A MI ROPA TENDIDA.
Cuando llega el verano, mis hijos comienzan a marcharse de campamentos, cursos y peregrinaciones, por la montaña, el extranjero,… y la lavadora de casa no para de trabajar, y sobre la tabla de planchar aparece una montaña de camisetas, pantalones, bañadores y miles de calcetines.
Y estaba en estos trajines intentando pensar qué práctica de meditación con flores puedo hacer este verano. Abrí un poemario en un momento de relajación mientras tomaba un poco el sol en la terraza y apareció ante mi este precioso poema de Claudio Rodríguez. Al principio me llamó la atención por su titulo “ A mi ropa tendida”,… caramba pensé, alguien en una situación parecida a la mía.
A MI ROPA TENDIDA. ( El alma).
Claudio Rodríguez.
Me la están refregando, alguien la aclara.
! Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía !
! Si hasta me está más justa! No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol, ¿quien es ?¿ qué es?
¿Qué lejía inmortal, y qué perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, mas y más oscura.
Y ved la mía ahora, ! Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ! Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
! Visítala tierra, tierra! ! Más adentro,!
! No tendedla en el patio: ahí, en la cima
ropa pisada por el sol, y el gallo,
por el rey siempre!.
…
Al leerla me quedé realmente impresionada, sentí inmediatamente una cercanía total con Claudio,… parece que en ese momento las almas de los dos estaban colgadas en el mismo cordel, ahí tendidas y escurriendo agua, jabón y lejía frente al sol gallo que pisa lo que ama.
Comparar nuestra alma con un montón de ropa tendida, me parece una idea muy especial llena de potencia y me atrevería a llamarla mística, muy de Teresa de Jesús. Claudio nos desnuda en este poema su interior, de manera muy valiente y generosa, mostrándonos cómo se encuentra a nivel espiritual. Compartiendo con todos los lectores su mundo interior. Hay momentos en nuestra vida que parece que nos revuelcan por dentro, haciéndonos replantear lo único y valioso de nuestra existencia, el sol que sobre nosotros cae cuando en la centrifugadora la vida nos mete. Y volvemos a pensar en aquellos días que transcurrían entre el patio del cole, el bocata de Nocilla y la peli de indios del domingo en la matinée. De cómo ha cambiado todo, y de cómo la vida pasa manchando nuestra colada cuando tiramos a lo” sucio” lo que nos sienta de maravilla. Y cómo a veces oímos voces que desde lo hondo dicen adentro, … mas adentro. El aire corriendo entre nosotros, y el cielo simple arriba del montón de ropa que tenemos que lavar.
Y creo que la práctica está ya definida, y la voy a hacer cuando tenga un rato y quiera volver la mirada hacia dentro, con un poco de vértigo pero como diría Teresa » andando en verdad», con sinceridad.
Una práctica en cinco pasos: ahí la tenéis,…
1. Hay que ponerse un buen rato a pasear por el campo, un jardín, un descampado, mirando al suelo, al cielo a la otra acera para ver qué flor, hoja de nogal, rama partida, musgo, piedra, escaramujo, corteza, cardo yesero…puede tener algo que ver contigo en este momento. Identificarte con ellas. Estas imágenes me tiene que definir, como argamasa aglutinadora de muchas cosas, de mi propio ser como madre, trabajadora, hermana, ciudadana, vecina, amiga, esposa, escritora,…florista.
2. Cogemos la flor en nuestras manos y meditamos un rato,… si en mi pasado algo así me hubiera llamado la atención…Pasado y futuro en un momento entre esta flor y yo, sobre el presente, su infinito momento.
3. Miramos de donde procede, su vida al margen del camino, la luz que sobre ella brilla, las sombras, las pelusas, lo rugoso de su tallo, … Una conversación tranquila en mi interior.
4. Buscaré un tendedero cercano o improvisaré uno con cuerda o un poco de rafia entre dos árboles del jardín. Y voy tender estas flores, las hojas, las ramas, y a dar a la seriación un orden que para mi tenga sentido. Y a meditar un rato, así tan tranquila.
5. Guarda esta experiencia ya para siempre,… tu verdadera ropa tendida en esta tarde de verano.
Cuando le preguntaban a Claudio Rodríguez (1934, 1999) en una entrevista a que tipo de poesía se dedicaba, el respondió que a distintos tipos de poesía pero destacó entre todas al canto lírico, la poesía por excelencia, aquella que expresa el sentimiento interior. Esta poesía es una clara muestra de esto.
Cuando ya había terminado mi práctica de meditación, eligiendo las rosas del jardín para expresar la alegría del amor, ahí con la familia entre el césped, las melenas de los cotinos por lo de soñadoras que tienen sus pelucas tan rosadas, las ramas de melisas que perfumando de frescura pasan el rato, las lavandas tan esbeltas y disciplinadas, las ramitas del Helicrysum curry, las hojas del nogal que siempre supera con dificultad los inviernos, … de repente apareció al lado del cordel en el tronco del tilo, una hojita muy verde recién nacida. Y pensé » Ahí está mi infancia , … cuando era yo la que traía grandes mochilas llenas de calcetines sucios» .
Cuando estaba en esta práctica, debajo del cordel de la ropa, una música parece que envolvía todo, el segundo movimiento del concierto para piano n. 2 de Rajmáninov. Con este concierto parece que Serguéi superó la depresión que le supuso el fracaso del estreno de su primera sinfonía en 1897,… a él también la vida le dio un vuelco y un centrifugado fuerte, y de allí salió tan radiante como refleja su música tan impresionante. Y aquí podemos oír a Serguéi tocando el piano en una grabación única en la historia , llena de verdad y corazón.