más queridas, a las que hablaba tan en confidencias, animándolas y a veces reprendiéndolas en otro aspecto de la amistad que Teresa también maneja con autoridad, en la ayuda a mejorar diciendo las cosas que pueden cambiar nuestra manera de ser y de comportarnos, así aparecen figuras de las grandes hijas de Teresa que luego llevaron su legado por España y por Europa, cómo María de San José, Ana de Jesús, Ana de San Bartolomésu última amiga, enfermera, secretaria, sus manos y su corazón.

En estos días de fiestas desde hace años me acerco a Teresa buscándola a ella de verdad mas allá de las imágenes barrocas y la ornamentación festiva.  En ella encuentro a una amiga que me enseña sobre cómo es y cómo debería ser la verdadera amistad apareciendo al momento una carga eléctrica que recorre todo. Sobre cómo debo proceder con los demás, sobre la espiritualidad más auténtica y la materia de la que está compuesta, sobre cómo mirar a los demás y abajarme para ver, sentir y vivir. De cómo sólo se nos pide el amor y sólo el amor en nuestra vida como decía tan bellamente san Juan y cómo la amistad se nutre de la fuente más honda de nosotros mismos. Somos y damos lo que tenemos, lo que descubrimos, lo que ponemos en marcha cada día. Mi amiga Teresa, mi maestra de vida y de amor.

 

Las suites francesas de Bach

 

Desde hace unos días estoy estudiando  unas partituras que me llenan de emoción, las suites francesas de Bach en mi piano. Paso por momentos de la partitura a la música en vivo y con ella parece que entro en lugares muy distintos del salón de casa, voy al estudio del gran maestro, su casa en Leipzig llena de estudiantes bulliciosos y una familia muy numerosa. Me encuentro con Anna Magdalena Bach, la esposa del gran maestro, soprano, música, copista y estudiante de clave, para ella dejó Bach escritas un montón de bellísimas partituras entre las que se encuentran estas suites.

Al ir tocando las suites comencé a sentir su sentido como piezas de baile y de cortejo amoroso.Son rítmicas y llenas de melodías profundamente sentimentales que se van repitiendo.Las suites son piezas compuestas para  disfrutar oyéndolas, para ser bailadas, en un momento en el que eran los bailes los lugares para relacionarse y encontrar pareja mediante los movimientos. Me recreo en las allemandes sabiendo que se bailaban cogidos de las manos, con su composición binaria y lenta, llena de romanticismo, tan lejos de cómo se crearon en el medievo para caballeros que las bailaban lentamente al ir vestidos con sus armaduras. El ritmo sensual de las zarabandas me atrapa.

Bach debió componer estas piezas entre 1722/ 1725 cuando trabajaba en la corte de Cöthen para Leopoldo de Anhalt, después de haberse formado musicalmente leyendo los libros de partituras para clavecín de Jean- Henri d´Anglebert, los de Francoise Dieupart y Couperin, cuando estudiaba en Luneburgo.

Esta corte era, hasta el matrimonio con su prima Federica Henrietta, muy musical, algo que cambió totalmente por la falta de interés de la princesa, lo que motivó que Bach que acababa de casarse con Anna Magdalena se tuviera que marchar a Leipzig. Se casó Bach con Anna Magdalena dieciséis años mas joven que él, un día laboral de diciembre y todos los estudiosos comentan que fue por amor, él tenía hijos de su matrimonio anterior con María Barbara y la novia se ganaba la vida como cantante. Sólo el amor explica el motivo.

El amor que se profesaron queda reflejado en el interés que tuvo Bach de regalarle a su mujer lo que más podría gustarle, un conjunto de obras para clave recogido con el nombre de  Pequeño álbum de Anna Magdalena Bach.  En el primer volumen de los dos estaban las suites francesas junto con otras obras de Bach y de otros autores de la época.Un regalo que también podía proporcionarle algún ingreso en el momento que lo necesitara, aunque ella nunca vendió estas piezas, pese a que sabemos que murió pobre de solemnidad y que mendigaba por las calles para poder comer cuando Bach murió.

