LA CANTATA DE LAS MIGRACIONES.

Cuando mi querida amiga y admirada poeta María Ángeles Pérez López me invitó a la presentación en primicia de la Cantata de las Migraciones en la Universidad de la Mística, ya intuía que el argumento y el texto iba a recordarme su poemario El mar Mediterráneo de los muertos. Hay libros que cuando los lees sientes que algo en tu interior se ha dado la vuelta, que el mundo poético que habitas, donde escribes y donde aprecias la obra de otros poetas, ha cambiado. Esto siento cada vez que abro este poemario, que ganó el prestigioso premio de poesía Margarita Hierro, así como el Premio Nacional de Poesía Menéndez Valdés al mejor libro de poemas del 2024. Cuando dejas a la palabra poética lanzar toda su potencia, que es enorme y ataca directamente a nuestro interior, sientes que es una herramienta maravillosa que transforma todo.

Romper el lenguaje, ir siempre más allá en la expresión, buscar las imágenes más genuinamente valientes para ir construyendo un poema íntimo y personal. Y cuando expresamos sentimientos profundos, comienza todo a hablarnos de manera muy particular, en temas tan dolorosos, injustos y crueles como la sangría de miles de seres que en un intento de llegar a una costa de vida, se encuentran en un mar de muerte.

Una Cantata en pleno siglo XXI, que arranca su vuelo en una capilla, en un ambiente de oración profundo que nos iba llevando a habitar en esos escenarios que iban apareciendo: una nueva morada teresiana en esta su casa. Una cantata donde los inspirados y bellos versos de María Ángeles se fundían de manera profunda con la música que el grupo musical Pilar de la Sota de Salamanca ha creado para ellos. La voz de los dos cantantes se enlazaba con el chelo, las flautas traveseras, el violín, la guitarra y el acordeón. Y comenzaba a aparecer todo como un conjunto armónico, en la recitación de los poemas por parte de distintas personas que con sus voces daban también una mezcla de colores y de matices a los versos.

Las palabras y las canciones nos llevaban a esos momentos íntimos en los que un ser decide dejar su vida y su casa para empezar en tierras lejanas una nueva existencia. Y este anhelo, “levantando arroyos verticales al perseguir la luz” se convirtió en una trepadora llena de zarcillos, ahogando y maltratando sus ilusiones.  Comenzaba la música dentro de un aire, un viento que fue moviéndose hasta el final, mostrándonos el rostro de tantos seres, de tantos muertos abandonados, de niños que dejaron atrás sus juguetes, de mujeres que solo querían morir en medio del paraíso al que llegaban.

Cifras, miles de muertos, miles de seres envueltos en una caravana de penas y de violencia, mientras el mundo en el que habitamos vuelve la cara. Y yo me preguntaba en medio de la impresión por lo que íbamos oyendo, si la compasión y el amor que ha construido nuestras creencias y que empuja nuestras vidas, no es capaz de lanzarnos a los demás, a esos seres indefensos que el mar dejar varados en las costas.

Las imágenes que íbamos viendo en la pantalla al ritmo de la música comenzaban a mostrarnos algunos rostros con nombres propios como el del pequeño niño Adou que viajó en una maleta, como los de Dunia, Alima y Mariam.

Y todo terminó de una manera tan bella como cruel, el cielo que era un mar rojo comenzó a llover gotas de sangre, mientras las libélulas se golpeaban una y otra vez. Un mar que todos comenzamos a producir en nuestras gargantas, que nos lanzaba a cantar alzando la voz, mientras la capilla se llenaba de una cálida y húmeda capa tejida con la emoción que conteníamos.

La poesía es un instrumento muy sutil que nos da vuelcos por dentro y que puede cambiar el panorama de este mundo tan cruel en el que habitamos, si hacemos caso a nuestro corazón y vamos a coger la mano del que se ahoga delante de nuestra casa.

Querida amiga poeta, escribir versos que se llenan de música por dentro, que vuelan sobre los espectadores, que gimen y lloran, mientras en su ser íntimo no pueden dejar de ser bellos, es algo que transforma el momento, como el que viví el otro día en el CITeS, en medio del Congreso “ De los sentidos del corazón” de la X Cátedra Enrique Ossó.   Palabras y versos que transforman mi vida, mi escritura y mi corazón, gracias.

Durante el s.XIX en Inglaterra se desarrolló una verdadera pasión por los helechos. Una verdadera Pteridomanía.
Eran las plantas mas deseadas por los jardineros, sustituyendo flores y macizos y también eran la inspiración para muchos trabajos manuales decorativos.
Se enviaban hojas de helechos pegados para felicitar el día de san Valentín, para invitaciones de bodas, bautizos. Aparecieron decoradas las vajillas, cortinas, papeles pintados con hojas de helechos
La locura por los helechos llegó a tal punto que se llegaron a esquilmar algunas variedades. !Se llegó a hablar de la necesidad de legislar para protegerlos!.

En la segunda mitad del s. XIX,….! los padres elegían el nombre de Fer, helecho para sus hijas e hijos!, y también en  el nombre de sus casas: Fern House, Fern Lodge, Fern Ville.
Las hermanas Bronte, las reconocidas escritoras de novelas tan famosas como «Cumbres borrascosas» adoraban los helechos. Salian diariamente a dar largas caminatas, para admirarlos, y recolectar sus hojas. Les recordaban los poemas de poetas románticos como  Dorothy y William Wordsworth.

