Las suites francesas de Bach
Desde hace unos días estoy estudiando unas partituras que me llenan de emoción, las suites francesas de Bach en mi piano. Paso por momentos de la partitura a la música en vivo y con ella parece que entro en lugares muy distintos del salón de casa, voy al estudio del gran maestro, su casa en Leipzig llena de estudiantes bulliciosos y una familia muy numerosa. Me encuentro con Anna Magdalena Bach, la esposa del gran maestro, soprano, música, copista y estudiante de clave, para ella dejó Bach escritas un montón de bellísimas partituras entre las que se encuentran estas suites.
Al ir tocando las suites comencé a sentir su sentido como piezas de baile y de cortejo amoroso.Son rítmicas y llenas de melodías profundamente sentimentales que se van repitiendo.Las suites son piezas compuestas para disfrutar oyéndolas, para ser bailadas, en un momento en el que eran los bailes los lugares para relacionarse y encontrar pareja mediante los movimientos. Me recreo en las allemandes sabiendo que se bailaban cogidos de las manos, con su composición binaria y lenta, llena de romanticismo, tan lejos de cómo se crearon en el medievo para caballeros que las bailaban lentamente al ir vestidos con sus armaduras. El ritmo sensual de las zarabandas me atrapa.
Bach debió componer estas piezas entre 1722/ 1725 cuando trabajaba en la corte de Cöthen para Leopoldo de Anhalt, después de haberse formado musicalmente leyendo los libros de partituras para clavecín de Jean- Henri d´Anglebert, los de Francoise Dieupart y Couperin, cuando estudiaba en Luneburgo.
Esta corte era, hasta el matrimonio con su prima Federica Henrietta, muy musical, algo que cambió totalmente por la falta de interés de la princesa, lo que motivó que Bach que acababa de casarse con Anna Magdalena se tuviera que marchar a Leipzig. Se casó Bach con Anna Magdalena dieciséis años mas joven que él, un día laboral de diciembre y todos los estudiosos comentan que fue por amor, él tenía hijos de su matrimonio anterior con María Barbara y la novia se ganaba la vida como cantante. Sólo el amor explica el motivo.
El amor que se profesaron queda reflejado en el interés que tuvo Bach de regalarle a su mujer lo que más podría gustarle, un conjunto de obras para clave recogido con el nombre de Pequeño álbum de Anna Magdalena Bach. En el primer volumen de los dos estaban las suites francesas junto con otras obras de Bach y de otros autores de la época.Un regalo que también podía proporcionarle algún ingreso en el momento que lo necesitara, aunque ella nunca vendió estas piezas, pese a que sabemos que murió pobre de solemnidad y que mendigaba por las calles para poder comer cuando Bach murió.
Anna Magdalena como nos dice su biógrafa Esther Meynell, era una persona alegre que disfrutaba tocando, cantando, bailando. En su casa organizaba unas tertulias musicales muy animadas y seguro que bailó estas suites que tal vez se llegaron a oír y a bailar en los cafés de la ciudad de Leipzig en sus horarios de invierno y de verano en los jardines.
Estas notas de baile y de relaciones sociales completan la imagen que tenemos de Bach como músico dedicado al área religiosa con sus Cantatas, sus Oratorios y Pasiones.Nos cuenta John Eliot Gardiner que era una persona que disfrutaba mucho de la vida social, haciendo con ello un paréntesis de su apretada vida laboral y compositiva en la parroquia de Santo Tomás, con tantos alumnos y obligaciones. Nos cuenta que las habitaciones de la familia estaban pegadas a las salas de estudio y de prácticas musicales de los alumnos y parece mentira que en este galimatías de sonidos y ruido pudiera componer esas sublimes partituras y cantatas que nos conmueven profundamente.
La música clásica lleva desde el s XIX encerrada en las salas de conciertos, y está muy bien que así sea, que los oyentes rompan su vida por unos minutos u horas y se pongan con todos sus sentidos a oír y disfrutar estas suites.Pero ha perdido con ello, esta es mi opinión, vida real.Poder llenar toda nuestra vida con música, orar con ella, danzar y enamorarnos, consolar a los que han perdido un ser querido, celebrar un matrimonio,… Que al oír música clásica entendiéramos música viva, que se crea para nuestros oídos y en ellos desaparece, que nos embarca en una actividad cognoscitiva que nos hace personas mas completas, agilizando nuestro propio entendimiento, sensibilidad y corazón.
Me encantan estas suites, no sólo son bellísimas musicalmente, llenas de interés, de retos compositivos, interpretativos y musicales, sublimes y delicadas, sino que me abren un mundo nuevo cada vez que voy estudiando, compás a compás sus movimientos, sintiendo sobre mí las manos unidas de los enamorados que van bailando, con los claveles amarillos que tanto gustaban a Anna Magdalena, con los pajaritos (pardillos) que adoraba y que piaban apoyados en las ventanas de la parroquia.