Estamos viviendo una primavera muy difícil.  La Pascua se llevó al cielo al Papa Francisco en medio de un panorama mundial que tiene la forma de una ola negra que nos asfixia. Catástrofes naturales que arrasan con miles de vidas, personajes que tienen en sus manos el destino de millones de personas que ven el mundo como un gran mercado en el que obtener beneficios, muertes, guerras, intransigencia y dolor.

En medio de todo busco algo que amortigüe tanta presión, algo que lejos de ser sólo un entretenimiento me sirva para buscar la paz y la verdad que sé, porque nuestra Santa nos lo dice, está dentro de nosotros. La costura es una especie de oración que siempre tiene un poder medicinal para miles de personas, cada puntada es algo así como una nueva cuenta de un rosario que amortigua las preocupaciones y nos reconforta el ánimo.

Busqué un tipo de bordado que me ayudara a relajarme y apareció el shasiko un tipo de puntadas, del tamaño de un grano de arroz, que se lleva haciendo en Japón desde hace siglos. Sobre una sencilla tela de algodón de color azul oscuro, los japonenses van cosiendo, puntada a puntada, motivos que parten de una cuadricula, y que tienen su propia simbología como las flores de los cerezos, los movimientos de las olas del mar o de los pájaros en el aire, las puntas de diamante. Un bordado que se hacía para reforzar las telas que eran costosas sobre todo para la población mas pobre del país.  Bordando en las casas, donde hombres y mujeres disfrutan con sus diseños en las épocas de menos trabajo agrícola o pesquero y ahora en los tiempos libres al terminar las jornadas laborales.

Me pregunto porqué volvemos desde occidente la mirada al mundo oriental en particular al japonés y la respuesta creo que está en la búsqueda de la sencillez de lo esencial y su belleza.  Los haikus están entre los poemas mas leídos y admirados por esa ventana de aire fresco que provocan. Belleza, contención y paz, quitando lo superfluo. Algo así ocurre con la práctica floral del Ikebana, representado con pocos elementos la naturaleza desde el suelo hasta las ramas de los árboles que nos introducen en el cielo. Agua, hoja, flor, rama, en un paisaje al tamaño de mi casa, de la mesa del salón. Los bonsáis y todo su mundo lleno de sabiduría en la verdadera esencia de los árboles, en cuyo cuidado sentimos que nos cuidamos también a nosotros.

Las casas las vamos decorando también siguiendo algunos de los postulados japoneses del estilo japandi, buscando espacios relajantes, líneas sencillas y materiales naturales. O la utilización del estilo wabi-sabi que busca la belleza de lo imperfecto, ayudándonos a valorar las cosas incompletas y efímeras que nos rodean, dándolas una nueva oportunidad y haciendo que se vean bellas en nuestro hogar. En la línea del kintsugi, buscando la belleza de aquello que se rompió en pedazos pero que al recomponerlo adquiere una belleza singular.

Entre todos los diseños de shasiko que he podido recopilar en plantillas, me centro en uno que hace la forma de las olas. Uno de los artistas que se cita en relación con este motivo, es Katsushika Hokusai, que vivió entre los siglos XVIII y XIX. Sus grabados como la serie “Treinta y seis vistas del monte Fuji”, han impresionado por su belleza a públicos de todas las partes del mundo. Así el dibujo de una gran ola fue el que eligió el musico Claude Debussy para que acompañara a su obra musical, La mer.

Para posicionarnos en este panorama tan complejo y difícil, el arte y las artesanías como este Shasiko, no son sólo entretenimientos y momentos de evasión. Creo que sacan de nosotros, en medio del sosiego que nos provocan, lo mejor que tenemos, nuestra humanidad. Mirándonos a nosotros mismos, reflexionando con un trozo de tela, podremos apostar por un mundo diferente, lejos de guerras y de violencia, buscando lo bello y sencillo de la humanidad, puntada a puntada. Mientras bordo cada grano de arroz rezo por Francisco dando gracias por todo su legado de humanidad evangélica y amor a los pobres, en medio de una ola negra  al estilo de la de  Hokusai , que llena todo de tristeza y preocupación.

Estábamos hace unos días visitando unas bodegas en Hungría, en la zona de Eger llamada el Valle de las mujeres hermosas, cuando, al salir de un castillo me encontré en una tienda de antigüedades con un delantal bordado. Tuve una sensación parecida a la de Proust cuando comía una magdalena en el camino de Swann. Volví en un momento a las labores del colegio, a los muestrarios de mi madre, a la casa familiar con sus costureros sobre la mesa.

