La familia de Bach

 

En estos días me cuestiono donde se encuentra la libertad del individuo, cómo los hombres de todas las épocas pese a los condicionamientos políticos, sociales, de género, han podido vivir en ella. Es cierto que determinadas actitudes, mentalidades, realidades que se imponen en la historia y en algunas sociedades y momentos incluyendo los actuales, no favorecen este suelo en el que pueda desarrollarse la libertad personal.

Vengo replanteando esto, oyendo y estudiando una música que cada día me impresiona mas, la de Johann Sebastian Bach. No hago mas que pensar en cómo en una situación histórica tan comprimida como era la de la sociedad alemana luterana del s. XVIII, en la vida de un músico de la iglesia ,un Cantor de Santo Tomás de Leipzig, con veinte hijos, teniendo que componer música religiosa toda su vida para atender los distintos oficios religiosos, enseñando a los pobres niños a su cargo en la parroquia música y canto para interpretar cada día sus composiciones, podemos ver la obra más libre, bella y completa de un músico genial.

Desde las perspectivas actuales consideramos que un artista, un creador en cualquier rama del arte tiene que poder trabajar en lo que él vea, sienta, lo que le motive, donde las musas aparecen en un determinado momento. Pero esto no es así, en un ambiente tan apretado, lleno de tantas normas, leyes, consideraciones de naturaleza religiosa y social, puede desarrollarse la verdadera libertad, que sale como pájaro de tantos barrotes.

La familia de Bach han sido músicos profesionales desde 1619, organistas, maestros cantores, componiendo música religiosa, cantatas, corales, preludios para acompañar y meditar, en un concepto de la música como instrumento para rezar mas que como una expresión artística en sí misma. Los músicos luteranos del centro de Alemania se dedicaron a componer e interpretar muy arraigados en la tradición antigua de naturaleza polifónica religiosa frente a los músicos del norte del país que empezaron a conocer y a componer en estilos mas relacionados con la ópera, como vemos en otro genio del momento Haendel.  Cercanos al ámbito católico, ya que era en Roma donde comenzaba a oírse y a componer en un estilo en la línea de las óperas dentro del ámbito eclesiástico y del Vaticano.

Si la vida de un músico era en estos momentos y ámbitos alemanes muy regulada por normas y conceptos, imaginemos lo que era para una mujer. Y tenemos un ejemplo sobresaliente en la propia mujer de Bach, Anna Magdalena. Sabemos hoy en día, después de los estudios del profesor  Martin Jarvis que se reflejan en la reciente película “ Crónica de Anna Magdalena Bach”  de Daniéle Huillet que  no fue simplemente la copista de su marido como se leía su vida hace años. Jarvis sostiene que ella compuso por ejemplo el aria de “Las Variaciones Golberg” o el Primer Preludio de “El Clave bien temperado”.

Se casó Anna Magdalena con el maestro Johann en 1721 cuando era una joven soprano que ya se ganaba la vida con su talento vocal. Era la segunda esposa de Bach, y juntos tuvieron trece hijos. Hija de un trompetista de la corte de Zeitz , estaba al tanto de toda la música que se iba componiendo en el momento y ayudó mucho a su esposo, no sólo en su familia numerosa y como ayudante a la hora de transcribir la ingente obra musical que creaba Bach, sino que fue creando a su alrededor un ambiente de libertad y de amor por la música. Organizaba veladas musicales en casa, invitando a los amigos y propiciando la creación de los Conciertos del Café.

Pero el ambiente en el que vivían era realmente rígido y muy cruel, así al menos lo leo yo. Cuando murió Johann, Anna tuvo que irse a los pocos días de su casa en la Escuela de Sto. Tomás, buscando un lugar donde poder sacar adelante a sus cinco hijos pequeños. Sólo pudo disponer de un tercio de la herencia de Bach, que era más o menos el sueldo que ganaba como maestro y músico durante un año. Llegó a pasar hambre, a pedir para poder mantener a sus hijos.

Y al ir oyendo la enorme obra de este genial músico nos sobrecoge la emoción por cada giro de la melodía, las arias de las cantatas, el delicado estudio de la belleza sonora de cada instrumento.  Recoge Ramón Andrés “Los días, las ideas y los libros” la lista de volúmenes que componían la biblioteca de Bach al morir, y entre ellos me encuentro con una traducción alemana de “Llama de amor” de San Juan de la Cruz de Müller. Libertad como reducto del hombre. En familia Bach encontró la llave de la creación y la puerta para la libertad individual.

Articulo publicado en el Diario de Ávila, el 4 de abril de 2019

No hay hierba digna de tal flor. Los narcisos

Reconozco mi amor por los narcisos , cada año me gustan mas, creo que tiene que ver con el paso del invierno frio y desgarrado hacia la primavera, el color amarillo tan lleno de potencia, las praderas encharcadas, los jardines que aun están pintados de gris, su aroma floral tan exquisito …

Suele coincidir su floración con el día de San José, otra fiesta que destaca sobre un panorama cuaresmal y gélido, en el que no entiendo que no sea fiesta nacional.

Flores como anticipo de la Resurrección que como primavera volverá a renovar todo. Unos pequeños seres que viene a poner un poco de aire fresco en un panorama de actualidad cada vez mas crispado, atentados por muchos países como fruto de la intransigencia, desafíos soberanistas, problemas de violencia familiar, social y en la iglesia.

Miro los narcisos mientras disfruto con su olor, veo cómo han despertado el interés de muchos pueblos antepasados nuestros desde la Antigüedad. Así lo rastreamos en los mitos y leyendas que se han contado, recogidos de manera bella y completa en libros como las Metamorfosis de Ovidio.

En 2008 tuve la enorme suerte de poder asistir a una exposición antológica del pintor británico John William Waterhouse en la Royal Academy School de Londres. Allí pude ver a Narciso mirándose en el reflejo del agua, mientras la ninfa Eco lloraba su desplante. La metamorfosis estaba allí llena de narcisos con tanto detalle y belleza.  En este cuadro olfateamos las influencias prerrafaelitas, la obra de un joven pintor que demostró todo su interés por la Antigüedad clásica y la naturaleza, con una capacidad de transmitir los mitos, los poemas, cada leyenda.

Todo el componente de auto referencia enfermiza que tiene el termino narcisista, no arranca hasta el comienzo del s. XX con los estudios del médico Havelock Ellis.

No pensaba en todo este perfil de persona con muestras de grandiosidad, necesidad de admiración y falta completa de empatía, el poeta Petrarca cuando puso esta comparación en un soneto a su amada Laura en el s. XIV. La comparación de esta bella joven con la flor iba en el sentido de la belleza y del sentimiento de orgullo que tiene quien la posee como parte de los gestos del cortejo amatorio. Y le dice a su amada: no hay hierba digna de tal flor.

