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La Moraña es un territorio abulense muy parecido al mar. Abierto de par en par sobre un cielo azul que se desploma sobre campos arados que salen de barbecho a cada poco.

Y es un mar completo no sólo en su fisonomía de firmamento pegado al suelo duro de Castilla, sino en su historia, en su arte y en su pensamiento. Las carreteras que lo recorren junto con la red de caminos y sendas, trazan sobre la superficie un dibujo como de venas , como si toda ella fuera una mano abierta y plana .

 

Coger el coche en una fría mañana de enero y dejarse caer por ahí, es una aventura llena de interés, sentirse parte del paisaje, sujetando el cielo, y abriendo el espíritu. Entiendes así de manera muy personal, que esta tierra haya sido siempre así, que deambularan por estos caminos místicos como Santa Teresa y San Juan de la Cruz, o como el judío Mosé de León, autor de El Zóhar o “Libro del Esplendor”, que fue el introductor de la Kábala en Castilla. Místicos cristianos y judíos junto con los islámicos como El Mancebo de Arévalo. Todos ellos como caminos que han surcado los mares del pensamiento y el espíritu, dejando su poso hasta nuestros días.

Así cuando llegas a la Iglesia de San Juan Bautista de Narros del Castillo, entrando por el recinto amurallado que como cinturón rodea el espacio, lleno de cuarcitas con sus restos de talla del Paleolítico, vas poco a poco aterrizando en el verdadero rostro del lugar. Y el planeo visual sobre el mismo nos deja sin respiración por lo increíblemente bello de su construcción, las proporciones, los ábsides ladrillo a ladrillo construidos con primor, el artesonado que sobre los muros del templo descansa en su esplendor.

Al entrar en la iglesia, tuve la sensación de que sus elementos y características que la embellecen se encuentran dentro de este mar profundo y ancho de miras que es esta zona de la provincia. La expresión de esto en diferentes soportes artísticos, arquitectura, escultura,… literatura como los tratados del Mancebo de Arévalo:”Tafsira”, “el Sumario de la relación y Ejercicio Espiritual” y “el Breve compendio de nuestra Santa Ley y Sunna”. Es el mas importante autor de la literatura aljamiada, que era de contenido islámico, escrita en castellano con grafía árabe. Me di cuenta de que la belleza del templo, las airosas proporciones , el aire que con la luz bañan cada rincón pertenecían a esa España mixta y variopinta que ha forjado nuestro espíritu y se ha quedado tallado en la arquitectura . El artesonado mudéjar mas bello que podamos contemplar nos deja sin respiración. Las paredes están pintadas con imágenes de personajes que bien pudieron ser los constructores de todo, con sus gorros típicos, con verdaderos retratos en sus rostros. Ahí estaban nuestros antepasados, subiendo en fresco las escaleras de la torre del campanario. Y en sus palabras , las del Mancebo parece que comienzan a hablar :”Señor, dad a mi lengua y-a todos mis mienbros i sentidos corporales una perfeta i santa continençia. Señor, dadme pureza, desnudeç, i libertad enterior, y-entendimiento, i íntimo recoximiento….” Humanismo y pensamiento, como recién salido de la boca de Juan o de Teresa.

Los estudios nos muestran que este autor nació en Arévalo y recorrió desde aquí muchos lugares de España, siendo probablemente arriero o comerciante. Recibió en Zaragoza en 1534, el encargo de escribir las nociones musulmanas mas básicas que se estaban perdiendo desde la conversión forzosa al catolicismo. Este libro es la “Tafcira”, donde el autor muestra su gran formación humanística con términos en latín, y con ecos en sus obras de La Celestina, y la Imitación de Cristo de Kempis. Curiosamente las citas sobre el Corán son menos completas. En un momento dado, nos cuenta su proceso de conversión al Islam, ya de adulto, y cómo fue ampliando sus conocimientos en sus viajes. Tuvo seguramente que huir de la Península después de dar a conoce su obra, usando las redes secretas de los moriscos. Debió escribir un texto sobre esta aventura de su fuga, pero no se ha conservado.

El retrato de este pensador y escritor morisco, parece que nos pone en hechos vivos lo que en la iglesia de Narros vemos. La fusión de las religiones, del pensamiento de diversos colores, la destreza manual, el arte de las proporciones, levantándose en esta comarca abulense tan especial. Vemos cómo es difícil ir diseccionando con un bisturí, en nuestro pensamiento, qué es cristiano, qué es musulmán, judío, morisco, mudéjar,…porque todo se argamasa como la muralla de cantos del recinto, en una especie de turrón de historia amalgamada. Esto es lo que hay debajo de nosotros, en nuestra historia, mestizaje y fusión, como todo mojado del mismo cielo que pinta cada momento. Como todo sumergido en este mismo mar.

Así decía Antonio Machado en un poema que leo al llegar a casa:

“ Desnuda está la tierra,

y el alma aúlla al horizonte pálido

como loba famélica. ¿ Qué buscas,

poeta, en el ocaso?

Busco el mar de Castilla, que por estas llanuras, se ha recostado.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 26 de enero. 2017