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La familia de Bach

 

En estos días me cuestiono donde se encuentra la libertad del individuo, cómo los hombres de todas las épocas pese a los condicionamientos políticos, sociales, de género, han podido vivir en ella. Es cierto que determinadas actitudes, mentalidades, realidades que se imponen en la historia y en algunas sociedades y momentos incluyendo los actuales, no favorecen este suelo en el que pueda desarrollarse la libertad personal.

Vengo replanteando esto, oyendo y estudiando una música que cada día me impresiona mas, la de Johann Sebastian Bach. No hago mas que pensar en cómo en una situación histórica tan comprimida como era la de la sociedad alemana luterana del s. XVIII, en la vida de un músico de la iglesia ,un Cantor de Santo Tomás de Leipzig, con veinte hijos, teniendo que componer música religiosa toda su vida para atender los distintos oficios religiosos, enseñando a los pobres niños a su cargo en la parroquia música y canto para interpretar cada día sus composiciones, podemos ver la obra más libre, bella y completa de un músico genial.

Desde las perspectivas actuales consideramos que un artista, un creador en cualquier rama del arte tiene que poder trabajar en lo que él vea, sienta, lo que le motive, donde las musas aparecen en un determinado momento. Pero esto no es así, en un ambiente tan apretado, lleno de tantas normas, leyes, consideraciones de naturaleza religiosa y social, puede desarrollarse la verdadera libertad, que sale como pájaro de tantos barrotes.

La familia de Bach han sido músicos profesionales desde 1619, organistas, maestros cantores, componiendo música religiosa, cantatas, corales, preludios para acompañar y meditar, en un concepto de la música como instrumento para rezar mas que como una expresión artística en sí misma. Los músicos luteranos del centro de Alemania se dedicaron a componer e interpretar muy arraigados en la tradición antigua de naturaleza polifónica religiosa frente a los músicos del norte del país que empezaron a conocer y a componer en estilos mas relacionados con la ópera, como vemos en otro genio del momento Haendel.  Cercanos al ámbito católico, ya que era en Roma donde comenzaba a oírse y a componer en un estilo en la línea de las óperas dentro del ámbito eclesiástico y del Vaticano.

Si la vida de un músico era en estos momentos y ámbitos alemanes muy regulada por normas y conceptos, imaginemos lo que era para una mujer. Y tenemos un ejemplo sobresaliente en la propia mujer de Bach, Anna Magdalena. Sabemos hoy en día, después de los estudios del profesor  Martin Jarvis que se reflejan en la reciente película “ Crónica de Anna Magdalena Bach”  de Daniéle Huillet que  no fue simplemente la copista de su marido como se leía su vida hace años. Jarvis sostiene que ella compuso por ejemplo el aria de “Las Variaciones Golberg” o el Primer Preludio de “El Clave bien temperado”.

Se casó Anna Magdalena con el maestro Johann en 1721 cuando era una joven soprano que ya se ganaba la vida con su talento vocal. Era la segunda esposa de Bach, y juntos tuvieron trece hijos. Hija de un trompetista de la corte de Zeitz , estaba al tanto de toda la música que se iba componiendo en el momento y ayudó mucho a su esposo, no sólo en su familia numerosa y como ayudante a la hora de transcribir la ingente obra musical que creaba Bach, sino que fue creando a su alrededor un ambiente de libertad y de amor por la música. Organizaba veladas musicales en casa, invitando a los amigos y propiciando la creación de los Conciertos del Café.

Pero el ambiente en el que vivían era realmente rígido y muy cruel, así al menos lo leo yo. Cuando murió Johann, Anna tuvo que irse a los pocos días de su casa en la Escuela de Sto. Tomás, buscando un lugar donde poder sacar adelante a sus cinco hijos pequeños. Sólo pudo disponer de un tercio de la herencia de Bach, que era más o menos el sueldo que ganaba como maestro y músico durante un año. Llegó a pasar hambre, a pedir para poder mantener a sus hijos.