Narciso aparece también en la historia como espejo de belleza, incluso dentro del panorama religioso de naturaleza místico, poético. Así la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz tiene un bello auto sacramental llamado “El Divino Narciso” (1689) donde este joven, con nombre de mi amada flor es la personificación de Jesucristo. Narcisos en el siglo de oro español al otro lado del mar.

Narciso es el nombre de muchos catalanes, un santo muy venerado en Gerona desde el s. IV cuando salió de esa tierra para predicar el evangelio a Alemania y los Alpes, instalándose en Augsburgo y convirtiendo a un grupo de mujeres en santas como lo fue Afra. Al volver a Gerona fue martirizado y como de su cadáver salieron moscas en un momento de cambio de sus restos a otro lugar, se le comenzó a representar rodeado de estos insectos en cuadros e imágenes. Narcisos y moscas.

En todo el mundo se disfruta de los narcisos y se utiliza esta flor para festejar días importantes o acontecimientos memorables, así en China simbolizan la buena fortuna. Regalar un ramo viene a dar muy buenos augurios para comenzar una nueva estación.

Este significado se amplia en Japón donde significa también alegría, algo que desde luego comparto. Significa esperanza en Francia y los árabes los utilizan para combatir la calvicie.

Un montón de significados de algo que se llama el lenguaje de las floresdesde que Louis Cortambert lo recogió en su obra en 1819, dando cuerpo a todo el movimiento de la Floriografía victoriana británica, siguiendo el camino de Lady Mary Wortel Montegu y el lenguaje floral turco que ella pudo ver en los harenes de este país cuando vivía allí como embajadora inglesa.

Pero donde me quedo un rato a leer y disfrutar con estas flores, donde me identifico con lo que dice es en los versos de Federico García Lorca: Narciso, / tu olor/ y el fondo del rio. Quiero quedarme en tu vera/ flor del amor, Narciso.Trompetas que anuncian la primavera y tiñen de positivismo cada día.

Articulo publicado en el Diario de Ávila, jueves 21 de marzo 2019

SIN APARTAR UN PUNTO EL PENSAMIENTO

No hay mejor manera para celebrar el día de la mujer que conociendo a algunas que nos impresionan por su vida y pensamiento. En medio de muchas que podríamos elegir, me decido por una mujer muy especial cuya trayectoria y personalidad son impactantes, María Salazar.

Su vida como monja carmelita descalza, dejando a un lado los lujos y deleites de la pequeña corte de Doña Luisa de la Cerda en Toledo, arranca cuando apareció en el palacio nuestra Santa Teresa de Jesús. Cuando llegó y con su actitud cercana, amigable, muy recogida y orante, impresionó a la joven de unos 14 años que comenzaba a disfrutar de su belleza y de las relaciones sociales. Era Teresa una persona que rompía los moldes de lo que se esperaba de ella y creo que en muchas cosas sigue siendo así. Puso como actitud algo que tiene que ver con el verbo relacionarse y con la palabra mágica amistad. Ambas cosas ponen en marcha ese reino en la tierra. Amistad con Aquel que nos ama, desarrollando una actitud de conversación, atención y amor con los demás.

Ella misma nos cuenta, en su obra más reconocida El Libro de las Recreaciones,escrito de manera dialogada, al estilo y manera de ser de Teresa, con cercanía y suavidad, qué fue lo que la llevó a entrar en el camino que cambió su existencia:  la oración. María como fiel discípula de la Santa se hizo luego maestra de sus hermanas como leemos en Instrucción de novicias al modo de Camino de Perfección.

Fue y así podemos verla cuando leemos sus textos, una elegante poeta, mística profunda, muy culta ya que hablaba varias lenguas entre ellas el francés que le sirvió para plantear los primeros pasos de la fundación teresiana en el país vecino.  Una gran conocedora de la Biblia, estudiando con detenimiento el Antiguo Testamento. Sabía y leía en latín, podía por tanto rezar las Horas de cada día conociendo y haciendo suyas las palabras de cada salmo. Sus poesías son tan bellas y cuidadas, mostrándonos algo que ya la Santa decía de ella, que era muy culta e instruida. El investigador Carlos Ros llega a pensar que alguna de las poesías que creemos que son de Teresa podrían ser de María.

Cuando María conoció a la Santa, ésta ya estaba decidida a fundar el nuevo convento de San José en Ávila. Fue a Toledo a consolar a doña Luisa que se había quedado viuda. Pero no fue hasta la segunda visita de Teresa en 1570 cuando se decidió a vestir el habito del Carmelo descalzo, para entrar y profesar en Malagón, con el nombre de María de San José, tenía 27 años. Entraba en la orden recién fundada una hija muy querida de nuestra Santa, destinataria de muchas cartas, y la que quiso que fuera su sucesora. La fundadora de Carmelos, como el de Sevilla.

Me impresiona María de San José por su lealtad hacia Teresa y los fundamentos de la nueva orden que fundó. Asumió desde el principio esta actitud de la amistad profunda, ese “andar en verdad”, avanzando por caminos muy duros, de descredito, falsas acusaciones, incluso la prisión por nueve meses dentro del convento que ella misma fundó en Lisboa. Se quedó ciega y salió de allí muy enferma.  Y todo por defender la obra espiritual de nuestra Santa, el predicamento de libertad, suavidad y trato de amistad y ser leal a esto siendo mujer, en el camino de Teresa. Todo lo que consiguió nuestra Santa, fundando una nueva orden reformando no solo a monjas sino a frailes, quería ser amortiguado en una visión de la sociedad y de la espiritualidad realmente machista después de la muerte de Teresa. Y María de San José, Ana de Jesús, San Juan de la Cruz y el padre espiritual de Teresa, Jerónimo Gracián defendieron con todo su ser y su vida el legado de la Santa, y sufrieron así persecuciones, cárcel e incluso fueron expulsados de la orden como ocurrió con Gracián.

María en todo este durísimo trance que vivió, estuvo fuertemente atada a la oración, allí encontraba su asiento, “Si siempre en ti pensase el alma mía, sin apartar un punto el pensamiento”esto la empujó a sobrevivir a tanta noche y crueldad.

Sobrecoge leer sus cosas y ver cómo ella llevaba su vida con tanta paz, así lo veo en su Carta de una pobre y presa descalza escrita un viernes Santo de 1593 en la prisión de Lisboa.

Cuando leemos las cosas de Teresa en pleno siglo XXI y nos sorprenden por su actualidad, la defensa de cada ser y el papel de las mujeres dentro de la espiritualidad, la libertad como pilar de la vida reformada, la amistad y el amor de unos con otros, podemos hacer este otro análisis que nos dejará aturdidos. Lo que era y cómo se veía en pleno s. XVI. Una mujer, una monja, reformando hombres y mujeres, diciendo todo esto desde la más rotunda libertad y construyendo un nuevo camino espiritual y de vida. Ella pudo sortear los problemas con la Inquisición, pero mucho más dolor y sufrimiento vivieron en su propia carne sus hijas e hijos que seguían con todo este nuevo predicamento, a los que la vida les exigía mucho valor y sobre todo mucha fe.