Anna Magdalena como nos dice su biógrafa Esther Meynell, era una persona alegre que disfrutaba tocando, cantando, bailando. En su casa organizaba unas tertulias musicales muy animadas y seguro que bailó estas suites que tal vez se llegaron a oír y a bailar en los cafés de la ciudad de Leipzig en sus horarios de invierno y de verano en los jardines.

Estas notas de baile y de relaciones sociales completan la imagen que tenemos de Bach como músico dedicado al área religiosa con sus Cantatas, sus Oratorios y Pasiones.Nos cuenta John Eliot Gardiner que era una persona que disfrutaba mucho de la vida social, haciendo con ello un paréntesis de su apretada vida laboral y compositiva en la parroquia de Santo Tomás, con tantos alumnos y obligaciones. Nos cuenta que las habitaciones de la familia estaban pegadas a las salas de estudio y de prácticas musicales de los alumnos y parece mentira que en este galimatías de sonidos y ruido pudiera componer esas sublimes partituras y cantatas que nos conmueven profundamente.

La música clásica lleva desde el s XIX encerrada en las salas de conciertos, y está muy bien que así sea, que los oyentes rompan su vida por unos minutos u horas y se pongan con todos sus sentidos a oír y disfrutar estas suites.Pero ha perdido con ello, esta es mi opinión, vida real.Poder llenar toda nuestra vida con música, orar con ella, danzar y enamorarnos, consolar a los que han perdido un ser querido, celebrar un matrimonio,… Que al oír música clásica entendiéramos música viva, que se crea para nuestros oídos y en ellos desaparece, que nos embarca en una actividad cognoscitiva que nos hace personas mas completas, agilizando nuestro propio entendimiento, sensibilidad y corazón.

Me encantan estas suites, no sólo son bellísimas musicalmente, llenas de interés, de retos compositivos, interpretativos y musicales, sublimes y delicadas, sino que me abren un mundo nuevo cada vez que voy estudiando, compás a compás sus movimientos, sintiendo sobre mí las manos unidas de los enamorados que van bailando, con los claveles amarillos que tanto gustaban a Anna Magdalena,  con los pajaritos (pardillos) que adoraba y que piaban apoyados en las ventanas de la parroquia.

 

La pandemia con toda su carga de tristeza y angustia ha dejado a muchas personas sumidas en una depresión, en una tristeza vital. Junto con los daños físicos están los psicológicos y existenciales de unas poblaciones confinadas durante meses en sus casas, aislando a padres de hijos y a amigos de vecinos. El tiempo que se nos regaló a las bravas, fue un espacio de libertad también para algunas personas y aunque parezca una contradicción, el lecho para el renacimiento personal. Frente al abismo de las horas en casa apareció la posibilidad de vivir y de ser nosotros mismos, aficiones, gustos y placeres que están normalmente alejados de la jornada cotidiana laboral y social. Apareció el silencio, que en las antiguas imágenes aparece representado mediante la figura de un lector abstraído sobre un montón de libros.

El silencio y los espacios de creación van unidos de la mano siempre, ya Juan Bermudo en el s. XVI escribió ( como nos cuenta Ramón Andrés), “que la profundidad, anchura y largueza de la música no está encerrada toda en los pequeños arroyos de los instrumentos”. La música, como el resto de las artes se desarrolla en el silencio, al posibilitar la escucha de la conciencia, ya sea racional o inconsciente.

Posiblemente si estos días no me hubieran dejado en el dique seco de mis actividades cotidianas, no hubiera transitado por estos espacios de silencio, que se abre paso entre tanto sonido que lo tiene prisionero. Para volver al equilibrio interior busqué aquello que siempre me centra en mi misma, volví a la música de Bach, que aunque nunca la había dejado, en este tiempo la he vivido en sus silencios, encontrándome en ellos con el músico que creó tanta belleza.

