¿ Si el dolor prepara la paz…

Yo creo que el dolor puede preparar la paz Emily, de una rama seca y atizada por mil vientos helados, nieve y relámpagos se abre una belleza llena de flores tímidas y recién nacidas. De la nevada mas grande de los últimos tiempos, surge a su vez un libro muy bello El herbario y la antología botánica de Emily Dickinson.

Comparto contigo el dolor, la incertidumbre, la tristeza  de cada día que al llenarse de mil colores, pétalos suaves, gotas de rocío, me hiere de una manera dulce y profunda. Siento que el malestar no me deja disfrutar del regalo de la naturaleza en estos días. Lo efímero del tiempo carga sobre mi una gran ansiedad, la posibilidad de que un revolver como en una jugada de la ruleta rusa, lleno de hielos, nieves y ventiscas, acabe con todo y no haya podido tomar posesión de lo que me regalas con tanta delicadeza.

Sentirse amado es algo muy parecido, sientes miedo por no poder atrapar todo lo que el otro te quiere dar. Cerrar los sentidos para atrapar lo recibido supone también encorsetarse en uno mismo y sufrir. Con el paso de los años voy sintiendo que lo que debo hacer es algo muy diferente, abrir siempre las puertas, compartir, para poder dejar todo fluir como tú, Señor de las flores, quieres.

Los días de marzo se suceden llenos de esplendor, cogiendo pequeñas flores, ramitas de prunos en flor, hojas de helechos azules, pensamientos y romero, entre nubarrones y rayos de sol. Me detengo a mirar cómo la luz los transforma al colocarlos en un pequeño florero de cristal al cielo, levitando sobre la mesa, sublimando mi pequeño trabajo de recolección y disposición, a la luz que lo eleva. La vida, me dicen estas pequeñas amigas, va por este camino, el dolor se eleva como luz. La oscuridad nos introduce en  el gimnasio mas bello y duro del universo,  mientras  habitamos en el jardín,  en el prado, la vereda, el pasillo soleado de casa. Habitaciones que a tu luz se hacen eternas, para que pueda ir y toma posesión de ellas. Las flores viven en esa esfera de lo sublime, sólo para mis ojos y mi corazón.

Te entiendo tan profundamente Emily que me impresiono. Lo que se nos da al lado de nuestro día a día en casa, en el jardín, es tan increíblemente bello y está tan lleno de amor, que para evitar el sufrimiento de la pérdida de la belleza, tomaste la decisión de internarte de por vida en casa y me parece un acto de justicia vital.  Lo que nos sucede en nuestra vida sencilla y familiar  no es sólo una pequeña gota de algo que está fuera. No, lo que tenemos a la altura del zapato, esa pequeña flor de trébol, la luz que da en las ventanas, el aire que inunda el jardín, es tan bello como el mar de afuera, el firmamento con su cielo azul. La belleza insondable de una gota de rocío, de una flor del pruno, de una pequeña mata de muscaris a finales del invierno.

Así entiendo tu herbario (1839-1846), y cómo la poesía se pega a él como un rayo de sol a una margarita. Vital, profundo, íntimo, valiente, así es siempre un herbario, momentos de contemplación de lo regalado, vida y amor. Y la necesidad de buscar palabras para expresar tanta belleza, giros, metáforas, imágenes.

Leer a Emily me sobrecoge, la cercanía que siento con una mujer de hace mas de dos siglos, con la que comparto el dolor como una parte bella de lo vivido: la soledad, la contemplación y el amor.

 

Si el dolor prepara la paz

ved los años “ Augustos”

que aguardan a nuestros pies.

 

Si las Primaveras del Invierno emergen

¿puede calcularse

la de la Anémona?

 

Si primero se alza la noche, después el mediodía,

para rodearnos de sol,

-¡qué espectáculo!-

 

!Cuando, desde mil cielos,

sobre nuestros firmes ojos

ardan los mediodías!

traducción de Eva Gallud

Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker

 

 

Poder compartir mis versos, poética y visión de la vida con otro poeta es un verdadero placer. Y si ese poeta es José Pulido lo es aun mas. Una conversación sobre este nuevo poemario, el proceso creativo, las imágenes, …

Gracias José por este rato. Lo comparto con todos mis lectores y amigos que siguen este blog.

