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Siempre que tengo ocasión de hablar con alguien no dejo de ir al terreno de la poesía porque siento que es algo más que una expresión en palabras del alma de cada uno: es una invitación a desarrollar lo que como hombres nos define, la sensibilidad, el pensamiento, el conocimiento y el arte. Una posibilidad de desarrollarnos de manera más profunda que la simple educación académica, cívica o festiva. Reflexión vital que va siempre de la mano del deseo de compartir cada verso.

Leo mucho a Juan de la Cruz sus poesías y sus cosas. Y me impresiono al ver que en Ávila nos encontramos con él a la vuelta de cada esquina. Aparece la ciudad en el fondo; los años en la Encarnación con Teresa unieron sus vidas, sus almas y su obra, como se ve en la sintonía tremenda entre ellos, esas poesías que parecen haberse compuesto entre los dos, y que así lo fueron. Permitirme que grite algo que me hace mucha ilusión: ¡Ávila es también la ciudad de Juan, el poeta más sublime de todos los tiempos! … ¿Y no tenemos ni un templo dedicado a él?

A veces la vida te da una oportunidad que es un regalo bellísimo, en este caso la creación de una Casa de la Poesía en la Universidad de la Mística, una casa de Juan de la Cruz, su casa aquí en su ciudad. ¡Qué impresión, abrir el próximo día 15 de noviembre a las 19,30 sus puertas! Podremos así encontrarnos con él, con su sublime obra, con todas sus enseñanzas y sobre todo con su confianza en nosotros, su mirada ilimitada en el hombre y la expresión de su alma. En su casa hecha de palabras y de versos, luz del sol, cristalina fuente, llena de praderas florecidas.

Cuenta el padre José Vicente Rodríguez, uno de los mayores expertos en Juan de la Cruz que nuestro Santo escribía poemas para personas concretas, en relación con ellas y su vida, y después de conversar juntos y de conocerse, metía en su bolsillo un billetico con un poema para que estos versos le abrieran a ese amigo las puertas de su propio corazón, para que las rumiara en silencio muchas veces. El testimonio de una hermana María de la Cruz es tan bello como el poema que Juan escribió para ella y que se acaba de conocer tantos siglos después: “Si de mi baja suerte,/ la llamas del amor tan fuertes fuesen,/ que absorbiesen la muerte, y tanto más creciesen,/ que las aguas del mar también ardiesen”

Cuando comenzamos a plantear esta nueva Casa de la Poesía, este lugar de Juan, queríamos que su espíritu llenase todo. Un espacio para compartir esos Billeticos, esas poesías que nos conmueven. Las que hacen a cada día ser más bello y único, las que nos ayudan a caminar y nos reconfortan llevándonos a ese lugar hondo y profundo de nuestro ser. Billeticos para poner en el bolsillo de los demás también. Crear, disfrutar y compartir, tres acciones de las que se alimentará toda esta nueva Casa poética.

Juan nos enseña un montón de cosas. Y para mí todo su predicamento parte de algo que configura el alma de cada ser, su mirada. Aprender a mirar es lo primero que debemos practicar, abrir las puertas confortables de nuestra vida y dejar que todo lo que nos rodea comience a vivir también dentro. La naturaleza, los collados y los sotos, el ciervo y la paloma. A mirar también a los demás. Una disciplina esta de la contemplación que está en la base de toda composición poética esencial, algo tan necesario hoy en día como lo era en la época de Juan, porque pone las raíces en lo que somos, hombres, algo más que ciudadanos, vecinos y masa. Y nos sitúa a los poetas y lectores en el terreno del arte como expresión de la vida.

La Universidad de la Mística con esta nueva Casa continua en su andadura como centro de conocimiento, profundización y sobre todo de vida y experiencia. Y su manera de proceder en cada actividad y propuesta con tanto respeto por todos y capacidad de apertura para cualquier persona, hacen que en esa estrella verde que vemos al lado del Adaja haya la tierra más fecunda para todo esto.

Poder compartir, aprender, encontrarnos poetas, lectores, amigos de la poesía, profesores y expertos, vecinos, abulenses y ciudadanos de todo el mundo, es desde luego un precioso regalo.