Salir de visitar una fortaleza militar como la de este lugar húngaro, con sus torres de vigilancia, fosos, barbacanas y matacanes, mirando el paisaje nevado, calaba por dentro mi ánimo. La historia parecía que me pisaba con una huella que se quedaba impresa en la nieve como las que dejaban nuestras botas recorriendo el lugar. Y al encontrar este delantal bordado con sus pájaros y flores en el fondo de una caja de textiles antiguos, me encontré con la otra parte de la historia, la de aquellas personas que no defendían su vida con armas, sino que salían vivas de las dificultades de cada día, bordando, cosiendo, cocinando, remendado, planchando. Ahora que se usa tanto la palabra resiliencia, creo que es el término más adecuado para describir la actitud de esta parte de la población, mujeres en su mayoría, que también han escrito la historia.

En medio de las dependencias del castillo de István Dobo, encontramos una exposición de bordados de una mujer muy especial llamada Hollò Valeria que en el periodo de entreguerras creó una colección etnográfica privada de toda la cuenca de los Cárpatos. Entre las vitrinas con las muestras de vestimentas bordadas, aparecían sus fotografías cuando recorría los pueblos mientras hacía acopio de diseños, modelos de bordados, técnicas y materiales.

En este viaje al estilo de Proust, llegué a todo el mundo que mi madre me ha contado, las largas tardes en la galería de plantas de mi abuela Catalina, en lo que fue la Sección Femenina, de la que ella fue instructora general, y cómo recogían también al estilo de Holló, las piezas y bordados de toda España aprendiendo a repetir modelos para salvarlos del olvido. Las actividades artísticas y culturales que promovieron fueron más allá de las labores de adoctrinamiento político, creando espacios de libertad y de aprendizaje. Con su trabajo rescataron labores, trabajos de artesanía que habríamos perdido para siempre, enseñando a tantas mujeres a coser cosas prácticas para su vida cotidiana y a disfrutar con la realización de estas piezas.

Las labores de costura, así como otras artesanías, nos ayudan también a sobrellevar la carga de la cotidianidad que a todos nos pesa. Encontrar un ratito de vez en cuando para bordar o hacer ganchillo, sigue funcionando hoy en día como en la época de Hóllo, relajándonos, ya que, tras cada puntada o vuelta del hilo, el ánimo se va calmando y la repetición del gesto nos lleva a un estadio de bienestar interior y de sosiego.

Al coger este delantal húngaro entre mis manos, me uno a tantas personas que han ido configurando la historia verdadera, al margen de la política, la guerra y la violencia. Las que construyen su propio devenir con silencio, con una pequeña labor en sus manos, uniéndose entre ellas, y siendo parte de un puente humano que nos cose, haciéndonos entender la vida de otra manera mas tranquila, pacifica, donde la cercanía se constituye en un valor sobre el que construir el día a día.

Mientras lavo con cuidado este delantal e intento copiar los motivos bordados, siento que voy construyendo también mi propia historia familiar, dejando un legado bañado de resiliencia y pacifismo ante las adversidades, viviendo la vida la margen de todo aquello que envuelve la violencia y la intransigencia, algo que ni la nieve más pura y recién caída pude ocultar.

Durante el s.XIX en Inglaterra se desarrolló una verdadera pasión por los helechos. Una verdadera Pteridomanía.
Eran las plantas mas deseadas por los jardineros, sustituyendo flores y macizos y también eran la inspiración para muchos trabajos manuales decorativos.
Se enviaban hojas de helechos pegados para felicitar el día de san Valentín, para invitaciones de bodas, bautizos. Aparecieron decoradas las vajillas, cortinas, papeles pintados con hojas de helechos
La locura por los helechos llegó a tal punto que se llegaron a esquilmar algunas variedades. !Se llegó a hablar de la necesidad de legislar para protegerlos!.

En la segunda mitad del s. XIX,….! los padres elegían el nombre de Fer, helecho para sus hijas e hijos!, y también en  el nombre de sus casas: Fern House, Fern Lodge, Fern Ville.
Las hermanas Bronte, las reconocidas escritoras de novelas tan famosas como «Cumbres borrascosas» adoraban los helechos. Salian diariamente a dar largas caminatas, para admirarlos, y recolectar sus hojas. Les recordaban los poemas de poetas románticos como  Dorothy y William Wordsworth.

