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Tener un amigo es tener un tesoro. Su amistad transforma nuestra vida porque sabemos que ya no estamos solos ante los problemas, las adversidades, el vértigo vital y los éxitos con su larga capa de pruebas. Sentimos su cercanía, y esto nos hace seguir con nuestro día a día de otra forma, nos entendemos, nos apoyamos, nos conocemos hasta en los detalles mas pequeños.

Teresa de Jesús era una amiga de verdad en medio de su azarosa vida llena de sobresaltos. Y hoy en día sigue siendo amiga nuestra y sobre todo maestra en estas cosas que están tan cercanas y con los mismos mimbres del amor. Maestra de amistad, de cómo estar cerca de los demás y de cómo disfrutar con ellos

Así, cuando Teresa reforma la orden del Carmelo con la fundación de San José en 1562 sabía que además de la construcción de aquel viejo caserón que habían podido conseguir con tanto esfuerzo, tenía que ir levantando otro edificio de naturaleza espiritual mucho más importante, lleno de amistad, confianza, fe y alegría para poder avanzar en la vida con determinada determinación, como un motor que impulsa todo hacia delante.

Teresa aparece en sus escritos pero sobre todo en lo que nos han contado de su vida y en sus cartas, como una maestra de vida, una amiga que pone la amistad como el cimiento de todo su pensamiento. La amistad es la que define su experiencia espiritual, y llega a definir a la oración, lo mas importante de toda su existencia, como un trato de amistad, algo que incluso hoy en día nos parece sorprendente.

Orar según nos dice Teresa, es tratar con quien sabemos nos ama. La amistad se constituye en los cimientos de su vida y de sus enseñanzas, y en esto nos enseña como una maestra.

Teresa fue una mujer muy cercana con todas las personas que estaban a su alrededor, era simpática y alegre, tenía un don de gentes, sabía tratar a todo el mundo y nos enseña cómo conseguirlo. Así podemos ir aprendiendo en sus escritos mayores, en la Vida, en el Castillo interior, en Camino de Perfeccióny en las Fundaciones, pero también en sus otros escritos más breves y sobre todo en sus cartas donde aparece su verdadero rostro humano y en lo que nos cuentan de su vida y de su manera de comportarse y de ser, recogido en los Procesos de beatificación y canonización que siguieron a su muerte.

Hay un Aviso que recogió Fray Luis de Leon  en la edición principede sus obras en 1588, que aunque hoy en día se cuestione la autoría de Teresa, recoge su enseñanza de manera tan clara que no puedo por menos que considerarlo como fruto de su puño y letra y de su propia experiencia personal, la que ha servido siempre de cimiento de todo su pensamiento: acomodarse a la complexión de aquel con quien trata en el alegre, alegre, y con el triste triste, en fin de hacerse todo a todos para ganarlos a todos.

Algo que hoy llamaríamos empatía que nuestra Santa ya ponía en funcionamiento en pleno siglo XV. Hay una expresión suya que recoge totalmente toda esta enseñanza, cuando nos dice que con un amigo, con la persona que tenemos al lado, tenemos que abajarnos, es decir que tenemos que pararnos un poco y mirar al otro y bajar hasta su propia vida, al momento que está pasando para ponernos en su piel  y así podremos entender qué le pasa, nos dolerán sus penas y nos pondrán muy alegres sus triunfos, seremos por momentos uno con él en la amistad y en el amor. Dos términos que Teresa siempre dice juntos, como unidos por las mismas fibras.

Teresa nunca habla de algo que no sea su propia experiencia, de algo que no haya vivido, y la amistad era lo que ocupaba su vida desde la infancia en la concurrida y alegre vivienda de don Alonso y doña Beatriz pegada a la muralla, donde jugaba con sus hermanos y con los niños que vivían por allí como los de la familia de Núñez de Vela. Los amigos y sus hermanos fueron lo mas importante en estos momentos infantiles de juegos y risas. Cuando siendo una niña murió su madre, se refugió tanto en sus amigos que su padre, tan preocupado por educar a sus hijos en la doctrina católica y en los valores de una familia hidalga castellana, no dudó en meter a la pequeña en un convento de agustinas. Era como una especie de internado donde la hermana María Briceño se convirtió en su maestra, en su madre y sobre todo en su primera amiga en el ámbito espiritual, mostrando a esta pequeña niña que eran estos sentimientos de amistad los que iban a formar siempre la urdimbre de toda su existencia.

Frente a su padre que aún desconfiaba de su hija que comenzaba a mostrar una inclinación hacia la vida religiosa, Teresa se apoyó en una amiga que estaba en el recién inaugurado Monasterio de la Encarnación, Juana Juárez, para ingresar en este enorme centro con cientos de monjas que vivían como en un pueblo medieval, libres  de las ligaduras familiares y dedicadas a la oración. Monjas entre las que la joven Teresa comenzó a encontrar a sus amigas, con las que hallar la fuerza para, un día después de la festividad de Todos Los Santos, entrar por las puertas del monasterio, a espaldas de su padre, que se disgustó mucho con la decisión de su hija.

La relación de Teresa con su padre, es una de las páginas más entrañables de todo su legado, cómo se fueron conociendo, y cómo Teresa fue entrando en el alma de su padre, y don Alonso en el de su hija inquieta y andariega, en un profundo amor que dio sentido a sus vidas y que  permitió a don Alonso caminar por las sendas místicas de la mano de su hija. Padre, hermanos y sobrinos que siempre estuvieron en el corazón de la Santa, intentando ayudarlos a todos soportando muchas veces las rencillas familiares y las pujas por los bienes. Entre todos sus familiares la relación de Teresa con su hermano don Lorenzo nos muestra la hondura de sus desvelos y cómo las preocupaciones englobaban también las del ámbito puramente espiritual y místico, con unas cartas bellísimas entre hermanos a las que hay que volver de vez en cuando.

Comenzó a tener amigos y amigas en Ávila, a través de las visitas que las monjas tenían que hacer a las familias que ayudaban económicamente al convento, y también en las animadas charlas en los locutorios. Teresa era muy popular y querida, su alegría y cercanía hacían a muchas personas acercarse a la reja, algo que a ella en muchas ocasiones le causaba mucha preocupación porque se alejaba de sus horas de silencio y meditación, metiendo su mundo en la vorágine de las relaciones sociales y personales. Entre ellas tenemos que recordar a su gran amiga Guiomar de Ulloa, que tanto ayudó en las licencias, en la financiación  y las obras del convento de San José y que presentó a Teresa a un fraile muy delgado y espiritual, de maneras sencillas y muy entrañable, llamado fray Pedro de Alcántara, y allí en la casa de Guiomar se hicieron muy amigos y se ayudaron profundamente a nivel espiritual conectando de inmediato y a nivel práctico también con todos los inconvenientes que tuvo Teresa que sortear toda su vida.

Amigos espirituales de la ciudad de Ávila que constituyeron, junto con sus amigas de Encarnación el germen de la reforma, en sus encuentro orantes y de amistad, donde había personalidades tan especiales y espirituales como Marí Díaz que en ese momento estaba trabajando en la casa de doña Guiomar y que es una gran mística y santa.

Así cuando se fundó San José, aquel día sofocante de agosto, con toda la ciudad de Ávila en contra de un grupito de monjas que se habían desplazado, Teresa tenía que construir lo más importante, su pensamiento recogido en papel para ayudar a sus hijas y a sus amigos a caminar por la vida: todas se han de amar, todas se han de querer.