Realmente María no pudo  ni quiso apartar un punto su pensamiento.

Articulo publicado en el Diario de Ávila, 7 de marzo, 2019

 

 

 

 

 

Cuando paseo por las ciudades históricas como la nuestra disfrutando de la belleza del entorno, la arquitectura, el cielo, el pavimento, los jardines mi percepción me lleva siempre un poco mas allá de lo que veo. Comienzo a dialogar con todo.

Vivir en ciudades así tan apabullantemente bellas y llenas de historia y cultura requiere sobre todo afinar nuestra sensibilidad ante lo natural y el pasado, sobre todo a aquellas personas que tienen la responsabilidad de llevar a cabo las actuaciones que se requieran.

Algo en lo que siempre me fijo es en los jardines, las plazas con arbolado, los paseos serpenteados de matas, las laderas cultivadas, las especies y su ubicación. Desarrollo, sobre todo por mi amor por lo natural, por la botánica y el Patrimonio, un diálogo con lo que me encuentro. Una conversación que muchas veces me deja llena de pena.

Creo que debo empezar a analizar todo desde las propias palabras con las que denominamos todo esto, viendo qué entendemos porque de ellas se va a derivar un planteamiento o una actuación concreta. El primer concepto es el de zonas verdes. Con él se engloba una serie de ideas y planteamientos muy distintos y en muchos casos antagónicos, podría decir que en lucha campal muchas veces. En zonas verdesincluimos los jardines junto con las zonas de esparcimiento social de distinta naturaleza, como zonas de juegos para niños, campos de deportes, lugares para practicar deportes estáticos, zonas para perros y otras muchas mas. Todo creo que parte de las bondades y belleza de los jardines por su propia naturaleza: todos disfrutamos en ellos y desde la Antigüedad se han constituido en lugares para el disfrute. Y se ha ampliado su uso a todas aquellas manifestaciones de tiempo libre que se realizan al aire libre. Meter en todo este conjunto tan heterogéneo de lugares a los jardines y sobre todo a los de las ciudades históricas de manera absoluta me parece un error. Algo que lamentablemente veo a mi alrededor.

Los jardines forman parte de nuestro Patrimonio, son un Bien cultural a proteger porque están en una relación intrínseca con el resto de los otros Bienes como los edificios. Son además, como dice la Carta de Florencia de la Unesco de 1981 unos Bienes vivos, perecederos y renovables. Una expresión de la unión entre la historia y la naturaleza. Bellos y únicos por estar formados de especies naturales son lugares para el deleite, el paseo, la meditación.

Los jardines y zonas ajardinadas o arboladas de nuestra ciudad son jardines históricos y la conservación del Patrimonio debe englobarlos. Así no sólo hay que proteger lo que tenemos, árboles, especies, diseños, tierras y rocallas, parterres, rosaledas y fuentes, buscando siempre renovar aquellas plantas que vayan faltando por el paso del tiempo, o por enfermedades y plagas de distinto tipo, sino que el planteamiento de nuevas intervenciones arquitectónicas debe ir envueltas en el Patrimonio vegetal y la historia. Digo esto porque me duele ver cómo se colocan especies de plantas, árboles sin que los aspectos antes mencionados de respeto al lugar se mantengan. Quitamos Negrillos porque están muriéndose, algo lamentable y que a veces ya no resulta posible solucionar, y en vez de volver a plantarlos en los mismos lugares de la ciudad donde han estado por siglos, los sustituimos por otro árboles ajenos a todo, que no mantienen coherencia con el entorno y dejan las plazas en una situación absolutamente diferente de lo que la historia nos ha regalado.

Para mi, todo jardín en Ávila es un jardín histórico, tiene a la muralla como muro, al cielo y al roquedo como aliado. Jardines que nos deben decir de nosotros, de nuestra historia, recuperando lo que se perdió y cuidando lo que mantenemos. Haciendo un diálogo cultural, estético y coherente con el medio en el que nuestra ciudad se mueve, la Sierra, los cantos berroqueños, dejándonos leer algo interesante, motivador y auténtico. Buscando en lo nuestro a nivel botánico lo que debemos replantar, sabiendo que es mas sostenible en cuanto al clima, agua y suelo e infinitamente mas bello por ser natural y nuestro. Rocallas con plantas vivaces que puedan atraer a visitantes de todo el mundo, viendo como florece la Saxifraga, las Prímulas serranas, los Dianthus de nuestros roquedos, los ranúnculos. Las aromáticas en variedades. Mostrando el paso de las estaciones y la belleza de nacer entre rocas y formar con ellas espacios armónicos como los que vemos en un paseo por los alrededores.  Macizos de piornos que muevan a disfrutar de sus variedades y colorido, siendo en esto un jardín en la línea con otros botánicos de todo el mundo. Rosaledas con variedades antiguas, zonas alrededor de las fuentes con aromáticas, algunas de ellas en los claustros conventuales con su sentido medicinal.

Con todo esto los jardines se irían constituyendo en otras páginas de la ciudad que muestran su historia, que sirven para algo mas que para ser zonas verdes, crean cultura, fomentan el turismo y las visitas y nos enseñan a todos lecciones de historia, cultura, belleza y humildad.

 

 

 

Estamos en estos días preparando el encuentro con la poesía japonesa y los haikus en la Casa de la Poesía Juan de la Cruz y me encuentro inmersa en este mundo fascinante de la cultura nipona.

Muchas de las manifestaciones culturales y vitales de Japón han ido entrando en la civilización occidental para quedarse: la comida asiática con el Sushi llena de restaurantes y puestos de comida los supermercados. Palabras y actividades como el Origami , la papiroflexia está atrayendo cada vez a mas personas, lo que Unamuno llamaba cocotología o el arte de construir pajaritas de papel. Los libros de Murakami son top ventas en las librerías y muchos de nuestros hogares van siendo decorados con toda la filosofía del minimalismo de Feng Shui con su lema sencillo y claro: “menos es mas”. Los dibujos animados japoneses Manga con Oliver y Benji han sido los cuentos de un montón de generaciones de españoles, los bonsáis llegaron con fuerza como elemento de vida natural en medio del salón de casa desde que en los años 80 se pusieran de moda por la afición a cuidarlos y coleccionarlos del entonces presidente Felipe González.

Me planteo un poco todo este “sunami” oriental y las causas de la fascinación que suscita no solo entre nosotros sino en todo el mundo occidental. Creo que se basa en algo muy sencillo y a la vez muy espiritual como todo lo que hacen y piensan, y se reduce en un verbo: “quitar”. Tendemos a acumular mil cosas, mil pensamientos, mil actitudes en occidente, en un ansia a veces imparable por el cambio y el movimiento de todo que llega en muchos casos y millones de personas a la desorientación y la ansiedad. Queremos hacer, conocer, tener, oír, leer a un ritmo mas acelerado del que nuestra vida nos permite con su trabajo, quehaceres y familia. Todas las actividades, tradiciones y artes que vienen de Japón se basan en este principio de la simplicidad del que ha sabido quitar tantas cosas para disfrutar con pocas de la vida.