Dorothy , la hermana de Wordsworth recogía los helechos en los alrededores de su casa en Dove, los transplantaba en su jardín para que su hermano se inspirara y pudiera escribir sus poemas. Charlotte  Bronte se fue de luna de miel a ver helechos,…

 


Como los helechos nacían en lugares oscuros y en medio de bosques, en ruinas, tapias, árboles huecos, cercas, sirvieron como imagen de las ambientaciones de los poemas góticos, dentro de un Revival del estilo, en el arte, arquitectura y diseño. Hadas, duendes se reunían en los claros de los bosques llenos de helechos al caer la noche,…

El helecho se contemplaba como una emanación del alma de las personas, espíritu de artista, con una creatividad orgánica total. Ruskin creía que la mano de Dios podía hallarse en los espirales de los helechos florecidos.

En el lenguaje de las flores, una tarjeta con un helecho significaba fascinación

Esta ramita de helecho
te dirá, sin necesidad de palabras
que, gracias a los encantos de tu arte,
tu  semblante modesto,
tu corazón amante,
me tienes felizmente fascinado

 

¡Ten compasión, piedad, amor!… de John Keats

¡Ten compasión, piedad, amor! ¡Amor, piedad!

Piadoso amor que no nos hace sufrir sin fin,

amor de un sólo pensamiento, que no divagas,

que eres puro, sin máscaras, sin una mancha.

Permíteme tenerte entero… ¡Sé todo, todo mío!

Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer

del amor que es tu beso… esas manos, esos ojos divinos

ese tibio pecho, blanco, luciente, placentero,

incluso tú misma, tu alma, por piedad, dámelo todo,

no retengas un átomo de un átomo o me muero,

o si sigo viviendo, sólo tu esclavo despreciable,

¡olvida, en la niebla de la aflicción inútil,

los propósitos de la vida, el gusto de mi mente

perdiéndose en la insensibilidad, y mi ambición ciega!

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Parece que va estando en desuso escribir cartas a mano y creo que nos perdemos algo muy especial e interesante. Conocemos a muchos personajes de la historia atraves de sus cartas, podemos reconstruir su vida, su psicología y los avatares que vivieron. Nos encontramos en ello con su verdadero rostro, el que muestra a sus amigos y personas mas cercanas.

En este programa de Radio tratamos este aspecto tan íntimo de Teresa de Jesús, y al ir leyendo sus cartas nos encontramos con ella en primera persona, amiga, hermana, madre para todos us hijos espirituales, reformadora y sobre todo mujer valiente y decidida. Escribió miles de cartas, conservamos algunas, ya que muchas fueron destruidas o perdidas pero en ellas vemos su personalidad y cómo iba resolviendo los problemas y los asuntos de cada día.

Una manera muy especial de conocer a Teresa, y pasar un ratito agradable leyendo sus cartas.

 

Un programa grabado en el Monasterio de la encarnación de Ávila. Para el programa de radio » La Espadaña» de radio María, con el p. Arturo Díaz.

https://www.youtube.com/watch?v=iwmpSRU0ESE

Ayer estuvimos en el dolmen de Bernuy Salinero para ver la puesta del sol y el firmamento en el solsticio de invierno. Aunque la tarde y la noche estuvieron nubosas y el cielo no permitía ver los astros , planetas y estrellas, el momento fue impresionante.

Las puestas del sol en Bernuy en estos días de otoño- invierno son bellísimas, con sus colores tan marcados sobre las montañas. Disfruté mucho en un viaje que como un regalo me volvía a situar en el momento del descubrimiento y en los días de la excavación. La emoción por ir redescubriéndose una parte de la prehistoria de Ávila, siguiendo la huella a nuestros antepasados de hace milenios. En unos momentos que interrogan al hombre de todos los tiempos, en la muerte y su conexión con la vida, en un circulo continuo en medio de la naturaleza, fuego, piedra, agua y firmamento.

Recordar el descubrimiento hace mas de 30 años, y hacerlo con tanta gente que se acercó al dolmen, mis hijas, mi querida amiga y arqueóloga Rosa Ruiz. Momentos por los que doy mil gracias a Dios.

