Leyendo Resurrección de Tolstoi bajo las bombas

 

Cuando en estos días de guerra cruenta y salvaje en Ucrania leo que Putin utiliza a veces frases de Leo Tolstoi para intercalarlas en sus mítines, algo en mi interior se revuelve; la lectora y admiradora de la obra del gran escritor ruso parece que comienza a sufrir también en otro campo de batalla lleno de mentiras. Tostoi que era de naturaleza sensual e hipersensible, sufría mucho cuando veía a la naturaleza animal que subyace por dentro de cada hombre, saltar como un tigre sobre la conciencia personal llegando a devorarla.
El escritor de dos de las más grandes novelas de todos los tiempos, Guerra y Paz y Ana Karenina, escritas en su juventud en los primeros años de su matrimonio, dio un giro radical a su vida a los cuarenta años cuando lo ético pudo más que lo estético, y decidió sacrificar su acomodada vida familiar y su papel fulgurante como novelista, en pos de una nueva vida basada en la religiosidad y moralidad cristiana, abogando por una vida sencilla y solidaria con los demás, compasiva y abierta a todos. En 1919 se dio cuenta de que si seguía viviendo en su hacienda traicionaba su ideal de existencia. Y este pensamiento le empujó a coger un tren camino de un monasterio muriendo en un banco del andén, congelado de frío con ochenta años.

Su religión era una mezcla del Nuevo Testamento de Jesús sin la iglesia que luego los creyentes fueron creando, todo amalgamado con ideas de espiritualidad hindú. Todo lo que no fuera ético y solidario con los demás debía de tener un papel marginal en su vida, y así después del rotundo éxito de Ana Karenina, determinó sólo escribir ensayos de naturaleza ética. Algo que no fue así de rotundo, gracias a Dios, y nos ha dejado obras maravillosas posteriores como Resurrección.


Mientras las imágenes de tanto sufrimiento y muerte por esta barbarie se cuelan en mi interior y parece que no salgo de las carreteras polvorientas y nevadas que llevan a miles de personas de un lugar a otro bajo el tronar de los bombardeos y de las alarmas, me pregunto qué puede haber en el alma de un ser tan cruel como Putin, cómo es ese interior tan lleno de violencia, en qué radica el alma rusa que ha perpetrado tan grandes sufrimientos a millones de personas en una historia reciente recubierta de sangre y de violencia. Me pregunto en qué parte del legado de Tolstoi puede un tirano como Putin centrase y hacer referencia a él, que fue uno de lo impulsores junto con Gandhi y Thoureau del pensamiento de la insumisión civil y de la paz.

La novela de Resurrección termina así: ”el único medio para salvarse del terrible mal que hace sufrir a los seres humanos consiste en que la gente se reconozca siempre culpable ante Dios, y por tanto, incapaz de castigar ni de corregir a otras gentes”. Instaurando el reino de Dios en la tierra, cuyo primer mandamiento es que el hombre no debe matar, irritarse ni despreciar a sus hermanos, reconciliándose con ellos.

Tolstoi fue un buscador de la verdad, en su aspecto inmortal, una verdad esencial rusa instina algo que ha suscitado el interés de la mayoría de los escritores rusos. Me pregunto cuál es esa verdad en el alma del tirano Putin, y creo que anda muy cerca de sus más íntimos anhelos viscerales de fama, riqueza y poder, sintiéndose superior al someter a los pueblos y a las personas a sus propios mapas políticos y económicos en pos de una gran Rusia, de la que desde luego Tolstoi no puede formar parte. Putin se comporta como un zar del s.XXI, y juega a desempeñar un papel en la historia rusa como un “gran hombre”, no dándose cuenta de que va a figurar en ella como un asesino cruel.

En Guerra y Paz, Tolstoi retrata la batalla de Borodino, en 1812, entre el ejército de Napoleón Bonaparte y el ejército ruso. Allí, “millones de hombres, renunciando a sus sentimientos humanos y a su razón, tuvieron que ir a matar a los de su propia especie”. Bonaparte, como ahora pienso de Putin, creía que la historia depende de la habilidad de un hombre que se erige en su interior como un ser superior. Un gran hombre capaz de crear un nuevo escenario mundial y personal aunque tenga que sacrificar a miles de personas, sintiendo sólo su propio dolor, ajeno a los gritos y muertes ajenas.

Solamente encuentro que Putin pueda sentir sintonía con Tolstoi en las descripciones del campo ruso nevado y racheado de vientos, en la belleza de cada paisaje y en esa sensación de estar dentro de lo novelado como si un reloj literario se moviera por dentro de cada lector. Un tictac oculto, que en el lado de Putin se confunde con las bombas y los misiles que lanza cada día sobre poblaciones de madres, niños y ancianos que buscan la libertad al fin del camino polvoriento y helado. Un tictac que a Tolstoi seguro que le hace retorcerse de dolor en su tumba de Yasnaia Poliana.

 

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