EN PARADERO DESCONOCIDO.
EN PARADERO DESCONOCIDO. Un caso de criminología.
Leyendo a San Juan de la cruz, y reflexionando sobre la creación artística con Stefan Zweig
Estoy estos días enfrascada en la lectura de las obras de San Juan de la Cruz siguiendo el master de la Universidad de la Mística, y a cada paso que voy dando con los versos de nuestro admirado paisano de Fontiveros, más me impresiona esa capacidad que muestra para hablar de la vida y el amor, y cómo todo lo hace de manera tan bella. Identifica al Creador con su creación en dónde le encuentra , las montañas, los prados, las ínsulas extrañas. No sabría decir si nos sobrecoge su obra por lo que describe y tan increíblemente sublime se muestra en la naturaleza que nos envuelve, o por cómo él lo cuenta, la pausa y el espacio ese que vemos entre cada palabra, la sombra tras de cada verso, la música callada tras cada estrofa. Por el proceso creativo.
En 1940 Stefan Zweig mandó una carta a su primera esposa Friderike en la que recogía sus impresiones sobre la creación artística y su misterio. Al adentrarnos en las obras de arte, contaba, cuando alguna de ellas salta del anonimato del estante de la vista o el oído, al del interior y allí está con nosotros, en ese momento, sentimos una gran humildad y nos sobrecoge la impresión. Vemos que hay algunos elegidos, artistas de veras que hacen comprensible con su obra, lo que en si mismo parte de un principio incomprensible. Este proceso de la creación artística se asemeja mucho a un caso de criminología, en ambos reconstruimos dentro de nosotros, con un poema como este de San Juan, o con una sonata de Corelli, una acción cuya realización en origen no hemos presenciado. Y esto nos debe llevar a no acercarnos a estas obras sólo de manera racional, sino a dejar abierto todo nuestro sentido a la aventura que nos muestran. Lo cierto es que cuando leemos , oímos, vamos poco a poco recreando lo dicho, entendiendo a nuestro modo, somos con el autor , autores por contagio.
Esto lo he visto y sobre todo lo he oído hace unos días en un concierto en el Teatro Real de Madrid, en un recital del reputado y conocido contratenor alemán Andreas Scholl, y curiosamente no en su voz, ni en su manera de interpretar la música compuesta para los castratis de los siglos XVII y XVIII. El que me ha ayudado, además de impresionarme mucho con su interpretación, fue el violinista italiano, Stefano Montanari, que apareció en escena vestido a la manera de los piratas de Caribe, y levantó ante todos una especie de poema lleno de belleza con su violín. Un nuevo Cántico, la naturaleza sobre-creada, el arte en mayúsculas, al ver que no era sólo un interprete mas, con su actuación fue co-creador de todo, sacó las piezas y sus partituras del estante oscuro, al luminoso y lleno de sonidos, melodías, trinos y apoyaturas imposibles. Cuando en la segunda parte del recital, interpretó, junto con un clave, un chelo y un laúd, la sonata op. 5 de Arcángelo Corelli,( 1653-1713) sentí, creo que con todo el público, la emoción de lo creado y compartido.
En estos días de primavera tan llenos de actos , la semana de Rubén Darío recordando su relación con Ávila por medio de su amada Francisca , las jornadas en el Palacio de Caprotti, el centenario de Cervantes, el recuerdo a Tomás Luis de Victoria, y los cursos sobre San Juan, estas reflexiones nos sitúan en otro lugar. Me planteo entonces qué papel tenemos en este proceso creativo y cómo manejamos la impresión que nos provoca un poema o una sonata de violín. En primer lugar pasa a ser ya algo propio, ya sé qué voy a escuchar cuando esté un poco alicaída y necesite un reconstituyente emocional. Oiré a Stefano y a Corelli, y leeré el Cántico. Pero ya no voy a intentar saber mas de ellos, su vida y distintas pistas de este juicio de estilo criminológico, no. Ya siento que en este segundo paso llega a mi propia lectura y audición de ello y cómo desde ese lugar recreo dentro de mi todo, sintiéndome parte creativa del proceso, dejando mi papel de acompañamiento.
Dice Stefan que en este proceso creativo los artistas en un momento dado están tan en su obra, viviendo en ella, alimentándose de lo que allí viven que sentimos que andan “ fuera de si”, como indica la palabra griega ekstasis. Cierto día al llegar un amigo al estudio de Balzac que con su largo camisón blanco y su taza de café concentrado estaba escribiendo una novela, llamó a la puerta y el escritor le abrió con lágrimas en los ojos, “ ¡Qué horror! , la duquesa de Langeais ha muerto”, dijo, la protagonista de esa novela que sólo existía en su mente y en el mundo de su creación. Con lágrimas pero de emoción me imagino estos días a San Juan, viviendo en la prisión mas lúgubre de Toledo, húmeda y desolada, el mundo de la Creación por él levantada, el otero, la majada, la fuente cristalina. El proceso creativo es una especie de juicio criminológico, en el que el autor muchas veces se encuentra en paradero desconocido.
Articulo en el Diario de Ávila. 28 de abril 2016.
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