Qué alegría, vivir .
UNA MEDITACIÓN SOBRE LA PRIMAVERA BAJO LOS CIRUELOS EN FLOR ,… con el poemario de Pedro Salinas ” La voz a ti debida”.
Estaba el otro día volviendo del supermercado, corriendo para poder hacer tantas cosas , cuando de repente una imagen de los prunos de la carretera me frenó de seco y parece que me lanzó contra la acera. Habían podado las ramas floridas y allí estaban tiradas, como esos rebujos de polvo que aparecen cuando estás barriendo. Una basura que en vez de tener colillas, migas y restos de papel recortado, está compuesta de unas de las flores mas delicadas y bellas que conozco.
Y aunque tenía mil cosas que hacer, paré y estuve allí un ratito, sintiendo también las podas en mi interior. Y no hacía mas que decir, … por qué estáis ahí como basura al lado de la carretera. Cuando veo los campos floridos, los jardines llenos de esta belleza, doy gracias a la primavera por todo su esplendor, y me gustaría poder tener tiempo estos días para pasar horas, o mejor días tumbada bajo estos árboles, con la nube de flores sobre mi cabeza, viendo como se mueven al aire, cómo flotan en nubes. No podía llegar a entender a esos jardineros que podan lo que están esperando todo el año que nazca, en unos árboles que cultivamos por esta floración tan preciosa.
Y he estado unos días un poco tristona, pensando en cómo podemos hacer cosas tan bárbaras, ” cómo de bestias”, y parece que la madre primavera me ha sacado de este estado. Al llegar a casa el otro día, mi hija que estaba estudiando en la ventana, me dijo, mira mamá, qué preciosas están las flores del pruno cuando vuelan con el aire, y al llegar a la floristería, Pilar había hecho un precioso arreglo con las ramas podadas de la carretera, con alambre y sobre todo con mucha delicadeza. Me paré un momento, y todo aquello subió en un momento hacía arriba:…. qué alegría, vivir, como dice Pedro Salinas. Una alegría que tengo que construir, para no ver sólo lo triste y desolado de mi vida. Una casa, la de la alegría, que se plantea como la obra de mi vida, y cuyos cimientos se encuentran en este sentimiento de amor a todo aquello que nace en primavera, y me renueva por dentro, a todas las florecitas que, a pesar de estar podadas, son capaces, por si mismas de mandar siempre pétalos rosados al aire.
Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías,
azogues, almas cortas, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz.
La vida —¡qué transporte ya!—, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
estrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esas manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar, quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.
Pedro Salinas. ” La voz a ti debida”.
En este poemario de Salinas, obra cumbre de la poesía de todos los tiempos, nos habla del amor. Un sentimiento tan intenso que cubre nuestras vidas, rindiéndonos ante la sensación de que “otro ser fuera de mi, muy lejos , me está viviendo”, más allá de mis acciones, de lo triste e insípido de mi día a día, la vida aparece por estas fechas removiendo todo como una madre tan feliz, llena de flores. Y cuando en los azogues , me sienta fuera de este jardín, debo mirar a esa casa de la alegría interior, un lugar florecido y tranquilo, en donde descansar un rato bajo las ramas floridas de los ciruelos. Agradeciendo tanto esta verdad, que ” hay otro ser por el que miro el mundo porque me está queriendo con sus ojos”, una experiencia que en forma de cimientos hunde su raíz en mi corazón.
En estos días de primavera, parece que entre estas nubes de flores rosadas, aparecen sonidos sublimes en la partituras de uno de los músicos mas geniales de todos los tiempos, Johann Sebastian Bach, en sus cantatas, como la 170. Compuesta en 1726 en Liepzig y que se considera como una ” cantata de cámara” porque prescinde de coro y deja el protagonismo al cantante, en este caso un contratenor. Escrita sobre un texto que los investigadores llaman místico, de Georg Christian Lehms ( 1684- 1717).
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=drYsakz-5xA&w=420&h=315]
Vergnügte Ruh, beliebte Seelenlust,
Dich kann man nicht bei Höllensünden,
Wohl aber Himmelseintracht finden;
Du stärkst allein die schwache Brust.
Drum sollen lauter Tugendgaben
In meinem Herzen Wohnung haben.
Feliz reposo y amable deleite del alma,
no se te encuentra en los pecados del infierno,
sino en la armonía celestial;
solo tú fortaleces el débil pecho.
Por tanto, solo los dones de la virtud
tendrán acogida en mi corazón.
Qué alegría, vivir,… y hoy sé que esta se encuentra en la armonía celestial, la vida, la naturaleza que se reinventa cada año mas bella, flotando como una nube de flores de pruno, por encima de nuestros fallos, de las podas salvajes que a veces nos hacemos en la corteza de nuestro interior.”Con la extraña delicia de acordarse de haber tocado lo que no toqué sino con esas manos que no alcanzo a coger con las mías, tan distantes”.
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