Cuando reflexiono sobre este artículo en el día después de la Gala de los ciento veinte años del Diario de Ávila tengo cerca, en mi escritorio las poesías de Ida Vitale.

Me planteo cómo puedo expresar con palabras algo que ha estado en mi vida, un suelo, una alfombra en vuelo, que desde mis abuelos me lleva hasta hoy y me empuja al futuro, en un periódico que es parte de Ávila. Una ciudad que no es sólo la muralla, ni el roquedo sobre el que se asienta, las calles adoquinadas, las iglesias, la catedral fortaleza, las plazas con sus bancos de piedra. No es sólo eso, es mucho más, somos todos nosotros los que constituimos este nombre. Una ciudad y un periódico donde se oyen nuestras voces, la actualidad que nos va cayendo encima, la agenda de lo que vamos haciendo, nuestras opiniones, las voces de los vecinos, las reflexiones económicas y culturales, los anuncios, nuestros negocios.

El premio Cervantes 2018 ha recaído este año en la poeta uruguaya Ida Vitale. Desafiando todos los pronósticos, los miembros de jurado no han podido elegir otro candidato mejor. Con esta elección levantan con alegría el agradecimiento que hacia ella sentimos los lectores y la crítica, por una obra poética que abarca toda su vida, llena de personalidad y de belleza.

Como todos los poetas de la historia Ida reflexiona a menudo sobre el lenguaje y la escritura como vehículo de comunicación, reflexión y vida. Expresa en una frase la dinámica de su trabajo:

La poesía trata de encajar

un circulo en un cuadrado.

Llevo varios días con esta definición tan genial en mi cabeza, y creo que tiene mucha razón para muchas cosas de la vida. También para expresar lo que es este Diario en la ciudad que somos todos.

Poder poner en palabras una noticia, articular una opinión, reflexionar sobre la vida, la actualidad, priorizar, colocar, diseñar son tareas que requieren de esta acción, plasmar círculos de pensamientos, datos y opiniones en un cuadrado compuesto de palabras, de maquetaciones, de páginas, portadas y anuncios. Una acción que tiene que ver mucho con otra que se recoge en el verbo atinar, dar en el centro, interesar, entretener, dar a conocer.

EL Diario de Ávila, como parte de nuestra historia tiene un poso que me emociona, el de mi propia vida, familia, vecinos, amigos. Algo más que se pega a mi patrimonio inmaterial, como el polvo que se va acumulando sobre el devenir de cada día. Un montón volátil que es nuestro, que cuenta nuestra vida y que por tanto nos va definiendo como personas y como comunidad. Ese polvo personal, como ese que está entre los sillares de la muralla, es algo que no podemos nunca encontrar en otros medios de comunicación más globales. Si, somos habitantes de una gran aldea global intercomunicada, atacada por corrientes de opinión, mass media, y comunicaciones que recorren en segundos medio mundo. Somos esos habitantes, pero no podemos entendernos de veras, si no prestamos atención a nuestro propio caminar y a ese polvo que dejan nuestros pasos, la ciudad, la cercanía, el vecindario.

En todo esto sigo a Ida, que parece que dialoga conmigo,

De la memoria sólo sube 

un vago polvo y un perfume. 

¿Acaso sea la poesía?

La memoria y dónde se asienta, es algo que me interroga. El fundamento de nuestra vida, la raíz que desde luego siento muy cercana. Digo esto tras lanzar una mirada al pasado de este periódico porque en sus páginas encuentro también la historia de mi familia. De mis abuelos ya tan emprendedores y empresarios, anunciándose, dando a conocer su trabajo a los vecinos. De mi padre Antonio Álvarez que nos transmitió este apego al Diario, la comunicación de toda la empresa en su dinamismo. Mi trabajo, la floristería en cada acto, oferta, presentación.  Mis hermanos, cada equipo de trabajo mostrando sus acciones. Tener memoria es tener en cuenta todo esto. Saber que el pasado como dice Ida está como polvo alrededor y también tiene un aroma suave. El día que no tengamos en cuenta todo esto, no valoremos nuestra propia historia, de la que el Diario es una parte fundamental de la misma, iremos cayendo en el anonimato de la aldea global y nuestro pensamiento crítico se comenzará a tambalear.

Termina Ida esta reflexión:

corta la vida o larga, todo

lo que vivimos se reduce

a un gris residuo

en la memoria.

Un residuo gris, lleno de tinta sobre el papel, en forma de Diario, con más de cien años, que en su pozo de recuerdos nos lanza hacia delante. Felicidades.

Articulo publicado en el Diario de Ávila el 29 de noviembre de 2018

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