Voy ahondando un poco mas y me encuentro con los japoneses en su verdad construida en parte muy importante por sus dos tradiciones religiosas, el Sintoismo y el Budismo Mahayana. El sintoísmo, originario de Japón no tiene libros sagrados al estilo de las Sagradas Escrituras. Sus dioses “ Kami” los encuentran en los fenómenos como la lluvia, el viento, que interrelacionan interiormente con la misericordia o la fertilidad .Las personas al morir se convierten en Kami y son venerados por su familia, personas que se consideran desde su nacimiento buenos, honrados y nobles.

La espiritualidad budista aporta también a este corpus del alma nipona elementos fundamentales. El budismo mas que una religión es una forma de vivir que trata de eliminar todo sentimiento vital insatisfactorio mediante la practica de la meditación como motor base de todo este viaje interior transformante.

Este sustrato cultural ha ido construyendo unos pueblos muy diferentes a los occidentales y a los que miramos con mucho interés. Así estos días estoy analizando cómo son los niños nipones y cuales son las bases de su educación. En los colegios se enseña a los niños a ser independientes, a aprender a ir solos de casa al cole, a hacer la mochila adecuadamente, a hacer las tareas cotidianas necesarias en el cole como barrer, quitar el polvo, cuidar las plantas, atender en el comedor y limpiar las basuras de los bosques, los parques o las playas. Así es como van aprendiendo los principios básicos de la convivencia que ya van a marcar su vida, la honestidad sabiendo comportarse decorosa e íntegramente tanto con los demás como consigo mismos, el respeto a todos sin discriminaciones, la solidaridad dando parte de su tiempo a otras personas que los rodean, la humildad conociendo las propias limitaciones y la paciencia del que aprende a esperar.

Reforzamiento de los valores personales y cívicos, y un deseo de tener poco y disfrutar de cada momento, así lo hacen en medio de las maratonianas jornadas laborales que llegan a producir hasta enfermedades y muerte por exceso de trabajo. La felicidad está en las pequeñas cosas de cada día y en la estabilidad interior y la paz de espíritu.

 

Todo esto que he ido exponiendo de condensa en un tipo de poema tan esencial y breve como profundo y hondo, me refiero al Haiku. En pocas palabras, tres versos sin rima, con un esquema 5, 7, 5 se puede decir mucho, hacer verdaderas obras de arte. La forma básica de haiku se reforzó y se llenó de espiritualidad con Matsuo Basho (1644-1694), que fue un monje zen budista que estuvo toda su vida de viaje aprendiendo de la naturaleza, dejándola ser la protagonista y llevando su escritura hasta el mínimo de expresión y de contemplación.

Pretender en estos días aquí en Ávila ir por este camino de escritura de la naturaleza  es algo al menos refrescante. Me permite ver todo como muy prescindible, arranca el deseo de organizar mi casa al método Konmari , coger un rama, dos flores, tres hojas y una piedra y comenzar a recrear la naturaleza en un ikebana sencillo y verdadero, lo que veo por dentro de mi. Hacer esto con palabras escribiendo haikus, intentarlo al menos siguiendo lo que Basho nos dijo,… “ no sigas el camino de los antiguos, busca lo que ellos buscaron” . Nos apunta esto algo que tiene que ver con el verbo perforar, mirar contemplando la naturaleza para ir mediante un ejercicio de quitar tanta cosas hasta lo que subyace, lo que me hace persona y donde está en fondo de mi equilibrio y felicidad. Escribimos haikus aquí en Avila, y nos vemos con todos los que quieran venir a compartir en la Casa de la Poesía.

¡AQUÍ  EN EL REGAZO DE LA SIERRA, ME SIENTO YO

Feliz Navidad en la Sierra de Gredos.

 

Este año he felicitado las fiestas navideñas con una frase sobre lo que quiere de verdad la navidad, su deseo de ser libre y de acampar en nuestra vida cada día.

Navidad como un renacimiento personal que tiene desde la época del Niño Jesús y su vida, a la familia como marco de todo, a la sociedad. Individualidad que se va restaurando y renaciendo y vida social que también con ese pulso avanza y cambia.

Esta vuelta a la vida viene siempre determinada por nosotros mismos y nuestra manera de ser, personalidad, intereses, valías. Dejar libre todo esto para que vuelva a la vida en plenitud.

Cuando reflexiono sobre nosotros como comunidad, individuos atravesados por una misma historia, cultura y espiritualidad, busco las raíces profundas de nuestra existencia. En muchas cosas y aspectos puedo bucear en esta búsqueda, pero en pocos como en la naturaleza encuentro su verdadero valor. En concreto en la Sierra Gredos, su belleza limpia como de cielo de Castilla, como la leía Miguel de Unamuno.  Encuentro la verdad en su silueta rotunda, en su tradición y costumbres. Todo esto desde hace unos años se muestra de manera sorprendente y muy emotiva en el Festival del Piorno en flor.

Hace casi nueve años, un grupo de personas comenzamos a soñar sobre todo esto, Gredos con su belleza primaveral, viendo cómo potenciar la vida rural en esta Sierra en los meses donde menos gente se acercaba por allí, en mayo y junio. Nos sorprendíamos al analizar esto, porque justamente es en primavera cuando la sierra de aspecto pardo y sobrio calzada de botas de granito berroqueño y fumando nieve se volvía toda juventud y belleza, oliendo a cantuesos y llenado todo de color amarillo piorno, agreste y dulzón. 65.000 hectáreas de flores amarillas llenando la vista de un mar increíble.

Desde entonces han pasado muchas cosas, sin que la comparación se considere exagerada diría que ha renacido la comarca en estos meses de primavera con el empuje del Festival de piorno en flor. Mas de 30 pueblos participan en las actividades, y estas son un motor de desarrollo social impresionante. Los vecinos decoran sus casas, el ayuntamiento, la iglesia, el pilón de la plaza. En unas actividades que promueven no sólo las visitas de los turistas que van creando riqueza económica, sino de familiares y amigos que quieren ir a ver sus pueblos, los de sus antepasados y se comienzan a sentir muy orgullosos de vivir en tanta belleza natural. Se trabaja todo el año pensando cómo decorar los pueblos y las casas, en talleres, ideas, y sobre todo en una maraña de pequeños grupos de vecinos que colaboran y cooperan para ayudar a la naturaleza que rodea sus localidades a ser aun mas bella en sus manos. En un entorno social de naturaleza rural preocupante, con cifras que aterran, según las cuales Ávila perderá mas de 16.000 habitantes hasta 2022, el 10 % de la población total. Todo este empuje y energía que aporta el Festival del Piorno, indica un nuevo camino de desarrollo sostenible para unas comunidades rurales que comienzan a sentirse orgullosas de su entorno e idiosincrasia. Y muestra a tantas personas hartas de la vida saturada de las grandes ciudades, el regalo impresionante de vivir en esta Sierra, la calidad de vida y de paz.