Puso a la amistad como la piedra angular de esta nueva construcción y todo basado en su propia experiencia más íntima al encontrarse en lo hondo de su alma con el amigo, con Jesucristo, con el que trata de amistad, con el que se siente amada y con fuerzas para transmitir todo esto. La experiencia mística de Teresa es el amor, y así debemos entender a nuestra amiga y sus mensajes, yendo más allá de éxtasis y levitaciones, aterrizando en esta relación de amor y amistad que rodeaba su vida y que nos enseña a caminar.

Cuando conocía a alguien, Teresa que era una mujer muy lista y que sabía que tenía que poner en marcha este proceso de “abajamiento”, hablaba tan desde dentro  contando su propia vida sin tapujos, como hace de manera sorprendente con todos nosotros en sus escritos , que ya quedaban amigos íntimos para siempre, con personas de toda índole y situación social, desde el rey Felipe II que siempre socorrió a Teresa en sus momentos más críticos en relación con las investigaciones de la Inquisición  y en todos los vaivenes de la orden descalza y su relación con la calzada, hasta los carreteros con los que iba por los caminos embarrados de Castilla y Andalucía, sus hijas  siempre con ella pasando frío bajo las telas de la tartana, en ventas desoladas, ríos en crecida, al acecho de maleantes y de ordas de poblaciones enfurecidas por el paso de tanta monja.

La biografía de Teresa está atravesada por miles de amigos a los que ella quería de verdad, así sus cartas nos van descubriendo el trato que tenía con ellos, cómo se hablaban cuando estaban en intimidad, con su padre del alma y confesor Jerónimo Gracián, con Juan de la Cruz el otro pilar espiritual y vital de la reforma al que Teresa siempre vio en su santidad y valía humana. Con sus hijas más queridas, a las que hablaba tan en confidencias, animándolas y a veces reprendiéndolas en otro aspecto de la amistad que Teresa también maneja con autoridad, en la ayuda a mejorar diciendo las cosas que pueden cambiar nuestra manera de ser y de comportarnos, así aparecen figuras de las grandes hijas de Teresa que luego llevaron su legado por España y por Europa, cómo María de San José, Ana de Jesús, Ana de San Bartolomésu última amiga, enfermera, secretaria, sus manos y su corazón.

En estos días de fiestas desde hace años me acerco a Teresa buscándola a ella de verdad mas allá de las imágenes barrocas y la ornamentación festiva.  En ella encuentro a una amiga que me enseña sobre cómo es y cómo debería ser la verdadera amistad apareciendo al momento una carga eléctrica que recorre todo. Sobre cómo debo proceder con los demás, sobre la espiritualidad más auténtica y la materia de la que está compuesta, sobre cómo mirar a los demás y abajarme para ver, sentir y vivir. De cómo sólo se nos pide el amor y sólo el amor en nuestra vida como decía tan bellamente san Juan y cómo la amistad se nutre de la fuente más honda de nosotros mismos. Somos y damos lo que tenemos, lo que descubrimos, lo que ponemos en marcha cada día. Mi amiga Teresa, mi maestra de vida y de amor.

 

LA PALABRA

 

Desde hace un tiempo cuando analizo la realidad política y social que nos rodea, muchos de los problemas, los rasgos de peligrosidad que intuyo me llevan a replantarme qué es la palabra, qué sentido tiene hoy en día. La palabra es aquella que materializa la realidad, la que define sus aristas y bucea por lo hondo de su contenido. Llena de un montón de matices que como poso del tiempo se van depositando sobre ella, en una herencia volátil que tiene y que la hace ser multicolor y llena de interés. Nombrar algo, es el proceso por el cual le damos vida.

¿Qué ocurre entonces cuando no dejamos a las palabras su verdadero lugar, cuando exponemos de ellas sólo la parte que nos interesa para nuestro razonamiento? Siento que lo que conseguimos se llama demagogia. Sobre todo porque esa utilización de una parte del significado como totalizadora, hace que se construya la casa sobre cimientos de falta de verdad. Así palabras importantes para la sociedad como patria, libertad, solidaridad, vida o pueblo van edificándose en terreno pantanoso.

Decía la gran poeta portuguesa Sophia de Mello Breyner  Andresen que “la verdad a medias es como habitar medio cuarto, ganar medio salario, como tener sólo derecho a la mirad de la vida.  El demagogo dice de la verdad la mitad y el resto lo juega con habilidad, porque piensa que el pueblo solo piensa a medias, …

Debemos buscar el verdadero sentido de las palabras, porque con ellas vamos viviendo, y nos acercan o alejan de su significado. Y en esta búsqueda la educación es la herramienta que nos permite aliarnos con la verdad y la libertad que a su vez nos hará libres.

Cuando no tenemos ese interés por las palabras, caemos en un uso estereotipado de las mismas, expresando ideas ya muy lavadas, desprovistas de verdad. Hoy en día todo esto va en aumento, al menos en mi percepción, porque se van sustituyendo las lecturas reposadas de libros por las descargas de las redes sociales que tienen ese deseo de que todos pensemos igual y que usemos las palabras y sus conceptos de la misma manera. Un rodillo de homogeneización que lleva a la violencia en el momento que alguien use las palabras de manera diferente, aunque sea por dotarlas de su verdadero y total sentido.

La palabra es el origen de la vida, como así nos cuenta el comienzo del Evangelio, y es en ella en la que podemos aprender desde la fe muchas cosas que se nos van revelando.

Tener palabra, es algo que siempre ha constituido la base de las relaciones humanas. Con sólo decir algo, esa palabra dicha unía, desunía, afectaba a las personas de manera automática, de forma que durante mucho tiempo lo dicho era ley, porque se basaba en la honradez de los que la habían recibido, en su honorabilidad. Hoy en día siento que esto está en desuso, hay que leer siempre la letra pequeña de un contrato porque puede ser que allí te estén engañando, o contando lo que estás a punto de suscribir de manera contraria a lo hablado.

Son los poetas los que desde antiguo han estado siempre a la búsqueda de la palabra. Decía Federico García Lorca que “la poesía era como una cacería nocturna”. Acercándonos a la poesía vamos a encontrarnos con la palabra y todo su reino, indagando en lo que nos dicen los poetas, nos encontramos también con lo que nosotros mismos nos planteamos. Poesía y reflexión, análisis de las palabras y respeto a su verdadero y amplio reino de significado.

Igual que creo que la actualidad no es sólo lo que sale en las noticias de cada día, que el color del cielo, la sequedad de un campo erosionado y el paso tranquilo de un madre con sus hijos, es lo que define el momento, creo que la poesía nos ayuda a pensar, meditando sobre el significado de las palabras entramos en un lugar libre y verdadero. Parece mentira que ya Teresa de Jesús hablara hace tanto tiempo de la necesidad de “andar en verdad”, en la verdad de nosotros mismos que definimos con palabras.  Decía Sophia “ Iba y venía/  y a  cada cosa preguntaba/ qué nombre tenía”

AMOR Y AMISTAD, UN GERMEN REVOLUCIONARIO.

 

 

 

Sobre la mesa de la biblioteca tengo una imagen de la Santa, es un icono y la silueta de Teresa se levanta sobre el dorado. En estos años que voy estudiando cosas sobre ella, su vida y sobre todo lo que nos dejó escrito me estoy encontrando con una figura que se despega de esta bella imagen y cobra vida.