Bach es el equilibrio sonoro y vital, el que asienta nuestro interior volviendo de manera ancestral a nosotros mismos. Esta actitud y actividad musical y vital sólo se comprende cuando se oyen también sus silencios que vienen a configurar los nuestros, a entender un poco al maestro, su percepción de lo cotidiano, lo eterno, el cielo y el suelo, las clases, los cafés y los conciertos, los alumnos, los hijos y las preocupaciones económicas de llegar a fin de mes.

La música tiene una barrera que limita dos espacios, el de la audición de las composiciones, abriéndose otra diferencia radical entre la música en directo y la enlatadaen las grabaciones, y el espacio de la interpretación. En todas estas esferas entramos en un mundo efímero que nace y desaparece para nuestros oídos, y que nos introduce en su increible espectro de belleza y sonoridad. Un ámbito donde lo radical comienza en el momento, que desaparece en segundos y va a poblar ya el silencio de nuevos contenidos sonoros y vitales. La música, si dejamos abiertos los oídos, entra hasta lo mas profundo del ser, y a veces nos conmueve.

Bach convirtió el silencio en un estado interior, buscando de manera continua la concentración en medio de tantos ajetreos, y con su obra abre para todos los oyentes y los interpretes un nuevo mundo que sigue abierto de manera ininterrumpida desde el s.XVIII. Un mundo al que podemos acudir cuando lo necesitemos, para disfrutar, crear y renacer musicalmente, porque la enseñanza que nos brinda en cada pieza lleva la semilla de un nuevo camino estético y musical, un sendero para comenzar a caminar.

Hay por tanto alrededor de la música distintos espacios, y sin duda el ámbito de la música compartida es el mas emotivo sin duda. Sentir que una oleada de sonidos, matices, tempos y modulaciones entran por los oídos en un momento y que lo que sientes también está llegando a otras personas en ese mismo instante, hace que la música se expanda y su poder se haga ya imparable, mas allá del techo del auditorio o del salón está el interior de cientos, miles de personas.

Este nuevo momento en el que podemos ir a conciertos en directo, nos empuja aun mas, nos estrecha interiormente, creando vínculos profundos entre nosotros. El concierto de órgano de Monserrat Torrenten la catedral abrió una nueva vidriera dentro de la catedral del alma.

LAS AFINIDADES ELECTIVAS

 

En estos días donde la violencia en las calles me interroga sobre la dinámica interna de los grupos e individuos, estoy leyendo la obra maestra de Goethe “Las afinidades electivas”. El impulso de coger este libro tiene mucho que ver con estas afinidades de elección, la cercanía y actualidad con un libro escrito en 1809 que mas allá de la ambientación romántica llena de lagos, grutas y ermitas, se va desarrollando sobre un postulado científico, analizando la naturaleza, sus leyes y como los hombres dentro de ella estamos sometidos a fuerzas de atracción que pueden llevar a la destrucción y la aniquilación en procesos violentos y dramáticos. Fuerzas parecidas a las de algunos minerales y rocas que como la cal se funden desapareciendo.

Es por tanto una reflexión fraguada en bellas imágenes y preciosas expresiones sobre la moral, el dominio de si y la alienación enfermiza. Cuatro personajes de distinto sexo se encuentran por una temporada dentro de un espacio cerrado, un palacio de campo, y las fuerzas de atracción, de elección sacan la naturaleza psicológica de cada uno, rompiendo con la razón y mostrando sus debilidades personales, llegando al limite la vida de cada uno.

Existe dos tipos de memorias que nos mueven a actuar, una voluntaria basada en la cultura de grupo, dentro del ejercicio consciente de la libertad y otra de naturaleza ancestral que aunque no somos conscientes de ello, a veces está enterrada dentro de nosotros. Nos arrastra desde dentro yendo mas allá de la voluntad, sin lógica, moral por encima de la sociedad, la familia, la amistad.

La afinidad en términos sociológicos se define como un parentesco de espíritu aunado a otras similitudes interpersonales, y al añadir a esto altos niveles de intimidad y convivencia en grupos cercanos y cercados, aparecen los conocidos como grupos de afinidad. Una afinidad de ideas, ideales y causas compartidas.