Dorothy , la hermana de Wordsworth recogía los helechos en los alrededores de su casa en Dove, los transplantaba en su jardín para que su hermano se inspirara y pudiera escribir sus poemas. Charlotte  Bronte se fue de luna de miel a ver helechos,…

 


Como los helechos nacían en lugares oscuros y en medio de bosques, en ruinas, tapias, árboles huecos, cercas, sirvieron como imagen de las ambientaciones de los poemas góticos, dentro de un Revival del estilo, en el arte, arquitectura y diseño. Hadas, duendes se reunían en los claros de los bosques llenos de helechos al caer la noche,…

El helecho se contemplaba como una emanación del alma de las personas, espíritu de artista, con una creatividad orgánica total. Ruskin creía que la mano de Dios podía hallarse en los espirales de los helechos florecidos.

En el lenguaje de las flores, una tarjeta con un helecho significaba fascinación

Esta ramita de helecho
te dirá, sin necesidad de palabras
que, gracias a los encantos de tu arte,
tu  semblante modesto,
tu corazón amante,
me tienes felizmente fascinado

 

¡Ten compasión, piedad, amor!… de John Keats

¡Ten compasión, piedad, amor! ¡Amor, piedad!

Piadoso amor que no nos hace sufrir sin fin,

amor de un sólo pensamiento, que no divagas,

que eres puro, sin máscaras, sin una mancha.

Permíteme tenerte entero… ¡Sé todo, todo mío!

Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer

del amor que es tu beso… esas manos, esos ojos divinos

ese tibio pecho, blanco, luciente, placentero,

incluso tú misma, tu alma, por piedad, dámelo todo,

no retengas un átomo de un átomo o me muero,

o si sigo viviendo, sólo tu esclavo despreciable,

¡olvida, en la niebla de la aflicción inútil,

los propósitos de la vida, el gusto de mi mente

perdiéndose en la insensibilidad, y mi ambición ciega!

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Poder compartir con tanta gente el amor por las flores, por todo lo natural es algo que me encanta. Coger mis herramientas, el delantal, y encaminarme a Gredos a impartir estos cursos es algo que espero cada año cuando llega la primavera.

Toda esta experiencia, mis clase, y mas de 50 diseños florales para enseñar,  animar, motivar, alentar a todo el mundo a trabajar con estas bellas flores silvestres que son los piornos.

Con enseñanzas prácticas de arte floral para tratar a estas bellas flores como lo que son, seres delicados y bellos que llenan la sierra de Gredos de color amarillo inundando todo con su agreste y dulzón olor.

Aprender a recolectar, a hidratar adecuadamente. Y llegar a ese momento tan importante que consiste en sentarse un ratito y ver qué quiero hacer, cómo lo voy a realizar, dando forma a un diseño floral. Sabiendo si conozco la técnica floral para hacerlo, y calculando el material tanto vegetal como de otro tipo que necesito.

Con todos esto talleres desarrollados en diez años,, la Sierra de Gredos se ha llenado de vida, personalidad y arte. Es un gusto enorme pasear por los pueblos y disfrutar con las decoraciones de casas, ayuntamientos, escuelas, iglesias… y esas localidades se quedan vestidas de fiesta!!! Los familiares y amigos vienen a visitar los lugares decorados, los visitantes se quedan impresionados… es una experiencia única que animo a todo el mundo a disfrutar.

Me acuerdo tanto de mi padre…

Llegó la festividad de Todos los Santos y el otoño aún no se había ido. Los arces del jardín, los liquidambar y los viburnos se deshacía en miles de tonalidades bellísimas, en un último adiós al verano,  a las temperaturas cálidas y soleadas, a las meriendas familiares, las risas y los encuentros.

Toda la tristeza y melancolía que envuelve estos días ha quedado este año pintada de estos colores, con el cielo azul como fondo inspirador de todo, lienzo para soñar en un mundo diferente, el que se extiende mas allá de la muerte, uniendo el amor en  hojas que enramadas se pierden en el infinito.

Cuando se fue mi padre creía que el suelo se abría con una fosa y que yo me iba cayendo de dolor. No encontraba asiento mas que en la fe que siento que me sostiene en todos los momentos de mi vida y de la muerte, una cuerda que me rescató de todo. Saber que hay un mundo mas allá, que los colores que veo y que siento como propios de mis ojos y de mi corazón, pertenecen al autor de todo. Un padre eterno que nos abraza a ti y a mi. Y  doy gracias por ti papá , con hojas y flores llenas de amor y de cariño, por haber estado siempre a mi lado.

Me acuerdo de tantas cosas,… las hojas del jardín me consuelan, en un mullido colchón que me habla de la vida compartida y de lo mucho que nos quisimos.

EL JARDIN DE JANE

 

Desde que visité la casa museo de Jane Austen en Chawton hace ya unos años por estas fechas, tengo una tendencia a volver a leer sus novelas por enésima vez en primavera, a sumergirme en los personajes tan fascinantes que va describiendo y que vemos en su actitud y acciones ante las cosas y acontecimientos de la vida. Volver a pasear con ella por los bosques, los grandes salones que miran al jardín, los senecios de sus terrazas, las gallinas, las orquídeas de los invernaderos, los helechos arrancados que van durmiendo entre las hojas de los libros en la biblioteca.