La historia se compone de un elemento pequeño pero dinamizador, podemos llamarlo revolucionario, el hombre a nivel individual. No sabemos el potencial de cambio que tenemos en nuestra vida, actitud, palabras y acciones, lo que podemos hacer desde la situación sencilla, casa, cocina, taller, estudio.

Lo que empuja de manera mas acelerada esta potencialidad es la amistad, la capacidad de interrelacionarnos de manera empática, cuando además mezclamos sentimientos, propósitos y creencias. Teresa lo sabía muy bien y en esto fue realmente una mujer abierta, un marco para que sus amigos, monjas, frailes, compañeros se pudieran desarrollar a nivel personal.  Marco abierto para el Amigo del alma que vivía dentro de ella.

Un buen amigo es aquel que nos conoce y nos quiere, nos apoya en los momentos difíciles incluso cuando fallamos, en los momentos bajos y tristes, el que saca de nosotros toda nuestra potencialidad, confiando y alentando nuestro trabajo e inquietudes. Un lugar de encuentro donde compartir, tomar fuerzas y avanzar en la vida.

Reflexiono en sus amistades, y cómo sin ellos, el Señor de su corazón, Guiomar, Alonso, Luisa, Isabel, Marí, Juan, Pedro, Jerónimo no podemos entenderla ni conocerla. Constituyen la base de nuestra Santa, el sustrato de su vida y de lo que nos deja.

Teresa sabía del potencial de la amistad, hasta para hablar de oración decía: orar es hablar. Amor y amistad serían los dos vocablos teresianos básicos para poder conocerla.

Guiomar de Ulloa se hizo inseparable de la Santa cuando se quedó viuda y estaba harta de la ciudad, de andar de un lado a otro, de oír hablar y murmurar sobre ella, su belleza, juventud, porte y actitud alegre. El remanso de paz era para ella la celda de Teresa en el Monasterio de la Encarnación donde vivía nuestra Santa con un grupito de sus sobrinas a las que enseñaba a orar profundamente, a leer, cantar y tocar instrumentos. Se reunían un grupo de mujeres, y Guiomar podía estar allí porque en aquel momento las mujeres entraban dentro del Monasterio, que era según nos cuenta el p. Nicolás González una verdadera aldea castellana con mas de un centenar de monjas.

Lo que hay entre yo y mis amigos, si es algo auténtico y verdadero, puede, como en el caso de Teresa, ser el germen de un cambio muy profundo de la sociedad y de la historia. De esa celda de Teresa en una velada salió la idea de reformar la orden del Carmelo, fundando un nuevo convento donde la amistad y el amor estuviera en la base de todo. Lo vivido en la celda, la oración conjunta, el cariño, las lecturas compartidas, las canciones que aprendieron, los sueños que empezaban a plantearse. Salieron de allí para fundar el convento de San José.

Cuando soñaban aquella tarde de septiembre con una vida juntas donde la clausura del mundo fuera el territorio de la libertad, fue Guiomar la que empujó de manera decidida y práctica el proyecto.

El segundo lugar donde desarrollaban su amistad estas mujeres era la casa Palacio de Guiomar, cerca de la iglesia de San Gil, donde trabajaba en el servicio domestico una mujer que ya en aquellos años se consideraba una santa Maridiaz. Mujer analfabeta, campesina del pueblo de Vita que al morir sus padres repartió entre los pobres todo los que tenia de herencia y se vino a Ávila sólo con una manta, que dio al primer pobre que vio pasar frio en el barrio de la Vacas, como nos cuenta el p.  Baldomero Jiménez Duque.

Vivió en una tribuna de San Gil después de servir a Guiomar y sufrir un montón de desprecios por parte de los otros sirvientes, mucho mas clasistas que su doña que desconocía todo. Y desde allí ayudaba a toda la ciudad con mas autoridad que un juez de paz, influyendo tanto en personas que cambiaban también el rumbo de la historia con su vida y pensamiento como San Juan de Ávila.

La historia se compone de todo esto, sólo hay que despegar la imagen que tenemos de los acontecimientos, personas y hechos del marco dorado, del icono que lo aprisiona. Somos capaces de mucho mas de lo que a veces pensamos, de cambiar tantas cosas a distintos niveles. Solo hay una manera de ir construyendo algo nuevo, la empatía, la amistad, el volver a hablar entre nosotros dejando que cada uno desarrolle su propia potencialidad y valía.

 

MADRUGARÉ PARA BUSCARTE

 

Vivir en una ciudad como Ávila tan llena de vida, cultura y espiritualidad me empuja a reflexiones muy especiales sobre el paso del tiempo, el devenir, la historia y mi papel dentro de ella. Pasear por las calles y sentir los adoquines en la planta del pie, el frio barriendo las aceras de madrugada y la luz proyectada en los lienzos de la muralla, me une de manera intima a otras personas que por aquí también pasaron y a los que se les congelaba el aliento con todo. Madrugaré para buscarte.

Corría el año 1576 y para celebrar la Navidad de manera afable y distendida, nuestra Santa que estaba en Toledo en esos días, puso en marcha un juego de naturaleza poética llamado Vejamen. Para ella las poesías y los escritos tenían también este carácter de regalo, diversión y entretenimiento. Sta. Teresa escribía a veces para la recreación de sus monjas que con estos textos reían, bailaban y celebraban cada acto de la vida en común.

El Vejamen es un juego poético muy arraigado en el Siglo de Oro Español, donde un grupo de poetas se lanzaban versos de manera jocosa, a veces irónica, sobre un determinado tema, para competir literariamente entre ellos, su agudeza, su ingenio personal. El grupo de personas en el que Teresa convocó este “torneo” era muy variado desde sus hijas de San José hasta el obispo, sus amigos, su hermano, el fraile con el que fundó una nueva orden reformada.  Eran sus amigos, con los que podía reír, cambiar impresiones, compartir lo que quería.

Comenzó el torneo con Juan de la Cruz en ese momento confesor de las monjas de la Encarnación y el obispo Álvaro de Mendoza. Cuando Don Álvaro tomó posesión de la sede de Ávila en 1561 se encontró con el asunto de esa monja llamada Teresa de Ahumada que quería fundar en pobreza y sin renta. Toda la ciudad opinaba, la mayoría con prejuicios sobre ella. El prescripto de la fundación de San José se lo encontró sobre la mesa de su despacho en 1562 cuando Teresa vino desde Toledo después de estar un tiempo consolando a la viuda Dª Luisa de la Cerda. El panorama era muy complicado, tenía que poner la nueva fundación bajo su obediencia como obispo frente a los carmelitas que se negaron a tomar la jurisdicción del nuevo convento.

Pero Don Álvaro terminó siendo como vemos amigo íntimo de Teresa, como lo eran en estos días Gaspar Daza, Francisco Salcedo, Gonzalo Aranda y sobre todo Fray Pedro de Alcántara. Este fraile franciscano moribundo y exhausto se montó en pleno verano abulense, a lomos de un jumentillo para encontrarse con Dº Álvaro en su residencia veraniega de el Tiemblo para hablarle al corazón sobre Teresa y animarle a charlar con ella, consciente de la valía de esta monja abulense y sobre todo de su experiencia de Dios, su don de gentes y simpatía.

Compuso versos para este Desafio, Dº Álvaro y también el hermano de Teresa Dº Lorenzo, su amigo entrañable Salcedo “el hombre santo”, el capellán de San José p. Julián de Ávila, Teresa y sus monjas. En la oración Teresa encontró la frase del desafío: “búscate en mi”. En este Duelo salieron poemas tan elevados y bellos como el de la Santa, Alma buscarte has en Mi.