Leo a Goethe en un libro de 1939, traducido por R. M Tenreiro , polifacético escritor, compañero de Picasso y amigo personal de Azaña, que realizó esta traducción mientras estaba exiliado al lado de un lago suizo. Y me voy encontrando entre las páginas con pequeñas huellas de su anterior propietario, manchitas de café y pequeñas anotaciones a lápiz. La afinidad de elección me cierra con ellos entorno a Goethe, autor que ejerce una atracción real sobre los lectores como otros genios contemporáneos como Beethoven, cuya obra también es un rio desbordado, dejando a la naturaleza en su esplendor.

Hoy en día la lectura en tablets limpias de toda huella humana nos ofrece la lectura de una manera mas higiénica borrando el tiempo. Si hubiera optado por este medio de lectura, mi reflexión sobre la situación de la España de la guerra civil, la violencia que se desató también dentro de estas fuerzas de elección y afinidad, sería distinta. Sólo me hubiera movido en las líneas de relación de los personajes, lejos del fragor de la batalla, la mordaza de las ideologías, la lucha fratricida. Y ahora me doy cuenta que esta línea entre la paz social, el respeto, la moral y la ética se puede romper fácilmente, la violencia ancestral y las afinidades dentro de momentos de tensión social o económica como el actual pueden hacer explotar todo.

Goethe fue una persona ilustrada, culta y sensible que veía con horror como se había desencadenado la Revolución francesa y el cambio provocado por la violencia, que arrancó de un sueño compartido de ideas sobre la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Estos duros días que vivimos presionan nuestra vida y llevan a determinados seres y grupos a sacar de lo mas hondo de su naturaleza, al juntarse, una fuerza destructora de todo lo vivido, para la construcción de un hipotético nuevo mundo, por medio de la violencia, como el magma de un volcán, destrozando calles, pisoteando a las fuerzas del orden, yendo mas allá y creando sustratos de odio y violencia de muy difícil contención.

Si, Goethe me encanta leer tus cosas sobre todo en primavera. Afinidad electiva que me hace disfrutar, reflexionar y seguir adelante.