Abrimos la Casa del Poesía Juan de la Cruz, el día 15 de noviembre a las 19,30 h, con la presentación y coloquio sobre un poeta muy especial, Daniel Faria, una de las voces mas sorprendentes de la poesía portuguesa actual. Con sus poemas llenos palabras rasgadas, llenas de mística cotidiana. Versos que nos acompañan en esta nueva andadura: hombres que son como lugares mal situados…

 

 

 

Ínsulas extrañas

 

El pasado día 12 de diciembre se desarrolló en el Auditorio de San Francisco un nuevo encuentro poético musical con San Juan de la Cruz, en la sala pequeña con cubierta estrellada y las paredes recubiertas de madera. La imagen sanjuanista elegida, las ínsulas extrañas, allí parecía reflejada, la forma casi de isla, la música rebotando por las paredes que reflejaban imágenes azuladas, dando a todo una profundidad de mirada.

Alumnos de CITeS , músicos y poetas interactuando, creo que creamos un momento lleno de poesía, en su sentido mas vital y vivo, moviéndose y haciendo presente al Santo de Fontiveros de una manera muy diferente a la académica y de biblioteca.

El acercamiento a la obra de San Juan, debe ir envuelta con experiencias artísticas que estén vivas, porque así la lectura profunda de lo que nos dice encuentra su verdadero campo abierto, su lugar en la expresión artística.

Un 3 de diciembre de 1577, con la detención del santo en la casita de la Encarnación denominada “ La Torrecilla”, su posterior ingreso en la prisión del convento del Carmen justo en el lugar de la muralla donde la vista se perdía desde su casa, y su traslado a la diminuta celda de Toledo, se cerró temporalmente la puerta a la vida activa del santo, a su tarea pastoral, de acompañamiento espiritual de monjas y seglares, de ayuda a la Santa en su tarea de reforma del Carmelo, y se abrió otra ventana nueva, la de la creación. Dentro de la celda- prisión, donde no podía casi ni moverse, con un ventanuco abierto arriba a las inclemencias del tiempo, sin papel ni pluma, pudo crear la obra poética mas bella de la historia de la literatura de todos los tiempos, “ El Cántico Espiritual”. Hubo por tanto un proceso íntimo y humano profundo previo a la cárcel, donde sin duda, Juan se encontró absorto en la belleza de todo lo Creado, y no sólo lo disfrutó y se maravilló, lo hizo suyo tan profundamente que ya nada, ni nadie pudo quitárselo. Así dice “ Míos son los cielos, y mía la tierra; mías son las gentes y míos los pecadores, los ángeles son míos, y la Madre de Dios es mía,… y sólo para mi”. Experiencias profundas en la naturaleza y comunión con ese Creador de todo al que conoció tanto, que se atrevió a llamarlo Amado. Oh Amado las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, ….”

Cuando analizamos todo lo que hay detrás, sentimos realmente emoción por vivir en el lugar donde él vivió, Ávila. Todo lo que experimentó en los años en la Encarnación, los paseos al borde del Adaja, las excursiones a los collados y montañas graníticas de mas allá de los Cuatro Postes y las estribaciones del Amblés, las nieblas pegadas en las copas de los fresnos del Soto, el cielo azul sobre la atalaya, …. Todo esto configuró el sustrato del Cántico, así lo he reflexionado algunas veces con el pintor Díaz-Castilla. Ávila estaba sin duda dentro de toda esa maravilla creada que lo subyugó, que fue realmente el flotador para no enloquecer. Ávila entendida como lugar de encuentro con el Amado, mientras su vida activa como fraile y sacerdote continuaba, en confesiones, celebraciones y clases, levantando con su esfuerzo la nueva espiritualidad que con Teresa estrenaban.