Ávila rebosa historia y nos atrapa. Estos días en los que intento que la Navidad no me caiga encima como una maraña sino vivirla de manera más auténtica, me encuentro con la práctica navideña de Teresa, escribir cosas para los demás, para entretenerlos, para jugar juntos, y cómo se pueden pasar muy felices estos días con cosas y actitudes sencillas. En unos días en los que el recuerdo de ese obispo tan amigo de Teresa me lleva a este otro de hoy en día, Dº Jesús García Burillo, también lleno de las cosas de nuestra Santa en su corazón y en toda su acción pastoral.

 

Ayer se celebró un Coloquio con nuestro otro Santo, Juan de la Cruz, y leí unos poemas para dialogar con sus sublimes palabras en la “Noche Oscura del alma”, un nuevo juego poético, otro desafío lleno de amistad y en mi caso de profunda admiración. Y es así, el pasado nos coge la mano con ellos y más que estar lejos, en los libros de historia, en los poemarios, en los conventos e iglesias, están aquí a nuestro lado. Abro los poemas de Juan y me lanzo al desafío feliz y jocoso de la Navidad con Teresa, en esta ciudad en la que ellos también sintieron el frio congelando sus pies que descalzos por las calles avanzaban.

Con mi alma te he deseado en la noche,… madrugaré a buscarte  (Isaías, 26, 9) Noche de Ávila, de cielo de Belén y humo de aliento.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 13 de Diciembre, 2018

Una de las cosas que mas sorprende de nuestra Santa es su espontaneidad. Era de esas personas que rápidamente decían lo que sentían, como una especie de grifo abierto de si misma. Un día de 1576, un 13 de diciembre, mandaba desde Sevilla a Toledo una carta a su padre del alma, fr. Jerónimo Gracián. Y nada mas comenzar lanza así este chorro de agua: !Oh ,qué buen día he tenido hoy, que me ha enviado el padre Mariano todas las cartas de vuestra paternidad!

Y hago mío este entusiasmo en mi caso por ella, por Teresa, por tener noticias suyas. “ha tenido mucha caridad en decirme la sustancia de las cosas que pasan. Estamos muy grandes amigos”.

Y es que vivimos en un gran día con Teresa, ahora que pasan los actos y festejos y nos quedamos solos con ella, leyendo sus cosas y nos impresionamos a cada poco con su actualidad.  Para mi lo mas sorprendente de su mensaje es su visión del hombre y cómo nos explica todo esto a base de imágenes tan bellas que tienen un valor que va mas allá de lo estético y aterrizan en la dinámica de la propia vida.

Dice Teresa que el hombre es un jardín y a mi con esta imagen ya me tiene ganada. Así me voy viendo con pozo, huerto, paraíso. Mi alma de jardinera se siente a gusto, siempre he creído que los hombres por dentro tenemos que ir trabajando mucho, para sencillamente sacar lo mejor de nosotros mismos. Para Teresa somos un campo abierto de posibilidades. No un hombre, sino todos hombres tenemos este interior, pese a nuestra vida, actitud y obras. El cultivo del alma en Teresa es abrirse a aceptar y recibir al otro, a los demás mediante la amistad, en un esfuerzo humano de cooperación. Una aventura, un nuevo reto que nace cada día en los demás, pero, y esto impresiona aún mas, Teresa ve todo como un regalo, un “don”,mas que en una conquista personal en la que nos empeñemos. Así esa preciosa expresión de dejarse hacer.

Para Teresa cada hombre es también un castillo, una Ávila amurallada por dentro. Una fortaleza habitada por un Huésped misterioso que nos habita y que hace que el cielo que vemos azul sobre las almenas, comience a estar en nuestra vida cotidiana, ese cielo en la tierra.Es un castillo interior, que a pesar de todos su tropiezos y deslealtades es capaz del Dios que lo habita, de ese Dios de las Caballerias, “ jamás nos acabamos de conocer sino conocemos a Dios”.Aparece así Teresa conectada de manera profunda con el hombre de hoy en día que gasta su dinero en libros de autoayuda, que busca un sentido a su vida, que sondea la espiritualidad de las religiones en busca de si mismo. Pero Teresa lo tiene claro, tenemos ese castillo y lamentablemente está casi siempre en guerra civil. ¡Y tenemos que aprender a vivir en las trincheras muchas veces! Es un lugar tan variado y con tantos matices como los lados de las pirámides de un diamante puesto a la luz, con tantas moradas y habitaciones donde vivir. Un castillo de cristal, donde se une la claridad y el misterio, la conciencia transparente, el reflejo del mundo, la huella de Dios en medio de cada uno.

El hombre de Teresa es también un gusano, pero no como algo asqueroso sino como un ser en transformación, porque vive bajo el calor de la gracia santificante. Se nos habla en sus escritos de muerte y de destrucción, pero también de vida y de hombre nuevo. La mariposica que nace tiene alas, inocencia, mansedumbre, belleza y libertad para poder ir sobre el mundo, atravesando barrancos, motines, noches y mares.

El hombre, todo hombre es para Teresa un amigo intimo. Su vivencia de la amistad empujó su vida y esto fue forjando su pensamiento y su reforma. Somos hombres porque tenemos la capacidad de dialogar, somos amigos porque ponemos esto en marcha a cada poco. Una amistad que requiere de intimidad, mas allá de las redes sociales, buscamos el roce, el cariño y la caricia de verdad. Sin esta intimidad, no hay crecimiento personal. Ella que reforzó la clausura haciéndola mucho mas robusta, es la persona que mas defiende la amistad y la ternura como motores del crecimiento personal. Queriéndonos en lo que somos, respetando nuestra vida y decisión. El Amigo de Teresa, en el que mirarnos, como ese ser íntimo que nos da la vida con su confianza en nosotros, que nos conoce y nos respeta. Nos abre por dentro para completarnos en verdad, liberando la ansiedad y construyendo nuestro interior en el suelo de la paz, en un deseo profundo de transcendencia.

Esta amistad es un regalo, toda amistad verdadera lo es, buscando al otro, dando siempre el primer paso, acercándonos de corazón.

Puedo así terminar con las mismas palabras de la carta a Gracián: Estamos muy grandes amigos, y me encanta recibir vuestros mails, saber de vosotros, buscar el lugar, quedar e ir así avanzando por la vida, en esta suerte de vivir en la ciudad, en el castillo. ¡Oh, qué buen día he tenido hoy, Teresa de Jesús!

ÁVILA, PATRIMONIO MUNDIAL.

Días después de la visita del rey Felipe, hay una palabra que sigue sucintándome muchas cosas: Patrimonio. Tal vez porque desde hace ya mucho tiempo siento que su significado me envuelve, probablemente por la suerte de ser abulense y haber tenido toda mi vida esta ciudad en la pupila y en el corazón. Patrimonio habla de posesión, englobándonos a todos, a la humanidad entera, pero sentida de manera única por cada uno, al ser propiedad del alma que la lleva en su interior.

El verbo envolver creo que expresa muy bien todo esto y está en la línea de la definición que sobre Patrimonio hace la Unesco, al hablar de ella mas que como un producto o un proceso de algo, como un caudal.