Estos días releo a Jane con otro nuevo ensayo de Espido Freire, a la que tuve el gusto de tener como profesora en los talleres de escritura del Palacio de los Serrano. Y comparto muchas cosas con ella, sobre todo ese sentimiento de que cuando un autor nos lleva a querer saber mucho mas de él que lo que leemos literalmente en sus obras, cuando queremos también saber entender cada matiz de lo que dice y todo lo que hay alrededor, estamos en una esfera diferente, no sólo leemos a Jane, sino que comenzamos a vivir con Jane.

Reconozco que me encanta la literatura que evoca cosas, que me hace ir mas allá de la trama, que me sorprende con su manera de contar y describir, que me empuja a seguir en muchas mas cosas que lo narrado, el sentido de todo. La que va levantando un mundo en el que puedo estar y vivir, sobre las palabras y las descripciones, aprendiendo a escribir y a leer. En las novelas, Jane siempre aparece en el papel en blanco entre las palabras escritas, su propio ser, porque tienes la sensación de que te lo está contando, con todo lujo de detalles, sólo para ti, para que disfrutes entrando en su mundo. Algo así me ocurre con otras mujeres escritoras como Teresa de Jesús y Virginia Woolf. Me conmueve sentir su manera de escribir completamente femenina, llena de la esencia de la autenticidad mas profunda.

Cuando viajas por los lugares de Jane, entras dentro de un magma de seguidores y lectores de todo el mundo, ves las casas y los salones, los jardines con sus borduras floridas, los caminos entre los tilos. Algo así como el turismo teresiano que va poco a poco tomando la ciudad en pos de Teresa de Jesús buscando su rastro y los lugares en los que se inspiró para crear sus grandes obras, para ver, aquí en Ávila, cual es la ciudad que inspiró el Castillo interior o Las Moradas, sentir el cielo azul, el frio, el roquedo, el silencio y el eco de su oración.

En las casas de Jane hay muchos detalles para entrar en su mundo personal, entre todos me quedo con su pequeño escritorio al lado de la ventana, octogonal y minúsculo, donde, cuando las visitas le dejaban un momento libre, se ponía a escribir en pequeños papeles cosidos a mano, que terminaban acumulados en los cajones secretos de su escritorio portátil. Contrastando con estas mesas de trabajo actuales, donde hay tanto espacio para trabajar como cosas variopintas acumuladas, bolígrafos, lápices, ordenadores, impresoras… También me encanta ver su pianoforte en la zona de estar, tan sencillo y pequeño, sus partituras, las labores de patchwork, su pequeña cruz de topacios.

En la tarea de recrear el mundo de Jane, también se han estudiado las variedades botánicas que ella adoraba, así los jacintos que crecían en Nothanger Abbey cerca de Catherine Morland, los geranios barbados de Fanny Price en Mansfield Park, los paseos floridos que recorría Marianne Dashwood en Sentido y Sensibilidad, el jardín de rosas de lady Bertram. Las semillas de mostaza que tanto gustaban a su hermana Cassandra y las grosellas que recogía con tanto agrado Mrs. Austen. La flor favorita de Jane eran las lilas, elegidas entre los hemerocalis, las loniceras, el phox, la rosa centifolia, las rudbeckias , las verónicas, la alchemila mollis, la astrantia y la dicentra.

En una carta de 23 de agosto de 1814 a su hermana Cassandra decía: Me alojo en una habitación de la planta baja, que me gusta especialmente, pues da al jardín. De tanto en tanto me voy a respirar un poco de aire fresco y después vuelvo a la brisa solitaria.

Y así estoy yo, querida Jane, respirando un poco, en el jardín, entre tus libros que me invitan a vivir, a aprender y a disfrutar.

¿ Si el dolor prepara la paz…

Yo creo que el dolor puede preparar la paz Emily, de una rama seca y atizada por mil vientos helados, nieve y relámpagos se abre una belleza llena de flores tímidas y recién nacidas. De la nevada mas grande de los últimos tiempos, surge a su vez un libro muy bello El herbario y la antología botánica de Emily Dickinson.

Comparto contigo el dolor, la incertidumbre, la tristeza  de cada día que al llenarse de mil colores, pétalos suaves, gotas de rocío, me hiere de una manera dulce y profunda. Siento que el malestar no me deja disfrutar del regalo de la naturaleza en estos días. Lo efímero del tiempo carga sobre mi una gran ansiedad, la posibilidad de que un revolver como en una jugada de la ruleta rusa, lleno de hielos, nieves y ventiscas, acabe con todo y no haya podido tomar posesión de lo que me regalas con tanta delicadeza.

Sentirse amado es algo muy parecido, sientes miedo por no poder atrapar todo lo que el otro te quiere dar. Cerrar los sentidos para atrapar lo recibido supone también encorsetarse en uno mismo y sufrir. Con el paso de los años voy sintiendo que lo que debo hacer es algo muy diferente, abrir siempre las puertas, compartir, para poder dejar todo fluir como tú, Señor de las flores, quieres.

