” QUE otros alaben lo que les plazca;
Pero yo, natural de las riberas del Misisipí raudo, no alabo nada en el arte ni en ninguna otra cosa,
Mientras no haya aspirado profundamente la atmósfera de este río y el perfume de las praderas de Occidente.
Y los haya exhalado a mi vez.
¿ Es un prodigio que yo sea inmortal, si todos somos inmortales?;
Sé que es un prodigio, pero mi vida es también un prodigio y mi concepción en el vientre de mi madre es también un prodigio,
Y que de una criatura haya llegado, en arrastrarme sonámbulo de un par de inviernos y de estíos, a hablar y andar; todo esto es también un prodigio.
Y que en esta hora mi alma te abrace, y que influyamos el uno en el otro sin vernos, y acaso sin vernos jamás, es igualmente un prodigio.
Y que pueda pensar pensamientos como éstos, es también un prodigio,
y que yo pueda hacer que los pienses y que los conozcas como verdaderos, es también un prodigio,…”
Walt Whitman. Autum rivulets.
!Oh Walt, viejo amigo de barbas pobladas!,… ! cómo puedes hablar con palabras prestadas desde los confines de mi interior, desde esas vaguadas caladas, la ondulante linea de la carretera que lo recorre, la pradera encharcada en gotas sobre los pétalos de cada flor!,… Así lo siento, de veras,… ! y que otros alaben lo que quieran!…. eso mismo grito yo hoy.
Avanzan los días de esta primavera de manera tan encapotada y llenos de negras nubes posándose sobre todo, como mi espíritu dentro de una maraña de jaquecas que parecen encadenarse unas a otras y descargar sobre esta pradera que es mi cabeza. Y parece que voy sorteando cada trabajo y quehacer diario, casa, familia y trabajo de manera realmente agotadora, porque siento a cada poco mi debilidad, que me puede llevar a la cama en un momento. En medio de toda la agenda, me desplazo a la montaña a impartir un curso de arte floral y a rematar la decoración de una boda, y desde mi coche parece que la medicina mas potente que haya en el mercado, aparece allí, sin receta, sin contraindicaciones, sólo para mi, en la naturaleza que envuelve la mirada, llena el espíritu de paz y de armonía interior.
Empiezo a bajar la ventanilla, y a ralentizar tanto el paso que tardo mas de una hora en recorrer lo que en pocos minutos debía haber hecho. Paré al fin en la cuneta, y poco a poco empezó a llover aún mas. Dejé la música que sonaba desde el coche, fundiéndose y allí me quedé sintiéndome propietaria de todo. Poco a poco con la lluvia que ya me empapaba, sentía que ese paisaje, la vista que recorría entre nubes los picos de Gredos, las laderas llenas de matas de piornos y cantuesos, los álamos de la ribera, las fuentes con sus colirojos, y las llanuras encharcadas con el vuelos de la cigüeñas que comenzaban a despegar, se me regalaba ya para siempre. Sentí que mas que estar todo esto fuera, al alcance de mi vista, estaba todo dentro de mi, muy dentro,…. Aspiré profundamente la atmósfera del río que por allí se despeñaba entre barrancos y luego desplazaba su panza sobre la llanura, y el perfume de todo me vistió como para una fiesta.
Parece que la montaña, el perfume y la compañía de la lluvia, llevaba el baile a otro momento, sentí que de lo que hablábamos en susurros, lo que el aire decía entre las gotas de lluvia, era algo relativo a la eternidad del momento que ya se dilataba. El vaivén del coche, mi paso tranquilo a lo largo de la carretera de la montaña, me hacía sentir que interiormente galopaba, y que ese caballo que sentía resoplar entre las gotas llevaba el nombre de ” eterno”,…. eterno momento, baile eterno para mi,…Y yo seguía tu paso, y mi ritmo se acomodaba a Ti , y desde dentro surgía una especie de caudal de energía que decía, te decía, siempre,… siempre así, siempre estaré aquí,…. Usaré la memoria como motor para poder avanzar en medio de la tristeza, la ofuscación, el miedo,… Cuando me atenace el dolor, la pérdida, y la desorientación,… cuando agotada me desanime, y no sepa por donde está el camino, el caballo, el baile y la pradera llena de lluvia del corazón. Cuando vuelva a preguntarte dónde estas tú, Señor, collado, montaña río, prado florido, vuelo de alondra, viento y sol.
Me pregunto cómo ocurren estas cosas, sintiendo que hay prodigios como dice Walt que se circunscriben a mi nacimiento, al de cada uno de nosotros. El prodigio de vivir y respirar, de poder hablar y llamar lluvia, a lo que cae, y de respirar el paisaje, la belleza, la armonía, la luz y el equilibrio.
El prodigio de ser y de sentir que esto se pinta así
El prodigio del amor, que nos empuja por carreteras de montaña mas allá del cómodo salón de mi interior,
El prodigio de hablar y comunicar estas cosas, y sentir a los lectores atados a lo que escribo, mas allá de la red. El prodigio de tener empuje para hacerlo para pulsar las teclas del portátil hoy.
El prodigio de pensar y avanzar cabalgando, sintiendo que mas que dirigir el momento, es él el que nos lleva en sus lomos, trotando, por ahí, al paso quedo, subiendo colinas, y atravesando prados y estanques.
El prodigio de calarnos con gotas que mas que lluvia, son de ti, momento de mi vida, eterno y feliz. El prodigio de sentir que me inundas tanto, que ya calada aprendo a seguir, diluyendo la presión que atenaza mis días y hace mas tristes las horas de la noche que debían ser dibujadas para ti, sólo para ti, lluvia, pradera, cuesta, estaque, que ya arrasas con todo en mi interior, dibujante de nuevo paisaje vivo.
Llegué a casa y la luz aquella parece que arrasó con lo triste y melancólico de mi ánimo, pintando todo de un nuevo color. Y desde lo hondo grité ! Oh Walt! ,… otro prodigio es sentirse calado aún cuando la ropa está seca, y el ánimo sereno se da una vuelta de baile sobre lo oscuro, y mira alegre cada rincón del paisaje que levantas, Señor de mi alma, momento amado, lluvia, montaña y río del corazón!.
Mi gatita bebiendo el agua del jarrón. Parece que la tormenta ya se pasó. Que otros alaben lo que quieran, yo sé que es lo que alaba mi corazón, y lo que alaba de veras,… Pradera encharcada, lluvia y chaparrón.