 

 

LAS AFINIDADES ELECTIVAS

 

En estos días donde la violencia en las calles me interroga sobre la dinámica interna de los grupos e individuos, estoy leyendo la obra maestra de Goethe “Las afinidades electivas”. El impulso de coger este libro tiene mucho que ver con estas afinidades de elección, la cercanía y actualidad con un libro escrito en 1809 que mas allá de la ambientación romántica llena de lagos, grutas y ermitas, se va desarrollando sobre un postulado científico, analizando la naturaleza, sus leyes y como los hombres dentro de ella estamos sometidos a fuerzas de atracción que pueden llevar a la destrucción y la aniquilación en procesos violentos y dramáticos. Fuerzas parecidas a las de algunos minerales y rocas que como la cal se funden desapareciendo.

Es por tanto una reflexión fraguada en bellas imágenes y preciosas expresiones sobre la moral, el dominio de si y la alienación enfermiza. Cuatro personajes de distinto sexo se encuentran por una temporada dentro de un espacio cerrado, un palacio de campo, y las fuerzas de atracción, de elección sacan la naturaleza psicológica de cada uno, rompiendo con la razón y mostrando sus debilidades personales, llegando al limite la vida de cada uno.

Existe dos tipos de memorias que nos mueven a actuar, una voluntaria basada en la cultura de grupo, dentro del ejercicio consciente de la libertad y otra de naturaleza ancestral que aunque no somos conscientes de ello, a veces está enterrada dentro de nosotros. Nos arrastra desde dentro yendo mas allá de la voluntad, sin lógica, moral por encima de la sociedad, la familia, la amistad.

La afinidad en términos sociológicos se define como un parentesco de espíritu aunado a otras similitudes interpersonales, y al añadir a esto altos niveles de intimidad y convivencia en grupos cercanos y cercados, aparecen los conocidos como grupos de afinidad. Una afinidad de ideas, ideales y causas compartidas.

Leo a Goethe en un libro de 1939, traducido por R. M Tenreiro , polifacético escritor, compañero de Picasso y amigo personal de Azaña, que realizó esta traducción mientras estaba exiliado al lado de un lago suizo. Y me voy encontrando entre las páginas con pequeñas huellas de su anterior propietario, manchitas de café y pequeñas anotaciones a lápiz. La afinidad de elección me cierra con ellos entorno a Goethe, autor que ejerce una atracción real sobre los lectores como otros genios contemporáneos como Beethoven, cuya obra también es un rio desbordado, dejando a la naturaleza en su esplendor.

Hoy en día la lectura en tablets limpias de toda huella humana nos ofrece la lectura de una manera mas higiénica borrando el tiempo. Si hubiera optado por este medio de lectura, mi reflexión sobre la situación de la España de la guerra civil, la violencia que se desató también dentro de estas fuerzas de elección y afinidad, sería distinta. Sólo me hubiera movido en las líneas de relación de los personajes, lejos del fragor de la batalla, la mordaza de las ideologías, la lucha fratricida. Y ahora me doy cuenta que esta línea entre la paz social, el respeto, la moral y la ética se puede romper fácilmente, la violencia ancestral y las afinidades dentro de momentos de tensión social o económica como el actual pueden hacer explotar todo.

Goethe fue una persona ilustrada, culta y sensible que veía con horror como se había desencadenado la Revolución francesa y el cambio provocado por la violencia, que arrancó de un sueño compartido de ideas sobre la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Estos duros días que vivimos presionan nuestra vida y llevan a determinados seres y grupos a sacar de lo mas hondo de su naturaleza, al juntarse, una fuerza destructora de todo lo vivido, para la construcción de un hipotético nuevo mundo, por medio de la violencia, como el magma de un volcán, destrozando calles, pisoteando a las fuerzas del orden, yendo mas allá y creando sustratos de odio y violencia de muy difícil contención.

Si, Goethe me encanta leer tus cosas sobre todo en primavera. Afinidad electiva que me hace disfrutar, reflexionar y seguir adelante.

CRÓNICA POÉTICA DE UN AGOSTO EN LLAMAS

Acabo de recibir algunos ejemplares de mi nuevo poemario  Las hierbas de los regalos están blancas. Crónica poética de un agosto en llamas, y están aquí entre mis manos. La tarde de noviembre está muy triste, húmeda y fría muy alejada de todo lo que cuento sobre el calor, el incendio y el verano en este último libro.

La vida es así, este contraste entre estaciones me muestra parte del panorama de mi  existencia, con distintos momentos, todos ellos con un denominador común que soy yo. Ahora al volver a leer mis palabras y ver los dibujos siento que dicen cosas distintas, el poso del tiempo y las estaciones producen este cambio. Miro todo lo escrito y vivido con una especie de velo que lo amortigua un poco, la niebla que va cayendo también pone sus palabras ahora con las mías.