En estas navidades siento que todo esto nos empuja a ir mas allá. A teñir de color amarillo piorno el entorno del Portal y dejar que vaya renaciendo toda esta comarca. Todo el festival y el desarrollo de estos bellos pueblos también entran en nuestra esfera personal, nos pide que abramos nuestros ojos y que colaboremos, sintiendo que toda la sierra es nuestra, patrimonio que debemos defender y dinamizar.

Creo que estamos entrando en las sociedades occidentales en un tiempo nuevo y de diferente matiz. Los ciudadanos tenemos que aportar, cambiar nuestra mentalidad. Muchas cosas que nos rodean sentimos que pertenecen a otras personas e instituciones, a la esfera política, empresarial, gubernamental y tenemos que empezar a sentir que donde pertenecen realmente es a nuestra propia casa.  Es nuestro deber aportar nuestra valía, pensamiento, aportación de cualquier tipo de manera libre, sin condicionamientos, ni sociales, económicos ni políticos. Gredos, el desarrollo de la vida rural y su futuro es algo nuestro, mío a nivel personal y desde mi amor por esta tierra, desde mis ojos llenos de tanta belleza, y mi corazón agradecido a los vecinos que cada año trabajan en este sueño. Desde estos parámetros nace la propuesta navideña de Apadrinar un piorno, donde podamos ayudar con nuestra aportación a este proyecto social y de belleza tan impresionante.

Así tiene sentido el espíritu de la navidad, dejando que lo que es nuestro, tenga la oportunidad de volver a nacer joven y lleno de energía, sabiendo que somos nosotros los que podemos empujar este cambio, avanzando por un camino de futuro para el mundo rural.

Así podremos volver a decir con Miguel de Unamuno:“! aquí en el regazo de la sierra, aquí, entre vosotros, aquí me siento yo! Patria ermitaña, que como nido torna siempre a la verdad. ¡Feliz Navidad!

 

 

Cuando reflexiono sobre este artículo en el día después de la Gala de los ciento veinte años del Diario de Ávila tengo cerca, en mi escritorio las poesías de Ida Vitale.

Me planteo cómo puedo expresar con palabras algo que ha estado en mi vida, un suelo, una alfombra en vuelo, que desde mis abuelos me lleva hasta hoy y me empuja al futuro, en un periódico que es parte de Ávila. Una ciudad que no es sólo la muralla, ni el roquedo sobre el que se asienta, las calles adoquinadas, las iglesias, la catedral fortaleza, las plazas con sus bancos de piedra. No es sólo eso, es mucho más, somos todos nosotros los que constituimos este nombre. Una ciudad y un periódico donde se oyen nuestras voces, la actualidad que nos va cayendo encima, la agenda de lo que vamos haciendo, nuestras opiniones, las voces de los vecinos, las reflexiones económicas y culturales, los anuncios, nuestros negocios.

El premio Cervantes 2018 ha recaído este año en la poeta uruguaya Ida Vitale. Desafiando todos los pronósticos, los miembros de jurado no han podido elegir otro candidato mejor. Con esta elección levantan con alegría el agradecimiento que hacia ella sentimos los lectores y la crítica, por una obra poética que abarca toda su vida, llena de personalidad y de belleza.

Como todos los poetas de la historia Ida reflexiona a menudo sobre el lenguaje y la escritura como vehículo de comunicación, reflexión y vida. Expresa en una frase la dinámica de su trabajo:

La poesía trata de encajar

un circulo en un cuadrado.

Llevo varios días con esta definición tan genial en mi cabeza, y creo que tiene mucha razón para muchas cosas de la vida. También para expresar lo que es este Diario en la ciudad que somos todos.

Poder poner en palabras una noticia, articular una opinión, reflexionar sobre la vida, la actualidad, priorizar, colocar, diseñar son tareas que requieren de esta acción, plasmar círculos de pensamientos, datos y opiniones en un cuadrado compuesto de palabras, de maquetaciones, de páginas, portadas y anuncios. Una acción que tiene que ver mucho con otra que se recoge en el verbo atinar, dar en el centro, interesar, entretener, dar a conocer.

EL Diario de Ávila, como parte de nuestra historia tiene un poso que me emociona, el de mi propia vida, familia, vecinos, amigos. Algo más que se pega a mi patrimonio inmaterial, como el polvo que se va acumulando sobre el devenir de cada día. Un montón volátil que es nuestro, que cuenta nuestra vida y que por tanto nos va definiendo como personas y como comunidad. Ese polvo personal, como ese que está entre los sillares de la muralla, es algo que no podemos nunca encontrar en otros medios de comunicación más globales. Si, somos habitantes de una gran aldea global intercomunicada, atacada por corrientes de opinión, mass media, y comunicaciones que recorren en segundos medio mundo. Somos esos habitantes, pero no podemos entendernos de veras, si no prestamos atención a nuestro propio caminar y a ese polvo que dejan nuestros pasos, la ciudad, la cercanía, el vecindario.

En todo esto sigo a Ida, que parece que dialoga conmigo,

De la memoria sólo sube 

un vago polvo y un perfume. 

¿Acaso sea la poesía?

La memoria y dónde se asienta, es algo que me interroga. El fundamento de nuestra vida, la raíz que desde luego siento muy cercana. Digo esto tras lanzar una mirada al pasado de este periódico porque en sus páginas encuentro también la historia de mi familia. De mis abuelos ya tan emprendedores y empresarios, anunciándose, dando a conocer su trabajo a los vecinos. De mi padre Antonio Álvarez que nos transmitió este apego al Diario, la comunicación de toda la empresa en su dinamismo. Mi trabajo, la floristería en cada acto, oferta, presentación.  Mis hermanos, cada equipo de trabajo mostrando sus acciones. Tener memoria es tener en cuenta todo esto. Saber que el pasado como dice Ida está como polvo alrededor y también tiene un aroma suave. El día que no tengamos en cuenta todo esto, no valoremos nuestra propia historia, de la que el Diario es una parte fundamental de la misma, iremos cayendo en el anonimato de la aldea global y nuestro pensamiento crítico se comenzará a tambalear.

Termina Ida esta reflexión:

corta la vida o larga, todo

lo que vivimos se reduce

a un gris residuo

en la memoria.

Un residuo gris, lleno de tinta sobre el papel, en forma de Diario, con más de cien años, que en su pozo de recuerdos nos lanza hacia delante. Felicidades.

