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LAS HERRAMIENTAS DEL SIMIO.

 

Las últimas fiestas de la Santa con la apertura del nuevo año Jubilar, ofrendas, misas multitudinarias, oraciones, música clásica y conciertos, ha llenado la ciudad de energía. Tenía esa sensación de que toda la muralla se transformaba en un instrumento de cuerda y comenzaba a sonar, tensándose en cada interior, haciéndonos rebotar a todos con esa mezcla de alegría y emoción. Una música viva que nos rescataba por minutos de este momento histórico duro y lleno de sinsentidos en la política, el desgarro social, con el desafío de los independentistas catalanes. La música es algo mágico, a veces nos conmueve, nos transmite armonía, belleza, y otras logra desasosegarnos. Música que nos envolvía porque nacía de nosotros, de nuestro interior. Éramos música sobre el suelo, éramos melodía, éramos ritmo y en todo se reflejaba el sol.

Estaba estos días leyendo el libro de Nikolaus Harnoncourt “Diálogos sobre Mozart”, dejando hablar a este músico tan especial, auténtico, talentoso. Una reflexión que parece encajar tanto en lo vivido estos días, de cómo la música, pertenece a otro modo de pensar distinto del puramente lógico y racional, un mundo real a donde podemos llegar y vivir. El modo de pensar que hace al hombre lo que es, separándolo del simio, cuando nace en él todo, el pensamiento imaginativo, el modo de pensar del arte, el del corazón.

Teresa de Jesús es una mujer incapaz de escribir, de contar algo que no se haya decantado ante ella como un alambique, decantando gota a gota una experiencia concreta, en una progresiva identificación del mundo que la rodea. Dejó su espíritu libre para que pudieran nacerle alas, como así ocurrió transformándose de gusano en mariposa. Una mariposa de papel, del papel de mi libro, del vuestro, del de todo aquel que la lee.  Una mariposa posada en un libro vivo. Todo este proceso empezó a romper cadenas y moldes en su interior, a crear un nuevo lugar dentro de sí donde vivir, lejos de palabras gastadas, lejos de prejuicios academicistas, de objeciones teológicas, de aquellas voces que la llamaban fémina inquieta y andariega en un sentido de crítica. La libertad nos dice, está y comienza en nosotros, y el lugar donde habita la sabiduría, esa que habla al interior, el espíritu que la rodeaba, está en la caverna oscura y silenciosa donde habita el amor.

Esta capacidad de dejarse hacer, una manera de avanzar en este camino de la existencia, es también reflejo de la libertad interior, de aquel que va intuyendo que lo que armaba su vida, su propio caparazón le impide respirar con verdad, y que rompiendo moldes está más capacitado para comportarse como una arcilla mojada en un día lluvioso de octubre: permeable, viva y polvorienta, con gotas, con hojas que flotaban, con algas, con la luz que poco a poco se posaba por allí.

A lo largo de la historia ha habido y hay personas como Teresa, que han sido maestras en esta otra manera de entender la vida, en las que el pensamiento está imbuido de su interior. Es el modo de pensar del corazón, del que surge el arte como manifestación de ese propio paisaje interior y de la búsqueda insaciable de la belleza, de la que está fundida con la verdad. Un nuevo modo de vivir y ser, para el que el lenguaje se queda muchas veces pequeño, como ceñidor de su mensaje. Hay realidades que sólo son abarcables desde la vivencia, no la razón ni el lenguaje lo describen. Experiencias que se viven a través de la emoción, que hacen al hombre verdaderamente humano. Experiencias como las vividas en nuestra ciudad estos días.

El ensayo de Harnoncourt se titula “las herramientas del simio”, en el que se pregunta cómo los hombres podemos vivir como tales tan alejados de toda capacidad de raciocinio emocional y espiritual. Y las herramientas que nos hacen despegar de esta situación, las que nos transforman por dentro se hayan ancladas en nuestro corazón, en la capacidad de percibir lo que nos rodea, en el deseo de vivir en la verdad, atentos y a la vez descansados. Como dice Rainer  Mº Rilke al final de su novena Elegía: “ Mira, yo vivo, ¿De dónde? Ni la infancia ni el futuro/ son menos…Existencia de sobra/ me mana en el corazón”, o en palabras de nuestra Santa “vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”,…