Los días de marzo se suceden llenos de esplendor, cogiendo pequeñas flores, ramitas de prunos en flor, hojas de helechos azules, pensamientos y romero, entre nubarrones y rayos de sol. Me detengo a mirar cómo la luz los transforma al colocarlos en un pequeño florero de cristal al cielo, levitando sobre la mesa, sublimando mi pequeño trabajo de recolección y disposición, a la luz que lo eleva. La vida, me dicen estas pequeñas amigas, va por este camino, el dolor se eleva como luz. La oscuridad nos introduce en  el gimnasio mas bello y duro del universo,  mientras  habitamos en el jardín,  en el prado, la vereda, el pasillo soleado de casa. Habitaciones que a tu luz se hacen eternas, para que pueda ir y toma posesión de ellas. Las flores viven en esa esfera de lo sublime, sólo para mis ojos y mi corazón.

Te entiendo tan profundamente Emily que me impresiono. Lo que se nos da al lado de nuestro día a día en casa, en el jardín, es tan increíblemente bello y está tan lleno de amor, que para evitar el sufrimiento de la pérdida de la belleza, tomaste la decisión de internarte de por vida en casa y me parece un acto de justicia vital.  Lo que nos sucede en nuestra vida sencilla y familiar  no es sólo una pequeña gota de algo que está fuera. No, lo que tenemos a la altura del zapato, esa pequeña flor de trébol, la luz que da en las ventanas, el aire que inunda el jardín, es tan bello como el mar de afuera, el firmamento con su cielo azul. La belleza insondable de una gota de rocío, de una flor del pruno, de una pequeña mata de muscaris a finales del invierno.

Así entiendo tu herbario (1839-1846), y cómo la poesía se pega a él como un rayo de sol a una margarita. Vital, profundo, íntimo, valiente, así es siempre un herbario, momentos de contemplación de lo regalado, vida y amor. Y la necesidad de buscar palabras para expresar tanta belleza, giros, metáforas, imágenes.

Leer a Emily me sobrecoge, la cercanía que siento con una mujer de hace mas de dos siglos, con la que comparto el dolor como una parte bella de lo vivido: la soledad, la contemplación y el amor.

 

Si el dolor prepara la paz

ved los años “ Augustos”

que aguardan a nuestros pies.

 

Si las Primaveras del Invierno emergen

¿puede calcularse

la de la Anémona?

 

Si primero se alza la noche, después el mediodía,

para rodearnos de sol,

-¡qué espectáculo!-

 

!Cuando, desde mil cielos,

sobre nuestros firmes ojos

ardan los mediodías!

traducción de Eva Gallud

Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker

 

 

 

En estos días del confinamiento por la pandemia del coronavirus me he sentido muy afortunada por tener en casa muchas plantas, por tener un pequeño jardín y una terraza llena de helechos. Toda la rigidez, la dureza de esos momentos se evaporaban en cuestión de segundos cuando me ponía a regar, plantar, hacer esquejes o abonar, cuando miraba sus hojitas, el peludo tallo de un helecho azul, la apertura llorona de las Alocasias, la caída hacia el suelo de las miles de bolitas del Senecio Royelanus.

Estos días he sentido la conexión íntima y profunda del hombre con la naturaleza a través de las plantas, los árboles, las hierbas, las flores. No sólo en el sentido de que una plantita de casa me abre en un momento una conexión con la naturaleza- madre rotunda y profunda, sino me hace ver que no son seres inertes, sino que se comunican entre si, que también lo hacen con nosotros, que no se trasladan de un lugar a otro, pero sí se mueven y mucho cada día, en movimientos que podemos hoy en día ver con las cámaras de video.

Este contacto- comunicación con las plantas requiere por tanto que nos tomemos un tiempo mayor del que normalmente utilizamos para cuidarlas. Con este interlocutor que se mueve tan lentamente, debemos entrar a conectar también en este ritmo distinto, que nos introduce en momentos meditativos. En sesiones de midfulness, y de meditaciones de todo tipo, las plantas son un vehículo potente y que nos acompaña, entrando en este proceso, podremos sumergirnos en esa red de comunicación llena de estados electromagnéticos, a través de la red de las raíces. Y podremos llegar a sentir, como dice el botánico italiano Stefano Mancuso, autor de libros superventas, cómo al entrar en estos estadios de conexión, sentiremos bienestar y serenidad, estando muy quietos y a la vez con un movimiento lento y lleno de naturaleza y bienestar.

Pude disfrutar de una clase on line con Stefano, degustando lentamente todo lo que exponía sobre la “plant revolution”, conociendo de manera empírica por medio de sus ensayos y estudios científicos, lo que ya intuía personalmente desde hace mucho tiempo. En su libro “la Nación de las plantas” reconoce que entre ellas hay una practica de ayuda mutua, cómo se comunican los peligros y cómo la combinación de plantas, sobre todo en espacios acordes botánicamente, crea entre ellas un mayor bienestar que se traduce en un mejor cultivo.

Quien se acerque a la agricultura biodinámica y a sus postulados, intentando comprender cada ecosistema como un lugar vivo y lleno de relaciones entre el suelo, las plantas de distinto tipo, los insectos, los pájaros, el cielo, los ciclos lunares, el agua, los abonos y principios activos para las enfermedades y plagas. Los huertos se llenan de caléndulas, bledos, dientes de león y ortigas, hoteles de insectos aparecen en los bordes de la plantación y se va buscando en la tradición agrícola aquellos métodos de cultivo que no son tan dañinos como los que tiene la agricultura convencional, llena de abonos muy potentes, y miles de litros de pesticidas que van directamente a nuestros platos y que afectan sin duda nuestra salud.