Y esta idea creo que si la hacemos nuestra, en la vida diaria acercándonos a la naturaleza de manera contemplativa nos muestra el camino de la Creación, y comprendemos cómo él la recreó tan bellamente y sentimos que nos empuja a caminar por ahí. Acercándonos a sus palabras como él se acercó a la naturaleza y absorto se encontró con el Amado. Recreamos su creación al leer sus cosas desde la hondura de nuestra vida de hoy. Las recreamos cuando tenemos ese deseo de poner en pinceladas, versos, escritos, flores, fotografías lo que vemos dentro de nosotros bajo la sombra de lo que él nos dejó. Y así el proceso continua, y entramos en la misma dinámica creadora, cada uno desde su propia manera de ser y de expresarse. Dejamos a un lado, aunque reconozcamos su valor para ir con las armas del conocimiento, lo académico, y nos hundimos en lo que hay en el fondo y que empuja a las artes a recrearlo, cuadros, partituras, poemas.

Ínsulas como la de ayer, llenas de color azul, y el movimiento circular que las envuelve, como un aire, también ya nos va a envolver a todos los que tuvimos la suerte de estar allí. Realmente nos extrañábamos como islas de lo que sentíamos, la palabra de Juan rebotaba en los espectadores, y se hacía palabra en el verso de los poetas. Y todos volvíamos una y otra vez al Cántico, y él nos lanzaba en circulo sobre nosotros a la naturaleza. Lo Creado se recrea así una y mil veces y dentro de cada uno de los que avanzan en este camino, se recrea, dentro de su interior, como su propio patrimonio, a veces toma forma de palabras, de siluetas, de tonalidades, sutiles detalles que se configuran como un todo lo vivido.

Como recitó María Ángeles Pérez López en un haiku : En el silencio,/ diecisiete gorriones,/ alzan el vuelo. El planeo sobre el Cántico y las palabras de San Juan que nos envuelve y nos lanzan a volar.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 15 de Diciembre, 2016

II ENCUENTRO INTERRELIGIOSO. ” Desde la Mística a la con-vivencia”. Universidad de la Mística. CITeS. 14-16 nov. 2014.

 

“… conozcamos nuestra miseria , y deseemos ir a donde nadie nos menosprecia,
cualquier desasosiego y guerra se puede sufrir con hallar paz adonde vivimos,… Teresa de Jesus. 4 M 1.

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Llevábamos unos días de noviembre muy encapotados y fríos, y así los vivía yo, todo el día corriendo con tantos cambios de ritmo. Y cada vez que atravesaba la puerta del jardín de casa sentía que todas las hojas rojas, marrones, amarillas, ocres,… doradas, parece que al pasar bajo ellas subiendo las escaleras, me relajaban como diciéndome, “ venga, anda,… que ya estás en casa”.

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Cuando nos pusimos a pensar con los organizadores de este encuentro cómo decorar el espacio para conseguir un ambiente confortable, íntimo y cálido, rápidamente parece que volé a la entrada de casa, … convencida de que si poníamos unos caminos de hojas de miles de colores sobre todo, como una bufanda, íbamos a conseguir de manera muy rápida y sencilla que todos nos sintiéramos como en casa.

 

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Caminos de hojas multicolores, recorriendo el suelo del aula, mostrando que cuando cerramos los ojos y en la intimidad de nuestro corazón buscamos la verdad, indagando a la vida diaria que a nuestro lado pasa, siguiendo el rastro de la luz entre guaridas oscuras de ratón, arrastrando el corazón entre las rocas que aparecen, soñando nuevos cielos , abriendo las puertas de aquella casa que a lo lejos parece preparada para nosotros, cuando nuestra vida es una continua búsqueda de la belleza, el amor, la paz y la luz, no hay diferencias sustanciales entre nosotros, no,… no las hay.

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Vivimos en un mundo muy cruel, violento y salvaje, donde los hombres nos convertimos muchas veces en las peores alimañas y bestias que podamos pensar. Muertes, violencia,… intransigencia flotando por debajo de todo, odio que viste la debilidad  de poderío. Pueblos y grupos que buscan su identidad en creencias y religiones que encorsetan el espíritu, lo amarran a ritos y ceremonias sin hondura de fe, que buscan su identidad enfrentándose a los demás, considerados como enemigos. Que llegan a la violencia y la muerte de los otros, abanderados en la religión, sintiéndose poseedores exclusivos de la verdad. Una verdad impuesta sobre las personas, incapacitándolas para su propia búsqueda y su propio camino.

