MEDITACIÓN CON FLORES SOBRE LA CORONA DE ADVIENTO.
MEDITACIÓN CON FLORES CON LA CORONA DE ADVIENTO.
El adviento, el camino, la preparación de la navidad
MERRY CHRISTMAS
En estos días de finales de noviembre comenzamos a pensar en la navidad. Y como en muchas otras cosas de la vida, como las fiestas o los cumpleaños, los preparativos suelen ser los momentos mas interesantes, sobre todo porque sentimos que ese acontecimiento está aun por estrenar. Que tenemos aun tiempo para organizarlo todo, diseñando nuevas cosas, realizando pequeños trabajos, para hacerlo mucho mejor, diferente, inolvidable.
En la navidad, ese tiempo de preparativos se llama adviento. Siempre que digo esta palabra, Adviento, sin querer siento como ese “ viento” comienza a correr y soplar sobre mi. Ad … viento,… parece decir,… ven,… viento,… aunque etimológicamente significa venida. Un viento que viene, parece este año decir. Un viento que cada año me lleva a preparar los diseños de muchos arreglos, coronas de adviento, árboles de navidad, portales de belén, decoraciones para mesas, escaparates, reuniones,… Un viento que interiormente es aun mas fuerte y empuja mi trabajo hacia otro lugar, a otro bosque, a otro portal. Me lleva lejos de lo exterior de estas fiestas porque lo que realmente quiero es llenarme del espíritu de la navidad, del auténtico, para llenar todo mi trabajo de algo cercano a la verdad que siento en mi corazón.
Posiblemente si me pongo a meditar sobre todo esto, llego de manera irremediable al sentimiento de vacío que tantos años he tenido al terminar las fiestas navideñas, cuando la carrera de decoraciones, compras, recetas de cocina, comilonas, me dejaban hecha polvo. Como si mas que un vientecillo, hubiera pasado por mi vida un huracán. Quitaba las decoraciones de navidad tan rápido, porque me sentía como con un verdadero empacho de tanto lio.
Decimos adviento, y si paramos un poco, y buscamos un lugar tranquilo, hacemos silencio interior un ratito, el viento se levanta y mas que arrollarnos, nos envuelve cariñosamente como una niebla, como una sombra. Allí, cerrando los ojos, pedimos volver al verdadero escenario de todo, al origen de la historia mas bonita de la humanidad. El viento entonces nos lleva hasta ese lugar en el que una joven mujer, se encuentra con un regalo increíble, el anuncio de su maternidad.
Abro así el texto que me va a contar lo que pasó y que con su mágico poder me va a llevar allí en un momento, el Evangelio de san Lucas 1, 26-38.
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó por estas palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en tu vientre y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel:
«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios».
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
Todo comienza a levantarse con este relato. El circulo de la vida se rejuvenece con el nuevo nacimiento que se anuncia, y la esperanza descansa en la actitud de esta joven que tuvo una vida donde el silencio para oír lo que el Señor quería de ella , posibilitó que lo oyera. Silencio y oración, como las primeras palabras que este viento del adviento me han dejado. Si no practico esto, si no paro un poco en mi vida, y en soledad oro, ¿ cómo voy a comprender este misterio tan grande que cambia el mundo y la esperanza?
Comencé sin querer, mientras ponía sobre la corona de moss mojada las ramitas de abeto y de acebo, a pensar en esto. Y me repetía, … debo hacer esta meditación de adviento y darle forma de corona, así en un momento de oración, y podré sentir todo lo que pasa cerca de mi.
Cuando voy trabajando las ramas de abeto, cortando su tallo en bisel para que puedan tomar agua y así hidratarse mejor, sin querer siempre me siento un poco en medio de un bosque. El olor a pino en las manos tarda días en irse, y toda habitación donde ponga la corona, se llenará del mejor de los ambientadores , la naturaleza. Así aunque esté en casa, en el taller de las flores, en la parroquia o dirigiendo un taller, puedo volver al campo y me resulta mucho mas fácil buscar dentro de mi el silencio, recordando tantos momentos de paz que en él he pasado. Abro así esta nueva estancia de mi vida, de mi recuerdo, y en ella me relajo. Los momentos en los que en la naturaleza he encontrado la paz y me he sentido en mi verdadera casa.
Dice el ángel, “alégrate”. Es lo primero que dice, que pese a los momentos de dudas, incertidumbres, de preocupaciones, no podemos perder esa alegría, porque esa alegría es el primero de los regalos de la navidad, que se nos entrega, con el mensaje profundo de que también nosotros tenemos que regalarla a los demás que nos rodean. Regala lo que a ti te han regalado. Regala felicidad, qué es sino la navidad, una fiesta de la alegría verdadera. Con esto lo primero que vamos a hacer para tenerlo presente, es hacer una tarjetita de regalo con esta palabra escrita, para verla sobre nuestra corona y poder ponerla en práctica cada día.
