Meditación con flores en un día sofocante de julio, paseando por el jardín con el poemario de Daniel Faria » hombres que son como lugares mal situados», con la música de Szymanowski.
Estaba ayer en el jardín de casa en medio de un calor tremendo de finales del mes de julio. Buscando la sombra mas fresca, andaba con mi madre de un lugar a otro, había pocas flores ya en comparación de los días anteriores. Todo estaba como arrasado por las altas temperaturas.
Mientras pensaba en los libros que podía disfrutar cuando me lleguen los días de vacaciones, había uno que sobresalía de todos, aquel que lleva en el bolso mucho tiempo, y cuyos poemas están en mi cabeza desde hace días. Un poemario de Daniel Faria recién traducido del portugués. Es curioso lo que ocurre con los libros, y también con la música, incluso con los amigos, y con los lugares que te encantan, que son algo así como corrientes de simpatía. Corrientes que te dicen que aquello, aquella persona , y no sé muy bien porqué lo sentimos, está unido a ti.
Cuando hace mas o menos un mes cayó en mis manos un pequeño fragmento de Faria, ya sólo al leer el titulo, supe que debía leerlo,… » hombres que son como lugares mal situados», me pareció sólo el titulo, genial. Al llegar a casa el poemario, comenzó todo y del bolso salió a mis manos en este paseo.
«Mira mamá»… mira lo que dice este poema!!!», recitaba yo con todo el sentimiento posible,….hombres que son como lugares mal situados,… a tope de sentido ,… El calor parecía seguir atacando el momento.
Hombres que son como lugares mal situados
Hombres que son como casas saqueadas
Que son como sitios fuera de los mapas
Como piedras arrancadas al suelo
Como niños huérfanos
Hombres inquietos sin brújula en la que reposar
Hombres que son como fronteras invadidas
Que son como caminos cortados
Hombres que quieren pasar por los atajos cegados
Hombres sulfatados por todos los destinos
Desempleados de sus vidas
Hombres que son como la negación de las estrategias
Que son como las guaridas de los contrabandistas
Hombres encarcelados clavándose cuchillos
Hombres que trabajan bajo la lámpara
De la muerte
Que excavan en esa luz para ver quién ilumina
La fuente de sus días
Hombres muy doblados por el pensamiento
Que vienen despacio como quien corre
Las persianas
Para ver en lo oscuro el primer manantial
Hombres que excavan día tras día el pensamiento
Que trabajan a la sombra de la copa cerebral
Que podan la piedra de la locura cuando aplastan las pupilas
Hombres todo blancos que abren la cabeza
En busca de esa piedra definida
Hombres de cabeza abierta expuesta al pensamiento
Libre. Que vienen despacio a abrir
Un lugar donde amanezca.
Hombres que se sientan para ver una mañana
Que excavan un lugar
Para la salida.
«Es complicado entender esto», decía mi madre. La única explicación, mamá, como la chispa que nos hace entrar en este poema que relumbra cuando así lo miras, es ver que de quien trata, no es de terceras personas, no, así como al fondo de la mirada, sino de mi misma, de ti, en los distintos momentos de la vida que ya se dilatan del pasado hasta hoy. Así siento que soy y he sido algunas veces, como lugares muy mal situados,… realmente muy mal situados, al fondo del desagüe, como fronteras, caminos copado a tantas cosas. Que me he empeñado en pasar por atajos cegados, valorando tan poco mi propio ser, que he llegado a sulfatar mi interior hasta no reconocerlo.
Tengo que señalar que este poema, y muchos otros de Daniel, me llevan, desde la primera lectura a una mujer muy especial que abre a quien se acerca las puertas de su interior, de su alma, de su lugar. Teresa de Jesús. Descubre en sus escritos que muchas veces vivimos como forajidos, huidos en cuevas donde no entra el sol, fuera de nosotros mismos, desempleados, pasivos al margen del jardín, excavando con los dedos hasta llenarnos las manos de sangre, de barro,… buscando una luz que pueda iluminar la vida, mientras vivimos como topos.
Hombres que excavan día tras día el pensamiento
Que trabajan a la sombra de la copa cerebral
Así nos lo relata en las Moradas primeras, de su Castillo interior, en el capitulo 2.
» Como si uno entrase en una parte adonde entra mucho sol y llevase tierra en los ojos, que casi no los pudiese abrir. Clara está la pieza, mas él no lo goza ,… Asi me parece debe ser un alma que, aunque no está en mal estado, está tan metida en cosas del mundo ,.. que aunque en hecho de verdad se querría ver y gozar de su hermosura, no le dejan , ni parece que puedan escabullirse de estos impedimentos…..