 

Este año nos está poniendo a prueba. Todas las restricciones que impone la pandemia así como el temor al contagio y el dolor por la perdida de seres queridos parece que son un poso amargo que va cayendo dentro de cada uno.

Las reuniones familiares se quedan muy reducidas, las fiestas sociales desaparecen, las calles parecen mucho mas tristes este año con cientos de negocios cerrados. En palabras de nuestro santo Juan de la Cruz sentimos que atravesamos una noche oscura llena de pesar y ansiedad. Pero si nos acercamos al santo de manera un poco mas cercana, leyendo sus obras y meditando lo que nos dice, la noche no es sinónimo de oscuridad y tristeza absoluta sino es un espacio donde vislumbramos la luz, transformando nuestro corazón. Un periodo de prueba que nos puede transformar si queremos vivir de manera mas sincera con nosotros mismos. Un momento de reflexión en la penumbra que nos reconstruye por dentro.

En Ávila estas navidades están llenas de esos pequeños rastros de la luz que nos pueden ayudar. Y tenemos que hacer una lectura desde la penumbra de estos días, viendo qué somos y cómo nos transformamos para ese renacimiento que supone la navidad.

Estamos en la ciudad mejor para vivir algunas experiencias navideñas únicas, las de la verdadera navidad alejadas de todo el ruido y el consumismo que rodea estas fiestas. La primera y mas sobresaliente es sin duda la propia ciudad amurallada, la decoración navideña mas bella que se pueda imaginar. La vista de una ciudad que en la noche parece elevarse en medio de un cielo azul, tan bella y sorprendente, aunque lleves toda tu vida viviendo entre estas almenas. Nos empeñamos en poner luces en las calles al modo de otras ciudades y tenemos en luz lo que nadie puede tener, una muralla bellísima iluminada.

Tenemos en segundo lugar una historia profunda y riquísima que aparece también en estos días como luces en medio de la oscuridad. Muchos pueblos desde la prehistoria han vivido en este mismo lugar donde ahora estamos tan tristes y desconcertados. Debajo de nuestros pies los yacimientos arqueológicos nos van mostrando sus costumbres y modo de vida, como vivían estos días de navidad que coinciden con el cambio de estaciones en el solsicio de invierno. Tenemos un yacimiento extraordinario en el dolmen de Bernuy Salinero, que nos habla de las gentes que vivieron en esta tierra hace miles de años y que también se conmovían con la oscuridad de estos días y buscaban como hacer para que la luz de la primavera comenzara a iluminar sus vidas. La posibilidad de ver el cielo y estar al atardecer del día 21 de diciembre en el dolmen es un regalo navideño para todos, porque nos habla de esta conexión con nuestras raíces mas remotas, uniéndonos entre nosotros.

La navidad es para todos un momento de renacimiento, un año nuevo siempre aparece como el mejor regalo de estos días. Decoramos nuestras casas y nuestros místicos Juan y Teresa nos hablan de lo que puede pasar en nuestro interior, en nuestro castillo si nos abrimos al misterio que nos envuelve en estos días. Lo exterior desaparece tras la recogida de los adornos y la limpieza de la casa, mientras lo que renace por dentro nos lleva adelante sacándonos del miedo, la ansiedad y la tristeza.

Tenemos por tanto una tercera experiencia navideña única en Ávila, poder leer lentamente a nuestros místicos en el lugar donde ellos vivieron y sintieron tantas cosas que nos explican, en una ciudad que estaba en su retina y en su corazón como en nosotros. Nadie tiene esto, a Teresa y a Juan a su lado en casa esta navidad.

Frente a la pesadumbre que oigo entre mis amigos sobre la situación y la ciudad en estos días, me atrevo a gritar que esto no es así. Hay aquí mas luces navideñas que en ningún otro lugar del mundo, y además son luces que nos hacen revivir anclándonos a nuestro pasado, dentro de una ciudad abrazada por una muralla que, en luces, se eleva. Feliz Navidad.

 

 

CRÓNICA POÉTICA DE UN AGOSTO EN LLAMAS

Acabo de recibir algunos ejemplares de mi nuevo poemario  Las hierbas de los regalos están blancas. Crónica poética de un agosto en llamas, y están aquí entre mis manos. La tarde de noviembre está muy triste, húmeda y fría muy alejada de todo lo que cuento sobre el calor, el incendio y el verano en este último libro.

