El gran número
EL GRAN NÚMERO.
Cada día cuando me pongo a escribir este artículo, tengo claro desde tiempo antes qué quiero decir y cómo voy a ir “ esquiando” palabra a palabra para intentar comunicarme con vosotros. Hoy parece que esto cambia, y me resulta muy difícil arrancar, seguramente porque hay demasiada nieve en esta travesía. Como decía la poetisa Wislawa Szymborska en su discurso al recoger el premio Nobel, cuando encuentras una frase que encierra todo, es fácil comenzar a escribir. En este caso unos versos suyo, “ cuatro mil millones de gentes sobre esta tierra/, y mi imaginación es la que era./ No se me dan bien los grandes números./ Sigue conmoviéndome lo particular. “
Y es así, estos días andamos enredados en los números, muertos inocentes a manos de terroristas en distintas partes del mundo. El número parece importar mucho en la opinión y las noticias, las comparaciones con otras masacres se encuentran en gráficos, la historia como en un zumbido de cámara fotográfica se maneja de un lado a otro. ¿ Cuantos son los verdugos, y en dónde viven, y cuantos los muertos, cuántas son sus familias, cuantos países ayudan o condenan o informan? Y yo me quedo con lo particular, intento bajar al suelo por momentos, cómo sigue diciendo Wislawa, “ Elijo rechazando pues no hay otra manera,/ pero lo que rechazo es mas numeroso”. Rechazando avanzo como persona y así muestro lo que veo aquí debajo de los grandes números que tan fríos nos dejan.
Cuando tras la” la batalla de Francia” en 1940 Messiaen estuvo en la prisión nazi, compuso su maravillosa pieza para piano, violín, violonchelo y clarinete “ Cuarteto para el fin del tiempo”. Con él pudo descender del horror, rechazar su dominio y crear dentro de todo el infierno, un lugar donde sentir que los demás le importaban, dónde la música pudiera sonar acompañando en el dolor y ser, cada nota, como un silbo maravilloso del pájaro solitario ese que acompaña a cada ser en su corazón. Él fue un apasionado de la ornitología, y quiso adaptar el canto de los pájaros al registro de su música. Consideró que estaba hundido y que la suerte y la sinrazón le rodeaba, pero cuando comenzó internamente a rechazar esta cosa, aquella actitud, el comportamiento de aquel, en ese momento, se bajó de los grandes números al suelo. Estrenó su obra que luego es oída y venerada en los auditorios de medio mundo, en el patio de la cárcel con los cuatro instrumentos que allí pudieron encontrar, interpretada por prisioneros como él. Y desde allí salta cada vez que lo oímos al corazón de cada oyente, que se conmueve por dentro. Y es muy curioso lo que ocurre a veces con el arte con mayúsculas como este, que sin conocer de qué va, qué significa, ni la traducción de lo oído o visto nos llega a las entrañas y nos hace un nudo. El cuadro del” El fusilamiento del Dos de Mayo de Goya “ , o las sinfonía Lenningrado de Shostakovich, O estos versos que son “ un poemita, un suspiro./ A una llamada estruendosa respondo con un suspiro. A costa de pérdidas indescriptible/ Cuanto silencio, no lo contaré,/ un ratón al pie de su montaña materna./
Podemos rechazar la violencia, la intransigencia de los pensamientos únicos, las guerras santas que inmolan a su dios a víctimas de otros credos, los atentados de los terroristas, las hordas de analfabetos espirituales y vitales que crea la sociedad ultramoderna del s. XXI. Podemos oponernos a todo, y debemos hacerlo desde dentro, manteniéndonos al margen de eso que llaman opinión pública, y que nos hace pensar, sentir y respirar como esos ratones del pie de la montaña. Desde dentro, desde el patio de la cárcel en la que vive en tanta barbarie y sinsentido, el corazón de cada uno. Desde nosotros contados en tan pequeño número que es uno, yo, tu y el otro que se duele de verdad. Si esto es así, si razonamos y nos bañamos en toda esta locura, querremos hacer desde cada lugar lo que podamos. Para en principio rechazar y después, esquiando nuevamente, construir, crear una melodía, un lienzo, construir un diálogo, escribir un ensayo, hablar de corazón con nuestro vecino, enseñar a leer lo que se va cayendo como la nieve cada día en los ojos de nuestros hijos.
Dice el poema que nos empuja en la ladera de Wislawa, “ Mis sueños, incluso, no son, como debiera, populosos./ Hay mas soledad en ellos que multitudes y jaleo”, y no puedo mas que seguir con ella con todo, porque siento que esto es así. Silencio, quizá la palabra mágica, lienzo en blanco, folio en el que no sabemos qué escribir. Silencio en medio de un mundo ruidoso que nos nubla hasta el sentimiento y por supuesto la razón.
Estaba en medio de la Semana Santa de este año, rechazando el ruido, y buscando el silencio que me ayudara a ser mas cercana con el mundo ese que no se escribe con números muy grandes. Parece que el tiempo cambia, que los días de frío van en retroceso, la primavera se lanza desde los prunos de la carretera, el folio se va llenando, y nuevamente hago míos estos versos “ de dónde aún este espacio dentro de mi./ No lo sé”. Espacio, aún y dentro de mí, tres palabras para componer una nueva canción. No se me dan bien los grandes números.
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