Esta pandemia que sufrimos espero que al menos nos haya dado la posibilidad de replantearnos qué está pasando en el mundo ahora, y porqué sufrimos esta plaga. El coronavirus es un problema muy pequeño comparado con el calentamiento global que nos va a llevar como especie humana a la extinción en unas decadas, o quizás menos. Es algo atroz ver las desforestaciones de los grandes bosques del mundo, la subida de las aguas de los océanos, el recalentamiento de la Antártida que el verano pasado llegó a superar los 19 º . El coronavirus nos ha afectado de manera personal, si no guardas las medidas de confinamiento y prevención, puedes enfermar y morir, y eso al ser personal, ha desatado esta situación de alerta, que los expertos nos dicen que va a seguir durante mas tiempo. Es por tanto una llamada de atención de la naturaleza que nos dice que frenemos un poco, que seamos seres mas sensibles y tranquilos. Los hombres somos la única especie que aniquila el medio natural donde vive.

Las plantas son algo distinto a la decoración, son seres vivos, mascotas vegetales que tenemos en casa y que nos aportan muchas cosas necesarias para nuestro bienestar personal, siendo los seres sencillos que realmente somos, viviendo en la naturaleza. Aumentan nuestra creatividad y productividad, nos ayudan a relajarnos y meditar como forma de terapia diaria para seguir con el ritmo de vida, interactuando con ellas iremos obteniendo como premio el silencio y la serenidad. El silencio amable y lleno de vida de un bosque, una `pradera florida o un roquedo sobre los precipicios sobre el mar. Bosque, vida y pradera entre las plantas de mi casa, en medio del confinamiento y la tristeza.

 

 

 Cuando decoramos nuestras casas, no somos conscientes a primera vista del sentido profundo de cada elemento color, material, colocación. Cuando vas investigando un poco en el origen y sentido de los adornos y elementos te diriges de manera imparable a la parte mas antigua de la humanidad, y allí en las culturas de pueblos y civilizaciones que nos precedieron y son nuestro origen, encontramos los sentidos y explicaciones de muchas cosas. Del imperio romano sobre el que se asienta nuestra cultura que desde la Edad Media viene hasta nosotros reinterpretando dentro de la espiritualidad cristiana muchos ritos y fiestas de origen pagano.

También de actos, creencias y símbolos de los pueblos indígenas, celtas y de toda la Europa que resistió la invasión romana. Su relación tan profunda con todo lo natural aparece en cada elemento como imagen de su religiosidad que también fue asumida y hecha suya por la civilización occidental cristiana durante milenios.

Las fiestas en todos estos pueblos antiguos, entre los que podemos incluir civilizaciones tan potentes como la egipcia y la sumeria, celebraban el momento del solsticio del inviernoque coincide con nuestras fiestas de Navidad, donde se reunían para pedir a sus dioses que volviera el sol triunfante sobre la oscuridad que vivían en esos días con tantas horas de oscuridad.

Los pueblos se reunían como hacemos nosotros en los momentos y días previos a las fiestas para prepararlas, nuestro Adviento.Como eran fiestas de naturaleza religiosa y espiritual, se preparaban no sólo en lo referente a la decoración de sus casas, sino en su espíritu, realizando oraciones, peticiones, y purificándose mediante la asunción de lo que querían superar y que querían que el sol que iba a nacer, pudiera limpiarles dándoles luz.

El adviento es por tanto un momento de preparación que hunde sus raíces en la Antigüedad. Un momento que tiene la forma de un camino, algo que tenemos que hacer para poder llegar a la navidad preparados para que la luz tenga su parada y casa en nosotros.

El adviento es un momento para buscar la luz,y supone partir de la propia vida. Es un momento de reflexión para asumir lo que soy y lo que quiero cambiar, para ser una mujer nueva cuando las fiestas hayan terminado.

En esta preparación aparece la corona de adviento, al ir preparándola, seleccionando, cortando, preparando los distintos elementos que la componen, vamos también meditando y preparándonos interiormente para la Navidad.

 

LAS CORONAS DE ADVIENTO son varios arreglos que tienen distinto significado, se colocan en lugares diferentes. Hay unas coronas que se colocan en las puertascomo se ha hecho desde la Antigüedad, para anunciar que va a haber una fiesta importante que va a transformar esta casa y que los habitantes de la misma le dan la bienvenida a quien llame y por supuesto a la Navidad. Podemos remontarnos a las coronas de laureles de los campeonatos y victorias de los romanos y también a la práctica medieval de poner estas coronas en las puertas en Navidad y dejarlas hasta la primavera como invocando la luz y el renacimiento.

Si ponemos una corona en la puerta de casa decimos muchas cosas, damos la bienvenida a los que hasta casa lleguen, y nos sirve de recordatorio de que llega la Navidad muy pronto que tenemos que preparar muchas cosas. Prepara cosas y decoración y prepararnos a nosotros mismos en nuestro interior.

Se realizan con ramitas de árboles y arbustos perennes como el abeto, el pino, acebo, colocando piñas, muérdago, atadito de palitos, cintas, rodajas de naranja,…

Se hacen sobre un aro de ramas que se van curvando hasta tomar la forma de la corona, y sobre ellas vamos colocando y entrelazando los otros elementos, utilizando alambres de florista para poder ir colocando cada elemento donde mas nos guste. Cada elemento tiene su simbología que vamos a ir describiendo.