La vida es así, este contraste entre estaciones me muestra parte del panorama de mi  existencia, con distintos momentos, todos ellos con un denominador común que soy yo. Ahora al volver a leer mis palabras y ver los dibujos siento que dicen cosas distintas, el poso del tiempo y las estaciones producen este cambio. Miro todo lo escrito y vivido con una especie de velo que lo amortigua un poco, la niebla que va cayendo también pone sus palabras ahora con las mías.

La experiencia de un verano en el campo con la familia, y la  vivencia del amor que quema cada rincón del paisaje interior, árboles, perros corriendo, mis plantas, los helechos de la garganta, el sol, la sombra, el río, el pueblo, el amor. Fogonazos de mi existencia que en forma de versos y ya recogidos en un libro, empiezan a tomar cuerpo y vuelo en mis lectores.

Coger cajas para cosechar, y el fondo de Gredos destacándose sobre una cabaña donde dormimos y vivimos en familia. Coser, andar, escribir, rezar, barrer, regar las plantas, recoger tomates mientras la vida va avanzando y nos llena el interior de todo su fuego y su amor.

Con mi maestro de los caminos interiores Juan de la Cruz. Aquel que dijo que las cosas del alma hay que leerlas  con anchura . Cosas que el Amado nos regala en la naturaleza, quemando y haciéndonos renacer.  He querido que me acompañaran un puñado de grandes poetas y pensadores que están siempre cerca de mi. Siento que ellos también están detrás de todo lo dicho, Gary Snyder, Sophia de Mello Breyner Andressen, Wordsworth, Hölderlin, Rilke, Huidobro, Hildegarda de Bingen, Tranströmer…

Esta vez he dejado que mi cuaderno de trabajo esté reflejado completamente en el libro.  Siempre tengo en mi interior una imagen potente y definida del poema que estoy escribiendo y mi caja de acuarelas está siempre preparada. En este libro se puede leer el poema y ver al lado la imagen que como un brochazo nos indica la profundidad de lo dicho, definiendo las palabras con siluetas y color.

Estará a la venta en toda España desde el 14 de diciembre de 2020. Me impresiona la coincidencia con el día de San Juan de la Cruz…!!

Doy las gracias a Alicia Arés de la Editorial Cuadernos del Laberinto por esta bellísima edición. Y a Álvaro Valverde, poeta al que admiro y leo con gran placer y a  Javier Sancho Fermin por acompañarme en este trabajo. A Eduardo Ayuso por su ayuda y amistad.

Pon en primer lugar las imágenes, dice el gran poeta Walt Whitman, como luz para todos y como canto inaugural de todos. Imágenes y palabras que comienzan ahora a vivir libres por ahí en vuestra lectura. Un canto por todo lo que se nos regala a cada momento.

 

 

Cada año por estas fechas compro un almanaque del año que va a comenzar en enero. Me gusta comprarlo en pequeñas librerías de mi ciudad o en tiendas de ultramarinos de algún pueblo perdido que de repente aparece viajando por carreteras secundarias.

Me maravilla la cantidad de información que cada día me muestran: santoral, ciclo lunar, algún proverbio o refrán, la salida y la puesta del sol, el pronóstico meteorológico, el momento para sembrar qué tipo de verduras u hortalizas…

Contiene mucha información que tiene que ver con la historia, y para mi tiene un poso sentimental al sentir que desde hace ya siglos se viene usando.  Me une con personas de tantos sitios de España que, en ese momento, al principio de cada día, se paran a leer todas esas cosas escritas en letra pequeñita, en un fino papel.

Cuando no había hombres del tiempo, ni televisiones, ordenadores, estos calendarios o tacos eran los smartphones que todo el mundo usaba para saber en qué día vivía, y cómo tenía que afrontar la vestimenta, a quien tenia que felicitar, y si tenía ya que plantar los ajos porque la luna estaba en creciente. Pero era mucho mas.

Se consideran como literatura de hilo o cordel porque se colgaba de un hilo en los cristales de las librerías. Proviene de la palabra árabe al manak que significa clima mostrando su sentido, aunque el verdadero origen hunde sus raíces en Grecia, con los avances que hizo Ptolomeo, astrólogo de Alejandría en el s. I d. C.