La experiencia de un verano en el campo con la familia, y la  vivencia del amor que quema cada rincón del paisaje interior, árboles, perros corriendo, mis plantas, los helechos de la garganta, el sol, la sombra, el río, el pueblo, el amor. Fogonazos de mi existencia que en forma de versos y ya recogidos en un libro, empiezan a tomar cuerpo y vuelo en mis lectores.

Coger cajas para cosechar, y el fondo de Gredos destacándose sobre una cabaña donde dormimos y vivimos en familia. Coser, andar, escribir, rezar, barrer, regar las plantas, recoger tomates mientras la vida va avanzando y nos llena el interior de todo su fuego y su amor.

Con mi maestro de los caminos interiores Juan de la Cruz. Aquel que dijo que las cosas del alma hay que leerlas  con anchura . Cosas que el Amado nos regala en la naturaleza, quemando y haciéndonos renacer.  He querido que me acompañaran un puñado de grandes poetas y pensadores que están siempre cerca de mi. Siento que ellos también están detrás de todo lo dicho, Gary Snyder, Sophia de Mello Breyner Andressen, Wordsworth, Hölderlin, Rilke, Huidobro, Hildegarda de Bingen, Tranströmer…

Esta vez he dejado que mi cuaderno de trabajo esté reflejado completamente en el libro.  Siempre tengo en mi interior una imagen potente y definida del poema que estoy escribiendo y mi caja de acuarelas está siempre preparada. En este libro se puede leer el poema y ver al lado la imagen que como un brochazo nos indica la profundidad de lo dicho, definiendo las palabras con siluetas y color.

Estará a la venta en toda España desde el 14 de diciembre de 2020. Me impresiona la coincidencia con el día de San Juan de la Cruz…!!

Doy las gracias a Alicia Arés de la Editorial Cuadernos del Laberinto por esta bellísima edición. Y a Álvaro Valverde, poeta al que admiro y leo con gran placer y a  Javier Sancho Fermin por acompañarme en este trabajo. A Eduardo Ayuso por su ayuda y amistad.

Pon en primer lugar las imágenes, dice el gran poeta Walt Whitman, como luz para todos y como canto inaugural de todos. Imágenes y palabras que comienzan ahora a vivir libres por ahí en vuestra lectura. Un canto por todo lo que se nos regala a cada momento.

 

Que iba a salirse el alma… bien se podía morir

La música nos lleva a otros lugares, crea en un momento el espacio que muchas veces nos falta en los libros, la historia y las crónicas.  Conocemos a Teresa en sus libros, hijos, obras y nos falta seguirla también en la música que la acompañaba, su banda sonora original. La música es un arte que nace y va perdiéndose al momento sólo para nuestro deleite, abriendo la puerta del compositor y del intérprete, dejándonos entrar.

Hace ya muchos años cuando volvía en verano de la Universidad de Salamanca había una cita que marcaba todo para mí, el concierto del órgano de cámara de la Encarnación interpretado por Antonio Baciero. Creo que mi interés por la Santa nació en esos momentos en los que aquella música me conmovía. Aparecía con la melodía, una Teresa que yo empecé a considerar muy distinta de la que había visto en imágenes estofadas y sobredoradas, que había oído en la cultura que como abulense me ha rodeado toda la vida. Un instrumento con un sonido sencillo y limpio, donde las cuerdas se oían en su individualidad. Desde entonces me encanta la música antigua.

La música y Santa Teresa ha sido investigada por mi querido profesor Antonio Bernaldo de Quirós, que recogió todos los datos posibles sobre su madre en la fe dentro del ámbito musical, indagando en el ambiente abulense en el que vivió, la música en el entorno del monasterio de la Encarnación, sus actividades musicales y su sensibilidad hacia la música a nivel personal y místico.

La educación musical de Teresa, que intuyo que era grande, es algo que no podemos encontrar en un dato concreto. Pertenece al ámbito de la intuición y hablando de la Santa es un método de conocimiento mucho mas interesante. Creo que Teresa era una mujer muy sensible hacia la música tanto religiosa como profana y popular. No tenemos tampoco ninguna referencia sobre su educación académica y es la primera mujer doctora de la iglesia y una de las escritoras mas importantes de todos los tiempos.

La música profana en Ávila, en la época de la juventud de Teresa, cuando ella vivía con su familia y salía como niña y joven a recorrer la ciudad, era muy rica. Recoge Luis Ariz que durante la visita de la emperatriz Isabel y Felipe II de tan sólo 4 años, se organizó una fiesta impresionante con desfile de trescientas mozas aldeanas de los sesmos ataviadas ricamente con sus galanes tocando gaitas, tamboriles y panderos. También

desfilaron serranos ataviados en grupos de doce y los maestrescuela sacaron a los niños disfrazados. Esta manera de divertimento y fiesta caló en nuestra Santa reformadora, que componía villancicos y cancioncillas para animar la vida conventual, con monjas que en las recreaciones cantaban, bailaban y tocaban instrumentos como las flautitas de embocadura de pico y tres agujeros que encontramos en la clausura del Convento de San José.

