Adónde debo ir, mientras en mi se derrumban montañas .
MEDITACIÓN EN EL CAMPO EN UN DÍA DE PRIMAVERA, con los poema de Rainer María Rilke y San Juan de la Cruz. Con la música de Schubert por ahí sonando.
Adónde debo ir
mientras en mi se derrumban montañas,
en dónde aguardaré
a que los rios desbordados,
cuando entren en razón,
nuevamente repartan el paisaje
en serenas riveras.
¿ No es que acaso
en tiempos de peligro
fueron enarboladas en nosotros
cosas que deberían
estarle impedidas
a la mirada nuestra?
Paris, invierno 1913-1914.
Poemas a la noche y otras poesía póstuma y dispersa. Rainer María Rilke.
Edición Juan Andrés García Román. DVD Ediciones.
Poder ir al campo, es siempre un regalo. Llegar allí con las preocupaciones, los trabajos a medio hacer, todos aquellos planes que no terminan de encajar, y dejar que sencillamente las horas y los minutos pasen así, sin hacer ruido. Entre todo ese malestar que arrastro estos días, se encuentra el hondo dolor por las muertes de los atentados terroristas que azotan el mundo entero.
Los fresnos estaban empezando a brotar en un color tan claro y de un verde casi amarillento, los frutales comenzaban a florecer, y sobre las praderas y vertientes aparecían un poco machacadas por las lluvias de los últimos días, las violetas, los tanacetos, y los molinillos de viento se alzaban sobre las pequeñas vertientes de los montículos de tierra. La vista de las pequeñas flores se fue en un momento a las montañas, y allí se quedó, mientras sentía poco a poco que el suelo se volvía a abrir bajo mis pies. La impresión y la belleza del momento juntas , así como de la mano. Quería parar y caer allí, no podía encontrar otro lugar adonde ir,… ” ¿ Adonde debo ir, mientras en mi se derrumban montañas?”, donde caigo de la impresión de sentir que todo esto, esta belleza sin par, el aire fresco y la lluvia sobre la cara, es para mi. Las palabras de Rilke nuevamente siento que me acompañan, y espero con él, que los ríos desbordados que por aquí veo arrastran todo a su paso, repartan el paisaje este tan hondo que nace entre nosotros aquí y ahora.
Y comienzo este paseo de una peculiar manera, cojo un libro y tras una ladera voy a perderme un rato . En este caso además de los Poemas a la noche, meto en la mochila ” La noche oscura” de San Juan de la Cruz. Estoy en estos meses en un master en la Universidad de la Mistica, CITeS de Ávila, leyendo y aprendiendo tantas cosas sobre San Juan,…
” En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estado ya mi casa sosegada.
…
Aquesta me guiaba
mas cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
Muchas veces siento que pese a vivir en un día soleado, con todo el campo lleno de color y luz, me muevo aún como un topo, porque la mirada se centra en mi vida, los problemas, las inseguridades, los temores, los sentimientos, y soy a veces incapaz de manera personal de salir de esto. Cuantas veces camino por el campo y mientras me lleno los pulmones y el corazón de aire fresco y de belleza, mi mente va como paseando por otra vereda aún mas compleja y no puede salir de su propio pensamiento. Requiere, como nos dice San Juan, tener nuestra casa sosegada, algo en lo que muchas veces fallamos. Me encanta leer a este santo, porque siempre baja todo lo vivido a la tierra, a lo mas humano que hay en nuestra vida y a la vez en lo mas trascendente, el amor. Y hoy nos dice que ahi está la manera de salir de esta casa interior tan llena de ruidos: el amar y tener un corazón enamorado. Pillado por la vida, por la belleza que en un paseo se nos regala, por la amistad de aquellos que oyen tus problemas y te acompañan en cada momento de incertidumbre y de alegría también. Pillado por la familia y el hueco del sillón donde te acurrucan. Pillado por la belleza intangible que se va escapando a cada poco tras una sombra que en fuga se mueve, tras la gota de riego perdida en el envés de una hierba, en el sedum que rojo va colonizando la panza de una mole granítica de la pradera.