Este año con la pandemia he mirado la hoja diaria del almanaque con mas interés. El frenazo de las actividades durante el confinamiento me ha dejado mas horas ante el escritorio. Poder acordarme de los santos de tantas personas amigas y familiares y poder felicitar desde casa, demostrando mi cariño y recuerdo.  He mirado mas el firmamento y he estado, desde el sillón de casa en las épocas de plantación de los huertos. He seguido las semanas del salterio.

En toda la información que tiene no aparecía nada que pudiera indicar este horror en el que el covid nos ha metido este año 2020. La vida continua en sus hojitas como si todo esto no tuviera que ver con estos días tan complicados y tristes.

Me imagino que el del año que viene contendrá algo de todo lo que estamos viviendo, como sucedió con el calendario Zaragozano El Firmamento con la gripe española de 1918 que en sólo un año mató entre 20 y 40 millones de personas en todo el mundo.

Fundado en 1840 por Mariano Castillo y Osciero puso el nombre de Zaragozano en honor al astrónomo español Victoriano Zaragozano y García Zapater que ya en el s. XVI elaboraba sus propios almanaques.

También me gusta tener el taco del Corazón de Jesús fundado en 1865 con sus aportes catequéticos, el santoral y las devociones. Todavía hoy cuando cojo algún libro de la biblioteca de mi madre, me encuentro con la hoja de un almanaque separando las páginas por donde iba la lectura de mi abuela.

Me gusta mucho toda esta historia que de unas simples y pequeñas hojitas se puede contar, porque creo que han sido mas importantes muchas veces que los sesudos libros y enciclopedias que por cuestiones económicas o culturales, no estaban al alcance de todos. Han sido maestras de millones de personas y aun hoy en día nos ponen en tierra a muchas otras, relacionándonos con lo importante de cada día de manera sencilla, sin problemas de coberturas, links, ni terminales.

Esta literatura de cuerda se completa con un montón mas de folletines que han ido entreteniendo, informando y culturizando a miles de personas. Recuerdo que novelas tan importantes en la historia de la literatura como La Comedia Humana de Balzaco Los papeles póstumos del Club Pickwickde Charles Dickens, se vendieron en estos quioscos en entregas periódicas.

Una literatura de cordel que tira fuerte de cada día. Que nos une a miles de personas en la tradición, la historia, la religiosidad y el saber popular. El sustrato de nuestra cultura común. Un hilo lleno de palabras y de vida encima del escritorio cada día.

 

 

 

Mientras preparaba el trabajo y los diseños florales para la campaña del día de todos los Santos, una grulla pasó por delante de la pradera. Empezaban a venir en migración otoñal desde mas de 4000 kilómetros a invernar en las orillas de los pantanos y ríos de Extremadura y la zona sur de Ávila.

Siempre he visto a las grullas como un ave que nos dice mucho, su movimiento en el cielo. Parecen escribir con sus negras siluetas. Ya los griegos lo veían así y creían que fue el dios Hermes el que inventó la escritura al contemplar su vuelo sobre el cielo. Nos van contando un mensaje bastante acorde con estos días de finales de octubre que van cabalgando hasta los Santos, cada día mas cortos y oscuros, donde las cosechas se van terminando y el invierno se comienza a vislumbrar.

El tránsito a la otra vida ha sido descrito por las distintas religiones y tradiciones de manera muy diferente, aunque el elemento común de todas es el viaje, el comenzar una nueva existencia que da esperanza en medio de la vida y que aprieta en este mundo el sentido de perfección personal, de bondad y cuidado de los otros.

Recuerdo como uno de los textos que mas me ha impresionado leer en mi vida, el libro de los muertos(1540 a.C./ 60 a.C.) mientras viajaba a bordo de un pequeño barco por el Nilo hace ya bastantes años. Lo que hay que hacer en ese momento del tránsito, lo que hay que ir preparando durante la vida, cómo explicar lo hecho y vivido, está contenido en un libro, que toma la forma de un largo pergamino, de unos 40 metros, con el que se enterraba a los muertos, momificados y con un escarabajo encima del pecho.

Toda la escritura jeroglífica parece como una manada de grullas que, desde su desciframiento, nos va contando muchísimas cosas, que no son sólo interesantes sino bellísimas, palabras llenas de poesía:Oh, vosotros, todos los dioses y todos los espíritus, preparad un camino para mi. Los egipcios creían que el difunto emprendía un viaje subterráneodesde el oeste hacia el este, como Re, el sol, que en su ocaso comienza otra vez a resucitar con la mañana. En su viaje llegaba el difunto a un laberinto, la Sala de la Doble Verdadante un tribunal formado por 42 jueces y presidido por Osiris, y hacía una confesión negativa, en la que iba diciendo todas las malas acciones que no había cometido.