Articulo publicado en el Diario de Ávila el 29 de noviembre de 2018

ÁVILA, PATRIMONIO MUNDIAL.

Días después de la visita del rey Felipe, hay una palabra que sigue sucintándome muchas cosas: Patrimonio. Tal vez porque desde hace ya mucho tiempo siento que su significado me envuelve, probablemente por la suerte de ser abulense y haber tenido toda mi vida esta ciudad en la pupila y en el corazón. Patrimonio habla de posesión, englobándonos a todos, a la humanidad entera, pero sentida de manera única por cada uno, al ser propiedad del alma que la lleva en su interior.

El verbo envolver creo que expresa muy bien todo esto y está en la línea de la definición que sobre Patrimonio hace la Unesco, al hablar de ella mas que como un producto o un proceso de algo, como un caudal.

Vivir aquí, es saber desde niño qué quería decir Unamuno con unos versos que recoge Jacinto Herrero “En Ávila: sin ira”, “tú me levantas, tierra de Castilla/ en la rugosa palma de tu mano/ al cielo que te enciende y te refresca/ al cielo, tu amo”

Y al hablar de corriente, de flujo dentro del concepto Patrimonio, sumamos a los monumentos de piedra, las iglesias, palacios y casas, la muralla, el roquedo sobre el que se alza, el cielo que termina y eleva el espíritu hacia arriba, que nos hace vivir con otras miras. Los restos del Ávila romana, los verracos de los castros en parques y puertas, todo el patrimonio arqueológico que hay que cuidar.

 

Entiendes viviendo aquí, o sólo paseando un día de verano entre las calles y las almenas, la mística de Teresa y el alma sublime de Juan, su poesía, su obra y todo su predicamento de amor. La corriente envuelve el cielo y lo llena de luz y de sonido, en las partituras de Tomas Luis de Victoria, en sus motetes y misas, mientras construye catedrales también en el aire, en el cielo, hechas de sonidos, de polifonías, etéreas y místicas también.

La corriente que envolvió a Mari Díaz haciendo de ella la santa de la calle, de la tribuna de San Millán, de los pobres de solemnidad, de los sacerdotes, de San Juan de Ávila que en ella encontró apoyo y amistad. La misma fuerza y empuje de Guiomar de Ulloa, su amistad generadora de entusiasmo, de alegría, oración y determinación.

El concepto Patrimonio, engloba también todo el mundo vegetal, los negrillos que al morir van borrando con su silueta el patrimonio inmortal de Ávila, de la del alma y que sentimos que se escurre año tras año como el agua en el fondo de la pila de lavar. Los alhelíes de la muralla entre piedra y oquedad, los setos de boj y las grandes rosaledas que recordamos brillando sobre la muralla, con todo su esplendor. Los liliums conventuales, la menta y la mejorana, el roquedo de genistas silvestres de los descampados, el agreste cantueso y la descarada amapola de los sembrados, las avenidas de tierra rastrillada de los parques, los árboles que desde las misiones vinieron en barcos desde la otra parte de mundo hasta aquí.

Reconstruir todo este jardín que tenemos en el recuerdo vivo, es también objeto de atención en esta declaración de la Unesco. Porque los monumentos de piedra se levantan sobre un suelo de verdad, con su belleza de barros y de plantas y resiste con dificultad, en la mayoría de los casos con mucho dolor, las pavimentaciones artificiales que convierten calles y plazas centenarias en pasillos de centro comercial.

La cultura también engloba esto, y sólo desde el amor hacia la naturaleza, los jardines, cada planta y cada flor podremos avanzar en un mundo mas sostenible y sensible, donde todo esto tenga cabida, al menos en planteamientos políticos que enraícen con lo que los ciudadanos tenemos dentro de la mente y sobre todo en el corazón.

Viendo el acto desde la televisión llegó un momento que por dentro sentí que aquello no representaba todo esto. Quizá por este sentimiento de que el patrimonio es de todos y es algo que fluye envolviendo la ciudad. Sólo desde este sentimiento hondo y de manera personal, podremos ir viviéndolo aquí, sintiendo Ávila como nuestra casa y cuidándola, orgullosos de ella. Faltaba en la foto de la Santa el negrillo y la tierra por donde pisó Teresa, por donde jugaba con su hermano Rodrigo. La música de Victoria y los poemas de Juan.

Pero hay algo que engloba este concepto de Patrimonio que va aun mas allá proyectando su mirada hacia el futuro con la raíz en el presente: nuestra aportación a la ciudad, la historia, la cultura, el arte, la jardinería, el arte floral, la poesía.  Es Patrimonio de todos esa Ávila que vive tan bella y rotunda en nuestro interior, por la que trabajamos, por cuyas calles vamos a pasear, a trabajar, en cuyas plazas han jugado nuestros hijos, como hicimos nosotros y toda la larga cola de nuestros antepasados. Y en esto está nuestra corresponsabilidad como ciudadanos, aportar a nuestra Ávila del alma, todo lo que podamos, sepamos y tengamos la oportunidad de hacer. Así iremos poco a poco pagando esta larga deuda vital con esta ciudad, al ser tan afortunados de haber nacido aquí y vivir dentro del reflejo del cielo que sobre el suelo de cada rincón se pinta, en este fluir envolvente que vemos que es nuestro Patrimonio del alma. Tu me levantas Ávila en tu rugosa mano castellana, al cielo que te enciende. Al cielo, tu amo.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 24 de septiembre. 2018

PALACIO DE SOFRAGA

 

 

En la tarde del pasado lunes 25 de junio recordábamos en el Palacio de Sofraga la inauguración en 1479 de un beaterio dedicado a La Encarnación que fue la semilla del actual Monasterio carmelita.

La historia de su fundadora parece recién salida de uno de los libros de caballería que tanto le gustaban a nuestra Santa. Y la repercusión de ese acto de encerramiento dentro de casa para orar por los demás y entregar la vida por amor, ha tenido repercusiones muy grandes en la figura de Santa Teresa de Jesús y de toda la familia del Carmelo descalzo.

Buceando un poco todo esto a partir de los documentos y el estudio exhaustivo del anterior capellán de La Encarnación, el p. Nicolás González, me he encontrado de cara con Dª Elvira González de Medina, una mujer que vivía en el palacio que en el s. XV había en donde ahora está el Palacio de Sofraga. Aquel otro palacio se le conocía como el de Villaviciosa, y era propiedad de una de las familias más influyentes de la sociedad del momento, los Águila. Suyo también es el castillo que lleva ese nombre y que está a los pies del castro vetton de Ulaca.

Una mujer valiente que quiso poner su vida en unas coordenadas más hondas y retirarse del bullicio de la ciudad, con un grupo de amigas y parte de su servicio. Apartarse y encerrarse para orar. Al principio solo eran tres, Elvira González de Medina, Juana Núñez y María Verdugo, llegando en menos de un siglo a ser más de 180 monjas, ya en la Encarnación. Pasando de beatas a monjas por la activa acción de Doña Beatriz Guiera.

