La letra bonita

 

Vivimos en una época donde la velocidad en las comunicaciones se ha llevado de un escobazo cosas que antes eran importantes en la vida. Una es la escritura a mano y con ella la caligrafía como técnica para perfeccionar los trazos. Rápidamente mandamos un mensaje y la única personalización que podemos hacer es elegir la tipología que vamos a utilizar, dentro de unos pocos tipos generalizados en todo el mundo.

Pero junto con este panorama donde nuestros escritos están casi todos moldeados dentro de un teclado de ordenador, aparece un auge de la caligrafía y del lettering como hobby, como método para relajarnos. Me pregunto el sentido de todo este nuevo movimiento que llena las baldas de las librerías con un montón de manuales y cuadernos de práctica de escrituras de distintos tipos.

Recuerdo mis épocas escolares en la Aneja y los cuadernillos de caligrafía de Rubio que tenía que ir haciendo en cuanto la profesora veía que mi escritura era ilegible. Dentro de los deberes escolares de cada día siempre había alguna hojita de caligrafía que la profesora revisaba. Desde entonces comencé a darme cuenta de la importancia de la escritura porque era mi manera de presentarme al mundo, era como un buen vestido o un corte de pelo estiloso. Era y es mi forma de expresión, mostrando mi personalidad. En esto es en lo que se basan los estudios de grafología que llegan a hacer una radiografía completa de nuestra manera de ser y comportarnos, siendo un elemento utilizado de manera reiterada en las inspecciones policiales de determinadas personas.

Así en 2015 pude oír una interesantísima ponencia en un Congreso teresiano en la Universidad de la Mística sobre la letra de Teresa de Jesús y las conclusiones a las que llegó el experto grafólogo Juan José Gimenez, que apuntaba su desconocimiento de nuestra Santa, llenó de impresión a los teresianistas. Aprendimos mucho no sólo de la personalidad que aparecía tras los rasgos de las letras de sus manuscritos, sino sobre la forma de escribir, y el lugar donde lo hacía. Teresa escribía con un tipo de letra que se conoce como procesal, muy utilizada en el s. XVI, la escritura que aprendió en la casa de sus padres. Esta letra se utilizaba en los procesos de la corte y debido a que los escribanos cobraban por cada hoja escrita, comenzó a hacerse con mucho desarrollo de líneas y grafías sobre todo al final de cada palabra, dificultando enormemente su lectura de manera que es muy complicado leer algunos textos. Así la reina Isabel la Católica instó a que se controlara un poco su aspecto.

La letra de Teresa al tener que optimizar cada pliego de papel, no es tan expansiva en sus adornos. El papel sobre el que escribía era verjurado de muy buena calidad, podemos llegar a ver las leves marcas transversales en la superficie si lo miramos al trasluz. Era un material que las monjas compraban frente a la tinta que hacía la propia Teresa con limaduras de hierro, de ahí el color que muestran hoy en día sus escritos y los problemas de conservación de los manuscritos teresianos. Escribía sentada en el suelo apoyándose en un poyo no muy alto que estaba debajo de la ventana de su celda.

La forma de escritura a mano lleva consigo una serie de procesos y ritmos que me introducen en momentos placenteros muy alejados a los de la pantalla y el teclado. Elegir el plumín adecuado, la tinta y su color, y comenzar a diseñar el escrito. El crujido de la punta sobre el papel, y los momentos en que estoy esperando que se vaya secando cada línea, parece que me relajan y me reconfortan. Poder tener un texto con el que pueda expresarme además de con las palabras que contiene, algo que se pueda conservar y que quede ahí como parte de mi legado, en un mundo en el que todo es tan rápido como efímero y donde nuestros escritos parece que están recogidos en una nube.

Volver a escribir a mano, coger un cuaderno y un lápiz, un plumín o una pluma, me permite tomar las riendas de mi propia escritura, permitiéndome disfrutar del momento de escribir, todo rodeado de calma y sosiego. Buscando siempre la letra bonita que sobre los pliegos de papel a veces aparece.

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