Las grullas avanzan estos días por un cielo muy sombrío, reflejo de tanta pesadumbre, tristeza y ansiedad. Esta pandemia nos está probando a todos de manera salvaje, a nivel personal mostrándonos nuestra fortaleza interior, la capacidad de empatía y amor hacia los demás; a nivel social, reforzando los lazos entre vecinos y compañeros de trabajo para poder salir adelante; a nivel nacional mostrándonos la cara y la capacidad de nuestros gobernantes y también a nivel mundial viendo cómo son nuevamente los países mas pobres los que mas van a sufrir toda esta locura vírica.

Llegará un día en que tengamos que reflexionar sobre nuestra actitud y entrega. Como decía nuestro santo Juan de la Cruz, al final de la vida, nos examinarán en el amor. Entraremos en otro espacio mas allá de la vida donde nuestros seres queridos nos esperan. Esto es lo que recordamos estos días, que el circulo no se cierra con la muerte sino que funciona como un espiral que nos empuja.

El signo que para mi explica este tránsito, es el circulo, como vemos ya en necrópolis tan antiguas como las del interior de la acrópolis de Micenas que excavó Heinrich Schliemann en 1876. Una estela de la tumba V ( 1600/1500 a.C) con círculos que se transforman en espirales sobre el bajorelieve del difunto caballero. Círculos que mueven el cielo como las grullas y que también mueven el camino de cada uno en esta vida, entrando todos en un espiral continuo que no para y nos libra, cuando así lo creemos, de la tristeza.

Por mi trabajo y familia he hecho muchas decoraciones para estas fiestas de los santos, mas allá de la costumbre hay algo mucho mas hondo y bello, la esperanza, el cariño y el amor, que sabemos por la fe que, al estar cerca de Dios en su presencia, son eternos. El momento de dolor y pérdida se irán poco a poco volando como las grullas sobre el cielo, sintiendo cómo la esperanza en nuestro interior funciona como una verdadera espiral de vida que nos une ya para siempre.

 

 

 

Que iba a salirse el alma… bien se podía morir

La música nos lleva a otros lugares, crea en un momento el espacio que muchas veces nos falta en los libros, la historia y las crónicas.  Conocemos a Teresa en sus libros, hijos, obras y nos falta seguirla también en la música que la acompañaba, su banda sonora original. La música es un arte que nace y va perdiéndose al momento sólo para nuestro deleite, abriendo la puerta del compositor y del intérprete, dejándonos entrar.

Hace ya muchos años cuando volvía en verano de la Universidad de Salamanca había una cita que marcaba todo para mí, el concierto del órgano de cámara de la Encarnación interpretado por Antonio Baciero. Creo que mi interés por la Santa nació en esos momentos en los que aquella música me conmovía. Aparecía con la melodía, una Teresa que yo empecé a considerar muy distinta de la que había visto en imágenes estofadas y sobredoradas, que había oído en la cultura que como abulense me ha rodeado toda la vida. Un instrumento con un sonido sencillo y limpio, donde las cuerdas se oían en su individualidad. Desde entonces me encanta la música antigua.

La música y Santa Teresa ha sido investigada por mi querido profesor Antonio Bernaldo de Quirós, que recogió todos los datos posibles sobre su madre en la fe dentro del ámbito musical, indagando en el ambiente abulense en el que vivió, la música en el entorno del monasterio de la Encarnación, sus actividades musicales y su sensibilidad hacia la música a nivel personal y místico.

La educación musical de Teresa, que intuyo que era grande, es algo que no podemos encontrar en un dato concreto. Pertenece al ámbito de la intuición y hablando de la Santa es un método de conocimiento mucho mas interesante. Creo que Teresa era una mujer muy sensible hacia la música tanto religiosa como profana y popular. No tenemos tampoco ninguna referencia sobre su educación académica y es la primera mujer doctora de la iglesia y una de las escritoras mas importantes de todos los tiempos.