Elvira aparece en la documentación como mujer soltera, cohabitando con un arcediano de la catedral, en un momento en el que un niño de ocho años podía ser clérigo y muchos de ellos, como este Dº Nuño González del Águila, enterrado en la capilla de San Pedro de la catedral en un precioso sepulcro de alabastro, no llegó nunca a ser presbítero.

De su cohabitación nacieron dos hijos y seis hijas, una familia numerosa que supuso para su madre muchos quebraderos de cabeza y disgustos. Su hijo Dº Diego del Águila pleiteó con su madre quitándole sus propiedades, más de un millón de maravedíes, los pueblos de Baterna, Velascomartín, Niharra, Albornos, y Velamuñoz. También perdió sus joyas, su esclava y sus ganados. El dictamen ya en 1463 vino de la mano de los Reyes Católicos, dando la razón a la madre.

Seguro que nuestra Santa conocía el origen del convento al que ella entró con veinte años, y estaría muy orgullosa de ser descendiente de esta mujer, que aparece retratada por la vida como una verdadera Magdalena, santa preferida por Teresa.  Elvira Es abuela de la Santa al ser la madre de María del Águila, que a su vez lo fue de Doña Inés de Cepeda, esposa de Don Juan Sanchez, abuelos de Teresa por vía paterna, por su padre Don Alonso. El mismo abuelo Juan que tuvo que salir huyendo de la Inquisición de Toledo y empleó su capital en emparentarse con una familia cristiana sin ninguna mancha en su genealogía.

Teresa estaría muy orgullosa de ella, de cómo había plantado cara a las habladurías de una ciudad que la ponía en entredicho. Murmuraban de su relación con Dº Nuño, y sobre todo no se creían su conversión y las causas de su encerramiento, en un palacio que se ubicaba en una de las calles más concurridas y ruidosas de la ciudad.
De la puerta de San Vicente al Mercado Chico, se podía andar entre casas nobiliarias, pasando por una sinagoga llamada del Lomo, un horno comunal para el pan y pescaderías al fondo.

Pero Elvira, como Teresa siguió adelante en lo que en palabras teresianas es el camino de la oración, buscando siempre poner su confianza en quien las había salvado del precipicio de su vida, de todos los mares y batallas interiores.

Mujeres valientes que constituyen ese cordón de vida de generación a generación transformando muchas de ellas la existencia suya y de mucha gente de manera oculta en la mayoría de los casos.

Al conocer a Elvira, al saber de sus otras hijas como Catalina, Beatriz Guiera, la misma Teresa, vamos poniéndolas en la vida y dándolas la palabra.

Elvira se dirigió al Papa en un preciosos escrito contándole su verdad: “meditaba en la hora de la muerte, deseaba adquirir en el cielo tesoros imperecederos por el precio de unos bienes caducos y temporales y apartar muchas almas de las seducciones mortíferas del mundo, presentándoles el atractivo y la consecución de unos bienes inmortales”

Bienes inmortales que se suman a los que Teresa y Juan nos legan. Al pasar por este palacio haremos un guiño a Elvira, conociendo su historia que es la nuestra también como abulenses.
Me impresiona recordar que allí estuvieron las cocheras de nuestra empresa, y ver a mis antepasados trabajando por allí. Parece que la historia de Teresa y su familia nos llega a tocar en la mano y a abrir el corazón.
Bienes inmortales, el patrimonio vivo de la ciudad.

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UN LIBRO QUE HAY QUE LEER.

Creo que la vida muchas veces nos va empujando. Nos dejamos llevar en el momento que abrimos las puertas de nuestra mente, nos atamos las zapatillas, y comenzamos sencillamente a caminar, a mirar, a comenzar a dialogar con lo que nos rodea, el terreno, las piedras, los surcos de un arado, los montículos de tierra que sobresalen al final de un prado.

En el año 1986 estaba en mi cuarto curso de prehistoria y arqueología en la Universidad de Salamanca. En una larga mesa en medio de la biblioteca del departamento del Palacio de Anaya se impartían las clases a un reducido numero de alumnos, éramos sólo doce.  Terminábamos en una cata arqueológica muchas veces, o recorríamos con los coches de un yacimiento a otro, después de las clases. Sobre las mesas había libros y algún material a estudiar y siempre había una conversación sobre alguna investigación que quedaba en el aire.

Sentí por primera vez en mi vida que la historia de la humanidad mas primitiva y antigua que siempre me había fascinado, estaba escrita en un libro y que nos invitaba a leerla.  Que eso es en realidad la arqueología. Un libro por leer, investigar, cavar, nivelar, estructurar, haciendo su planimetría, cribando todo el polvo y el barro, dibujando, siglando, escribiendo al fin una nueva página del devenir del hombre prehistórico.

En la asignatura de metodología nos empujaban a ir al campo y a comenzar a trabajar, aprendiendo a caminar con los ojos en el suelo, a seguir mapas, a orientarnos con la brújula. A ir siempre con cuadernos, y anotar todo, haciendo dibujos. A recoger los materiales arqueológicos y a estudiarlos. A prospectar, a mirar, a aprender fundiéndonos en el campo, abriendo nuestras puertas y empujándonos por ahí. Aquel comienzo en mi manera de ir al campo se ha quedado creo que para siempre.

Siento desde entonces que soy un ser mas de los que por aquí han pasado, vivido, sufrido y disfrutado tambien. Que miles de años antes ya había otros hombres poblando estos campos, mirando las nubes, los astros, la huella de un roedor y el vuelo racheado de un milano sobre las rocas. Miles de años en un pequeño trozo de cerámica con el que me da la mano la historia y el hombre que detrás emerge.

En medio de mis caminatas alrededor de Ávila, me topé un día con un grupo de piedras hincadas bastante grandes en un prado cercano al pueblo de Bernuy Salinero.

Al mirarlas, estudiando su distribución y forma, me di cuenta de que estaba ante un dolmen. La emoción no me dejó dormir durante días, y me levantaba a cada poco a volver a estudiar las características de estos enterramientos en la Meseta Norte.

Formábamos el equipo de excavación un grupo de jóvenes arqueólogos, historiadores  que estuvimos trabajando durante dos largos meses de un frio otoño, con Javier Armendariz, Carlos Macarro, Virtudes Dominguez, Venancio del Hoyo, Ana Montalbo, Charo Moral, Ascensión Salazar y Carmen Sanchidrian. Frio combatido con la emoción de tener en las manos restos de hace milenios.