LA ERA DE LAS PANDEMIAS

Una reflexión en medio de la pandemia del coronavirus

Esta temporada tan complicada que vivimos está llena de interrogantes y de ansiedad. Tengo esa sensación de cambio de época, de crisis profunda en muchas mas cosas que la pandemia, aunque sea ésta la que empuje todo de manera violenta. El cambio económico de las potencias mundiales en un relevo hacia oriente y el desgaste político de unas naciones hartas de vivir con gobiernos poco competentes para despegar de los problemas, que son desde hace décadas de naturaleza mundial en un mundo profundamente interconectado. Una época de fracturas que me hace centrar la atención a otros momentos históricos también de crisis profunda.
Hoy en día los estudios históricos amplían sus enfoques a cosas importantes de la vida de los pueblos que convivían con las causas política, económicas y de pensamiento que tradicionalmente estudiamos. Así desde hace años el profesor Kyle Harper, rector del Departamento de classics and letters de la universidad de Oklahoma viene estudiando el fatal destino del Imperio romano centrando sus investigaciones en las enfermedades que sufrieron y que aparecen en el estudio del ADN y de sus patógenos, así como en el estudio de la climatología de esos momentos a través de los archivos naturales como piedras rupestres, núcleos de hielo, anillos de árboles, depósitos de lagos o sedimentos marinos.
El profesor Harper nos cuenta en su apasionante libro “El fatal destino de Roma”, que estas dos causas fueron determinantes en los momentos de crisis romana y esta tesis que hace unos pocos meses podríamos considerar muy arriesgada, hoy en día la entendemos, ya que vivimos bajo una pandemia mundial con millones de vidas perdidas , con poblaciones enclaustradas en sus domicilios, y porque estamos presos de un montón de fenómenos climáticos violentas que irrumpen como nevadas, lluvias torrenciales, enfriamiento global, que nos hablan sin duda de un cambio climático. Estas dos causas son la cara visible, real y podría decir salvaje de estos momentos tan críticos.
Tenemos que volver la mirada a los romanos en este momento para aprender de sus errores, dándonos cuenta de que la naturaleza puede plantarnos cara de forma violenta, mostrándonos en una mirada sencilla que el cambio climático está acampado ya entre nosotros y que los patógenos siguen su evolución como un ejercito de virus y bacterias que van mutando a cada poco haciéndose resistentes a los medicamentos.
Estudiando un poco las pestes romanas, la Antoniana (año 165) con mas de cinco millones de victimas, y la de Justiniano del 541 con mas de 50 millones, nos encontramos junto a ellas el cambio climático profundo con el que se desarrollaron. Así hubo una pequeña edad del hielo en este s. VI a consecuencia de unas erupciones volcánicas. Y la peste surge también como el Covid, de la ingestión de animales como la marmota en Mongolia y su transmisión a Europa vino con los mercaderes y fue transportada por un mundo interconectado lleno de calzadas romanas de un extremo al otro.
Viendo el nivel de vida que tenemos en occidente y en parte de oriente, los adelantos en todos los campos que nos han llevado a la luna, al estudio profundo de miles de aspectos, cambiando las formas de trabajo e interconectando a millones de personas, creemos que estamos protegidos por nuestra capacidad intelectual de ser afectados por cosas como una enfermedad vírica o una tormenta. Y estos días nos demuestran que esto no es así. Frente a todo nuestro potencial y poder aparece la naturaleza dándonos un revolcón muy doloroso. Hemos contaminado los fondos marinos, talado millones de hectáreas de bosques y tenemos un hambre imparable de consumir, transformar y devastar. Y la intercomunicación que nos permite estar juntos todos los habitantes del planeta en segundos, los medios de comunicación de masas, propician la transmisión de ese ejecito de bacterias que desde mercados muy lejanos nos llegan en forma de enfermedad y muerte. Estamos por tanto en la era de las pandemias, existen según el IPBS mas de un millón de virus no descubiertos en mamíferos y aves. Sabemos que hasta 850.00 podrían tener la capacidad de infectar personas.
Estas reflexiones me llevan a ver que la única manera de salir de estas situaciones es mediante un cambio de mentalidad a nivel global, pasando de la reacción a la prevención, mirando a la naturaleza de manera mas sostenible, ya que la aparición del Covid ha sido impulsada por actividades humanas, en este marco de sobreexplotación de todas las riquezas y bellezas que el planeta nos ofrece.
Una nueva era que planteando nuevos retos nos tiene que llevar a cambiar, a ser resilentes y a vivir de ahora en delante de otra manera, con otra mirada, con otras actitudes.
El estudio de la historia me da otras perspectivas ante la existencia y las dificultades, ahondando en el sentimiento de que los estudios de humanidades son herramientas necesarias hoy en día para vivir de manera mas sensata, conociendo más lo que somos en lo que hemos sido, vivido, creído y anhelado. Aprendiendo de los errores y avanzando.

Ayer estuvimos en el dolmen de Bernuy Salinero para ver la puesta del sol y el firmamento en el solsticio de invierno. Aunque la tarde y la noche estuvieron nubosas y el cielo no permitía ver los astros , planetas y estrellas, el momento fue impresionante.

Las puestas del sol en Bernuy en estos días de otoño- invierno son bellísimas, con sus colores tan marcados sobre las montañas. Disfruté mucho en un viaje que como un regalo me volvía a situar en el momento del descubrimiento y en los días de la excavación. La emoción por ir redescubriéndose una parte de la prehistoria de Ávila, siguiendo la huella a nuestros antepasados de hace milenios. En unos momentos que interrogan al hombre de todos los tiempos, en la muerte y su conexión con la vida, en un circulo continuo en medio de la naturaleza, fuego, piedra, agua y firmamento.

Recordar el descubrimiento hace mas de 30 años, y hacerlo con tanta gente que se acercó al dolmen, mis hijas, mi querida amiga y arqueóloga Rosa Ruiz. Momentos por los que doy mil gracias a Dios.