 

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Pero en estos días, entre las hojas del jardín, hemos descubierto un sentimiento único y rompedor de tanta sinrazón: la hermandad. Si, al sentirnos hermanos todos, se acaban las imposiciones, los planteamientos radicales, los miedos y la intransigencia.  Cuando sientes que los demás, cada uno en su religión , andan en un camino en pos de la verdad que cimienta su vida, y sientes también que ese camino no es tan diferente del tuyo aunque muros de doctrina, ritos, creencias y ceremonias nos separen, tienes la percepción interna de que ahí nace la semilla que puede hacer surgir el verdadero árbol, el árbol de la vida. Un sólo tronco que sobre los sustratos terrosos, arenas, arcillas, margas, detritos y corrientes de agua se eleva. Un tronco tan robusto como flexible, arrastrándose como una serpiente por todo el mundo y sus escenarios, el desierto, la opulencia, el estrés. Abierto en tantas ramas, que buscan la luz, el calor y que en sus hojas dejan que la vida se marque en su propia piel. Hojas multicolores, a veces amarronadas, arañadas, otras felices flotando en un charco, pudriéndose en el fango, sobre la mesa del taller de los floristas como estrellas de diseños increíbles, secándose al sol, crujiendo en conciertos eternos, mostrando su tierna condición, la belleza de la creación y su legado, … dejándose caer en la lengua del viento que las mueve y las recoge sobre el jardín.

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El paso de todo lo vivido estos días, queridos compañeros y ya hermanos de religiones tan dispares como la musulmana, hindú, judía, budista y cristiana, debe no sólo dejar un poso en nuestro corazón, que he sentido estos días que así a sido, sino creo que debe crear dentro de nosotros un anhelo real e imparable de contar estas cosas, de gritar suavemente,  de susurrar con potencia sobre este mundo tan cruel e injusto, que es posible el entendimiento y que la paz puede nacer de encuentros como este, si todos juntos empujamos un carretillo de  jardín lleno de hojas. Un carretillo construido de una materia muy especial, aquella que nos define como personas, la espiritualidad. Porque todos nosotros somos testimonio vivo de que el diálogo, y la oración cuando se realiza desde en corazón desnudo, desde la verdad de nuestro ser,  desde la oración entendida como diálogo, nos lleva a construir un panorama social muy distinto. Un panorama con un bello árbol plantado en medio del jardín de nuestra alma, lleno de hojas muy variadas de color, pero todas bellas y especiales, anhelando siempre que sea  el aire, ese que tanto queremos, qué sea él, el que las lleve por el camino de la paz y del amor.

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Ahora cuando todo ha terminado, al menos oficialmente, llego nuevamente a casa a través de los Viburnos opulus multicolores, la Wisteria toda amarilla, los prunos recortándose sobre el cielo que parece limpio, creo que un nuevo camino se ha dibujado, el del encuentro. Y desde estas lineas saludo a todos, a Eloy Portillo, de la Federación de Comunidades Budistas de España; Sheij AbdelWahid Martín, Sheij Ahmed Dede y Rafa Millán (Shihabuddin), de Tariqat Naqshbandi – Madrid; Bhakti das (D. Francesc J Martin) representante de Divine Life Society Barcelona- Branch; Mario Sabán de Tarbut Sefarad; y Fr. Jesús Sanz y Fr. Luis Aguilera, de la Orden de los Carmelitas Descalzos.  A Mamen Prados, y a toda la comunidad del CITeS ( Ávila). Os dedico esta canción de Bizet tan preciosa, ” La Pavana para una infanta difunta”, esperando que entre como un nuevo aire cargado de hojas, en vuestras meditaciones y oraciones por la paz en el mundo.

… conozcamos nuestra miseria,… cualquier desasosiego y guerra, violencia, fanatismo, intransigencia, incomunicación, se puede sufrir con hallar paz adonde vivimos,  hablando y compartiendo oraciones juntos como hermanos , empujando todos este carretilla lleno de hojas, mientras plantamos un nuevo árbol que dé sombra al mundo que abrasado, se quema.…Un abrazo a todos.
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