Y al ir oyendo la enorme obra de este genial músico nos sobrecoge la emoción por cada giro de la melodía, las arias de las cantatas, el delicado estudio de la belleza sonora de cada instrumento.  Recoge Ramón Andrés “Los días, las ideas y los libros” la lista de volúmenes que componían la biblioteca de Bach al morir, y entre ellos me encuentro con una traducción alemana de “Llama de amor” de San Juan de la Cruz de Müller. Libertad como reducto del hombre. En familia Bach encontró la llave de la creación y la puerta para la libertad individual.

Articulo publicado en el Diario de Ávila, el 4 de abril de 2019

Vacaciones en el campo. Vida natural, poesía y la música de Bach en sus cantatas.

LA PALABRA INFINITO, es infinita.IMG_0781

Este verano he llegado a las vacaciones tan cansada, vivir un poco en la naturaleza y volver a la vida sencilla del campo sabía que me iba a ayudar mucho.  Coger la ropa que me entra en el cajón de la cómoda, la pila de libros que para estos días de descanso amontono durante meses, gata, perro y conejita. Y la familia se transforma por horas en lo que realmente es, sin mas entretenimiento que oír la garganta caer entre las rocas, y ver cómo van la huertas llenándose por momentos.

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Y cojo el poemario de Ida Vitale, sabiendo de antemano que me va ayudar un montón a desconectar con todo, llevándome a ese lugar tan mágico que crean las palabras , creado dentro de nuestro corazón. Sabía Ida que me ibas a entender,… ah!!! Si, la palabra infinito es infinita,…. infinitaaaaa, y la palabra misterio,… es  tan misteriosa. Muy, muy misteriosa.

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La palabra infinito es infinita,

la palabra misterio es misteriosa,

ambas son infinitas, misteriosas.

Sílaba a sílaba intentas convocarlas

sin que una luz anuncie su dominio,

una sombra señale a qué distancias de ellas

está la opacidad en que te mueves.

Van a algún punto del resplandor y anidan,

cuando las dejas libres en el aire,

esperando que un ala inexplicable

te lleve hasta su vuelo.

¿ Es mas que su sabor el gusto de la vida?

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La vista parece que mas que perderse en el horizonte que las montañas recortan como con tijeras sobre el cielo, las traspasa y rueda sin parar desde nosotros que atónitos nos disponemos hasta el infinito que sentimos que vive por ahí. Las palabras a veces producen estas cosas dentro de nosotros, porque no sabemos cómo somos capaces de entender mas allá de lo que cuentan. Que hay infinito, en sílabas descompuesto, y que golpe a golpe, ola a ola, aire a aire hacia allí nos lleva. Misterio y realidad, que envuelven la mirada que tras la luz fugada entre los árboles, se recrea.Y es cierto, Ida, que sientes que la luz esa que todo lo baña, dando vida y belleza a lo contemplado, se concentra en puntos y que en ellos anida, como anida el amor, el cariño y la amistad. Cuando sientes que flotan libres, como mariposas todas de luz transmutadas que extienden sus alas sobre el momento trufando todo con su olor tan invisiblemente sutil: el olor que parece que tiene el poso de lo infinito que se pierde tras la mirada. Una ala inexplicable, pero tan real como ese aire que envuelve los hombros al caer la tarde cerca de la garganta, allí donde mora la paz y el sosiego.

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El infinito se reflejaba en la superficie del agua brillando y misteriosamente de allí volando hacia arriba, mientras un mundo oculto y tan profundo como un mar insondable, aparecía reflejado por debajo de todo. Nuevas hojas de aliso mas verdes y crujientes que las de los árboles que sobre el agua se miraban, las rocas del fondo a la mirada se elevaban, las pulgas acuáticas parecían patinar en ondas tan profundas como el eco de la voz, infinitoooo, infinitoooo moviendo  el agua sobre la superficie.