Junto con estas músicas alegres y para la fiesta, Teresa desde niña oía otro tipo muy distinto que le abría nuevos caminos de profundidad interior y de mística de los sonidos que como cristales de colores daban cuerpo a esa vidriera que era la música polifónica española que ella oía en las iglesias, especialmente en la catedral. Estaban en aquel momento en nuestra ciudad compositores tan importantes y sobresalientes como Cristóbal de Morales, que estuvo en Ávila en la catedral de 1526- 1528 cuando Teresa tenía unos 11 años. Estoy oyendo estos días el Officium defunctoruma cuatro voces que compuso en estos años en Ávila y he comprendido que esta música abre muchos caminos en el alma y el espíritu de tantas personas. Teresa estaba en este momento cerca de esta cátedra musical, viviendo en primera persona la mística de la música polifónica.

Estaban en la catedral de manera sucesiva grandes músicos que fueron además los maestros del otro místico por excelencia, me refiero a Tomas Luis de Victoria, así Jerónimo de Espinar, Bernardino de Ribera y Juan Navarro.

Con Tomas Luis, Teresa tenía muchas semejanzas, aunque no tenemos constancia de que se conocieran en persona. Cuando Tomas entró como seise en la catedral para educarse musicalmente, Teresa estaba en la Encarnación. Y seguramente este joven monaguillo oyó hablar del revuelo que una monja estaba protagonizando en la fundación de un pequeño convento en 1562 dedicado a San José. Luego Victoria se marchó a Roma y volvió en 1582 cuando nuestra Santa ya había fallecido. No se conocieron mucho en persona, aunque seguro que se habían saludado por ser sus familias feligresas de la parroquia de San Juan y casi vecinos. Pero lo que no me cabe ninguna duda es que ambos andaban por los mismos caminos de creación, de indagación personal y de búsqueda continua de la Belleza.

También feligrés de San Juan fue en estos años otro grandísimo músico, Antonio Cabezóncasado con una mujer abulense y aquí pasaba algunos días, deleitando a los fieles en las celebraciones catedralicias.

En la Encarnación cuando entró Teresa había un grupo de monjas que eran músicas y se dedicaban a tocar en las ceremonias litúrgicas y a acompañar el rezo del oficio divino. Eran las que tocaban esos preciosos instrumentos, en su mayoría contemporáneos de la Santa, que podemos ver en el museo del monasterio. Arpas de dos órdenes, guitarra, viola da gamba, salterio y el órgano de mesa. En el libro del Retablo de Carmelitas de Doña María Pinelrescatado y publicado por el anterior capellán del monasterio el p. Nicolás González, aparecen historias de monjas músicas que entraban sin dote, como las hermanas mellizas Isabel y Mariana Rosa Velasco o las otras hermanas Clara Eugenia y Eugenia Clara que tocaban el órgano y hasta el bajón.

La música en cuanto se interpreta, es propiedad del oyente que la hace suya y que va siguiendo su movimiento mas allá del oído. Teresa nos relata en la Relación 15 una experiencia mística profunda que ella vivió al oír una voz cantando en la oración, siel canto no cesara que iba a salirse el alma del gran deleite y suavidad que nuestro Señor le daba a gustar,…bien se podía morir, mas, no podía decir que cesase

Tenemos que educarnos un poco para disfrutar de esta música tan divina, pero luego será ella, la que nos irá educando a nosotros en muchas cosas, nuestra maestra. Es increible, pero cierto, conocemos a la Santa de manera muy especial y auténtica, oyendo a Victoria, Cabezón o Morales, en el sonido antiguo de un órgano de mesa, en la voz que a veces nos conduce muy lejos del sillón.

 

 

 

 

EL AÑO DE BEETHOVEN

 

Este año celebramos en todo el mundo el 250 aniversario del nacimiento de  Beethoven, y el confinamiento por la pandemia del coronavirus nos permite entrar un poco mas en su obra, oyendo unas de las piezas musicales mas bellas y rotundas de la historia, donde la naturaleza salvaje aparece en forma de notas, la historia con los ecos de la Ilustración y los redobles de la Revolución Francesa se dejan oír. Beethoven aparece como uno de los primeros músicos con conciencia de su papel en el devenir de la historia, aportando su visión y creación propias, yendo mas allá de las artes al servicio del poder, de los nobles, de la iglesia, del estado.