Vivir aquí, es saber desde niño qué quería decir Unamuno con unos versos que recoge Jacinto Herrero “En Ávila: sin ira”, “tú me levantas, tierra de Castilla/ en la rugosa palma de tu mano/ al cielo que te enciende y te refresca/ al cielo, tu amo”

Y al hablar de corriente, de flujo dentro del concepto Patrimonio, sumamos a los monumentos de piedra, las iglesias, palacios y casas, la muralla, el roquedo sobre el que se alza, el cielo que termina y eleva el espíritu hacia arriba, que nos hace vivir con otras miras. Los restos del Ávila romana, los verracos de los castros en parques y puertas, todo el patrimonio arqueológico que hay que cuidar.

 

Entiendes viviendo aquí, o sólo paseando un día de verano entre las calles y las almenas, la mística de Teresa y el alma sublime de Juan, su poesía, su obra y todo su predicamento de amor. La corriente envuelve el cielo y lo llena de luz y de sonido, en las partituras de Tomas Luis de Victoria, en sus motetes y misas, mientras construye catedrales también en el aire, en el cielo, hechas de sonidos, de polifonías, etéreas y místicas también.

La corriente que envolvió a Mari Díaz haciendo de ella la santa de la calle, de la tribuna de San Millán, de los pobres de solemnidad, de los sacerdotes, de San Juan de Ávila que en ella encontró apoyo y amistad. La misma fuerza y empuje de Guiomar de Ulloa, su amistad generadora de entusiasmo, de alegría, oración y determinación.

El concepto Patrimonio, engloba también todo el mundo vegetal, los negrillos que al morir van borrando con su silueta el patrimonio inmortal de Ávila, de la del alma y que sentimos que se escurre año tras año como el agua en el fondo de la pila de lavar. Los alhelíes de la muralla entre piedra y oquedad, los setos de boj y las grandes rosaledas que recordamos brillando sobre la muralla, con todo su esplendor. Los liliums conventuales, la menta y la mejorana, el roquedo de genistas silvestres de los descampados, el agreste cantueso y la descarada amapola de los sembrados, las avenidas de tierra rastrillada de los parques, los árboles que desde las misiones vinieron en barcos desde la otra parte de mundo hasta aquí.

Reconstruir todo este jardín que tenemos en el recuerdo vivo, es también objeto de atención en esta declaración de la Unesco. Porque los monumentos de piedra se levantan sobre un suelo de verdad, con su belleza de barros y de plantas y resiste con dificultad, en la mayoría de los casos con mucho dolor, las pavimentaciones artificiales que convierten calles y plazas centenarias en pasillos de centro comercial.

La cultura también engloba esto, y sólo desde el amor hacia la naturaleza, los jardines, cada planta y cada flor podremos avanzar en un mundo mas sostenible y sensible, donde todo esto tenga cabida, al menos en planteamientos políticos que enraícen con lo que los ciudadanos tenemos dentro de la mente y sobre todo en el corazón.

Viendo el acto desde la televisión llegó un momento que por dentro sentí que aquello no representaba todo esto. Quizá por este sentimiento de que el patrimonio es de todos y es algo que fluye envolviendo la ciudad. Sólo desde este sentimiento hondo y de manera personal, podremos ir viviéndolo aquí, sintiendo Ávila como nuestra casa y cuidándola, orgullosos de ella. Faltaba en la foto de la Santa el negrillo y la tierra por donde pisó Teresa, por donde jugaba con su hermano Rodrigo. La música de Victoria y los poemas de Juan.

Pero hay algo que engloba este concepto de Patrimonio que va aun mas allá proyectando su mirada hacia el futuro con la raíz en el presente: nuestra aportación a la ciudad, la historia, la cultura, el arte, la jardinería, el arte floral, la poesía.  Es Patrimonio de todos esa Ávila que vive tan bella y rotunda en nuestro interior, por la que trabajamos, por cuyas calles vamos a pasear, a trabajar, en cuyas plazas han jugado nuestros hijos, como hicimos nosotros y toda la larga cola de nuestros antepasados. Y en esto está nuestra corresponsabilidad como ciudadanos, aportar a nuestra Ávila del alma, todo lo que podamos, sepamos y tengamos la oportunidad de hacer. Así iremos poco a poco pagando esta larga deuda vital con esta ciudad, al ser tan afortunados de haber nacido aquí y vivir dentro del reflejo del cielo que sobre el suelo de cada rincón se pinta, en este fluir envolvente que vemos que es nuestro Patrimonio del alma. Tu me levantas Ávila en tu rugosa mano castellana, al cielo que te enciende. Al cielo, tu amo.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 24 de septiembre. 2018

Comparto con todos vosotros el dolor y la incomprensión con la sentencia del caso de “la manada.” Un nombre “manada” que ya muestra gráficamente su sentido, como unificador grupal, lleno de instintos primarios, actuando juntos como una camada de lobos, amparándose en un colectivo que aúna sus personalidades y las deja sometidas a su imperio. Me pregunto dónde está la individualidad, donde el pensamiento, la voluntad de cada ser, la ética y la compasión. El individuo dentro de este colectivo deja de ser libre, y se convierte en una especie de chimenea de un volcán, capaz de realizar actos llenos de violencia, vomitando lava, denigrando a una pobre chica, que dentro de sus redes sólo tiene fuerzas para sobrevivir. Si hermana, hija, amiga, yo te creo.

En este año nuevamente teresiano, y en esta ciudad donde vivió una mujer valiente y decidida llamada Teresa de Jesús, tenemos sus palabras y todo su pensamiento vivo, tomando forma de monasterio, de hermanas carmelitas, padres descalzos, de cielo, muralla, roquedo y luz. La tenemos a ella de pie, alzando la voz, pidiendo la palabra, decidida ante los avatares de la vida, haciéndonos ver qué es lo que hay dentro del ser humano, la gran dignidad que tenemos por dentro. La que tiene esta pobre mujer maltratada y vejada, y que también tienen sus violadores aunque a veces el espiral de la violencia, haga de ellos bestias sin un pequeño signo de piedad y de humanidad. Así decía Teresa de este tipo de personas que también atacaban como lobos en el s. XVI, que eran “peores que bestias”

Teresa nos da imágenes, las abre para entendernos a nosotros mismos. Desde estas líneas me gustaría que llegaran a estos lobos que actúan en manada, a tantos maltratadores de otras personas, a tantos violentos que humillan al que tienen cerca, que lo someten y lo denigran. Nos dice que somos por dentro un gusano, viviendo en la inmundicia de la vida, siendo mas crueles que los lobos. Un gusano y un jardín también. Y que tenemos que dejar que toda la metamorfosis que en mariposa nos va a convertir, se realice en nuestra vida. Para no vivir por fuera de nosotros mismos, rodeados de barro, sino para ir sintiendo cómo nos salen alas de dentro del alma, y con ellas podremos dejar de ser lobos y volar como mariposas hacia la luz y hacia la vida.

Teresa también tuvo que llorar por dentro muchas injusticias y vejaciones contra seres indefensos como las mujeres. Sus cartas nos hablan de casos concretos, y allí está ella mas que mostrándonos un camino en esta transformación, señalándonos que lo que el hombre es por dentro es ese camino, día a día, en cada respiración, cambiando y avanzando.  Un camino que nos va transformando a cada pisada. El caso de Santa Paula Barbada que en estos días celebramos en este barrio suyo de San Segundo, inocente campesina que al venir a vender sus productos al mercado se encontró con un caballero también cubierto con las pieles de un lobo, y cómo pudo salvarse en el milagro de su barba.