La otra corona de adviento es la que se realiza para colocar sobre una mesay se hace sobre una base de esponja de moss natural para que pueda hidratar todos los materiales y elementos. Esta corona tiene un fin profundamente meditativo y orante, nos sirve en esta preparación del Adviento, sobre todo si conocemos el significado de cada elemento, y al ir viendo cada cosa, podemos ir dando a estos días todo el sentido que tienen.

 

La base de la corona se realiza con EL ABETO. El amor a los abetos ya viene desde la Antigüedad. Todos sus elementos configuran la corona y tienen un significado y simbolismo muy especial.

Ya en el s. VIII San Bonifacio cogió un rito celta de adoración a un árbol de hoja caduca, un fresno, y lo explicó a la manera cristiana eligiendo un árbol de hoya perenne como un abeto. La hoja caduca venía a significar la muerte y la vida que tras un largo invierno frío y crudo puede no renacer. San Bonifacio hablaba otro “idioma”, basado en el amor perenne de Dios, que siempre está con el hombre.

Se acaba pues el nerviosismo, de si renaceremos después del invierno, no hay preocupación, siempre lo haremos, renaceremos nuevamente porque estamos alimentados por el amor de Dios que es misericordioso, y lo es con todas sus criaturas.

 

Detrás del abeto, en forma de corona o de árbol de navidad está la imagen del ÁRBOL DE VIDA.

Un mágico árbol que está plantado en medio del alma del creyente, que se alimenta con el agua del manantial que brota de lo profundo de nosotros mismos.

Agua de vida que el Señor nos envía y nos moja, fundiéndose con nuestro ser. La naturaleza nos llena de amor, la eucaristía nos funde con su Persona, con una persona muy especial y verdadera llamada Jesús. La lectura de la palabra de Dios va moldeando el alma en este manantial de su ser.

 

El abeto, el árbol de vida simboliza también el mundo y lo que vayamos colocando en él van a ser los dones o regalos que vamos a pedir en este año.

 

El árbol de Navidad era en la Antigüedad un tronco de árbol que se quemaba en la noche del solsticio de invierno para festejar el renacimiento del sol. Esta costumbre también la tenían los egipcios y los sumerios. Los celtas cogieron esta costumbre. Cogían un leño, lo adornaban con coníferas, acebo y hiedra, y otras plantas perennes. Lo colocaban en un lugar de honor en el hogar para que todos los miembros de la familia pudieran tocarlo y dejaba golosinas y regalos. Las fiestas de las Saturnales en Roma, coincidían sobre el día 23, 24 en una fiesta de naturaleza religiosa, donde los sacerdotes de las distintas religiones bendecían las decoraciones. Y otra fiesta mucho más » pagana», parecida al Carnaval que solía celebrarse sobre el 30, 31 de diciembre, algo parecido a nuestra Nochevieja.

Al ponerse el sol el día del solsticio de invierno, normalmente la madre de la familia prendía fuego al tronco y sus cenizas se veneraban, decían que podían curar enfermedades. Y se solían guardar en algún cofre para que esos carbones sirvieran de yesca el año siguiente, en la próxima fiesta de invierno.

Los pueblos celtas en el solsticio de invierno, celebraban las fiestas de Yule, del fresno. Era la festividad que recordaba el triunfo de la vida sobre la muerte.

Colocaban un árbol bajo un techo, este recordaba a YGGCDRASSIL,  El gran Fresno, de cuyas ramas penden los nueve mundos, incluyendo en uno a los hombres.

El adviento lo que busca es la luz. Es por tanto la LUZ el elemento fundamental en la simbología de estos días. Ya los hombres antiguos se reunían en estos días largos del fin del invierno a encender hogueras pidiendo a sus dioses que vuelva la luz. Los cristianos encendemos velas con este mismo motivo, para pedir luz al Señor en tantas cosas.

LAS VELAS de la corona  son 4 o 5 y sus colores son tres, el morado que significa purificación y preparación espiritual, el color rosa que se usa la tercera semana de Adviento, en relación con la misa de Gaudete.

También se puede poner una vela verde significando la esperanza y cuando termina el adviento, se sustituyen por cuatro velas rojas que nos hablan del amor de Dios y de su generosidad.

 

LOS ATADITOS, son grupitos de tronquitos atados que nos vienen a decir que la unión es la mejor manera de avanzar en la vida y mucho mas en estos días.

Un simbolismo navideño precioso lo constituyen las ramitas atadas.Simboliza la unión entre nosotros que esto juntos para darnos calor, que podemos con más facilidad “prender” nuestra alma, dar luz a los otros.

 

ACEBO

El arbusto mágico de la Navidad, cuyas bayas decoran siempre las coronas. Simboliza la dignidad. Aquel que está orgulloso de si, de los frutos dulces y rojos aunque sus hojas dentadas nos corten las manos al cogerlos.

Una de las cosas que más me gustan en la naturaleza son los contrastes, como un fruto apetitoso tiene estas hojas duras y cortantes. Es como un capullo bellísimo de rosas que tiene sus espinas y allí tiene su contraste y equilibrio.