La música profana en Ávila, en la época de la juventud de Teresa, cuando ella vivía con su familia y salía como niña y joven a recorrer la ciudad, era muy rica. Recoge Luis Ariz que durante la visita de la emperatriz Isabel y Felipe II de tan sólo 4 años, se organizó una fiesta impresionante con desfile de trescientas mozas aldeanas de los sesmos ataviadas ricamente con sus galanes tocando gaitas, tamboriles y panderos. También

desfilaron serranos ataviados en grupos de doce y los maestrescuela sacaron a los niños disfrazados. Esta manera de divertimento y fiesta caló en nuestra Santa reformadora, que componía villancicos y cancioncillas para animar la vida conventual, con monjas que en las recreaciones cantaban, bailaban y tocaban instrumentos como las flautitas de embocadura de pico y tres agujeros que encontramos en la clausura del Convento de San José.

Junto con estas músicas alegres y para la fiesta, Teresa desde niña oía otro tipo muy distinto que le abría nuevos caminos de profundidad interior y de mística de los sonidos que como cristales de colores daban cuerpo a esa vidriera que era la música polifónica española que ella oía en las iglesias, especialmente en la catedral. Estaban en aquel momento en nuestra ciudad compositores tan importantes y sobresalientes como Cristóbal de Morales, que estuvo en Ávila en la catedral de 1526- 1528 cuando Teresa tenía unos 11 años. Estoy oyendo estos días el Officium defunctoruma cuatro voces que compuso en estos años en Ávila y he comprendido que esta música abre muchos caminos en el alma y el espíritu de tantas personas. Teresa estaba en este momento cerca de esta cátedra musical, viviendo en primera persona la mística de la música polifónica.

Estaban en la catedral de manera sucesiva grandes músicos que fueron además los maestros del otro místico por excelencia, me refiero a Tomas Luis de Victoria, así Jerónimo de Espinar, Bernardino de Ribera y Juan Navarro.

Con Tomas Luis, Teresa tenía muchas semejanzas, aunque no tenemos constancia de que se conocieran en persona. Cuando Tomas entró como seise en la catedral para educarse musicalmente, Teresa estaba en la Encarnación. Y seguramente este joven monaguillo oyó hablar del revuelo que una monja estaba protagonizando en la fundación de un pequeño convento en 1562 dedicado a San José. Luego Victoria se marchó a Roma y volvió en 1582 cuando nuestra Santa ya había fallecido. No se conocieron mucho en persona, aunque seguro que se habían saludado por ser sus familias feligresas de la parroquia de San Juan y casi vecinos. Pero lo que no me cabe ninguna duda es que ambos andaban por los mismos caminos de creación, de indagación personal y de búsqueda continua de la Belleza.

También feligrés de San Juan fue en estos años otro grandísimo músico, Antonio Cabezóncasado con una mujer abulense y aquí pasaba algunos días, deleitando a los fieles en las celebraciones catedralicias.

En la Encarnación cuando entró Teresa había un grupo de monjas que eran músicas y se dedicaban a tocar en las ceremonias litúrgicas y a acompañar el rezo del oficio divino. Eran las que tocaban esos preciosos instrumentos, en su mayoría contemporáneos de la Santa, que podemos ver en el museo del monasterio. Arpas de dos órdenes, guitarra, viola da gamba, salterio y el órgano de mesa. En el libro del Retablo de Carmelitas de Doña María Pinelrescatado y publicado por el anterior capellán del monasterio el p. Nicolás González, aparecen historias de monjas músicas que entraban sin dote, como las hermanas mellizas Isabel y Mariana Rosa Velasco o las otras hermanas Clara Eugenia y Eugenia Clara que tocaban el órgano y hasta el bajón.

La música en cuanto se interpreta, es propiedad del oyente que la hace suya y que va siguiendo su movimiento mas allá del oído. Teresa nos relata en la Relación 15 una experiencia mística profunda que ella vivió al oír una voz cantando en la oración, siel canto no cesara que iba a salirse el alma del gran deleite y suavidad que nuestro Señor le daba a gustar,…bien se podía morir, mas, no podía decir que cesase

Tenemos que educarnos un poco para disfrutar de esta música tan divina, pero luego será ella, la que nos irá educando a nosotros en muchas cosas, nuestra maestra. Es increible, pero cierto, conocemos a la Santa de manera muy especial y auténtica, oyendo a Victoria, Cabezón o Morales, en el sonido antiguo de un órgano de mesa, en la voz que a veces nos conduce muy lejos del sillón.