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Comencé el verano persiguiendo un libro, el único que tras perder en una maleta en un vuelo, tuve que comprar dos veces, » la música en el castillo del cielo», una biografía impresionante del músico Johann Sebastian Bach en la que su autor Sir Eliot Gardiner, director, interprete y estudioso de la música barroca, retrata al autor no sólo con palabras, basándose en lo poco que sobre él en vida se dijo, sin cartas ni memorias escritas por él, sino con su propia música. Imaginación, alegría, belleza, hondura, precisión expresiva, libertad compositiva, algo que todos los amantes de las cantatas de Bach ya sabíamos y por lo que a cada audición mas le admiramos. Oyendo un montón de Cantatas que se perdían a veces entre el ruido de la garganta, intentaba encontrar aquella que reflejara todo lo que estos días vivía, la paz y la alegría del campo, y esa sensación de regalo de vida que recibes a cada paso y que te hace estar todo el día con esa deuda vital.  Te fundes con un grito  infinito y misterioso del fondo de tu garganta .  Cantando muy alto, dando las gracias por todo lo que se nos regala en unos días en el campo.

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Y apareció la Cantata 117, como esa luz de la que hablamos parece que se rayó en mí que la oía muchas mas veces de las que ponía el reproductor. Sin saber qué decía, yo sabía que aquello, la música esa casaba con todo lo vivido , visto y sentido. Sólo la música, alegre, para danzar con ella, llenaba el momento de la paz y la armonía que con todo encajaba muy bien. Y cuando supe la traducción del libreto, me di cuenta que lo que dice Eliot es verdad: con la música podemos contar cosas sublimes, retratar personas, sentimientos y estados de nuestro día a día. Con músicas maestras como esta de Johann.

Una cantata que no se sabe para qué la compuso  sobre el 1730, escrita  para un himno de Johann Jakob Schütz que solía cantarse  como acción de gracias. Su carácter tan alegre, gracias a la orquesta y el coro en estilo concertante, con flautas y oboes d’amore, dan colorido, como pintando los sonidos de este bosque. En este movimiento, las flautas parecen jugar y danzar con la voz del contratenor.  Y con la nuestra que al oírlo, tiene ganas de cantar también.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=QCaJdllP-GU&w=560&h=315]

Cantata 117

 Ich will dich all mein Leben lang,


O Gott, von nun an ehren;
Man soll,

o Gott, den Lobgesang
An allen Orten hören.


Mein ganzes Herz ermuntre sich,


Mein Geist und Leib erfreue sich.


Gebt unserm Gott die Ehre!

 

Te glorificaré, oh Dios,

en adelante, toda mi vida;

el canto de alabanza, oh Dios,

por doquier deberá oírse.

Mi corazón se regocija,

Se alegran mi espíritu y mi cuerpo.

¡ Dad gloria a nuestro Dios!

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Un canto de alabanza en medio del verano, por poder descansar de verdad. Rodando, minuto a minuto en la panza redonda del infinito ese que rodando nos lleva. Como un melocotón con su piel de terciopelo, frente al monte que se pierde. Alegría al recolectar, al formar grupitos sobre el huerto, al colocarlos en las cestas de las casillas, en las mesas de la comida. La misteriosa e infinita alegría de compartir, de procesar en botes de mermeladas, para poder tomar al caer la tarde un té caliente y cargadito con una rebanada de pan , dando gracias por tanto bien.

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Silaba a sílaba intento convocarlas, rodeada de una luz que anuncia su dominio.

Grito sobre los montes: Infinitooooo,… infinitooooo

Y una voz parece que como un eco me responde: misterioso,…. es misterioso  pero real porque así lo vives.

Ah !!! la vida en el campo.

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¿ Es mas que su sabor el gusto por la vida? ,… creo Ida que la luz que se desprende de cada árbol, en cada paseo tranquilo que das por el campo, te da ese sabor y crea en ti para siempre ese gusto.

Mi corazón de regocija,… canto con la cantata, y mis pies quieren sobre todo bailar un rato.

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