 

MUSGO

Es la cubierta húmeda y de terciopelo vegetal que envuelve toda la corona. Es un elemento con el que me encanta colocar, quizá porque siento que está vivo, lleno de agua y de emoción.

Simboliza para mi el suelo de mi ser. A donde vuelvo cada día en la oración. El musgo es una esponja vegetal que cubre el suelo y le da vida.

Siempre con vida natural podemos recubrir nuestro ser avanzando por este camino de la vida

Podemos recurrir a él cuando estemos asfixiados, nos sintamos sucios y abatidos y sentiremos todo el embrujo de su presencia y ser.

Un material que aunque veamos que está completamente seco y parezca cuarteado está aún ¡vivo! Un poco de agua y vuelve a su ser.

 

PIÑAS

Símbolo para los romanos de fertilidad, llevando dentro las semillas. Formaba parte de las decoraciones que se  hacían en las fiestas Saturnales de los romanos que se celebraban en estos días de finales de diciembre para honrar al Dios Invicto, el Sol.

Las piñas son el elemento que nos acerca a este bosque mágico dónde transcurren estos días.

Su olor y todo lo que llevan de lenguaje floral, nos dicen:

“te recogí en aquel paseo

calientas desde entonces mi casa

me haces sentir que éste es mi hogar”

El elemento que simboliza lo que está a punto de prenderse. Me encanta tenerlo cerca de mí, sentir que una chispa puede llevarlo todo a la incandescencia. Que ilumina, me da calor, me alegra con su crujir.

Es el elemento de las decoraciones navideñas caseras. Una decoración con piñas es siempre una decoración de navidad.

 

 

BOLAS DE NAVIDAD

Significan dones, regalos que le pedimos a Dios y por eso las colgamos en el árbol.

Las bolas azules significan reconciliación, con nosotros mismos, con los demás, con un grupo, con una actitud,…

Las bolas rojas significan amor generoso. Un amor que Dios nos regala y que tenemos que también nosotros compartir así como es el suyo, generoso, aceptador de todas las gentes, razas, sexo, ideas, abierto, sin limites, sin rencillas,…

Las bolas verdes significan la esperanza, en estos años tan complicados con el medio ambiente, nuestra oración y petición a Señor deben ir también con este sentido de protección de la casa común que es la naturaleza.

Las bolas doradas piden riqueza y prosperidad para la casa.

Las blancas, pureza, alegría. Fé y agradecimiento.

Las bolas que hacemos con lanas en casa son para pedir por las familias y los hogares cristianos.

Las bolas de cuerda y de otros materiales naturales nos hablan de la nauraleza también.

La forma de la bola siempre es “fácil” a la hora de hacer arreglos florales, su superficie lisa y brillante hace que se reflejen los otros elementos que brillan más.

 

HUEVOS

Las bolas en algunos países de Centro Europa se cambiaron por huevos, que se vacían y se decoran, introduciéndose en las decoraciones.

Huevo como símbolo de vida, pensemos en la Pascua de Resurrección y cómo en muchos países se celebra con huevos y con pollitos

 

LAZOS

Un elemento clásico de la Navidad que no somos conscientes de lo que significa.

Lazo tiene que ver con la unión, con la amistad, la familia y el amor. Lazo que significa unión, también con nuestro Señor.

Lazo también significa regalo y los pequeños regalitos envueltos de manera especial son elementos de la corona también

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ESTRELLAS

Que como guiaron a los pastores y a los Reyes magos nos indican el camino. Aquí está nuestra casa Señor,..!!!

Ponemos decoraciones navideñas llenas de estrellas, y estamos indicando cada una que aquí, en este lugar va a nacer Jesucristo

En mi casa

En el trabajo

En las calles

Sobre los Belenes que llenan las casas

Coronando los árboles de Navidad.

 

GUIRNALDAS.

Se hacían para dar la bienvenida a alguien a casa en los ritos paganos, y se asociaban con algún momento especial de la vida religiosa y comunitaria, bodas, …

también las guirnaldas se usaban antiguamente para ahuyentar a los malos espiritus.se hacían con plantas que se consideraban mas fuertes, como el abeto, el acebo y el muerdago,…

En la Edad Media se colocaban en las puertas todo el invierno hasta la llegada de la primavera.

 

MUERDAGO

Es una especie saprofita que vive en las ramas de los árboles, fundamentalmente de los pinos. Los druidas lo usaban para protegerse de los rayos, la maldad, y las enfermedades.

Los romanos lo usaban para besarse debajo de un ramo en los Saturnales, en la Navidad nuestra, y para no separarse de él ya nunca.

Su significado es por tanto “ te deseo mucha suerte”, una que vamos a compartir juntos protegidos “mágicamente” por este acebo.

También significabeso y amor.

 

LOS BASTONES DE LA NAVIDAD.

Significan los pastores que cuidan y dirigen al pueblo. Se solían colocar bastones  de caramelo en los abetos de las iglesias, en Alemania en el s. XVIII . Los sacerdotes los daban dar a los niños en Navidad

 

 

COLORIDO

El color de la navidad es sin duda el color rojo, surge de las manzanas y continua en los pétalos de las flores de Pascua o Poinsetias que florecen en Navidad.

Es un color navideño por si miso, sin necesidad de añadir ningún otro elemento brillante plateado o dorado.