El segundo de los regalos que el ángel nos lega es decirnos que esta historia de María es también la nuestra. Que el Señor estaba con ella, y que… y esto es lo que me sobrecoge tanto,… que está también conmigo. Que está con todos nosotros. Si fuéramos mas conscientes de esto, nuestra vida cambiaría al menos de color, porque en medio de los problemas, preocupaciones, disgustos, alegrías, satisfaciones,sabríamos que no estamos solos, que el Señor está siempre con nosotros. Y me avergüenzo de tantas veces que digo en voz alta,… ¡ qué sola estoy!, ¿cómo puedo decir esto, si siento y sé por la fe que no es verdad? Y voy escribiendo otra tarjetita de regalo esta vez con estas palabras “ el Señor está contigo”, mientras voy poniendo alrededor de mi corona las cintas y los lazos que vienen a simbolizar esta unión profunda de Dios con sus hijos. Lo recordaré, no, ya no voy a decir nunca qué sola estoy .
Muchos miedos nos acogotan cada día, no sabemos si vamos a poder con algo, si seremos capaces de afrontar una muerte, una enfermedad, una catástrofe, accidente. El miedo paraliza el ánimo y el espíritu. Si nos preguntaran qué regalo nos gustaría tener por navidad, diríamos que dejar de tener este miedo que paraliza. Y este es el tercer regalo que recibimos en adviento. No temas,… no temas, y cree que esto te pasa a ti. Frente al miedo, coloco en la corona las piñas, que simbolizan esa capacidad de encontrar la luz y el calor. Con piñas ya no tememos a la noche , al frío y a la soledad , que se van calentando, … porque dentro de ellas encontramos la chispa que puede prender en cualquier momento, la capacidad para dar luz y calor. Hago la tercera tarjetita y esta al escribirla parece que me va calentando por dentro,…!Oh Señor, Oh Espíritu, Oh Viento, Oh Sombra!, gracias por disipar lo oscuro y el miedo de mi corazón.
Dice también San Lucas en este texto, que el ángel dijo a María, “ has encontrado gracia ante Dios”. Gracia, regalo, que es la presencia del Señor en el alma, infundiéndola amor, paz, sosiego y llenándola de sabiduría. Así María pudo llegar a entender profundamente lo que el ángel decía, con un predicamento que no necesitaba de teologías ni de estudios. Aceptó emocionada el regalo y nos abrió con su humildad y pureza, el camino a nosotros. Es impresionante lo que voy a decir, pero por todo esto que se nos cuenta, es así, “ en navidad, nace también Jesús en cada corazón”. Y creer esto, es una gracia del Señor, como la fe es un verdadero regalo. Pongo emocionada otra tarjetita “ Has encontrado gracia ante Dios”. Y me quedo un largo rato oyendo el eco de todo esto muy dentro. Los tambores, las panderetas parece que comienzan a tocar lentamente, de manera acompasada al ritmo de mi respiración. ¡ Oh Señor, rama de abeto que como árbol de vida te levantas en lo mas profundo de mi alma! y siento que siempre estás ahí, presente conmigo, como los abetos, que nunca pierden sus hojas. Y en una oración te digo,… ¡Oh Señor, Árbol, abeto de mi alma, quiero seguir encontrándote, recibiendo este regalo de la fe!
Nacerás Señor Jesús en nuestra alma esta Navidad, desde aquel anuncio que se hizo carne, “ concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”. Así coloco otra tarjeta con letra muy lentamente, “ Nacerá en tu interior”, y al momento pongo algo cálido para este nuevo nacimiento, un pequeño nido de sisal, donde cobijarlo. Pido Señor tu ayuda y todo tu amor para construir este nido, este pequeño pesebre que te contenga, ¡oh constrúyelo Tu en mi!, y que en esto al menos sea consciente de que en mi quieres recostarte esta navidad, y el resto de los días de mi vida.
Todo lo que esta historia nos cuenta está lleno de magia, del verdadero encanto de la navidad. Y es este viento el que poco a poco nos va llevando. El camino está ya marcado, nuestras huellas se ven encima de la nieve, dentro del bosque donde ya sabemos que vive nuestro Señor, dentro del alma, y allí nos llegamos cerrando los ojos y abriendo el corazón. Todo esto lo vamos entendiendo de una manera especial, y parece que lo difícil es poder hablar de ello, ponerle palabras. Dice San Lucas,” El Espíritu Santo vendrá sobre ti “, y ahora siento que esto debe ser así. Ven Espíritu Santo esta navidad, y renueva la faz de la tierra. Otra tarjetita, para recordar este regalo. Con esta llamada, al hacerla desde lo hondo, abrimos la puerta para sentir su presencia, nuestra actitud de llamada es como esos cascabeles de la navidad sonando sobre la nieve, sintiéndonos en casa.
Y la manera de llegar este Espíritu de amor, es cubriendonos con su sombra. Así abrigó a aquella joven mujer, y así nos promete que nos va a cubrir también a nosotros, en navidad. Muchas veces me siento con frío, como desnuda. Vas avanzando por los días y actuando, tomando aquellas decisiones, que te parece que debes tomar dentro de la fe que se nos regala. Pero nos sentimos con frío, como desnudos, y anhelamos un poco de calor espiritual para continuar. Oh Señor danos esta sombra que nos cubra la desnudez. Pongo pequeñas sombras grises de musgo polar blanco, con senecios y con pequeñas ramitas de Esparraguera que he pintado de blanco. Siempre en los arreglos florales debemos poner algún elemento que nos dé esta sombra y que cree profundidades en la mirada.