Estaba el otro día, mientras me enteraba de la resolución del caso de la manada, en el Museo del Prado en la Exposición de los bocetos de Rubens. Estaba por primera vez encontrándome con el hombre que hay detrás del artista brillante, polifacético, lleno de color, riqueza y barroquismo vital.  Un barroco tan exuberante que siempre me deja fuera. Pero el oro día me encontré con el genio y con el hombre, el que se maravilla con un movimiento y hacer de él, una imbricada composición para mostrar el dinamismo de la vida y como ese fluir pasa de unos personajes a otros, de ti a mi, de Teresa a la eternidad. Los esbozos nos abren no sólo el taller del artista, el momento de la venta del cuadro, sino la mente, y el verdadero nido del arte que está en el alma del artista. Un hombre que pintó la Contrarreforma desde el lado católico, en un momento en el que nuestra Santa era ya un baluarte de santidad y de vida. Rubens la pintó en muchas ocasiones, como en los retratos que pudimos ver en la exposición antológica del año del centenario en la Biblioteca Nacional. Frente a las opulencias y ricos vestidos, movimientos ampulosos, colorido extremado de sus otros cuadros, retrata a Teresa de otra manera, en la verdad sencilla y limpia de su ser. Mostrándonos cómo esto es lo que arma la verdadera belleza, el fondo negro del que emerge la figura en su verdad. Y nos muestra que el castillo mas brillante que el ser humano tiene está dentro de su ser. Un castillo todo de diamante y de muy claro cristal donde nos vemos, desde dónde aprendemos a volar.

Es siempre radical la palabra y el pensamiento de los místicos. Nos sitúan al lado de la verdadera humanidad, también y de manera acentuada cuando está humillada, violada y aplastada por la bota del león, cuando el barro de los gusanos la terminan de aplastar. Siempre al lado de la persona humillada, del castillo pisoteado, de la mariposa cazada en manada. Al lado de ti hermana.  Y es radical su pensamiento místico porque nos dolemos al seguir leyendo. Porque apunta que estos violadores sin piedad son también gusanos y tienen dentro de si la potencialidad de vivir en un castillo, y de ser verdaderamente personas y de volar sobre la manada y poder así ser libres.

Me gustaría que la palabra de Teresa llegara y pasara como polilla entre los barrotes de la cárcel de estos lobos. Y que leyeran y comprendieran un poco de qué va la vida, y qué es el hombre y su dignidad. Estoy segura que si reflexionaran de verdad, allí en la celda, solos y apartados, sentirían una vergüenza infinita por sus actos y unas ganas enormes de vomitar tanta violencia, de abandonar la manada, para siempre.  Aprenderían de golpe a mirar a las mujeres con un poco mas de respeto y sentirlas dignas, llenas de belleza y valor. Si hermana,  amiga, yo te creo y todo esto también me duele.

Articulo publicado en el Diario de Ávila. 2 de mayo. 2018

 

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Mientras nieva intensamente y las calles de Ávila parecen salidas de una postal invernal, me acomodo en la biblioteca con un nuevo libro “En la ciudad líquida” de Marta Rebón. Ya el título y el que sea la reflexión de una reputada traductora de los grandes escritores de lengua rusa, Dostoievki, Navokov, Pasternak, Tolstoi, Gógol, es una tentación en estos días tan blancos. Me atrae esa imagen conceptual de las ciudades como mares de líquido, donde no sólo se han sumergido y siguen haciendo los escritores, los artistas, los pensadores, sino donde nos sentimos todos dentro. Exponer esta imagen en otro lugar del mundo, quizá requeriría de una explicación un poco más detallada, pero en Ávila todo esto no hace falta describirlo, porque lo que hacemos es vivir dentro de todo este fluido que como mar o laguna invade la ciudad, y hace que en ella se refleje el cielo azul, o blanco en estos días de ventisca de nieve.

A veces cuando miro las murallas, callejeando, fijándome en los detalles de las fachadas renacentistas, las imbricadas filigranas de hielo que entre el granito se abren como vidrieras de otro mundo, pienso y en esto parece que viajo, que por aquí pasaron seres tan especiales y únicos como nuestra Santa arrastrando a la iglesia con su arrojo femenino; como Juan de la Cruz mordido por el Cántico en la punta de la lengua, recitando para dentro; Gógol vestido con una sotana enganchada en melodías y polifonías tan rasgadas. Guido Caprotti mirando aturdido al sereno del cuadro, con el aliento helado y la imaginación volando sobre la nieve, la ciudad y el cielo; A veces me gusta arrastrar los pies hasta San Segundo mirando el santo que el Adaja refleja y viendo cómo se llevan las aguas su imagen esculpida en alabastro y el bíblico barro que él pregonó. Aranguren tras los rebaños de vacas en los peñascos graníticos que como miradores ofrecen sus asientos a los pensadores; Rafael Arnaiz, con su cuadernito, dibujando, rimando, volando por ahí.

Compara Marta su trabajo de traductora con los quehaceres de un buceador, un hombre rana que pertrechado con diccionarios a modo de linterna, y de un fusil para cazar palabras, trabaja en las entrañas de un mar de letras. Pero muchas veces entre palabras, aparecen otras cosas de muy difícil traducción: el silencio, la separación, el tiempo, los estados de ánimo. Ese mar que vemos sobre todo entre los versos de un poema, entre las notas de una canción. ¿Cómo podemos transcribir, poner en claro, dar a conocer esos espacios en blanco, el aire con el que se inflan los pulmones entre dos movimientos de una cantata? Simplemente intentarlo ya es algo, saber que existe es un regalo.

Sentarte en un día como estos de invierno, abrir sus libros, o cerrar los ojos sumergiéndote en una composición musical. Seguir con tu interior los vericuetos caminos del espíritu, yendo a calentarte a ese lugar donde nunca hace frio, al líquido del interior.

Hace años que leo la literatura rusa de la manos de Navokov en su “ Curso de literatura rusa”. Cuando baja al fondo del mar en la obra de Tolstoi, nos abre su vagar por ahí, y la búsqueda de esa “ verdad esencial” , ístina, una de las pocas palabras de la lengua rusa que no se puede rimar. No tiene pareja verbal, y se sitúa entonces en esa oscura roca del fondo en este buceo vital.  La mayoría de los autores, los pensadores, místicos, artistas, han puesto un tremendo interés en descubrirla, y en irla mostrando con su arte, con su mente, con sus palabras, con el camino de sus pasos, con las manos constructoras de muros, murallas y catedrales. Para Pushkin era de mármol, Dostoiesvki de sangre, Chéjov mantenía sobre ella una mirada pasmada mientras se adentraba en un paisaje brumoso de frías estepas nevadas. Tosltoi fue directamente hacia ella como Teresa, con la cabeza baja y los puños cerrados, encontrando el lugar y en él encontrando la cruz.

Miro ahora la ciudad nevada, los atascos y resbalones, los destrozos de la nieve en este temporal que nos sitúa en dónde estamos en relación con la naturaleza madre de los cielos blancos. La que sobre las almenas se levantan reflejándose en el rio helado que abajo se recrea mirándola. Todos estos elementos mojan, nos van calando como el líquido al que nos exponemos al vivir aquí, al deambular por estos lugares. Líquido bajo el que se encuentra la roca helada y brillante, diamante del interior.  Las casas por donde vivieron Victoria, Teresa, Jose Luis. Los llamadores de sus puertas, el alfeizar de sus ventanas, las cuestas por donde paseaban. Ávila nevada, eterna, llena de mares estrellados en el cielo, rocas, cantos, santos. Ávila, ¿nos atrevemos a preguntarnos si eterna? Solo tenemos que ponernos el buzo y sumergirnos en su líquida verdad.