En un momento de cambio, como siento este que estamos viviendo ahora, donde la forma de vida establecida se resquebraja, donde apareció un hombre que refleja en su obra todo el ideal romántico, su propia biografía me conmueve. Cómo pudo formarse un genio así en medio de una familia donde el alcohol hacía estragos, cuyo padre levantaba al niño de cuatro años de la cama a las 3 de la madrugada para que se pusiera a tocar el piano, cuando él se recogía de sus juergas.

La biografía de Jan Swafford, Beethoven, publicada por Acantilado, nos abre las puertas a este viaje musical, donde vemos cómo se va forjando el carácter de este genio, y leemos su obra como fruto del momento, las enseñanzas dentro de la ilustración de su primer maestro Christian Gottlob Neefe, que pertenecía a la masonería, comoMozart o Haydn.

Analizo la relación entre los músicos mas importantes del clasicismo y el primer romanticismo, y me quedo anclada en la figura de Haydn, ¡oh papá Haydn!, maestro de los dos grandes genios musicales, Mozart y Beethoven.

Corría el año 1772, Beethoven acababa de cumplir dos años y el joven Mozart con 16 ya había compuesto entre otras muchas obras tres operas, Mitriade rei di Ponto, Ascanio in Alba, y Lucio Silla. Haydn era el kapellmeisterde la corte de Esterházy. La temporada de verano se iba alargando demasiado para los miembros de la orquesta de cámara del príncipe que pasaba estos días en su palacio de campo en Hungría. La corte del príncipe Esterházy era muy potente, con muchos criados entre los que se encontraban los músicos, y por supuesto el maestro de capilla Haydn que tenía que vestirse de librea y ocupaba sólo tres habitaciones en el enorme complejo palaciego, lleno de jardines, salones y pasillos. Los músicos pidieron Haydn que intermediara con el príncipe para volver a Viena cuanto antes con sus familias, y la manera de exponer esta petición fue muy creativa, compuso una Sinfonía,la denominada de la Despedida, Hob, 45, en cuyo último movimiento, el Adagio, los músicos iban dejando poco a poco de tocar hasta finalizar la pieza con un dúo entre Haydn y el maestro de conciertos Luigi Tomasini. Por algo se le conoce a Haydn como papá Haydn, por su capacidad de ayuda hacia los demás y por su carácter bonachón.

Beethoven, alumno suyo durante dos años, era todo lo contario. Su fuerza expresiva y su carácter iban galopando contra los auditorios, las conciencias y las normas de buena educación de todos. Desastrado, retraído y taciturno, casi sin amigos, este “der spagnol”por su tez morena, causaba el asombro en las cortes y los salones de la aristocracia europea. Un ámbito en el que aparecían actitudes que hoy en día veo en desuso. Había coinnaisseurcon gusto y erudición, que amaban las artes y interpretaban música con pasión y gusto. Había también diletanttes, para los que la música se creaba para su interpretación, los aficionados para los que se compusieron buena parte de las obras de Beethoven. Unos diletantes sin las connotaciones que luego tuvieron estos términos cuando la palabra profesional se instauró en todas las artes, dejando a este gran grupo de interpretes fuera.

En estos días en que se nos regala un poco de tiempo en casa, volver a Beethoven es un placer, y reflexionar sobre la música como expresión, no sólo de los autores sino de nuestro viaje interior, interpretando la música, haciéndola nuestra.

Estudiar una partitura de piano, es entrar de pleno en todo este mundo lleno de sonidos, naturaleza, ideales, y sentimientos. Utilizar la música para decir sutilmente cosas como hizo Haydn en la corte húngara, ir poco a poco apagando el sonido en medio de un momento lleno de incertidumbre como este en el que el covi-19 nos ha metido.

DEJAD DE RESPIRAR Y QUE OS REPIRE LA TIERRA…

En estos casi cuarenta días de confinamiento, siento que los días se han ido posando lentamente sobre los pilares que asientan mi vida. Calma, serenidad, tiempo y espacio para volver a sentir qué es eso que me ayuda a vivir, a ser cómo soy, a levantarme cada día.

Y uno de esos pilares es la lectura, sobre todo la que se hace con calma dejando que cada palabra, capitulo, narración o verso ocupe su lugar.