Y María dijo “ Hágase en mi según tu palabra”. Siento que no se puede decir algo mas profundo. Anclo Señor mi vida en tu palabra y hágase. Quizá la frase mas bonita de la navidad. Disposición, apertura, sencillez, humildad y sobre todo amor agradecido y fecundo. Poder llevar esta frase por ahí, … ah, ¡si fuéramos capaces de comunicarla en su raíz!,… cambiaría el mundo. Hágase supone que siento que se va a hacer algo en mi que no depende s.cer algo en mi que no depende sciones hablilidad.i que no depende sa en tu palabra y hsparraguera que he pintado de blanco. Sieólo de mis fuerzas, mi inteligencia, mi habilidad. Dejarse hacer es una de las oraciones, mas hondas y profundas, así nos lo dice nuestra Santa , Teresa de Jesús.
Vuestra soy,
Para vos nací
Qué mandáis hacer de mi
Una corona, hecha de abetos, musgo, ramas atadas, piñas, manzanas, frutos del otoño, con velas, lazos, todo fresco y dispuesto para ayudarnos en esta aventura personal. Silencio y contemplación en medio de tanto ruido, para poder recibir tantos regalos que el Señor nos envía por sólo su amor por nosotros. Nos preparamos, porque donde va a nacer este niño de nombre Jesús, en el pesebre de nuestra alma, en nuestro propio belén. Y el viento que envuelve el momento, con toda su verdad y ternura nos dice eso de “ déjate hacer”, ya no habrá oscuridades en ti, la vela de la navidad se enciendo en medio de tanto ajetreo, en medio del dolor y de los problemas, así como en medio de la alegría, la amistad y la familia.
Flores rojas, que nos acompañan en este camino del adviento, que recuerdan nuestra transformación desde lo que fuimos, y que calientan con su tonalidad el ambiente de casa, de la ciudad, y de nuestro corazón.
NOCHE SANTA.
Edith Stein.
Santa carmelita descalza que murió en el campo de concentración de Auschwitz en 1941.
Señor mío, y Dios mío,
Me has conducido por un camino largo y oscuro,
Pedregoso y duro.
A menudo las fuerzas me flaqueaban,
Tanto que casi no esperaba ver ya la luz.
Pero, cuando mi corazón
En el mas profundo dolor se estremecía,
Entonces, una clara y dulce estrella
Ante mi apareció.
Fielmente me condujo,-yo la seguí-,
Titubeando primero,
Después siempre mas segura.
Y así finalmente me encontré
Ante la puerta de la iglesia.
Se abrió,- yo pedí la admisión_,
Tu bendición me saludó
Por boca de tu sacerdote.
Una estrella tras otra se alinean en lo más íntimo.
Rojas flores de Navidad
Me señalan el camino hacia Ti.
Ellas te esperan en la Noche Santa.
Sin embargo, tu bondad
Deja que ellas iluminen mi camino hacia Ti.
Ellas me guían hacia delante.
El secreto, que en lo profundo del corazón
Tuve que esconder,
Puedo ahora en voz alta anunciar:
¡Creo! ¡Confieso!
Por los escalones me conduce el sacerdote
Hacia el altar:
Inclino la frente,
El agua bendecida fluye sobre mi cabeza.
¿ Es posible, Señor, que pueda nacer de nuevo
quien ya ha sobrepasado la mitad de su vida?
Tu lo has dicho y en mi se ha hecho realidad.
De una larga vida,
Cargada de culpa y sufrimiento,
Me has liberado.
Íntegra recibo el paño blanco
Que ponen sobre mi espalda,
¡ imagen luminosa de la pureza!
En mi mano llevo la vela.
Su llama proclama,
Que tu vida santa arde en mi.
Mi corazón se ha convertido en un pesebre
Que espera el Tuyo.
¡ No por mucho tiempo!
María, tu Madre que es también la mía,
Me ha dado su nombre.
A medianoche pone su hijo recién nacido
En mi, en el corazón.
¡Oh!, ningún corazón humano puede comprender
lo que Tu preparas a los que te aman.
Ahora eres mío y no te dejaré nunca.
Donde quiera que el camino de mi vida
Me conduzca,
Tu estarás a mi lado.
Nada puede apartarme ya de tu amor.
Cuando la corona está ya terminada, y la coloco en casa, en la capilla, tengo esa profunda sensación de que es algo mas que un adorno, es un símbolo vivo de lo que estamos viviendo estos días, y su aroma, presencia, cada elemento con su simbología me van a ayudar a orar, a buscar esos momentos de silencio para dejar abierta la puerta de mi alma al gran misterio del amor que se nos entrega. Poder compartir esta experiencia con todos, es para mi un regalo, un verdadero regalo de navidad. Gracias.
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