Artículo publicado en el Diario de Ávila el 11 de enero de 2018

 

Boris Pasternak

Hay que vivir sin imposturas…

Hay que vivir sin imposturas
Vivir de modo que con el tiempo
Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,
y oigamos la voz del futuro.

Hay que dejar blancos
En el destino y no en el papel
y en los márgenes anotar
Pasajes y capítulos de la vida entera.

Debemos sumirnos en el anónimo
Y ocultar en él nuestros pasos
Tal como se oculta el paisaje
Tras una niebla espesa.

Otros siguiendo tus huellas, frescas
Recorrerán tu camino palmo a palmo,
Pero tú mismo no debes distinguir
La derrota de la victoria
No debes renunciar ni a una brizna de ti mismo.

Tú debes estar vivo.
Solamente vivir
Hasta el final.

 

 

 

 

POR DÓNDE VAGARÉ

Cuando me enteré de la muerte en septiembre del poeta norteamericano John Ashbery, (1927-2017) tuve la sensación de no haberle nunca entendido, de que por donde el “vagaba” yo nunca había vagado. Conocer las Consolaciones de Listz por él me había enganchado a sus cosas: yo tampoco me he consolado mucho con ellas, quizá un poco con las de tono menor. Considerado como uno de los poetas más grandes de la literatura actual, comparándole con Wallace y con Whitman, sus poemas me producían un torbellino del que me sentía fuera al finalizar los versos. Sabía que era un camino poético diferente, sentía que era también mío pero que algo me lanzaba fuera inexorablemente.

El otro día me comunicaron que los chicos de la Casa Grande de Martiherrero querían hacerme su embajadora. La impresión y la responsabilidad me ha lanzado de manera increíble a los brazos poéticos de Ashbery. Es como si ese “¿por dónde vagaré?” se hubiera convertido en mi interior en una especie de mantra.

Tengo esa sensación de que la maraña de palabras que de los versos se lanzan y que sentía como un vendaval sobre mí, ahora como ligera nieve van cuajando, levantándose y mostrándome su belleza y lo radiante de su verdad.

“Sigue una cosa a otro toldo en el horizonte de acontecimientos. Al marchar cambia una vida de tema. Tenían sentido unas cosas, otras no. No esperaba morir tan pronto. En fin, supongo que tenía que haberme tabulado de algún modo. Había hablado de escribir en tu pierna ,…” Heavy home, 2005.

La llegada a la Casa Grande de Martiherrero te traslada en un momento a otra época cuando era sanatorio para la tuberculosis. Esperas ver por allí enfermeras con cofias blancas y largas tertulias de enfermos en los miradores. El jardín con sus altos árboles, que dejan en el verde un montón de caminos laberínticos por donde vagar. Pero cuando traspasas de veras su puerta, comienzas a hablar con los cuidadores, monitores y los chicos, sientes que eso es lo grande que como adjetivo va a las espaldas de su nombre. De ser una casa de reposo y curación se ha transformado en algo grande, lleno de humanidad que palpita, porque los que por allí viven, los que trabajan cada día en estos largos salones, se quieren.

Hablamos en estos días mucho de amor. Una palabra que queremos que ocupe, como decía Wallace Stevens el lugar de una montaña. Allí la ponemos, y estos días prenavideños la decoramos con luces, la vestimos de regalos. Me pegunto qué es el amor, y en qué consiste.

Creo que podría escribir con todo en estos días de descanso navideño un poema al estilo de Ashbery. Usando imágenes impactantes, como piernas escritas con amor en cada sala de fisioterapia. Diciendo que los toldos que vemos desde la carretera son realmente tejados fuertemente construidos para proteger a este lugar de la inclemencia del tiempo, de la crítica, el egoísmo y la indiferencia. Expresaría de algún modo poético que muchas cosas no tienen sentido en mi vida pero que habitan junto a otras que poco a poco se van levantando como casas robustas: estar al lado de los más sencillos y necesitados tiene cada día más sentido y verdad.

 

Dice Andrés Ibañez que no se lee un poema como otro texto, novela o artículo. Un poema se lee, soñando. Pasan entonces las palabras a ese lugar de penumbra entre la luz y la ensoñación, un lugar que cuando lees así de manera profunda y dormida, se queda dentro hasta que un buen día algo los hace resurgir y tienes la certeza de que siempre han estado allí. Los títulos de los poemas de Asberry pertenecen a ese tesoro que se esconde en lo hipnótico de mi ser, como este “por dónde vagaré”. Leer un poema es ajustar los ojos a la profundidad a la que queramos mirar.

El otro día recorriendo el centro con su directora Pura Alarcón y con Esther Martín, viendo con sus ojos todo aquello, dejando que sus palabras y sus gestos tan llenos de amor me salpicaran, sentí que por estos pedregosos lugares de la sierra de Ávila, lo que la lectura de la vida nos deja es algo cercano al granito, a sus musgos y a la luz. A la verdad en palabras de Teresa de Jesús, que da también el nombre a todo. Y es que ella parece también vagar por estos lugares, como de la mano de estas amigas. Granito que brilla al sol más que un fino diamante, lleno de durezas y de belleza. Parece que sus palabras sobre esto aún nos salpican, la belleza de los seres humanos está en nuestro interior, y allí somos tesoros y hermosura. La de los que levantan este centro con su trabajo, apoyo y tesón. Los que ayudan económicamente, los que se acuerdan de ellos, lo que por ellos oran, los que trabajan en definitiva por la paz. Creo que todo lo que la realidad de este lugar nos envuelve, se queda vagando en el interior. Podremos escribir un día un largo poema lleno de inconexas palabras que como copos de nieve formarán una silueta. Una roca brillante de hielos en forma de corazón.

Articulo publicado en el Diario de Ávila el día 14 de Diciembre. 2017

EJERCICIOS DE CONTEMPLACION EN EL CAMPO EN SEMANA SANTA

Muchas veces cuando veo que se van acercando los días de Semana Santa me invade un sentimiento muy complejo lleno de muchos otros, como una argamasa de distintas cosas. Probablemente el mas acentuado tiene que ver con mis creencias y mi fe, el hondo sentir de la primavera que como Pascua llega a la vida tras un doloroso proceso de dolor, sufrimiento, soledad, incomprensión y abandono. Un camino a la muerte que abre la puerta a la vida verdadera. Creer que todo esto que pasó en la figura de aquel joven judío llamado Jesús, nos marca un camino a todos sus amigos, nos va ayudando a comprender nuestro propio proceso de muerte y vida, de fin del invierno y de la primavera que nace llena de brotes.

Llena de deseos de vivir esto, me marché al campo, sabiendo que la naturaleza me iba a ayudar. Morir a tantas cosas de mi que no me gustan y sobre todo allí me acercaba para, dejando al silencio y al tiempo en toda su amplitud, mirarme por dentro de manera honesta. El campo estaba realmente impresionante, despuntando a la primavera en los brotes de los fresnos y alisos, los prados encharcados que en algunas pendientes se vestían de Jacintos o de botones amarillos de los Narcisos, las Escilas comenzando a florecer en los cercados, las Violetas arrancando a mostrar su tímido olor, los primeros Eremurus, y las flores de las Prímulas se volvían a pintar, entre los capullos de los Geranios silvestres, el porte elegante de las Aguileñas. La garganta bajaba a toda prisa y envolvía mi silencio en una verdadera música, como una sinfonía de agua y de velocidad. La familia volvía a la vida sencilla del campo, a fregar en la pila de piedra y a cocinar bajo la claraboya de la casilla.