Una mañana mientras me sentaba un ratito a leer después de todos los trajines domésticos, cogí un libro de la biblioteca como  el que agarra un flotador al saltar de la barca. El mar de abajo donde me lanzaba estaba y aun hoy está muy oscuro, y gigantes olas de preocupación y dolor me invaden . Claudio Rodriguez es siempre para mí un flotador que me saca para arriba y me muestra la luz, lo que está por encima de las palabras. Las suyas siempre me parece que al leerlas van saltando como chispas hasta llegar por encima de casa, del árbol, del cordel de ropa…

Un poeta del que al leer sólo alguno de sus versos, sientes un profundo respeto y admiración porque no se puede decir poéticamente algo mejor…

! Dejad de respirar y que os respire

la tierra, que os incendie en sus pulmones

maravillosos! Mire

quien mire, ¿no verá en las estaciones

un rastro como de aire que se alienta?

Sería natural aquí la mueret.

No se tendría en cuenta

como la luz, como el espacio. !Muerte

con sólo respirar ! Fuer de día

ahora y no me quedaría sin sentido

en estos campos, y respiraría

hondo como estos árboles, sin ruido.

En esta fiesta del libro escojo a Claudio, siempre Claudio.  Así les digo a mis hijas en estos días, siempre Claudio hijas. Volver siempre a Claudio y encontrareis la esencia de la poesía, y toda su luz.

Leyendo a Claudio con el ensayo de Jose Luis Rey ” BRUJAS A MEDIODÍA”. Anotaciones a la poesía de Claudio Rodriguez. Me siento muy identificada con Jose Luis Rey en muchas cosas, y me encanta que la lectura de los poemas y su análisis la realice un poeta. El ensayo va por otros caminos de significado, de formas expresivas, logros, nuevos caminos, sutiles matices, sombras y resistencias… Gracias José Luis

 

 

 

En medio de toda la preocupación mundial por el avance del coronavirus nos fuimos una mañana  de finales de febrero a visitar la Cueva del Castillo en Puente Viesgo, Cantabria.  Los cucos comenzaron a cantar a lo lejos. Pasamos en un momento a otro viaje lleno de emoción, aquel que nos lleva a encontrarnos con los hombres que vivieron en estos lugares nada menos que 150.000 años.

Pasar dentro de una cueva prehistórica supone entrar en un reino de oscuridades que desde tiempos remotos sorprendian a los hombres que allí llegaban como nos impresionan ahora. Cada grieta o protuberancia tomaba vida con el movimiento oscilante del fuego, llevando al grupo a encontrarse con el corazón de la tierra, allí donde fundirse con lo creado, al propio centro de todo.

No sólo vivían bajo la protuberancia de la entrada que a modo de techado de roca protegía sus asentamientos, sino que cazan por todos los contornos, mariscaban, se dedicaban largos ratos a despiezar el botín, a sacar el máximo rendimiento de cada parte de sus presas con la industria lítica y ósea tallada que encontramos en las excavaciones, buriles, raspadores o azagallas.

El grupo estaba también organizado de manera ritual, las creencias compartidas por todos daban cohesión. El concepto de libertad de expresión no entraba en sus parámetros vitales, todo estaba dominado por el grupo y las practicas comunales y rituales los constituían como tribu.

Aunque hayan pasado tantos miles de años, y nuestras sociedades nada tienen que ver con estas tan antiguas, hay de repente cosas que nos llevan a sentir que somos los mismos hombres, que estos grupos de homosapiens son nuestros antepasados. Que nos podemos dar con ellos la mano, como siento al ver las manos pintadas en las paredes de la cueva.

Todavía hoy en día usamos las manos para expresar tantas cosas. Saludarnos, fijar algo entre nosotros, para expresar nuestro apoyo unánime a algo como ocurrió con las manos blancas en recuerdo de Miguel Ángel Blanco, un momento que supuso el principio del fin del apoyo social a los atentados terroristas de ETA.

Manos para recorrer las grietas de la cueva en sus galerías mas ocultas, donde tenían que avanzar muchas veces reptando como internándose de manera valiente en las entrañas del mundo conocido.  Las manos de los hombres de hoy en día que se unen para sentir el apoyo de unos para con otros, como símbolo de los que nos une. Lo que nos une hoy en día y con nuestro pasado mas remoto.

El coronavirus nos tiene a todos muy preocupados. El ritmo mundial, la economía, los transportes se van paralizando, el miedo comienza a reinar recordándonos los momentos de pánico por las pestes que recorrieron Europa durante siglos. El mundo intercomunicado en el que vivimos tiene estas consecuencias.

Los hombres que vivían en Puente Viesgo también se sentían amenazados, la ansiedad debía ser también algo habitual en aquel momento. La necesidad de buscar alimentos y de rogar para no se extinguieran los animales, las plantas, los peces que mantenían al grupo. Pedir ayuda a las fuerzas ocultas de la naturaleza mediante ritos, mediante chamanes que llevaran a cabo las ceremonias.