 

Este año nos está poniendo a prueba. Todas las restricciones que impone la pandemia así como el temor al contagio y el dolor por la perdida de seres queridos parece que son un poso amargo que va cayendo dentro de cada uno.

Las reuniones familiares se quedan muy reducidas, las fiestas sociales desaparecen, las calles parecen mucho mas tristes este año con cientos de negocios cerrados. En palabras de nuestro santo Juan de la Cruz sentimos que atravesamos una noche oscura llena de pesar y ansiedad. Pero si nos acercamos al santo de manera un poco mas cercana, leyendo sus obras y meditando lo que nos dice, la noche no es sinónimo de oscuridad y tristeza absoluta sino es un espacio donde vislumbramos la luz, transformando nuestro corazón. Un periodo de prueba que nos puede transformar si queremos vivir de manera mas sincera con nosotros mismos. Un momento de reflexión en la penumbra que nos reconstruye por dentro.

En Ávila estas navidades están llenas de esos pequeños rastros de la luz que nos pueden ayudar. Y tenemos que hacer una lectura desde la penumbra de estos días, viendo qué somos y cómo nos transformamos para ese renacimiento que supone la navidad.

Estamos en la ciudad mejor para vivir algunas experiencias navideñas únicas, las de la verdadera navidad alejadas de todo el ruido y el consumismo que rodea estas fiestas. La primera y mas sobresaliente es sin duda la propia ciudad amurallada, la decoración navideña mas bella que se pueda imaginar. La vista de una ciudad que en la noche parece elevarse en medio de un cielo azul, tan bella y sorprendente, aunque lleves toda tu vida viviendo entre estas almenas. Nos empeñamos en poner luces en las calles al modo de otras ciudades y tenemos en luz lo que nadie puede tener, una muralla bellísima iluminada.

Tenemos en segundo lugar una historia profunda y riquísima que aparece también en estos días como luces en medio de la oscuridad. Muchos pueblos desde la prehistoria han vivido en este mismo lugar donde ahora estamos tan tristes y desconcertados. Debajo de nuestros pies los yacimientos arqueológicos nos van mostrando sus costumbres y modo de vida, como vivían estos días de navidad que coinciden con el cambio de estaciones en el solsicio de invierno. Tenemos un yacimiento extraordinario en el dolmen de Bernuy Salinero, que nos habla de las gentes que vivieron en esta tierra hace miles de años y que también se conmovían con la oscuridad de estos días y buscaban como hacer para que la luz de la primavera comenzara a iluminar sus vidas. La posibilidad de ver el cielo y estar al atardecer del día 21 de diciembre en el dolmen es un regalo navideño para todos, porque nos habla de esta conexión con nuestras raíces mas remotas, uniéndonos entre nosotros.

La navidad es para todos un momento de renacimiento, un año nuevo siempre aparece como el mejor regalo de estos días. Decoramos nuestras casas y nuestros místicos Juan y Teresa nos hablan de lo que puede pasar en nuestro interior, en nuestro castillo si nos abrimos al misterio que nos envuelve en estos días. Lo exterior desaparece tras la recogida de los adornos y la limpieza de la casa, mientras lo que renace por dentro nos lleva adelante sacándonos del miedo, la ansiedad y la tristeza.

Tenemos por tanto una tercera experiencia navideña única en Ávila, poder leer lentamente a nuestros místicos en el lugar donde ellos vivieron y sintieron tantas cosas que nos explican, en una ciudad que estaba en su retina y en su corazón como en nosotros. Nadie tiene esto, a Teresa y a Juan a su lado en casa esta navidad.

Frente a la pesadumbre que oigo entre mis amigos sobre la situación y la ciudad en estos días, me atrevo a gritar que esto no es así. Hay aquí mas luces navideñas que en ningún otro lugar del mundo, y además son luces que nos hacen revivir anclándonos a nuestro pasado, dentro de una ciudad abrazada por una muralla que, en luces, se eleva. Feliz Navidad.