Sentí de manera instintiva que tanta belleza me quería marcar, dejar en mi su huella, que tenía que ir tras ella abriendo los sentidos a tope, dejando el pensamiento discursivo, la mente con todo su entramado mundo de pensamientos, sentimientos, anhelos, miedos, ansiedades, problemas, aparte, lejos de esa naturaleza increíble que se me ofrecía como regalo. Dejar a los sentidos su trabajo, y frenar en mi entrenamiento meditativo, dejando a un lado por primera vez en mi vida adulta los libros y la música. Poco a poco lo iba consiguiendo, con paciencia. No es fácil dejar a un lado la mochila toda llena de pensamientos y sentimientos aparte. Me costaba por momentos, y en otros me sentía muy feliz, liberada.Como una mariposa de las que por allí volaban, me dejaba caer, de una flor, a una hierba,…

 

La increíble sensación de todo lo que me rodeaba, iba siendo mi maestro y mi guía. Lejos de mi lanzaba hasta las oraciones que habitualmente llenan mi vida, las ideas y los propósitos, libros, análisis, estudios. El ruido tan musical y a la vez profundo de la garganta parecía que llevaba en su trajín de gotas, espuma y rocas chorreando, el agua hasta mi interior y que calaba profundamente por dentro, me refrescaba, y sobre todo me limpiaba. El agua se mezclaba con la suave brisa primaveral, y movía las hojas secas de los robles que a la puerta de la ermita se arremolinaban, y que con su barrido me llevaban también a mi entre ellas. El verde brote de los castaños se abrían tan dentro que hasta podía sentir el hondo quejido del dolor, de aquello que nace en un cuerpo envejecido por tanta dureza y rigidez.

Estaba en otro lugar al que nunca antes había ni soñado, y todo estaba impresionantemente dentro de mi. En apariencia yo estaba allí, sentada simplemente en actitud de escucha de todo, en términos coloquiales podríamos decir que sin hacer nada. Pero esto desde luego, os comparto, no es así ni mucho menos. Si dejamos a la naturaleza su verdadero poder, nos abrimos a todo aquello que nos regala en este santuario vivo y lleno de amor, nos encontraremos con la puerta del mismo y podremos oír cómo el aire que mueve todo nos invita a pasar muy dentro.

Las horas pasaban tan lentas en apariencia como fugaces en mi corazón, como en una cadena de momentos dichosos que te hacen sentir que ya no puedes mas con tanto, que lo que se regala es demasiado para ti. Al pasar a contemplar todo, a sentirme mirada y empujada, llena de agua que entre rocas arrancaba todo por dentro, por primera vez me empecé a ver de manera diferente. Recordé a Teresa de Jesús, y ese consejo de ir por el camino del » conocimiento de si», una sugerencia que cambió de sentido, pasó en un momento de ser algo que yo podía conseguir por mi misma a ser un regalo. !Un regalo de verdad!  Me he mirado muchas veces por dentro, pero sólo cuando realmente mi actividad meditativa frenó y dejé que lo que me rodeaba me mostrara lo que quisiera, entonces sentí este regalo de verme así. Y realmente, lo que vi, y aún sigo viendo, tiene muchas cosas, como capas, hojas, hilos, madejas y barros que no me gustan nada.

Y comenzó en estos días la vivencia de la Pasión del Señor, porque me vi tan llena de cosas que debería arrancar, pulverizar y dejar al margen, que realmente sufrí y sentía dolor profundo. Un dolor que por primera vez se mezclaba con el disfrute del momento, era como si desde la cruz se me dijera » disfruta» en vez de » llora y sufre por tu traición».  Repetía sin poder parar estos versos del Cántico de San Juan de la Cruz. Eran como un mantra para mi, como las cuentas de un nuevo rosario:

» Gocémonos amado,

y vámonos a ver en tu hermosura,

al monte y al collado

do mana el agua pura,

entremos mas adentro en la espesura.

Todo así , en esta pasión llena de entrega y gozo,  remueve  el corazón mucho mas. El amor, la dicha del momento, se mezclaban con el deseo de cambiar, de morir, de ser un poco mas digna de tanta belleza, de la naturaleza que me rodeaba, de la familia tan amorosa que esperaba a que hiciera la comida, de las procesiones, las torrijas, y la vida que en todo se filtraba.

El silencio y el tiempo al dejarlo abierto en nuestra vida, mas que ser tiempo perdido, poco productivo, es realmente forjador de vida y de verdad. Vivimos en una vida en la que parece que hacemos todo lo posible por vivir fuera de nosotros mismos. Podemos estar años, incluso decenios sin darnos cuenta, no dejando la puerta abierta a nuestra propia humanidad, a aquello que nos define como personas. En este camino, que desde luego precisa de estar muchas veces en silencio, y dejar que el momento nos envuelva con los sentidos finos, la mente quieta y el corazón entregado, encontramos nuestro equilibrio. Estar todos los días un ratito así, entrenarnos en esto, como hacemos en otras muchas cosas de la vida, para poder encontrar nuestro verdadero lugar viéndonos como somos con los verdaderos ojos del corazón, esos que nos miran de veras.

La Pascua llegó iluminando mi interior como nunca lo había hecho. La vida espiritual está llena de emoción, amigos, y no deja que un momento se pueda confundir con otro, ya  que tratando de lo mismo, se llena de colores muy diferentes, de nuevos olores a primavera, la tierra llena de barro y de hojarasca se va convirtiendo en pradera florecida al sol. Es diferente porque yo soy diferente en cada día de mi vida, voy avanzando por ella, a veces tropiezo, me equivoco, confundo cosas, y otras encuentro nuevas rutas por las que parece que me van llevando.

Ahora que ya estoy en mi trabajo diario en la floristería, en la empresa y en medio de todo el trajín de llevar mi casa y familia, siento que el regalo de esta Pascua debo no dejar que se vaya llenando de polvo y de verdín. Volver cada día un ratito a ese lugar increíble que se abre dentro, a encontrarme conmigo y a ir afinando los sentidos para empezar a ver, oír, sentir, acariciar, ayudar a los demás. La actividad contemplativa es así un nuevo entreno para la vida diaria, para ser mas permeables a las necesidades, el amor, la ternura que los demás nos dan y que nosotros queremos también entregar.Y además todo lo vivido siento que me ha abierto realmente el corazón, si, ha sido así. Estuve en la puerta de ese santuario interior de lo natural de mi existencia, y la Pascua floreció ante mi rasgando todo como la rama que se abre en el brote. Entonces como esa otra María que tenía también el corazón pillado, siento que debo salir por ahí a contar estas cosas, a compartirlas con todos, y a volver cada día a esta Galilea tan hermosa con su santuario interior, cerrando los ojos del cuerpo y abriendo los del corazón.

Feliz Pascua a todos.

Os recomiendo la lectura de estos libros , en este nuevo camino, para empezar a entrenarnos:

» El libro de la vida» de Teresa de Jesús.

«El Cantico Espiritual «de San Juan de la Cruz.

» Ejercicios de contemplación» Franz Jalics