En estas celebraciones podemos leer el arte rupestre que admiramos en las cuevas. Para ellos entrar en las profundidades de las cuevas era un verdadero viaje al mas allá, donde las protuberancias de las paredes iluminadas por el fuego daban vida a los animales que pintaban, en una especie de imágenes con vida propia, al movimiento de la luz, del aire, del propio deambular del grupo. Como se ve en el bisonte pintado en el Castillo aprovechando una protuberancia natural de la roca, como también aparece en la cueva de Niaux en Francia. El hombre no sólo buscó y encontró la figura del animal, sino que contribuyó de manera decisiva a hacer que el grupo y ahora nosotros lo podamos contemplar.

La mañana parecía primaveral, la música de Frederick Delius (1912) con su juego de cucos, con los oboes, los violines y el clarinete parecía describir el campo. Primavera que se va intuyendo, saliendo del fondo de la caverna, reinando en un mundo que aun hoy en pleno s. XXI está lleno de ansiedad, como hace milenios.

 

 

 

 

 

LA PALABRA

 

Desde hace un tiempo cuando analizo la realidad política y social que nos rodea, muchos de los problemas, los rasgos de peligrosidad que intuyo me llevan a replantarme qué es la palabra, qué sentido tiene hoy en día. La palabra es aquella que materializa la realidad, la que define sus aristas y bucea por lo hondo de su contenido. Llena de un montón de matices que como poso del tiempo se van depositando sobre ella, en una herencia volátil que tiene y que la hace ser multicolor y llena de interés. Nombrar algo, es el proceso por el cual le damos vida.

¿Qué ocurre entonces cuando no dejamos a las palabras su verdadero lugar, cuando exponemos de ellas sólo la parte que nos interesa para nuestro razonamiento? Siento que lo que conseguimos se llama demagogia. Sobre todo porque esa utilización de una parte del significado como totalizadora, hace que se construya la casa sobre cimientos de falta de verdad. Así palabras importantes para la sociedad como patria, libertad, solidaridad, vida o pueblo van edificándose en terreno pantanoso.

Decía la gran poeta portuguesa Sophia de Mello Breyner  Andresen que “la verdad a medias es como habitar medio cuarto, ganar medio salario, como tener sólo derecho a la mirad de la vida.  El demagogo dice de la verdad la mitad y el resto lo juega con habilidad, porque piensa que el pueblo solo piensa a medias, …

Debemos buscar el verdadero sentido de las palabras, porque con ellas vamos viviendo, y nos acercan o alejan de su significado. Y en esta búsqueda la educación es la herramienta que nos permite aliarnos con la verdad y la libertad que a su vez nos hará libres.

Cuando no tenemos ese interés por las palabras, caemos en un uso estereotipado de las mismas, expresando ideas ya muy lavadas, desprovistas de verdad. Hoy en día todo esto va en aumento, al menos en mi percepción, porque se van sustituyendo las lecturas reposadas de libros por las descargas de las redes sociales que tienen ese deseo de que todos pensemos igual y que usemos las palabras y sus conceptos de la misma manera. Un rodillo de homogeneización que lleva a la violencia en el momento que alguien use las palabras de manera diferente, aunque sea por dotarlas de su verdadero y total sentido.

La palabra es el origen de la vida, como así nos cuenta el comienzo del Evangelio, y es en ella en la que podemos aprender desde la fe muchas cosas que se nos van revelando.

Tener palabra, es algo que siempre ha constituido la base de las relaciones humanas. Con sólo decir algo, esa palabra dicha unía, desunía, afectaba a las personas de manera automática, de forma que durante mucho tiempo lo dicho era ley, porque se basaba en la honradez de los que la habían recibido, en su honorabilidad. Hoy en día siento que esto está en desuso, hay que leer siempre la letra pequeña de un contrato porque puede ser que allí te estén engañando, o contando lo que estás a punto de suscribir de manera contraria a lo hablado.

Son los poetas los que desde antiguo han estado siempre a la búsqueda de la palabra. Decía Federico García Lorca que “la poesía era como una cacería nocturna”. Acercándonos a la poesía vamos a encontrarnos con la palabra y todo su reino, indagando en lo que nos dicen los poetas, nos encontramos también con lo que nosotros mismos nos planteamos. Poesía y reflexión, análisis de las palabras y respeto a su verdadero y amplio reino de significado.

