DE LO ANIMAL.
Llevo varios días con la imagen de ese programa de televisión marroquí en el que la presentadora enseñaba a las mujeres cómo maquillarse los moratones de las palizas de sus esposos para que no se noten y así poder salir de casa sin problema. A la preocupación y dolor por el maltrato a las mujeres, con estadísticas que abruman, mas del 60 % de las mujeres marroquíes lo padecen, se une la lectura de este gesto.
Estaba en Berlín hace unos días disfrutando de las salas de arte griego del Altes Museum, reencontrándome con los vasos , esculturas y restos de industria que hace ya muchos años había estudiado mientras preparaba el doctorado. Me volví a parar ante el relieve de la estela Giustiniani, una joven mujer con tanta belleza de proporciones, tan delicada en su realización, con todos los pliegues del himation con movimiento, formando a su vez una columna esbelta y robusta que sostiene su propia silueta mientras lo delicado de los pliegues caen desde la fíbula del hombro. Una mirada que transmite tanta paz dentro de su propio mundo interior. Recordé en un momento a otra mujer que en los cantos de la Odisea nos muestra un mundo interior propio y que sabe mantener su dignidad al margen de lo que a su alrededor acontecía, me refiero al Canto XVIII, y a la figura de Penélope. En medio de esta epopeya heroica donde los personajes parecen hojas llevadas al ritmo del destino, los dioses y las pasiones, aparece esta mujer que parece salirse en su comportamiento tanto patrón del tiempo como del sentido último del devenir, para ser una figura universal, prototípica. En un momento, Euríome la criada insta a su señora a lavar su cuerpo y a ungirse de aceite las mejillas para poder así estar presentable ante los hombres que a su alrededor la cortejaban, después de mas de diez años de soledad. Penélope se resiste a volver a un mundo del que sólo su esposo la puede sacar, el compañero que la conoce de veras, y así dice :“ los dioses que ocupan el Olimpo me arrebataron la belleza el día que aquel se marchó”, algo así como, mi belleza sigue intacta incluso sin maquillajes. Esta soy realmente yo.
Frente a esta mujer musulmana que pese al dolor y el sufrimiento tiene que “ tragar” con todo y acicalar la violencia que aún le duele, ya antes del siglo VIII a. C. cuando este poema se recogió, hubo otra mujer que defendió, como pudo, su isla de dignidad frente a un grupo que la presionaba con violencia y tradición. Y me pregunto, porqué hemos evolucionado tan poco en estas cosas y hemos sido capaces de hacer proezas increíbles en las ciencias, la comunicación y el nivel de vida y no en la defensa de los derechos humanos.
La Estela del museo berlinés se enmarca dentro del llamado estilo clásico temprano de la primera mitad del s. V a. C. Un momento de la historia único, al que el pensador contemporáneo, George Steiner , llama milagro. Consistió en el descubrimiento y el cultivo del pensamiento abstracto, de la meditación y el cuestionamiento de lo absoluto, no contaminado por demandas utilitarias de la economía del momento. El hombre comenzó pensar, algo que es sencillo, y a la vez lo consideramos obvio, pero que como podemos leer en estos graves acontecimientos, no se desarrolla, no se potencia. Todavía las sociedades estamos dentro de ese baile al que Penélope no quería bailar, y al que muchas mujeres son obligadas a dar el paso, a recibir la bofetada y a callar disimulando.
No quiero caer en un razonamiento simplista, la mujer en la época griega estaba mucho mas sometida que en las sociedades contemporáneas. Había esclavitud y un mandato del varón supremo sobre la mujer. Lo que me duele es que al fenómeno del maltrato a las mujeres que cada día oímos y vemos, se una la toma casi la “ invasión” hablando en términos de batalla, del ámbito mas íntimo de una persona, de una mujer, su propia dignidad y su ser. Violencia y disimulo social, porque los hombres que maltratan , basan su discurso en que no pueden comportarse con las mujeres de otra manera, por cuestiones de virilidad , educación en el oprobio y vivencias familiares y sociales.
Paseaba por el Berlin que hoy en día se va levantando de tantos años de guerras y de divisiones sangrientas, con los edificios y las calles en rehabilitación, recordando que por allí pasaron Goethe y Schiller, aquel que nos dice “ Ya se apartó del sueño del sentido,/ el alma bella y libre;/ desengrillado por vosotros saltó el esclavo, /de la preocupación hacia el seno de la dicha. /Ahora cayó de lo animal, la sombría barrera,/ y apareció lo humano,…” La poesía del pensamiento, la belleza de la estela de aquella mujer griega, el alma de Penélope, el de todas las mujeres del mundo que avanzamos aportando a las sociedades nuestro verdadero valor, sin maquillajes ni programas de televisión en “ prime time” mostrando nuestra intimidad. Con Schiller vuelvo a decir: espero que caiga de lo animal la sombría barrera de la sinrazón, y que aparezca por favor lo humano.
Articulo publicado en el Diario de Ávila. Jueves, 1 de diciembre, 2016.