¿ A donde debemos ir cuando vemos que las montañas se derrumban, que toda la belleza de lo natural nos moja de tal manera que sentimos el suelo abierto bajo los pies?,… La emoción y la impresión por todo se juntan.
Dónde iremos cuando vivamos esto y el río de la existencia nos lleve no a verle ahí pasando, sino a meternos hasta los ojos en él, a sumergirnos en todo lo creado por y para nosotros. No veremos el río, ya con él, seremos río. No veremos las montañas, fundidos en la vista, y con el corazón, enamorados de todo, seremos montañas y en la lontananza de la vista podremos avanzar junto con el cielo que dibuja cada palmo de este cuadro de nuestro interior.
Rilke en este poema también vuelve la vista hacia si. Y me pregunto, qué cosas son aquellas que deberían estar prohibidas para nuestra mirada. Me paro así mirando el agua al caer,…
Nosotros formamos un cuerpo muy disperso pero lleno de interés y de sentido, llamado ” la humanidad”. Todos distintos al nacer, ríos, desiertos, grandes urbes y suburbios llenos de basuras. De distintas religiones, credos, miedos, aspiraciones y encuentros con la divinidad teñida de nombres muy variados, numen, nube, suspiro, amor. Pero todos formamos parte de una misma materia creada, y compartimos así el impulso y la vida, el espíritu que nos envuelve y nos ata con lazos mas profundos de lo que podríamos soñar. Y si, creo que hay cosas que a todos nos están prohibidas, porque todos procedemos del mismo jardín.
Prohibido matar así rotundamente gritado al viento, matar conciencias, dignidades, mentes y personas. Prohibido dejar desangrarse a los pueblos, a las madres encintas, a los niños prisioneros del odio y la pobreza, los jóvenes y todo su vigor, a cada ser que este jardín ha creado para cada uno de nosotros, con el fin de que sintamos toda la belleza y en ella caigamos de impresión. ¿A donde iré cuando siento profundamente que esto es así, y veo las montañas derrumbarse por mi ?
La tarde estaba al fin soleada. La luz entre las nubes iba filtrado un camino que las matas remarcaban al pasar dejando mis huellas sobre los charcos. La huerta se bañaba de agua de lluvia y de la luz mas limpia que jamás pude ni soñar. Las montañas bajaron desde lo lejos del puerto del Pico y allí parecían estar, y el suelo se abría entre nosotros. Sentía como dice el santo, que me esperaba aquello, que ese momento estaba siendo dibujado con lluvia y con luz para mi. Con un deseo me movía, quería tener siempre el corazón enamorado, y sentirme parte de aquella tierra y en ella sentir cómo mejoraba cada parte de mi, arando, puliendo todo en agua encharcada, y en luz regalada con tanto cuidado. Corazón para mirar lo que se me regala, lo que a todos nos regala la vida en la naturaleza, para vivir agradecida por todo, y para salir del chapuzón de la tristeza esa que como gusanos de seda fabricamos con nuestros pensamientos tan confusos y enrevesados.
Y desde entonces siento que todo es para mi. Y he adoptado una especie de grito interno como esos que lanzan los pueblos primitivos al celebrar sus cosas al sol,… gris no,…. verde , amarillo, rojo lleno de pasión,…¿ A dónde debo ir mientras en mi se derrumban montañas? ,… ya no es un grito de lamento, ni tan siquiera de emoción es un grito que me recuerda lo vivido, y que marca ese camino lleno de charcos por donde a las montañas de mi vida, cuando las vea aparecer, debo ir. Cuando sienta como hoy, que los ríos reparten el paisaje en la riveras de mi interior.
! Oh dichosa ventura
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada!
En estos días, mientras me reponía de todo, he tenido la suerte de poder oír un maravilloso recital de piano a cuatro manos a cargo de los virtuosos pianistas del Iberian Klavier Duo, Manuel Tévar y Laura Sierra, y os dejo esta Fantasia de Schubert F menor, op. 103. Delicado y a la vez tan enérgico, a conjunto con todo lo vivido por aquí.Tan jóvenes y llenos de talento, vitalidad y ternura. Gracias, amigos.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=igCpE5xDL7g&w=560&h=315]
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