MEDITACIÓN SOBRE UN TAPIZ DE HOJAS OTOÑALES CON UN POEMARIO DE CLAUDIO RODRIGUEZ Y LA MÚSICA DE FRANZ LISTZ ” HARMONIES POETIQUES”.
“ A veces” ocurre,… comienzo …
A veces ocurre que cuando das un paseo por el campo, mientras las viñas se duchan de colores cálidos y la luz se desploma de los olivos, y abres un poemario, una suave melodía susurrada cae como una hoja, entre las otras que se queman al sol, lentamente desde lo alto, desde muy lejos. Muy lentamente. Otoño sobre el campo, un dibujo del natural estampado en un tapiz de hojas multicolores, tersas y crujientes; una rama enrojeciendo, una bufanda de colores tan cálidos tejiéndose para mí que sentía hasta hace poco, mucho frío. A veces ocurre esto cerca, en casa y no sabemos nunca qué hacer, ni cómo saludar, ni como distinguir su hacendoso laboreo. El poema de Claudio Rodriguez ” Un bien”, fundiéndose con una suave melodía, tan parecida a estas de Listz ” Harmonies poétiques”, que parece que tras de los árboles su piano comienza a recitar, ” Cantique d’amour”.
Si, Claudio, de repente, …sin avisar,… en el momento mas inesperado, un bien nos viene, … Y mientras nos rebozamos en el oro que nos lanza, bajo los árboles, verso a verso, el viento lo levanta todo entre nosotros y pedimos susurrando, no estar sordos justo en este momento. Comienza,…
Eres sólo el temblor de una hoja, el suspiro de un sonido dilatado.
A veces, mal vestido un bien nos viene;
casi sin ropa, sin acento, como
de una raza bastarda. Y cuando llega
tras tantas horas deslucidas, pronto
a dar su gracia, no sabemos nunca
qué hacer, ni cómo saludar, ni cómo
distinguir su hacendoso laboreo
de nuestra poca maña. ¿Estamos sordos
a su canción tan susurrada, pobre
de notas? Quiero ver, pedirte ese oro
que cae de tus bolsillos y me paga
todo el vivir, bien que entras silencioso
en la esperanza, en el recuerdo, por
la puerta de servicio, y eres sólo
el temblor de una hoja, el dar la mano
con fe, la levadura de estos ojos
a los que tú haces ver las cosas claras,
lejanas de su muerte, sin el moho
de un destino y su misterio. Pisa
mi casa al fin, recórrela. Que todo
te espera. Yo quiero que tu huella
pasajera, tu visitarme hermoso,
no se me vayan más, como otras veces
que te volví la cara, en un otoño
cárdeno, como el de hoy, y te dejaba
morir en tus pañales luminosos.
Claudio Rodriguez.
Quiero pedirte este oro que cae de tus bolsillos, y que siempre entres por la puerta de casa, pisando sin temor muy hondo, amasando mis ojos con la levadura esa que el aire parece llevar, flotando. Y así podré seguir tu huella pasajera, sin despistarme, hoja a hoja, luz sobre luz en el envés que brilla. En tu visitarme hermoso, en esta tarde de otoño, y no dejarte nunca morir entre estas hojas que como pañales, al suelo abrazan. Y todo, esta tarde,…
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