SUITE FRANCESA

 

Suite francesa, una película recién estrenada con nombre de melodía y que realmente al pasar un rato viéndola consideras que su nombre está muy bien puesto. Recordé cómo me atrapó desde la contraportada al leer la historia de su autora, Irène Némirovsky. En seguida descubrí que mas que ser una novela , pertenecía a otro género que no sabría definir pero que está cerca de la historia verdadera, esa que se dibuja en una miríada de pequeños hechos, personajes, descripciones, construyendo en su enramado el paisaje del alma de la escritora, que despojándose de cualquier juicio apriorístico simplemente nos muestra la realidad con mucha calma, como en sordina, pintando en palabras lentamente con pinceladas cortas y llenas de polvo, un cuadro, una foto, el ambiente cargado de París y sus alrededores en el momento de la ocupación nazi y su calima en nube de polvo. Mientras los tanques ocupan las calles, los paredones se llenan de descargas, y el cielo de aviones en líneas de combate, los personajes avanzan cargando con su miseria y su grandeza embarrando la mirada y la niebla de la psique humana. Guardando los cubiertos de plata y la jaula del gato mientras su propio corazón enfrascado en todo tipo de sentimientos encontrados, se desangra, enamorándose, matando y luchando por sobrevivir. Son a la vez, increíblemente buenos, altruistas, tiernos y delicados hasta dar la vida por los demás mientras interpretan una pieza al piano una y otra vez en sordina y a la vez saltan con una navaja sobre los demás para cobrar una renta antigua, o imponer una orden descabellada y absurda, rodeados de barro, de mantelerías almidonadas y botas militares.

 

Irene la escritora, vivió una existencia mucho mas novelesca que sus libros. La revolución rusa de 1917 empujó a la familia Nèmirosvsky de San Petersburgo a Moscú primero y luego a Finlandia y Suecia hasta llegar a Francia. De origen judío, y banqueros de profesión, la joven Irene recibió una educación esmerada y políglota, carente por otro lado del afecto de una madre envuelta siempre en trajes de alta costura en medio de los salones mas relumbrantes. El vacío de afecto desencadenó en ella una rebeldía vital que desató su faceta como escritora. Su esposo, Michel Epstein también murió en un campo de exterminio al ir a buscarla.

 

 

Fue una escritora de éxito en vida pero esta novela, “ La suite francesa”, tan leída y valorada, se conoció décadas después de su traslado a la cámara de gas de Auschwitz en 1942, cuando sus hijas descubren entre las cosas de su madre dentro de una maleta, que les servía de almohada, un pequeño cuaderno escrito con letra diminuta .Vivía la familia con sus dos hijas en un pueblo cercano a París Issy-l´Évéque, y por allí se movían con las cruces amarillas cosidas a la ropa. Para que las niñas pudieran liberarse de ellas dando la espalda a la violencia nazi, que todo lo pulverizaba, Irene ideó un plan de sobrevivencia que al fin se demostró muy certero: pidió a la niñera que llevara a cada hija a un internado distinto de Europa, que las cambiara cada poco de lugar para que no pudieran seguirles la pista, y que conservaran la pequeña maleta con sus cartas, fotografías y pequeños recuerdos y un cuaderno pequeño escrito con letra diminuta sobre papel cebolla y que no conocieran nada de la identidad de su madre para preservar su vida.

 

Su hija Denise, una anciana de mirada llena de arrugas, analiza con dolor toda la vida y desenlace de su madre, preguntándose porqué no huyó de Issy, y si fue la escritura de “ Suite francesa” la que la ató al momento, intentando retratar con una cámara en forma de palabras, lo que ocurría: la nube de terror que todo lo cubría. “La ausencia, comenta, siempre está presente”. Sólo pueden perdonar los que no volvieron, los que se reinventaron en otra vida. Es posible perdonar, si , difícil pero posible. Lo que no debemos permitirnos es olvidar nada. Una historia en pinceladas llenas de polvo, que sobre la maleta y su manuscrito de posan, y sobre la última frase del libro descansa “. Poco después, en la carretera en lugar del ejercito alemán, sólo había un poco de polvo”.

 

 

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