Los colores de la Navidad son el rojo, el morado, el verde y el blanco. El dorado y el plateado vienen del carácter sagrado y divino de estas fiestas.

 

CIRCULO, ARO CORONA

Los celtas adoraban los árboles, se sentaban bajo ellos, encendía velas y hogueras, comían los frutos que tenían y le pedían al invierno que por favor diera paso ya a la primavera.

Un paso o tránsito del solsticio de invierno celebrado por todos los pueblos centroeuropeos en la antigüedad.

Fue un pastor protestante en Irlanda el que tomó una rueda y rellenándola de ramitas de abeto, comenzó a dar una catequesis, haciendo con velas una especie de calendario de luz, que nos ha dejado el calendario de regalos y chocolates que esperan on ilusión los niños de las casas.

La espera de la primavera, para los cristianos el nacimiento del Niño Jesús que “renueva la faz de la tierra” no es algo lineal, en cuyo fin no sé si no me caeré en el abismo de mi propio ser. No, no es una línea, es un circulo, un aro, una corona.  El símbolo de la eternidad que rueda sobre su propia  vida.

La forma de las coronas tiene este símbolo, la vida que sale al encuentro después de la muerte.Parece que nos dicen “Aquí estaos esperando, esperanzados esperando la primavera, el nacimiento de Jesús, nuestro Redentor que de la muerte y la noche nos salva”

 

CAMPANAS.

Según una antigua superstición para poder ahuyentar a los malos espíritus se sonaban las campanas,.. Continúa siendo un elemento clásico de la navidad. También ahora significa que llega la navidad¡!!

 

HERRADURA

Simboliza la buena suerte, desechando las influencias negativas.

 

FIGURAS.

Las figuritas de Navidad, que también se incluyen las de los belenes, pudieron tener su origen antes de la difusión de los belenes por San Francisco de Asis, en los exvotos romanos de arcilla, que se ofrecían a los dioses para pedir algo. En Romas las diferentes religiones que convivían tenían cada una sus propios exvotos y su significado variaba. De ahí debieron de coger estas figuras los primeros cristianos.

Comencemos estos días de preparación del Adviento realizando la corona para casa, para disfrutar con todos los elementos naturales , su aroma, colorido … Y también como elemento natural que nos va ayudar en nuestra meditación diaria, fuente del equilibrio personal. Feliz Adviento a todos!!

 

 

 

 

Mi libro » Un castillo lleno de flores»es un regalo para una amiga que me ayuda en miles de cosas de mi vida diaria, Teresa de Jesús. La lectura de las Moradas o el Castillo interior abrió en mi interior un montón de puertas a lugares por los que voy desde entonces transitando. Lugares que eran míos pero que no los conocía, estaban bajo la niebla que oscurecía tantas cosas que vivimos por dentro.

Cuando pienso en esta obra, me recorre un escalofrío, la aventura tremenda en la que me metí a nivel personal, el trabajo ingente de diseño de todo lo que veía  retratado en 140 diseños de arte floral, recogidos en acuarelas con todas las especificaciones de plantas, flores, luz, color, lugar, ambiente. El trabajo enorme el taller de flores de Donzoilo realizando los arreglos de cada página, mas de tres años de desarrollo de la obra. El trabajo con el gran fotógrafo Jesús Gallo, de dos años y medio persiguiendo luces, colores, perspectivas por toda la ciudad de Ávila, la lluvia, el granizo, el roquedo, el basurero, el interior…

El diseño del libro con María Palomo, las tardes en el despacho maquetando, buscando la mejor toma, … La edición del libro al pie de las máquinas de la imprenta Palermo, buscando que cada flor mantuviera su color verdadero.

Siento Teresa que esta es una obra única en mi vida, que juntas hemos hecho. El cansancio aun hoy lo siento, y las preocupaciones por tantos papeles que tuve que asumir, autora, escritora, florista, editora, diseñadora, … Pero esta obra está ahí, para que nuestros lectores puedan recorrer sus páginas disfrutando de la belleza de tus palabras, en mis flores y los lugares por donde juntas transitamos.

Poder transmitir todo mi amor por las flores naturales, las ramas, musgos, piedras, helechos a personas que tiene entre su trabajo hacer de las estancias de sus huéspedes momentos inolvidables, es un verdadero gusto.

En las Instalaciones de los balnearios de Castilla Termal la atención a sus clientes para hacer de su estancia una experiencia inolvidable, es muy fácil, por la belleza de los balnearios ubicados en lugares tan especiales , llenos de arte y patrimonio como este de Valbuena. Ubicado en la orilla del rio Duero y rodeado de campos de viñedos que producen los famosos vinos de la denominación de origen Ribera del Duero.

En Donzoilo estamos encantados de poder hacer estos talleres , diseñando arreglos especiales y muchas ideas para hacer de los hoteles y balnearios lugares para disfrutar también de los detalles naturales y sensibles, que hablen de la época del año y del entorno natural de estos enclaves. Las decoraciones florales,  los pequeños detalles naturales hablan mucho de la organización y la filosofía de base de quien los coloca, y no nos damos cuenta muchas veces que con nuestras decoraciones podemos dar un mensaje contrario a la visión que queremos transmitir.

En un ambiente de trabajo, con un grupo de mujeres muy jóvenes y emprendedoras el taller se desarrolló de manera muy activa y amigable. Mil gracias a todos.