El megalitismo es quizá uno de los temas de la arqueología que mas interés ha suscitado y que sigue haciéndolo.   Sus construcciones son tan monumentales que intentamos entender cómo las hicieron. Creo que esto se basa en una apreciación falsa que tenemos los hombres del s. XX y XXI con relación a los de hace 6000 años, los consideramos poco capaces, preparados, listos, sensibles. Y no consideramos posible que hayan hecho monumentos tan impresionantes como los dólmenes, los cromlesh o círculos megalíticos, los menhires… Miles de libros, reconstrucciones avalan este interés.

Un dolmen es una construcción importante hecha a base de grandes piedras hincadas con fines religiosos, como enterramiento colectivo. Venía a reconstruir una cueva donde se enterraba y donde se hacían ritos y ceremonias. Así se cubría la cámara y el corredor o pasillo con otras piedras horizontales a veces megalíticas y otras con lajas de diferentes tamaños que tapaban la superficie cubriendo todo con tierra, dejando probablemente una salida de humos central ya que suele aparecer en el suelo de la cámara restos de hogares como aquí en Bernuy. Un trabajo que implica un reparto de funciones en el planteamiento, levantamiento y conservación del mismo que nos lleva desde luego a ver la estratigrafía social que había detrás de toda esta cadena de trabajo con un mando único y organizado. Cortar las piedras después de localizarlas, transportarlas a base del rodamiento troncos pelados, fabricar las cuerdas que posibilitaban el movimiento. Llevar a cabo los ritos y enterramientos, dejando visible para los demás a lo largo del tiempo su presencia, así como un hito en medio del campo. Un lugar claramente diferenciado que fue saqueado desde la antigüedad, con fines funerarios, o simplemente de buscadores de tesoros, y su paso lo seguimos en el estudio del subsuelo donde aparecen sus restos, enterramientos, ajuares de distintas épocas, hasta una moneda del s. XVII.

Los arqueólogos reconstruimos la vida de los hombres del pasado a base de materiales y evidencias. Es por tanto mucho mas fácil reconstruir un poblado, viendo cómo eran las casas, los restos de alimentos y detritos, los materiales cerámicos, la cocción, que la reconstrucción de esa otra parte de las personas que es el mundo espiritual. Un mundo que a pesar de ser mucho mas escurridizo, y que nos lleva a mas escrúpulos a la hora de reconstruir, es lo que nos define como hombres. Seres que son capaces de transcender con su pensamiento la vida y el devenir. De todo este mundo es fruto el fenómeno megalítico, donde sus lugares son santuarios al aire libre, y lugares donde los hombres entraban en contacto con los muertos, uniendo vida y muerte, subsuelo, luz, oscuridad, agua y fuego. Entrando y saliendo  de si en este viaje iniciático, como las serpientes que con su movimiento simbolizan este paso del hombre a la muerte, de la vida presente a la del mas allá.

La lectura de todo esto que sucedió hace milenios nos sorprende por su actualidad. Primero porque al analizar sus proporciones, diseños, modos de construcción, oficios, comenzamos a considerar la inteligencia, el pensamiento y la decisión de aquellos hombres, nuestros antiguos antepasados. Eran capaces de vivir en unas condiciones muy duras, sacando del suelo, la caza, la domesticación del ganado, los ríos y lagunas, el alimento. Eran capaces de transcender la existencia, creando un mundo de creencias que mas que ser un abrigo que me pongo o me quito a lo largo del día basado sólo en ritos, era su propia vida y existencia lo que consistía esta prenda que los cubría. Experiencia profunda de una naturaleza protectora.

Nos hace reflexionar sobre nuestro lugar en ella que para estos antiguos pueblos era realmente su casa, su madre. Su interlocución continua con ella los hacía mucho mas sensibles y respetuosos que nosotros que tan alejados pasamos nuestros días. A las sociedades de hoy en día que llenan de basura los campos, y envenenan las aguas de tantos lugares, que viven apartadas de todo este regalo natural que recibimos y a la vez tenemos ese deber moral de transmitir, nos cuestionan mucho.

Había el otro día en la charla muchos amigos, compañeros, arqueólogos y entre ellos un grupo de vecinos el pueblo de Bernuy muy interesados en conocer este lugar, orgullosos del dolmen y de toda la belleza que se extiende sobre la vaguada, los montes y altozanos, recordaban el momento de la excavación en un lugar destacado de su infancia en el pueblo.

Abrimos en las excavaciones el suelo para leer sus secretos, y lo que vamos viendo, estudiando, analizando nos va contando muchas cosas. Al leer vamos también viendo como el libro se va como polvo soplado, volando y desapareciendo. Un libro muy delicado, único que no es nuestro, que era de nuestros antepasados y queda como patrimonio para el futuro. Un libro abierto en este dolmen donde leemos cosas de los moradores, de sus galerías de la muerte, allí se enterraban sus huesos calcinados en vasos de cerámica hecha a mano y cocida en hornos primitivos, con el ajuar que iban a necesitar, puntas de flecha de sílex, cuentas de collares de bariscitas y talco, con trozos de cuarzo cristalizado que junto con el fuego les hablaba del mas allá construyendo un mundo de creencias en su mente. Materiales estudiados profundamente en la memoria de la excavación por F. Fabián. 1997.

Comencé la charla con unos versos de Ida Vitale,

CREES descubrir lo secreto

_ donde lo oscuro compite con el azar y repite

sus modelos en secreto-

tocando un cielo concreto

con manos de ilusión…

Al leerlos en estos días de nuevo aterrizaje en las cosas de hace milenios, siento que ese círculo mágico que envuelve la mente de los hombres del neolítico, del calcolítico… desde lo oscuro del fondo de la cata arqueológica nos va metiendo también en su movimiento, y lo vivido hoy se encuentra también inmerso en un movimiento imparable que desde hace milenios nos empuja.

Este lugar de Bernuy es muy especial, el cielo se tiñe de colores majestuosos en su declinación, así también lo vieron estos pueblos que se enterraban ahí, unos tras otros con una secuencia de miles de años que abarca desde el neolítico (4000-2000 a.C) pasando por el máximo esplendor del Calcolítico (1.700 a. C)  con algunas intrusiones del mundo Campaniforme y terminando en la edad del bronce ( 1.500-1.200 a.C). Cielo abierto desde la salida del sol que iluminaba con sus primeros rayos el corredor. Campos encharcados en primavera que se volvían secos y agrietados al fin del verano. El paso de las aves, y el camino de los animales. Una zona amplia de clara significación en sus creencias, con círculos megalíticos, dolmen y santuarios al aire libre con pinturas en Ojos Albos.

Pasear es una invitación a la aventura, no sólo por la orografía, la belleza de los campos y su singularidad, como por seguir la huella del hombre, que se impresionaba con ella y la dominaba, extendiendo sobre el mundo su mirada, inteligencia y emoción.

Amemos un poco mas nuestro patrimonio arqueológico, dejemos a los arqueólogos abrir el suelo para saber algo mas del pasado, mensajes de hombres de hace milenios que nos aportan mucha sabiduría y belleza en sus monumentos y en toda su cultura material.