Igual que creo que la actualidad no es sólo lo que sale en las noticias de cada día, que el color del cielo, la sequedad de un campo erosionado y el paso tranquilo de un madre con sus hijos, es lo que define el momento, creo que la poesía nos ayuda a pensar, meditando sobre el significado de las palabras entramos en un lugar libre y verdadero. Parece mentira que ya Teresa de Jesús hablara hace tanto tiempo de la necesidad de “andar en verdad”, en la verdad de nosotros mismos que definimos con palabras.  Decía Sophia “ Iba y venía/  y a  cada cosa preguntaba/ qué nombre tenía”

 

El centenario del fallecimiento de Benito Pérez Galdós y todo lo que imaginamos que va a mover, es para los lectores de su obra una buena noticia en medio de tanta incertidumbre política y social. Poder volver a leer sus novelas nos brinda la oportunidad de abrir unas páginas vivas de la historia de España, la de nuestros paisanos del s.XIX que tanto se parecen a nosotros.

Esta cercanía con lo relatado, al margen de determinados aspectos en los que la sociedad ha evolucionado de manera enorme sobre todo en esta revolución de internet y los medios de comunicaciones de masas, se produce por el talento singular de Don Benito, que hace a sus personajes verdaderos arquetipos humanos de españoles en los que nos podemos llegar a encontrar retratados.

Me parece mentira tener que apuntar que Galdós es un escritor de una talla similar a Cervantes, y que esto sea algo que se pueda llegar a cuestionar. La literatura del s. XIX con autores como Balzac, Dickens, Tolstoi, a los que Galdós leía y admiraba, la música de Chopin, Falla y Albeniz, los cuadros monumentales de Sorolla, requieren volver a situarse en el verdadero lugar que ocupan en los lectores, los que amamos la música y disfrutamos con las exposiciones y museos. Las vanguardias del s. XX, se impusieron sobre tanto acierto y belleza, en el culmen de lo que el hombre puede hacer artísticamente, oponiéndose y haciéndonos ver que lo superaban. Esto desde luego para mi, no es así, las novelas de estos grandes escritores decimonónicos son el culmen de la novela, por su belleza formal, el uso del léxico, los retratos de los personajes tan depurados y certeros, las tramas y todo el ambiente que reflejan, siendo cuadros vivos de la historia y sobre todo del alma de los personajes y nos regalan las llaves para abrirlos en cada lectura.

Y analizando un poco la trayectoria de las novelas de Galdós, nuevamente aparece en el comienzo de su tarea como novelista el empuje de Cervantes, curiosamente en la novela de Dickens “Los papeles póstumos del club Pickwick” que él tradujo al español desde la versión francesa de la obra, y que se publicó en el periódico “La Nación” por fascículos. Una novela inglesa que toma el argumento interno del Quijote, actualizando así nuestra literatura.

Don Benito fue un hombre inquieto, siempre atento a lo que ocurría a su alrededor con un bloc de notas en sus manos paseando por las calles de Madrid, fijándose en los personajes para luego construir en su casa a Fortunata, a Tristana, la Miau, el señorito Villamil… Trabajador infatigable, escribía desde que amanecía, y dedicaba el día junto con los paseos de exploración social, a la lectura, siendo lecturas recurrentes y habituales, Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega y Eurípides.  Gran amante de la música, disfrutaba con los conciertos, interpretaba algún instrumento y llegó a ser crítico musical. Descuidado en el vestir, como quien quiere pasar desapercibido para observar, paseaba con su gabán negro, bufanda blanca y su perro alsaciano.

Galdós admiraba a Balzac, sus Episodios Nacionalesse estudian en relación a “La Comedia Humana”, aunque la descripción social de Galdós es mucho mas completa, centrándose en todas las clases sociales, frente al gusto del francés por la alta sociedad que aparece en su obra.

Pero la manera de contar las cosas de Galdós nos recuerda  a los lectores mucho más a Dickens, sobre todo en los diálogos como cuando retrata un personaje, ya que utiliza en su conversación determinadas palabras que suele repetir en su hablar y que lo van describiendo. Así como esa capacidad de mostrarnos de cada personaje su pasado en pocas líneas.

Muchas cosas podemos aprender de Galdós, como escritores su método al poner su taller de trabajo en la calle y en ir recogiendo la vida que cada situación nos va relatando. El ritmo imparable de trabajo y el interés por lo que nos rodea. El análisis de las situaciones, la política del momento que tanto se parece a la actual, el modo de escribir tan afinado en forma y en fondo. Pero, sobre todo, con él vamos a disfrutar, cogiendo una novela y yendo de su mano por las calles y casas de la España que todavía se encuentra en pie.