Hermosura, dices hermosura,… mira esta rosa blanca sobre el tronco de este Árbol de vida,…
Que podan la piedra de la locura cuando aplastan las pupilas
Hombres todo blancos que abren la cabeza
En busca de esa piedra definida.
Pese a que en una primera vista el jardín parecía desolado, poco a poco fuimos recogiendo flores, unas poquitas y con ellas levantamos todo este poema, que comenzó a ser algo mas nuestro. Cada pequeña flor que encontrábamos, tenía un lugar en este poema, era como una pieza de puzzle con su forma y textura única y allí comenzábamos a leer el poema de otra manera.
Las wisterias del túnel están ya muy frondosas, pero sin flores. Rebuscando encontramos una que tras el enrejado de ramas se ocultaba. Y al llevarla a una pared de pizarras del fondo del jardín, sentíamos el calor, la desubicación y el primer verso nos situaba en momentos en los que hemos sentido todo esto. Buscando por rincones bellos pero secos, alejados de la mata que nuestra vida nos ha dejado desde el momento de nacer. Buscamos lejos porque no nos conocemos. Vivimos en países extranjeros a nosotros mismos. Nos dolemos sin saber qué ya teníamos y que siempre podemos tener un lugar donde vivir, crecer y florecer.
Hombres que son como lugares mal situados,..
Decía Teresa que qué barbaridad es ese no conocernos, no saber quienes somos, ni quien es nuestra madre, nuestro padre. Y hoy siento que ser consciente una vez mas de todo, me hace hundir la raíz y la rama en mi lugar, y comenzar a estar » bien situada».
Y seguimos viendo las pobres florecitas abrasadas. Las Capuchinas se iban secando entre sus hojas redondas como flotadores, las Verbenas, las Lobelias, Hortensias, Rosas, Salvias,… Al ir colocándolas en aquellos lugares donde estaban mas bellas, el contraste de las manchas de la panza del cántaro, el rugosos hierro de la parrilla, las volutas del pasamanos, la tierra, la piedra, la hojarasca…. las iba poco a poco secando. Por un lado el carrete del teléfono se llenaba de imágenes preciosas, mientras ellas iban agonizando de calor, en lugares que desde luego están mal situados. Bellas en su toma, pero fuera de lugar,…
Hombres muy doblados por el pensamiento
Que vienen despacio como quien corre
Las persianas
Para ver en lo oscuro el primer manantial
Al ir a buscar información sobre Daniel, mi impresión aumenta mas todo lo que había leído, lo declamado, y levantado en flores esta tarde soporífera de verano. Faria ( 1971,1999), murió siendo muy joven de un accidente doméstico, cuando llevaba poco tiempo como monje benedictino en Singeverga, cerca de Oporto. Había publicado cinco libros y desde entonces se le considera una de las voces mas punteras, especiales y valoradas de la lírica portuguesa. Este libro, » Hombres que son como lugares mal situados» lo escribió, como así nos lo cuenta, como un verdadero ejercicio de obediencia interior a lo vivido, a un proceso de búsqueda de si, que arranca en su vida, en el suelo, en su propio lugar. Así el libro comienza con este otro poema » Examinemos a un hombre en el suelo», piedra agarrada, meteorito caído,… todo descrito con metáforas potentes y propias, que si bien se asemejan de lejos con las palabras de Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, tienen su propio mundo semántico y de significación. Personas, que no están quietas, sino que se miran siempre en movimiento, así a veces se salen de sus límites, yendo a otros lugares. Lugares que no son el suyo.
Así, el hombre nos describe su mirada poética sobre nuestro propio ser que hace que vivamos inmersos en un proceso dinámico y dinamizador. Estamos, dice, excavando día a día el pensamiento, estamos dando vueltas a las cosas, meditando, leyendo, orando,… podando la piedra de la locura que se desata cuando los pensamientos enredados como trepadoras, no pueden desenroscarse, crecer, florecer y dar fruto.
Un hombre de cabeza abierta a la vida, contemplando lo que ocurre , mirando como amanece sintiendo cómo por la mañana se puede ya empezar a respirar.
La tarde , las flores, el jardín de la casa de mi madre, el paseo, la conversación, el ver cada flor y su propia belleza, … el lugar de mi vida familiar tiene ahora mas palabras, que como ramas aparecen invadiendo la mente y el corazón. Un poco de frescura en medio de tanto sopor veraniego.
Os dejo esta música de Karol Szymanowski que puede acompañar esta meditación.
Hombres encarcelados, clavándose cuchillos,…
Que excavan en esa luz para ver quién ilumina
La fuente de sus días
Buen verano a todos, amigos.